En la Ant¨¢rtida, el ¨²nico continente donde no hay pa¨ªses, fronteras ni guerras, se est¨¢ librando una de las batallas cient¨ªficas m¨¢s complejas de nuestra era: comprender el impacto del cambio clim¨¢tico en una isla dos veces mayor que Australia y que concentra el 90% de todo el hielo del planeta.
El 18 de febrero, un equipo de cient¨ªficos y militares zarparon hacia el epicentro del calentamiento en este continente. La 55? Expedici¨®n Ant¨¢rtica de Chile a bordo del buque de la Armada Marinero Fuentealba ha sido la primera de este pa¨ªs que ha intentado llegar m¨¢s all¨¢ del c¨ªrculo polar Ant¨¢rtico con un buque no preparado para ello, pues no es un rompehielos. Los objetivos eran recolectar algas y fauna marina junto a glaciares que se est¨¢n fundiendo y realizar estudios para construir tres bases de investigaci¨®n cient¨ªfica. La m¨¢s lejana estar¨¢ en un enclave militar casi abandonado que se convertir¨¢ en un laboratorio natural perfecto para entender las conexiones entre el continente m¨¢s fr¨ªo y ¨¢rido y el resto de la Tierra.
Si se derritiera toda la Ant¨¢rtida, el nivel del mar subir¨ªa unos 60 metros, suficiente para anegar toda Europa. Los cient¨ªficos saben que eso no va a pasar en los pr¨®ximos siglos, pero s¨ª temen fen¨®menos m¨¢s sutiles que ya est¨¢n sucediendo.
V¨ªdeo: El "coraz¨®n palpitante" del planeta
¡°La Ant¨¢rtida no es un continente aislado del resto de la Tierra, sino que regula procesos a nivel planetario¡±
¡°La Ant¨¢rtida regula procesos a nivel planetario¡±, explica Marcelo Leppe, director del Instituto Ant¨¢rtico Chileno (INACH), organizador de la expedici¨®n, a la que ha sido invitado EL PA?S. ¡°Este continente es el coraz¨®n palpitante del planeta, pues cada a?o su superficie cambia en unos 14 millones de kil¨®metros cuadrados [m¨¢s que toda la superficie de Europa] por el avance y retroceso de sus hielos¡±. ¡°La Ant¨¢rtida tiene nexos con casi todos los mares del planeta. Influye en el ciclo de cultivos de China, el anegamiento por lluvias monz¨®nicas en Vietnam, el r¨¦gimen h¨ªdrico en Australia y tambi¨¦n en eventos de tiempo extremo en Am¨¦rica del sur¡±, asegura.
La descomunal capa de hielo que cubre su territorio se suele dividir en tres grandes ¨¢reas, este, oeste y pen¨ªnsula ant¨¢rtica, el rabillo de tierra cercano a Sudam¨¦rica, en cuyo extremo norte se acumulan la mayor parte de bases cient¨ªficas y militares. Es en esta zona donde las temperaturas medias han aumentado m¨¢s y donde se concentran las mayores p¨¦rdidas de hielo, cuyo ritmo de fusi¨®n, en t¨¦rminos globales, se ha triplicado en los ¨²ltimos 30 a?os.
Uno de los lugares donde ya pueden estar apareciendo los primeros signos de transformaci¨®n es la orilla libre de hielo que queda cerca de las imponentes paredes de los glaciares, de m¨¢s de 30 metros de alto y de un azul m¨¢s intenso que el cielo. Mientras rugen las cadenas del ancla para el atraque, un equipo de cient¨ªficos se embute en aparatosos trajes naranjas que les mantendr¨¢n calientes y les har¨¢n flotar en caso de que caigan al agua. Es verano en el hemisferio sur y la temperatura estos d¨ªas no bajar¨¢ de los cinco grados bajo cero, aunque la sensaci¨®n t¨¦rmica llega a los -18. Los bi¨®logos recogen muestras de dos especies de algas que viven tanto en las costas de Chile como en la Ant¨¢rtida, un h¨¢bitat de unos 1.500 kil¨®metros de largo.
Mientras el equipo de tierra recoge algas a ras de agua, los buzos se tiran desde un bote de goma y bajan hasta a 10 metros de profundidad. Visten varias capas de ropa debajo de un traje de neopreno seco para aguantar una media hora de inmersi¨®n. El mar en esta zona de la pen¨ªnsula puede rozar los tres grados bajo cero, pues la alta salinidad baja la temperatura de congelaci¨®n. A cambio del sufrimiento tienen el exclusivo privilegio de ver la Ant¨¢rtida bajo las aguas y, si tienen suerte, compartirlo con alg¨²n ping¨¹ino o un lobo marino.
V¨ªdeo: Buceando en aguas a tres grados bajo cero
¡°Estamos estudiando c¨®mo las algas se adaptan a los entornos que van dejando libre el retroceso de los glaciares¡±
¡°Cuando hay mucho derretimiento de hielo hay pocos moluscos y algas¡±, explica Marcel Vel¨¢squez, ocean¨®grafo y buzo de 31 a?os. ¡°El agua dulce y el sedimento que aporta el glaciar hace que no haya organismos que se puedan adaptar. Esto apoya nuestra hip¨®tesis de que el retroceso glaciar est¨¢ teniendo un efecto en los ecosistemas marinos¡±, resalta este venezolano, que en 2011 abandon¨® su pa¨ªs natal con 30 d¨®lares en el bolsillo. Especialista en gen¨¦tica de algas, tras pasar por el Museo de Ciencias Naturales de Par¨ªs y el Smithsonian de EE UU ahora estudia el doctorado en la Universidad de Magallanes (Chile).
El trabajo de buzo se hace por amor a la ciencia. Las personas que realizan las inmersiones estos d¨ªas son estudiantes j¨®venes que se buscan otros trabajos para poder ganar lo suficiente (venta ambulante, conducir un Uber¡). El sueldo de algunos de ellos en esta campa?a, con varias inmersiones al d¨ªa y una traves¨ªa de 12 d¨ªas sin internet ni tel¨¦fono es de 250.000 pesos chilenos, unos 325 euros. ¡°De todas maneras merece la pena, la experiencia es algo invalorable tanto en lo personal como en lo profesional¡±, explica Diego Henr¨ªquez, que a sus 28 a?os tiene dos hijos y estudia biolog¨ªa marina en la Universidad Austral de Chile.
Cuando los buzos regresan al buque los cient¨ªficos se arremolinan en torno a las bolsas con las muestras que a¨²n chorrean agua helada. El comedor del buque se transforma en un laboratorio improvisado con microscopios, pipetas, atlas de fauna y flora marina. ¡°El calentamiento es m¨¢s evidente en la regi¨®n subant¨¢rtica [sur de Chile], donde los glaciares se derriten mucho m¨¢s r¨¢pido y cambian las condiciones del agua. En los lugares donde hay mucho derretimiento glaciar, siempre aparecen las mismas especies, que parecen adaptarse, mientras otras desaparecen, en parte porque baja mucho la salinidad del agua¡±, explica Andr¨¦s Mansilla, jefe cient¨ªfico del proyecto de la Universidad de Magallanes.
V¨ªdeo: As¨ª es la fauna de la ant¨¢rtida
¡°Las poblaciones del ping¨¹ino barbijo han disminuido un 41%¡±
Una de las algas encontradas parece de una especie no aut¨®ctona, aunque habr¨¢ que confirmarlo con un an¨¢lisis de ADN. ¡°El calentamiento supone un peligro adicional, porque puede provocar que un buque, un turista o las simples corrientes marinas traigan especies for¨¢neas adaptadas a rangos de temperatura o salinidad mayores que los de las especies locales y ocupen su nicho¡±, advierte Mansilla.
El espa?ol Andr¨¦s Barbosa tambi¨¦n sabe de perdedores y ganadores por el cambio clim¨¢tico. Este bi¨®logo lleva analizando las colonias de ping¨¹ino barbijo desde los a?os noventa en la isla Decepci¨®n y en los alrededores de la base Juan Carlos I, en la isla Livingston, las dos bases cient¨ªficas de Espa?a. Sus datos indican que hay un 41% menos de ejemplares desde que comenz¨® a estudiar a estos animales. Esta especie se alimenta de kril, un diminuto crust¨¢ceo con forma de gamba que tambi¨¦n es el plato casi ¨²nico de algunas especies de ballenas y focas. Seg¨²n algunos estudios la cantidad de kril en las aguas de la pen¨ªnsula ha ca¨ªdo un 80%. La especie tambi¨¦n se pesca y se usa para producir complementos alimentarios de omega tres ¡ªun bote de 120 c¨¢psulas cuesta unos 50 euros¡ª y como alimento para los salmones de piscifactor¨ªa.
¡°Aunque el calentamiento afecta a todo el planeta, las zonas m¨¢s afectadas son el ?rtico, la Ant¨¢rtida y los glaciares de alta monta?a. Muchas especies adaptadas a vivir en estos entornos no tienen opci¨®n de marcharse a entornos m¨¢s fr¨ªos¡±, explica Barbosa. ¡°Aunque el ping¨¹ino barbijo no est¨¢ en peligro de extinci¨®n, la ca¨ªda de las poblaciones es preocupante", detalla Barbosa, coordinador de investigaci¨®n polar de la Agencia Estatal de Investigaci¨®n. ¡°La otra cara de la moneda son los ping¨¹inos pap¨²a que no solo comen kril, sino tambi¨¦n calamar y otros pescados y que est¨¢n aumentando su ¨¢rea de distribuci¨®n. Esta es la din¨¢mica de cualquier ecosistema en proceso de cambio¡±, resalta el bi¨®logo.
El 23 de febrero, cruzado el c¨ªrculo polar, el buque alcanza su objetivo m¨¢s al sur: la base Carvajal. Desde la lejan¨ªa, en lo alto de un glaciar, se aprecian los restos de un avi¨®n brit¨¢nico modelo De Havilland que transportaba combustible y que se estrell¨® en 1964 en medio de la pista de aterrizaje que hab¨ªa sobre el hielo. En 1984 el Reino Unido cedi¨® este enclave militar a Chile. La ¨²ltima vez que la Fuerza A¨¦rea chilena us¨® la base fue en 2014 y, desde entonces, los cient¨ªficos del INACH solo la visitan por breves temporadas y la usan como refugio.
V¨ªdeo: La Ant¨¢rtida en 360?
Todo en Carvajal parece m¨¢s salvaje e inh¨®spito. A pocos metros de los edificios cuarteados por la intemperie hay colonias de lobos marinos con miles de ejemplares que primero rugen feroces y luego gimotean asustados cuando ven a los inesperados visitantes. Los elefantes marinos reciben a los humanos con unos potentes gru?idos que rompen el silencio perfecto de la Ant¨¢rtida. Un intenso olor a pescado sale de los excrementos, que ti?en de marr¨®n enormes extensiones de hielo y piedra.
El interior del edificio principal tiene algo de c¨¢psula del tiempo. El reloj est¨¢ parado a la 1.34. En una pizarra, los militares escribieron las tareas pendientes antes de marcharse y cerrar la base. Al fondo, en el sal¨®n, hay una barra con juegos de mesa, casetes de otra ¨¦poca ¡ªincluida una de Marta S¨¢nchez¡ª una mesa de billar, taller, dormitorios, cocina, hasta una sauna. Solo falta el laboratorio. Afuera, en la zona de roca libre de hielo, un grupo de ingenieros y marinos est¨¢ perforando la piedra con una testiguera. Su objetivo es regresar a Chile con suficientes muestras de terreno para poder continuar con los estudios geol¨®gicos y s¨ªsmicos para construir una nueva base cient¨ªfica, la primera civil en este enclave, que albergar¨¢ a unos 60 cient¨ªficos.
Este lugar tan remoto muestra una de las caras m¨¢s terribles del cambio clim¨¢tico. En enero de 1999, Eduardo Garc¨ªa, funcionario de apoyo del INACH, y un estudiante, sub¨ªan en una motonieve por el glaciar Fuchs, cercano a la base, cuando el hielo se abri¨® bajo sus pies. Cayeron a una grieta. El veh¨ªculo se estrell¨® encima de Garc¨ªa y le aplast¨® el cr¨¢neo. Un grupo sali¨® al rescate desde la base militar. Al descolgarse por el abismo vieron que era un sif¨®n que se abr¨ªa cada vez m¨¢s. En una repisa, a unos 50 metros, encontraron al segundo accidentado, a¨²n con vida.
Unos a?os m¨¢s tarde, glaci¨®logos chilenos alertaron de que el calentamiento estaba aumentando el tama?o de las numerosas grietas ocultas bajo la superficie del glaciar Fuchs y que era inviable usarlo de aer¨®dromo. Hac¨ªa a?os que los ingleses lo hab¨ªan dado por perdido y construyeron otro en la actual base de Rothera, a unos 30 kil¨®metros de Carvajal.
¡°Carvajal es la base del futuro¡±, explica Leppe. ¡°Est¨¢ dentro de bah¨ªa Margarita, una de las m¨¢s grandes del mundo. Es el ¨²ltimo lugar donde hubo una colonia de ping¨¹ino emperador dentro de lo que se llama territorio ant¨¢rtico chileno. Ya desapareci¨® al derretirse la banquisa de hielo permanente. No volvieron a aparecer. Es una zona de transici¨®n clim¨¢tica y biol¨®gica. Y es adem¨¢s nuestra ¨²nica base costera dentro del c¨ªrculo polar¡±, resalta el investigador.
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Vista de la isla Doumer, donde se encuentra la base Yelcho. -
El buque de la Armada de Chile 'Marinero Fuentealba'.
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La base Teniente Luis Carvajal en la isla Adelaida.
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Los buzos Marcel Vel¨¢squez (derecha) y Andreas Schmider se preparan para su primera inmersi¨®n cerca de la base Yelcho.
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Vista desde el puente de mando del 'Marinero Fuentealba'.
El Tratado Ant¨¢rtico ¡ªfirmado por 29 pa¨ªses con pleno poder de decisi¨®n, incluida Espa?a¡ª proh¨ªbe toda reclamaci¨®n territorial en el continente, as¨ª como las actividades militares y la extracci¨®n de recursos naturales con intenciones comerciales. Esto ¨²ltimo se debe en parte a las enormes dificultades de explotar recursos que est¨¢n bajo una capa de hielo que en sus zonas m¨¢s gruesas, en el interior del continente, tiene m¨¢s de 4.000 metros de grosor. Existe la preocupaci¨®n de que el tratado cambie en 2048, el primer a?o en el que el protocolo ambiental puede ser modificado. Es dif¨ªcil imaginar el mundo dentro de 30 a?os, pero cualquier decisi¨®n debe ser respaldada de forma un¨¢nime por todos los firmantes.
En cuanto a cu¨¢l es el futuro de la Ant¨¢rtida m¨¢s all¨¢ de esas fechas, la respuesta est¨¢ sobre todo del lado de un cambio global dif¨ªcil de predecir a medio plazo. ¡°Creo que todav¨ªa nuestros nietos van a tener la posibilidad de conocer la Ant¨¢rtida tal como es, no s¨¦ si nuestros bisnietos, porque los escenarios para dentro de 100 a?os ya empiezan a ser m¨¢s sombr¨ªos¡±, opina Leppe.
V¨ªdeo: El paso de Drake, el mar m¨¢s peligroso del planeta
El viaje
Para llegar a la Ant¨¢rtida desde Punta Arenas (Chile) el buque debe cruzar el paso de Drake, unos 1.000 kil¨®metros de mar abierto entre el extremo sur de Am¨¦rica y la punta norte de la pen¨ªnsula ant¨¢rtica. Para muchos marinos es la traves¨ªa m¨¢s peligrosa del planeta. El Fuentealba encontr¨® unas condiciones ¡°envidiables¡±, seg¨²n la tripulaci¨®n: olas de apenas tres metros que pasaban por la borda bamboleando la nave de acero como si fuera una atracci¨®n de feria.
Uno de los momentos m¨¢s alucinantes de la traves¨ªa fue atravesar un iceberg de unos 20 kil¨®metros de largo por tres de ancho que se hab¨ªa desprendido de un glaciar. Se hab¨ªa partido m¨¢s o menos por el centro dejando una abertura de un kil¨®metro por la que se aventur¨® el Fuentealba navegando muy lento. En varias ocasiones, parte de la paredes de hielo, tan altas como edificios de diez plantas, se desmoronaron provocando un enorme estr¨¦pito que no asust¨® a los ping¨¹inos, focas y ballenas que habitaban esta isla flotante.
Un ma?ana el radar advirti¨® de la presencia de un barco que cabeceaba entre las olas y no llevaba encendido el sistema de identificaci¨®n ni se comunicaba por radio. Tras ser requerido a hacerlo supimos que se trataba del Icebird, un velero de las Islas Caim¨¢n. En estos meses de verano austral no es raro encontrar este tipo de embarcaciones que llevan turistas a la Ant¨¢rtida.
Nueve de cada diez personas que pisan la Ant¨¢rtida son turistas, unos 50.000 al a?o. Algunos llegan a bordo de peque?os cruceros, otros vuelan desde Chile o Argentina en las pocas l¨ªneas que cubren el trayecto. Pasan el d¨ªa dando una vuelta en un bote de goma por las islas Shetland del Sur, el archipi¨¦lago que sirve de entrada al continente, y regresan en el d¨ªa, todo por un precio de varios miles de euros. M¨¢s all¨¢ de esta zona se abre la otra Ant¨¢rtida, accesible casi exclusivamente a investigadores y personal de apoyo.
OPV-83
Marinero Fuentealba
- A?o 2014
- Desplazamiento 1.771,6 Toneladas
- Velocidad 21 Nudos
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Potencia
2 motores Wartsila modelo 12V26 de 4.080 KW
AP-46
Almirante ?scar Viel
- A?o 1969
- Velocidad 15,4 Nudos
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Potencia
15.525 HP
A bordo del Fuentealba la vida est¨¢ jalonada por el pitido que anuncia el rancho: desayuno a las siete, almuerzo a las 12, merienda a las 17.00 y cena a las 19.00. El Fuentealba tiene una dotaci¨®n de 44 marineros ¡ªapenas dos mujeres¡ª que se relevan en guardias de cuatro horas. El barco se construy¨® en 2014 y es uno de los m¨¢s r¨¢pidos de la Armada de Chile. Su casco no est¨¢ preparado para chocar con t¨¦mpanos, ¡°que es como pegarle a una roca¡±, explica Iv¨¢n Stenger, el comandante.
La seguridad del barco depende sobre todo de los marinos que otean d¨ªa y noche ¡ªcon binoculares nocturnos¡ª desde el puente de mando. ¡°En navegaci¨®n, por mucha tecnolog¨ªa que tengamos, nada reemplaza al ojo humano. La mayor parte de los accidentes que han ocurrido en la Ant¨¢rtida han sido por confiar demasiado en los instrumentos. Son una ayuda, pero la navegaci¨®n aqu¨ª es igual que anta?o, con la vista y con las estrellas, la costa y la marcaci¨®n magn¨¦tica o real a trav¨¦s de girocomp¨¢s [br¨²jula], lo mismo que hac¨ªan los marinos hace 100 a?os¡±, explica el comandante.
V¨ªdeo: As¨ª es la vida en la Ant¨¢rtida
Las bases
La primera parada del buque es la base Escudero, en la isla Rey Jorge, un centro log¨ªstico con aer¨®dromo que sirve de trampol¨ªn de salida hacia otros puntos m¨¢s remotos. El paisaje es anticlim¨¢tico. Cielo gris, mar color met¨¢lico, enormes contenedores oxid¨¢ndose a la intemperie. A las puertas de la base Julio Escudero del INACH pueden verse a¨²n los escombros de la Gobernaci¨®n Mar¨ªtima de Chile, que fue arrasada por un incendio debido a un fallo el¨¦ctrico. "El edificio se consumi¨® en apenas una hora", dice Paulina Rojas, coordinadora de la expedici¨®n del INACH.
En cualquier base ofrecen caf¨¦ caliente y almuerzo, todo gratis. La moneda de cambio es el trueque, sobre todo entre los diferentes pa¨ªses ¡ªt¨² me das unos pasajes en tu avi¨®n y yo a cambio transporto tus muestras cient¨ªficas en mi buque¡ª. Este a?o, 13 checos se quedaron aislados por el hielo en la base Gregorio Mendel. Chile deb¨ªa sacarlos, pero no ten¨ªa ning¨²n buque que pudiese hacerlo. Finalmente hubo un cambio de planes y fue el rompehielos argentino Almirante Irizar el que acudi¨® al rescate. En ocasiones se lleva una cuenta detallada de estos intercambios y en otras, cuando la relaci¨®n es mejor, se trabaja pr¨¢cticamente por buena voluntad, hoy por ti y ma?ana por m¨ª.
Chile controla uno de los principales aer¨®dromos en el noroeste de la pen¨ªnsula ant¨¢rtica. El pa¨ªs est¨¢ inmerso en un proceso de renovaci¨®n de sus bases cient¨ªficas. Dentro de la campa?a de este a?o se realizar¨¢n an¨¢lisis de la roca en las bases Escudero, Yelcho y Carvajal previos a la construcci¨®n de tres nuevas bases para investigaci¨®n, un proyecto financiado con unos 70 millones de euros, seg¨²n en INACH.
En uno de los contenedores de Escudero encontramos a Renato Borr¨¢s, un bi¨®logo que para hacer su tesis doctoral tuvo que convertirse en un aut¨¦ntico cazador ant¨¢rtico. Su objetivo eran los lobos marinos. Durante meses, Borr¨¢s se dedic¨® a aturdir a las focas hembra, acercarse y sacarles leche para luego medir los niveles de ciertos contaminantes. Ahora Borr¨¢s est¨¢ preparando un acuario con especies marinas recolectadas en aguas de la pen¨ªnsula, el germen de un acuario abierto al p¨²blico que comenzar¨¢ a funcionar en el Centro Ant¨¢rtico Internacional de Punta Arenas en 2022. ¡°La gente piensa que debajo del agua en la Ant¨¢rtida no hay nada. Es muy interesante porque entras a un acuario con toda la fauna de aqu¨ª y ves que se puede vivir. El desaf¨ªo es explicar c¨®mo¡±, explica Borr¨¢s.
El investigador ha llegado a pasar hasta cinco meses sin comunicaci¨®n en la Ant¨¢rtida. ¡°Vivir aqu¨ª es totalmente distinto a lo que la gente pueda pensar. Da igual el imaginario, cuando llegas es totalmente distinto. En el aspecto social hay una ausencia casi completa de dinero. Eso es important¨ªsimo a nivel social. Las cosas se hacen porque quieres hacerlas o por ayudar a otra persona. En situaciones de soledad es un proceso de autoconocimiento gigante. No hay Internet ni tel¨¦fono, est¨¢s solo contigo y te das cuenta de que el tiempo no es tan corto como lo tomamos en el continente, no se nos va tan r¨¢pido como creemos¡±, relata.
V¨ªdeo: El retroceso de los glaciares
Cambio Clim¨¢tico
Predecir el impacto del cambio clim¨¢tico en la Ant¨¢rtida es un reto ¡°endiablado¡±, dice John Turner, meteor¨®logo del British Antarctic Survey, en Reino Unido. Los modelos que simulan la respuesta de diferentes territorios a la subida de las temperaturas y el cambio del clima fallan estrepitosamente en este continente que, por otro lado, es crucial para entender los efectos planetarios del calentamiento. En parte se debe a la enorme complejidad matem¨¢tica de describir lo que sucede en las zonas de contacto entre el mar y el hielo de agua dulce que cubre la mayor¨ªa de la costa, y tambi¨¦n reproducir las corrientes de viento que soplan alrededor del continente y le a¨ªslan del resto del planeta.
Hay indicios de que la Ant¨¢rtida est¨¢ sufriendo ya el impacto del cambio clim¨¢tico, aunque son bastante m¨¢s sutiles que en otras regiones. La pen¨ªnsula ant¨¢rtica, la zona m¨¢s cercana a Sudam¨¦rica, es una de las ¨¢reas de toda la Tierra donde m¨¢s han subido las temperaturas desde los a?os cincuenta, unos 2,5 grados, tres veces m¨¢s que en el conjunto del planeta. En las primeras d¨¦cadas de este siglo la pen¨ªnsula volvi¨® a enfriarse pero, en los ¨²ltimos a?os, los term¨®metros han vuelto a subir. ¡°En la Ant¨¢rtida no podemos dar un mensaje sencillo como en el ?rtico, donde los efectos del calentamiento son mucho m¨¢s claros; aqu¨ª los cambios son m¨¢s sutiles¡±, reconoce Turner.
El avance o retroceso de los hielos a nivel global se determina usando sat¨¦lites equipados con alt¨ªmetros l¨¢ser. ¡°Aqu¨ª el problema es que el margen de error es de unos 15 cent¨ªmetros, m¨¢s o menos lo mismo que han podido ganar o perder algunas zonas, lo que hace muy complicado determinar lo que est¨¢ sucediendo¡±, explica Julian Dowdeswell, director del Instituto de Investigaci¨®n Polar Scott, en Reino Unido.
Desde que hay registros de calidad, al principio de los a?os 2000, se ha registrado que cada a?o la Ant¨¢rtida pierde unas 220 gigatoneladas de hielo. "Convertido en agua, todo ese hielo cubrir¨ªa la Comunidad de Madrid con una capa de agua de 31 metros de altura o toda Espa?a bajo un mar de 43 cent¨ªmetros de profundidad¡±, explica Francisco Navarro, glaci¨®logo de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid cuyo equipo lleva 15 a?os estudiando dos glaciares en la pen¨ªnsula. El efecto real de todo ese hielo fundido es una subida del nivel del mar de 0,6 mil¨ªmetros al a?o. En comparaci¨®n, todos los glaciares de la Tierra, excluidos los de Groenlandia y Ant¨¢rtida, pierden unas 335 gigatoneladas y contribuyen a una subida del 0,9 mil¨ªmetros", resalta Navarro. Tanto el ?rtico como los glaciares de alta monta?a est¨¢n m¨¢s afectados por el cambio clim¨¢tico pues su temperatura se acerca m¨¢s a los cero grados que la Ant¨¢rtida, con temperaturas medias de diez bajo cero en la costa y -60 en el interior del continente.
La p¨¦rdida de hielo ant¨¢rtico se concentra en la pen¨ªnsula y en el oeste de la Ant¨¢rtida, donde las enormes lenguas glaciares fluyen desde el continente formando barreras de hielo que se adentran en el mar. Estos glaciares representan el mayor riesgo de cara al futuro, pues desde hace a?os hay masas de agua c¨¢lida penetrando bajo el hielo y derritiendo los glaciares desde abajo. El glaciar Pine Island, por ejemplo, ha retrocedido decenas de kil¨®metros desde que hay registros y su fusi¨®n se est¨¢ acelerando.
La imagen es mucho m¨¢s complicada en el este de la Ant¨¢rtida, pues los glaciares asentados sobre monta?as son mucho m¨¢s estables. ¡°Durante d¨¦cadas se han registrado ganancias de hielo pero en los ¨²ltimos a?os han aparecido los primeros signos de que hay algunos glaciares de esta zona que est¨¢n adelgazando¡±, explica Dowdeswell.
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Costa cercana a la base Carvajal.
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Diego Henr¨ªquez recoge muestras de agua cerca del frente de un glaciar.
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Parte de una gran plataforma de hielo a la deriva.
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Tripulantes del 'Fuentealba' esperan a recoger pasajeros en dos botes de goma.
Otro de los problemas es la falta de registros en el pasado para determinar si hubo otros tiempos en los que la Ant¨¢rtida se calent¨® tanto o m¨¢s r¨¢pido que ahora. Diez pa¨ªses europeos acaban de lanzar un proyecto para perforar una columna de hielo ant¨¢rtico de casi tres kil¨®metros de largo. Las burbujas de aire atrapadas en el hielo permitir¨¢n reconstruir un registro clim¨¢tico continuo del ¨²ltimo mill¨®n y medio de a?os. Olaf Eisen, coordinador del proyecto, llamado Beyond Epica, se?ala: ¡°En mi opini¨®n, estamos viendo ya un gran impacto del cambio clim¨¢tico acelerado por las actividades humanas en este continente y la mayor preocupaci¨®n es que no sabemos si hemos cruzado un punto irreversible¡±.
A¨²n es dif¨ªcil asegurar si el deshielo que se observa en la Ant¨¢rtida se debe en parte a las actividades humanas, sobre todo a la emisi¨®n de gases de efecto invernadero, o es parte de un ciclo natural. Este a?o est¨¢ previsto que el panel cient¨ªfico de la ONU sobre cambio clim¨¢tico publique un informe sobre los oc¨¦anos y los hielos del planeta que incluir¨¢ datos de consenso y proyecciones en funci¨®n de los aumentos de temperatura previstos. Jer¨®nimo L¨®pez, ge¨®logo de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y veterano investigador ant¨¢rtico espa?ol, opina que ¡°se da una combinaci¨®n de ambas cosas, lo natural y la acci¨®n humana¡±. ¡°El sistema terrestre es complejo e interconectado. Para procesos de esta escala no se pueden eliminar las causas naturales, que en ciertos glaciares concretos o en alg¨²n proceso en particular puede ser lo predominante, y a la vez que esto, la intervenci¨®n humana en los ciclos naturales a lo largo del ¨²ltimo siglo es innegable en t¨¦rminos generales¡±, explica.
De cara al futuro, es probable que la tendencia de p¨¦rdida de hielo siga adelante. "Es muy probable que los glaciares de la pen¨ªnsula ant¨¢rtica y el oeste del continente sigan perdiendo masa y existe adem¨¢s el miedo de que se confirmen los indicios de que tambi¨¦n los glaciares del este pierden hielo", explica Dowdeswell. ¡°A finales de este siglo las temperaturas medias podr¨ªan subir entre dos y cuatro grados. Las buenas noticias son que las grandes masas de hielo de la Ant¨¢rtida seguir¨¢n bajo cero en ese escenario, con lo que no veremos el derretimiento del 90% de todo el hielo del planeta y los 60 metros de aumento del nivel del mar que supondr¨ªa. El gran peligro es que se forme agua l¨ªquida bajo las plataformas de hielo y se derritan por debajo¡±, concluye Turner.
Cr¨¦ditos
Dise?o / Maquetaci¨®n: Fernando Hern¨¢ndez, Ana Isabel Fern¨¢ndez, Nelly Natal¨ª S¨¢nchez.
Grafismo: Nelly Ragua, Eduardo Ortiz.
V¨ªdeo: Luis Almod¨®var, ?lvaro de la R¨²a.
Redacci¨®n: Nu?o Dom¨ªnguez.
