SU UNIVERSO CREATIVO, EXPLICADO POR JES?S RODRIGUEZ
(M¨²sica de Bruno Mantovani. 'Le Livre des illusions')
(M¨²sica de Bruno Mantovani. 'Le Livre des illusions')
Por Jes¨²s Rodr¨ªguez, fotograf¨ªa y v¨ªdeo CATERINA BARJAU y adem¨¢s ...
Ferran Adri¨¤ no es un cocinero. Es lo m¨¢s parecido que tenemos a un gur¨². Esta es la historia de un chico de Hospitalet que no pis¨® la universidad y armado de intuici¨®n revolucion¨® la cocina mundial desde elBulli, un restaurante perdido en una cala de Girona. Elegido durante cinco a?os el mejor del planeta, en la cima del ¨¦xito cambi¨® de rumbo hace cuatro a?os hasta convertirlo en un rupturista laboratorio de ideas que intenta explicar qu¨¦ es cocinar secundado por los grandes centros de innovaci¨®n mundiales. Hoy, su tortilla creativa por fin cuaja y lo muestra a partir de este mi¨¦rcoles 19 en el estand de EL PA?S en Arco
En este reportaje no hay cocinas, hay trayectos. Largos e intensos. Garabateando notas al vuelo. A pie, en tren, en avi¨®n, en taxi (Ferran Adri¨¤ no tiene coche). Por Barcelona, Madrid, Boston y Nueva York. Por el campus de Santa Coloma; en tormentas de ideas en el Museo Picasso de Barcelona, el Drawing Center de Nueva York y en los laboratorios de innovaci¨®n del Instituto Tecnol¨®gico de Massachusetts (el MIT), el rupturista New Museum del Bowery neoyorquino y el portaaviones de investigaci¨®n de Telef¨®nica, en el rascacielos Diagonal 00. Intentando descifrar a Ferran Adri¨¤ y su universo para cartografiar un mapa que desvele la forma y los l¨ªmites de su geograf¨ªa profesional y humana. De d¨®nde viene y ad¨®nde va. C¨®mo lleg¨® a ser el n¨²mero uno de la cocina, por qu¨¦ cambi¨® de rumbo en la cima y cu¨¢l es su estaci¨®n de llegada. La primera fuente de este art¨ªculo son sus mon¨®logos y el disco duro de su memoria. De esos periplos brota esta historia.
Todas las ma?anas, a partir de las ocho, Adri¨¤ recorre a paso de infante los 50 minutos que separan su apartamento de 50 metros, en las inmediaciones de la plaza de Espa?a de Barcelona, de su taller, oculto en un palacete del XVIII cercano al mercado de La Boquer¨ªa, que adquiri¨® en 2000, cuando decidi¨® montar un centro de investigaci¨®n unido a elBulli; una masa cr¨ªtica donde se dieran los primeros pasos experimentales en torno a productos y t¨¦cnicas culinarias que se convirtieran despu¨¦s en platos rompedores en su restaurante: un establecimiento donde cada a?o todo era nuevo, desde el men¨² y la vajilla hasta gran parte de la plantilla. Avanza abstra¨ªdo, con la cabeza gacha y las manos hundidas en los bolsillos del viejo tabardo. Habla a trompicones. Es un hombre de 51 a?os, s¨®lido, de corta estatura, cabellera escasa y rizada y barba gris de dos d¨ªas, siempre vestido de negro: ¡°Me cans¨¦ de ir de blanco tras tantos a?os de cocinero. Ahora me vengo¡±.
Proyecta un aspecto de hombre corriente. Su padre era estucador, y su madre, peluquera. Naci¨® en el barrio obrero de Santa Eulalia, en Hospitalet, entre antiguas factor¨ªas del textil, v¨ªas del tren y puestos de melones. No pis¨® la universidad (hasta que fue nombrado doctor honoris causa por cuatro de ellas a partir de 2008); sorte¨® la formaci¨®n profesional sin pena ni gloria; a los 17 a?os comenz¨® a fregar platos para pagarse un viaje a Ibiza. Fue su bautismo entre cacerolas. Con 22, en 1984, tras la mili, se dej¨® caer en elBulli como un pinche de melena afro, cadena de oro y aire cheli. Con 25 a?os, en 1987, ya era el jefe. Esa temporada jur¨® no volver a copiar un plato de otro chef. Una iluminaci¨®n. En 1990, Juli Soler (su eterno socio y amigo) y ¨¦l se hicieron con la propiedad de elBulli en un envite suicida. En 1997 consigui¨® la tercera estrella Michelin. En 1999 comenz¨® a recoger toda la informaci¨®n acumulada en el restaurante (¡°notas, recetas, dietarios, cartas, dibujos, fotograf¨ªas, modelos de plastilina¡ aqu¨ª no se tiraba nada¡±), a ordenar y clasificar esa sabidur¨ªa culinaria y a elaborar un cat¨¢logo general, que discurre desde la temporada de 1987 (cuando empez¨® a crear) hasta 2011 (la definitiva). Su idea era componer algo similar al cat¨¢logo razonado de un artista, que explicara sus ¨¦pocas creativas, la evoluci¨®n de su obra y actuara como una auditor¨ªa interna. Ese trabajo de clasificaci¨®n es la g¨¦nesis de su actual proyecto de explicar al planeta qu¨¦ es cocinar y qu¨¦ elementos participan en ese proceso que abarca los cinco sentidos.
Nunca pas¨® por una escuela de cocina. ¡°Quiz¨¢ por eso me cuestion¨¦ todo de una manera tan descarada¡±. Pero tiene los grandes recetarios cl¨¢sicos grabados en su cabeza. Su otra adicci¨®n es el Bar?a. Su gran desenga?o, no haber sido un buen futbolista. Conserva el aspecto de currante maduro. Hosco. Socarr¨®n. Cauto con el dinero. Sin despacho ni sofisticaciones. Tampoco a la hora de comer (m¨¢s all¨¢ del buen champ¨¢n). Es un tipo corriente. Se mueve con la comodidad que le proporciona el anonimato. Pocos transe¨²ntes en Barcelona identifican al personaje que fue durante 30 a?os el chef y alma de elBulli: aquel restaurante perdido en una cala del cabo de Creus (Girona) que cambi¨® la historia de la cocina; fue elegido el mejor del mundo durante cinco a?os y bajo cuya filosof¨ªa (incluso de vida) se formaron varias generaciones de cocineros que extendieron su revoluci¨®n, conceptos, t¨¦cnicas, elaboraciones e ideolog¨ªa por el planeta, como una marea implacable de la que nadie en la alta cocina se libr¨® (ni siquiera sus enemigos). Su modelo era un reflejo de su personalidad: anarqu¨ªa estructurada. Disciplina militar y libertad de c¨¢tedra. Y muchas preguntas. Siempre interrog¨¢ndose y polemizando sobre la realidad. Un d¨ªa, Brett Littman, el director del Drawing Center (una exclusiva galer¨ªa neoyorquina dedicada al dibujo donde Adri¨¤ expone desde el pasado 25 de enero los gr¨¢ficos que sintetizan y sustentan su sapiencia culinaria), le descubri¨® bosquejando fren¨¦tico en una servilleta tres palabras: ¡°?Why. Why. Why?¡±. Es la met¨¢fora de Adri¨¤.
En elBulli todo era posible; no hab¨ªa tab¨²es ni conceptos inmutables; la transici¨®n democr¨¢tica hab¨ªa llegado a los r¨ªgidos c¨®digos de la alta cocina, durante siglos impuestos desde Francia, y que Adri¨¤ se iba a saltar de un plumazo con deconstrucciones y asociaciones; helados salados, gelatinas calientes, espumas y humos; esferificaciones y liofilizados; dialogando con el mundo del arte, la ciencia, la nutrici¨®n y el dise?o. En su l¨ªnea, Adri¨¤ exig¨ªa a su equipo total acracia creativa. Como recuerda Jos¨¦ Andr¨¦s, un cocinero que se form¨® en Cala Montjoi entre 1988 y 1991 y hoy posee 15 restaurantes en Estados Unidos, mientras almorzamos en el Oriental Garden neoyorquino: ¡°Ferran probaba todo y nos animaba a experimentar, a ir m¨¢s lejos, contra la l¨®gica; a buscar los l¨ªmites. Muchas veces elBulli estaba vac¨ªo. Cobr¨¢bamos cuando pod¨ªamos. Dec¨ªan que estaba pirado. Es cierto, est¨¢bamos pirados; pero jam¨¢s he sido tan feliz¡±.
Adri¨¤ explica que por su cocina pasaron 2.000 profesionales para libar de la alquimia de aquel restaurante surgido como chiringuito de playa entre olas y pinos en 1963. Entre ellos, los cuatro primeros cocineros del mundo, que le tratan con la veneraci¨®n debida a un gur¨²; por orden, Joan Roca, Ren¨¦ Redzepi, Massimo Bottura y Andoni Luis Aduriz. Es su primera gran red de contactos e influencias, la l¨®gica, cuyas r¨¦plicas alcanzan los cinco continentes.
Gan¨® mucho dinero (cobra 80.000 euros por conferencia); obtuvo notoriedad, honores, el afecto de los poderosos, la curiosidad de los sabios y el inter¨¦s desmesurado de los medios de comunicaci¨®n. Dice que ha hecho mil entrevistas en todos los idiomas (aunque solo domina el espa?ol y el catal¨¢n): ¡°Y he aprendido m¨¢s en ellas que en todas las escuelas de negocios, porque las preguntas de los periodistas (que no son tontos) me obligan a reflexionar, estructurar y replantear mi discurso¡±. Desde 2003 fue portada en The New York Times, Time, Le Monde y Financial Times; edit¨® libros y documentales; colabor¨® con la ciencia y la industria alimentaria; cat¨® el mundo del arte en la prestigiosa Documenta de Kassel; redefini¨® la asesor¨ªa gastron¨®mica trabajando para una treintena de multinacionales, y lleg¨® a recibir cada temporada dos millones de peticiones para cenar en elBulli, de las que solo pod¨ªa atender un pu?ado de miles en los seis meses que permanec¨ªa abierto. elBulli se convirti¨® en el ¨²nico restaurante del mundo sin tel¨¦fono. ¡°?ramos una m¨¢quina de decepcionar¡±.
El ¨¦xito desbocado de elBulli se convirti¨® en su frustraci¨®n. ?l miraba m¨¢s lejos. El viernes 20 de noviembre de 2009, en las dos horas que dura el trayecto entre Barcelona y Cala Montjoi, se dio cuenta de que no era feliz; aficionado a adelantarse a su tiempo, vislumbraba la fecha de caducidad del modelo tal y como lo hab¨ªa parido y alimentado durante dos d¨¦cadas: un c¨®ctel de innovaci¨®n, riesgo, libertad, pasi¨®n, generosidad, humor y honestidad. Y dedicado, sobre todo, a la creaci¨®n, a materializar cosas que nunca nadie antes hab¨ªa intentado. ¡°Mi hermano Albert (que lleg¨® a elBulli con 15 a?os y es el ¨²nico al que considera su par) me dijo en esos d¨ªas: ¡®Ferran, hemos creado un monstruo y va a devorarnos¡¯. Hasta mi madre, Josefa, estaba cansada de m¨ª. Tambi¨¦n a m¨ª me aburr¨ªa mi personaje. Hab¨ªamos ganado todas las champions. No tengo hijos ni me gusta el lujo. Ten¨ªamos la vida solucionada. ?Qu¨¦ hab¨ªa despu¨¦s? ?Podr¨ªamos seguir creando al mismo nivel que hab¨ªamos hecho las dos ¨²ltimas d¨¦cadas? Todo empezaba a ser previsible.
Foto: Caterina Barjau Adri¨¤ sobre los escombros del edificio que se est¨¢ transformando en la nueva sede del BullipediaLab, en Barcelona.
Pod¨ªamos aguantar a ese ritmo un m¨¢ximo de cinco a?os. Internet era una presi¨®n continua: su inmediatez; que todo se sepa y se copie al minuto, los bloggers. Pens¨¦ que lo que hab¨ªamos conseguido, nuestro legado, no pod¨ªa desaparecer. Ten¨ªamos que buscar un nuevo lenguaje; cambiar de escenario y reinventarnos. Hacer una disrupci¨®n. Solo as¨ª perdurar¨ªamos. Un restaurante cierra, las estrellas vienen y van, pero una fundaci¨®n puede durar 150 a?os. No busca beneficios. Es para todos. Permite otro ritmo. ?ramos lo suficientemente peque?os y flexibles, pero tambi¨¦n lo suficientemente importantes y goz¨¢bamos de la suficiente visibilidad, para intentarlo. Y marcar un camino. Somos una pyme. Si pod¨ªamos adaptarnos a los nuevos tiempos, otros podr¨ªan. Internet era una amenaza, pero se pod¨ªa convertir tambi¨¦n en aliado. Hab¨ªa vida tras elBulli. No nos ¨ªbamos; nos transform¨¢bamos. No sab¨ªamos en qu¨¦. Siempre he sido consciente de d¨®nde empezaba, pero nunca de d¨®nde iba a acabar. La casualidad ha tirado en muchas ocasiones los dados conmigo¡±.
Aquel viernes de noviembre de 2009 decidi¨® dar un cambio a la existencia de elBulli. Y a la suya. Habl¨® con su n¨²cleo duro: Oriol Castro, Eduard Xatruch, Marc Cuspinera, Mateu Casa?as, David L¨®pez... Ya no ser¨ªan cocineros, ni camareros, ni sumilleres, sino documentalistas, logistas, expertos en nuevas tecnolog¨ªas y en exposiciones.
Hubo v¨¦rtigo. Continuar¨ªan a su lado. Reciclados eficazmente. ¡°No he buscado nadie fuera si lo pod¨ªa hacer alguien de dentro. Somos 15. Es una estrategia de bajo coste. Aqu¨ª ni burocracia, ni gastos bobos, ni presentaciones con c¨®ctel. ?Vale o no?¡±.
Lleg¨® el momento de comunic¨¢rselo a la opini¨®n p¨²blica. Fue en Madrid, el 26 de enero de 2010. La noticia que corri¨® como la p¨®lvora era que Adri¨¤ cerrar¨ªa el restaurante en julio del a?o siguiente. Iniciaba un nuevo camino. No aclaraba m¨¢s. El impacto fue tremendo. Algunos concluyeron que Adri¨¤ estaba arruinado, vac¨ªo de ideas, peleado con Juli Soler y su hermano Albert. Que el fen¨®meno elBulli hab¨ªa sido un bluff y el farolero se quitaba de en medio. ¡°Estaba en pijama en casa y me llamaban periodistas de todos los lados. Pensaban que era el fin. Se equivocaban. elBulli no se acababa. No arroj¨¢bamos la toalla. Lo pens¨¦ en alg¨²n momento. Pero mi mujer me dijo que si lo hac¨ªa era un cobarde. Hice un reset a mi vida. Era un paso m¨¢s en nuestra evoluci¨®n; supon¨ªa acabar con una ¨¦poca e iniciar otra. Si como restaurante alcanz¨¢bamos a 6.000 comensales, una fundaci¨®n podr¨ªa llegar a millones. Nuestra idea era ser generosos; compartir lo que sabemos, nuestro modelo, nuestra evoluci¨®n, nuestra forma de crear, nuestra organizaci¨®n, nuestra base de datos. Quer¨ªamos descubrir lo que es la cocina (nunca se hab¨ªa hecho) y ordenar cada elemento que participa en ese proceso y cont¨¢rselo al que quiera escucharlo. Reflexionar sobre c¨®mo hemos creado en elBulli, desmitificando la figura del creador, y darlo a conocer. Los proyectos de elBullifoundation solo tienen sentido si est¨¢n destinados a la esfera p¨²blica, a informar y educar a la gente; a la universidad y las escuelas de cocina. Antes creaba platos y ahora quiero crear a creadores de platos¡±. Contin¨²a su relato: ¡°El tiempo que nos quedaba con el viejo formato de restaurante, las temporadas 2010 y 2011, los utilizamos para disfrutar con nuestros clientes. Y ese a?o y medio nos sirvi¨® tambi¨¦n para recaudar el primer dinero con destino a elBullifoundation. Hice una treintena de cenas especiales para empresas con las que conseguimos cuatro millones de euros. Despu¨¦s subastamos nuestra bodega a trav¨¦s de Sotheby¡¯s, en Nueva York y Hong Kong, y conseguimos m¨¢s de dos millones. Con esos seis millones (de nuestro bolsillo) comenzamos a trabajar".
Durante esos 18 meses, Adri¨¤ hizo otra cosa: hablar con gente, recoger ideas, escuchar. En ese informal consejo consultivo estaban los que ¨¦l llama ¡°mis angels¡±: Vicente Todol¨ª, exdirector de la Tate Modern de Londres; el Nobel de Econom¨ªa Joseph Stiglitz; Israel Ruiz, vicepresidente del MIT; M¨¤rius Rubiralta, secretario de Estado de Universidades en la anterior Administraci¨®n y rector del Campus de la Alimentaci¨®n; el cocinero Juan Mari Arzak (el m¨¢s veterano tres estrellas de Espa?a); el ingeniero Pablo Rodr¨ªguez, director del centro de Internet y Multimedia de Telef¨®nica I+D; ?lex Mart¨ªnez Roig, director de contenidos y compras de Canal?+; Llu¨ªs Torner, f¨ªsico y director del Institut de Ci¨¨ncies Fot¨°niques de Castelldefels; Bonaventura Clotet, m¨¦dico y uno de los m¨¢ximos investigadores sobre el sida, o Enric Ruiz-Geli, un arquitecto especializado en proyectos innovadores y sostenibles. Adri¨¤ estaba tejiendo su segunda red, la de los amigos listos.
Solo tres meses despu¨¦s del ¡°¨²ltimo vals de elBulli¡± (el 30 de julio de 2011) comenz¨® a desplegar una tercera red: se trataba de implicar a las grandes escuelas de negocios en el reto de dar forma a su fundaci¨®n. En octubre de 2011 participaron en aquel primer challenge (bautizado Ideas4transformation) alumnos de Harvard, Berkeley, Columbia, London Business School y ESADE, bajo el arbitraje de Joseph Stiglitz. El segundo asalto de ese proceso en busca de iluminaci¨®n lo encabezar¨ªa un a?o m¨¢s tarde el IESE, con el objeto de dise?ar un modelo de negocio viable. El tercer asalto, Telef¨®nica I+D, a trav¨¦s del concurso tecnol¨®gico HackingBullipedia. Y el cuarto, el MIT, propiciando una tormenta de ideas para dar vida al no-museo de Adri¨¤. Los grandes centros de innovaci¨®n estaban aportando su sabidur¨ªa al proyecto de un excocinero.
Adri¨¤ asciende por La Rambla inmerso en su universo. La mirada febril, con los ojos pugnando por huir de las cuencas, revela que su cabeza est¨¢ sometida a su habitual borrasca de pensamientos. Adri¨¤ est¨¢ siempre dispuesto a dar una vuelta de tuerca a sus proyectos si alguien le indica un camino mejor. No teme cambiar. Al final, ¨¦l decide. ¡°Esto es dictatorial, al menos mientras yo viva. ?Vale o no?¡±. Solo Adri¨¤ tiene el puzle de su fundaci¨®n y los tent¨¢culos que parten de esa matriz. Las piezas del puzle mutan a diario. Cada uno de sus colaboradores, de su equipo directo, en la universidad o en los centros de conocimiento, controla peque?as parcelas. Solo Adri¨¤ dispone de la hoja de ruta completa. Y de la br¨²jula para moverse en ese laberinto.
Este primer recorrido ma?anero es su oficina ambulante. Adri¨¤ lleva en danza desde las 5.30 a base de caf¨¦ y fruta, reflexionando, pertrechado con su sempiterno l¨¢piz sobre la oreja derecha y con el habitual poco tacto que consigue despertar cada madrugada a su mujer, Isabel P¨¦rez, una economista a la que conoci¨® en Roses, a 15 minutos de Cala Montjoi, en el verano de 1989: ¡°Ferran ten¨ªa 27 a?os y era un bohemio, estaba sin civilizar. Llevaba desde los 17 a?os fuera de su casa y era un adolescente grande. Lo sigue siendo. Es un poco desastre¡±. Aprovecha ese primer trayecto del d¨ªa para hablar por tel¨¦fono, contestar correos y despachar entrevistas. ¡°Me quito burocracia y en el taller me centro en lo importante¡±. No tiene secretaria ni jefe de prensa. ?l toma todas las decisiones, en especial las financieras. Dicen que es un h¨¢bil jugador de Bolsa. Un hombre orquesta con una inmensa confianza en s¨ª mismo. Por eso, en enero de 2010, se lanz¨® demasiado r¨¢pido a la piscina al anunciar su cambio de rumbo. Quiz¨¢ lo hizo para quemar sus naves y no echarse atr¨¢s. Pero no ten¨ªa claro qu¨¦ hacer ni c¨®mo. A¨²n tendr¨ªa que vivir la enfermedad degenerativa de Juli Soler, su fiel camarada, que le coloc¨® en agosto de 2012 fuera del proyecto (en el que permanecen su mujer, Marta Sala, y su hija Rita Soler); la grave dolencia de su padre, Gin¨¦s Adri¨¤, y una demanda de la familia Horta, que le acusaba de estafa por haber recomprado al patriarca, Miquel Horta, accionista de elBulli desde 1990, su participaci¨®n accionarial a un precio ¡°rid¨ªculo¡± (seg¨²n sus argumentos) aprovechando su d¨¦bil estado mental. En enero de 2013, la juez desestim¨® el caso. ¡°Despu¨¦s de esos tres golpes, tengo m¨¢s fuerza que nunca: ya he llorado bastante¡±.
El tren Acela 2175 de las 17.20 con destino a Nueva York es el ¨²ltimo que partir¨¢ hoy de Boston por la ventisca de nieve que se abate sobre el noreste de Estados Unidos. Nuestra expedici¨®n hasta la ciudad de los rascacielos se alarga cinco horas. Es un buen momento para bucear en los proyectos de Adri¨¤, que se dota de una completa provisi¨®n de patatas fritas, nachos y refrescos light para el viaje. ¡°No tuvimos claro qu¨¦ iba a ser la fundaci¨®n hasta finales de 2012, cuando concluimos la exposici¨®n sobre elBulli en el Palau Robert de Barcelona (que visitaron 700.000 personas) y clasificamos toda la informaci¨®n acumulada en el restaurante para concluir la ¨²ltima parte de nuestro cat¨¢logo (que va de 2005 a 2011). Aquello nos supuso parar, ordenar y reflexionar; analizar nuestra trayectoria y la de la gastronom¨ªa desde el origen de la humanidad. Quer¨ªamos tener claro qu¨¦ es la cocina; qu¨¦ es cocinar y qui¨¦nes participan en ese proceso¡±.
B¨¢sicamente, de la matriz de elBullifoundation (una fundaci¨®n privada constituida en enero de 2013) penden tres patas. La primera tiene por escenario el territorio del viejo elBulli, donde el arquitecto Enric Ruiz-Geli ha proyectado un espacio expositivo y de creatividad con la cocina como veh¨ªculo; ecol¨®gico, sostenible e integrado en el cabo de Creus. Este no-museo, cuyo proyecto ha cambiado ya tres veces en tres a?os, contar¨¢ con m¨¢s de 5.000 metros cuadrados y parte de una ley hecha a medida para Adri¨¤ por la Generalitat de Catalu?a, al encontrarse enclavado en un parque natural, donde est¨¢ prohibido construir (a cambio del permiso, Adri¨¤ donar¨¢ ese terreno y el archivo de elBulli, valorados en 15 millones de euros, al erario p¨²blico). El espacio llevar¨¢ por nombre elBulli1846: el n¨²mero de elaboraciones que se crearon en el restaurante en 24 a?os. Su primera piedra se colocar¨¢ este a?o y estar¨¢ concluido en 18 meses. La segunda pata es elBulliDNA, que es el equipo creativo, la savia de elBulli, que seguir¨¢ investigando sobre cocina junto a expertos de otras disciplinas (hasta un total de 40 personas) en Cala Montjoi, aunque podr¨¢n desplazarse por todo el planeta.
Y la tercera, Bullipedia: una infinita base de datos que ordena y clasifica (por primera vez en la historia) todo el saber culinario a trav¨¦s de una nueva clasificaci¨®n del proceso gastron¨®mico y del proceso creativo, que ha realizado en los dos ¨²ltimos a?os Adri¨¤ y su equipo, desciende hasta las part¨ªculas elementales de la cocina y se concreta en dos intrincados mapas interactivos que son la hoja de ruta para moverse en el universo Adri¨¤. Esas cartograf¨ªas han sido realizadas a lo largo de seis meses por Bestiario: una compa?¨ªa que cabalga entre el arte y los algoritmos y convierte grandes masas de datos en informaci¨®n eficaz y de una gran belleza visual. Lo explica su responsable, Jos¨¦ Aguirre: ¡°Hacemos comprensible la complejidad. En este caso hemos materializado el enmara?ado pensamiento de Ferran, sus borradores, en un mapa del proceso gastron¨®mico que re¨²ne desde la obtenci¨®n de los productos hasta su consumici¨®n por un comensal y la descripci¨®n de todos los actores que intervienen¡±. Estos mapas y todo el trabajo previo de pu?o y letra de Ferran Adri¨¤ se podr¨¢n presenciar en el estand de EL PA?S en la feria internacional de arte contempor¨¢neo Arco, a partir de este mi¨¦rcoles 19 de febrero.
Bullipedia tendr¨¢ su sede, a partir del mes de abril, en una nave industrial en Barcelona, denominada BullipediaLab, donde trabajar¨¢ un equipo conjunto de 70 personas de elBulli, Telef¨®nica y la universidad, en la investigaci¨®n del proceso creativo, la decodificaci¨®n de la gastronom¨ªa y el papel de las nuevas tecnolog¨ªas en la educaci¨®n y la transmisi¨®n de conocimientos e innovaci¨®n.
En 2010, Adri¨¤ era un torrente de ideas, pero necesitaba materializarlas; necesitaba urgentemente un partner tecnol¨®gico. Estableci¨® su cuarta red a partir del convenio que firm¨® con Telef¨®nica, una de las empresas de telecomunicaciones m¨¢s poderosas del mundo, en septiembre de ese a?o, como embajador de la operadora. Seg¨²n Pablo Rodr¨ªguez, un ingeniero espa?ol formado en los laboratorios de Microsoft en Cambridge (Reino Unido) y actual director de investigaci¨®n e innovaci¨®n de Telef¨®nica I+D, ¡°no nos hemos quedado en una foto publicitaria. Somos su socio tecnol¨®gico; le vamos a proporcionar las herramientas; le vamos a ayudar a ordenar todo ese saber culinario desperdigado durante siglos y, a partir de ah¨ª, vamos a crear un instrumento online de documentaci¨®n y a desarrollar un nuevo modelo de ¡®wikipedia para expertos¡¯ que sea ¨²til para cualquier otra disciplina (arquitectura, medicina, moda) y pueda acelerar la innovaci¨®n en muchas ¨¢reas de la sociedad¡±.
El acuerdo con Telef¨®nica adquirir¨¢ su m¨¢xima visibilidad a comienzos del pr¨®ximo mes de octubre, el momento que ha elegido la operadora para ofrecer al p¨²blico una gran exposici¨®n dedicada al universo creativo de Adri¨¤, que saturar¨¢ los 1.000 metros cuadrados del espacio cultural de la Fundaci¨®n Telef¨®nica inmerso en su legendaria sede de la Gran V¨ªa madrile?a. Ser¨¢ la exposici¨®n m¨¢s grande de las dedicadas hasta ahora al cocinero / gur¨² y la presentaci¨®n en sociedad de todo su proyecto ya en marcha.
Ferran Adri¨¤ no es un tipo cultivado. No es un intelectual ni tampoco un artista. Pero tiene dos rasgos muy aguzados en su personalidad que le han resultado imprescindibles para idear sus nuevos proyectos: su capacidad de absorci¨®n y su intuici¨®n. Los dos son evidentes durante una tormenta de ideas en el MIT, en la sexta planta de su Media Lab, en el inmenso sal¨®n di¨¢fano y acristalado Silverman, sobre el r¨ªo Charles, con el perfil de Boston frente a nosotros. En esta casa siempre es bien recibido. Adri¨¤, como Joi Ito, el at¨ªpico director de este Media Lab, no es un graduado universitario. Pero posee las cualidades que Ito considera esenciales para salir adelante en el mundo actual: aguante, pragmatismo, asunci¨®n de riesgos, desobediencia, heterodoxia y capacidad para conectar personas.
En esta jornada polar, Adri¨¤ quiere retar a un equipo de profesores y alumnos del MIT a que aporten ideas, conceptos, sentido a elBulli1846, su no-museo de Cala Montjoi. En torno suyo toman asiento algunos pesos pesados de la escuela de Arquitectura: Ant¨®n Garc¨ªa Abril, Nader Tehrani, Cristina Parre?o o Meejin Yoon. No es una reuni¨®n de cortes¨ªa. Adri¨¤ presenta su proyecto (en espa?ol y con traductor) con pasi¨®n y recibe una ducha fr¨ªa acad¨¦mica. Los profesores le someten a un tercer grado. Ponen en duda algunas de sus ideas, la originalidad del proyecto, su viabilidad, el inter¨¦s que puede suscitar. Es su estilo. Pero a continuaci¨®n se comprometen a trabajar en el asunto. Al final, la arquitecta y profesora Meejin Yoon sentencia: ¡°Ferran, tiene usted todos los ingredientes y el plato donde los va a servir, ahora tiene que cocinarlos, crear un concepto, hacer el gazpacho. Coc¨ªnelo. Le ayudaremos¡±.
Adri¨¤ no pesta?ea. Al otro lado de esa gran mesa blanca est¨¢ Israel Ruiz, de 42 a?os, un ingeniero de su barrio de Santa Eulalia, en Hospitalet, que es hoy el n¨²mero dos del MIT, la mejor universidad del mundo y su introductor en esta factor¨ªa de ingenio. Le pregunto entre susurros qu¨¦ es Ferran Adri¨¤. ?Un genio, un loco, un gur¨², un charlat¨¢n? Contesta: ¡°Es un genio en lo suyo. Pero no es un genio como Picasso. Tiene, sobre todo, un modelo organizativo innovador. Ha llegado hasta los electrones del proceso gastron¨®mico. Es un genio, pero porque piensa y se documenta; tiene disciplina; no es un lobo solitario; ha creado un buen equipo y ofrece un modelo que se puede aplicar. Es dif¨ªcil de definir. Hay pocos como ¨¦l¡±.
M¨¤rius Rubiralta fue secretario de Estado de Universidades en la anterior legislatura. Desde 2012 dirige el campus de la alimentaci¨®n de la Universidad de Barcelona (que cuenta con dos grados, Nutrici¨®n y Tecnolog¨ªa de los alimentos) y fue, como rector de esa universidad, la m¨¢s antigua de Catalu?a, el que abri¨® las puertas del mundo cient¨ªfico a Adri¨¤, un sector que hasta entonces le hab¨ªa ninguneado. Lo hizo por la puerta grande, en 2008, como doctor honoris causa por la Facultad de Qu¨ªmica. El primer contacto del cocinero con la universidad le hab¨ªa venido (como siempre) de fuera, de Harvard, que le encarg¨® en 2008 dirigir un curso sobre ciencia y cocina; luego vendr¨ªa esta de Barcelona, que ha hecho mucho m¨¢s que darle un birrete: ha creado la Unidad UB-Bullipedia, un equipo de m¨¢s de 80 profesores universitarios (bajo la direcci¨®n del catedr¨¢tico de Nutrici¨®n Abel Marin¨¦, el qu¨ªmico Pere Castells, la experta en lenguaje computacional Marta Vila y la profesora de Est¨¦tica J¨¨ssica Jaques) que trabajar¨¢ en paralelo con el equipo de Ferran para consensuar cient¨ªficamente toda la informaci¨®n que emita Bullipedia, le prestar¨¢ el aval y el barniz acad¨¦mico, coordinar¨¢ la colaboraci¨®n con otras universidades y dar¨¢ forma a un nuevo grado universitario en Ciencias Culinarias. Esta es, por el momento, la ¨²ltima red que ha entretejido Adri¨¤.
La vida de Adri¨¤ ha sido una carrera de fondo desde L'Hospitalet hasta su actual condici¨®n de gur¨² global. Ha dejado de ser un cocinero para convertirse en un agitador; un im¨¢n que atrae conocimiento y est¨¢ creando un contexto, un punto de encuentro, donde se pueda pensar, desarrollar y transmitir. Algunas veces, ante los gestos de simulado escepticismo de sus interlocutores, Adri¨¤ replica con cara de pocos amigos: ¡°?Esto no es ninguna broma! Esto es muy importante!¡±. M¨¤rius Rubiralta comparte esa opini¨®n: ¡°La cocina se consideraba hasta hace poco un divertimento. Hoy tenemos claro que es un dinamizador de la econom¨ªa, el turismo, la industria, la exportaci¨®n, la educaci¨®n, la salud. Y Ferran ha sido el que m¨¢s ha hecho por cambiar esa percepci¨®n. Tom¨® la bandera y todos detr¨¢s. Y cuando cerr¨® el restaurante, estaba convencido de que ese enorme conocimiento no se pod¨ªa perder. No quiera que elBulli sea una burbuja, sino que se expanda. S¨ª, es un visionario; se siente imbuido de una misi¨®n; pero no es negativa, sino participativa, porque aqu¨ª los comensales somos todos¡±.
Pasamos diez días viajando junto a Ferran Adrià, ese cocinero que traspasó su propia línea y ahora ostenta la condición de gurú global. De ese periplo brota la historia que publicamos en nuestro número 1.951 y que podéis ver también en la web de EL PAÍS. Estas cinco portadas fueron las finalistas de todas las que barajamos.
?Cu¨¢l hubieses elegido t¨²?