En una sola semana, la que transcurri¨® del 19 al 25 de junio de 2017, el Gobierno chino identific¨® como "sospechosas" de extremismo a 24.412 personas de su minor¨ªa musulmana. 706 acabaron en la c¨¢rcel. Otras 15.683 recalaron en lo que Pek¨ªn denomina eufem¨ªsticamente ¡°centros de educaci¨®n ideol¨®gica y entrenamiento profesional¡±. En estos campos de internamiento, un agujero negro de la represi¨®n del r¨¦gimen chino contra la etnia uigur, los reclusos entran sin juicio previo y permanecen al menos un a?o, hasta que culmina su ¡°transformaci¨®n ideol¨®gica¡±.
Se trata de operaciones masivas, vigentes en la actualidad, que se desarrollan bajo el m¨¢s estricto secreto gracias a un macrosistema de vigilancia y procesamiento de datos personales. Los detalles, incluidos en una serie de documentos confidenciales intercambiados entre altos funcionarios de la administraci¨®n del Partido Comunista de China (PCC), orientan sobre la magnitud de la represi¨®n a la que la segunda potencia mundial somete a esta poblaci¨®n musulmana residente en Xinjiang, una regi¨®n en la franja noroeste del pa¨ªs.
Alrededor de 11 millones de uigures residen en la zona, de vital importancia en la nueva ruta de la seda dise?ada por Pek¨ªn. Es la etnia predominante en la frontera oeste del gigante asi¨¢tico; en el resto del pa¨ªs, la mayor¨ªa de ciudadanos chinos, as¨ª como los cuadros de poder del r¨¦gimen comunista, pertenecen a la etnia han. A unos y otros les separan geograf¨ªa, cultura, rasgos y, sobre todo, religi¨®n. El traslado forzoso de miles de ciudadanos han a la regi¨®n deriv¨® en una p¨¦rdida de peso de los uigures, hoy menos de la mitad de la poblaci¨®n, y en una escalada violenta entre etnias en 2009. Perdieron la vida alrededor de 200 personas. Como apunta Nicol¨¢s de Pedro, jefe de investigaci¨®n en el Institute for Statecraft de Londres, ¡°la llegada de los han gener¨® una tensi¨®n que se escenificaba hasta en lo m¨¢s b¨¢sico: se tiraron casas uigures para hacer hueco a los edificios chinos de varias plantas. Y se les pintaba como grupo de fan¨¢ticos terroristas, insistiendo en la diferencia religiosa¡±.
Los documentos secretos obtenidos por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigaci¨®n (ICIJ, en sus siglas en ingl¨¦s) y compartidos con 17 medios ¡ªentre ellos The New York Times, Le Monde y EL PA?S, ¨²nica publicaci¨®n en espa?ol¡ª permiten recrear, a trav¨¦s de las directrices de los altos cargos que administran la regi¨®n, los m¨¦todos que ha puesto en marcha el Gobierno de Xi Jinping para encerrar a alrededor de un mill¨®n de uigures en centros de reclusi¨®n, seg¨²n cifras avaladas por la ONU ante el secretismo del discurso oficial. [Lea las nueve claves para entender la investigaci¨®n]
Los archivos documentan tambi¨¦n condenas sin pruebas y caza a los exiliados a trav¨¦s de su red de embajadas. Esta represi¨®n, sistem¨¢tica, organizada y masiva, se sirve de una plataforma digital que agrega innumerables datos a partir de t¨¦cnicas que van desde el uso de aplicaciones m¨®viles hasta el reconocimiento facial a trav¨¦s de c¨¢maras. Act¨²a como un sistema de sistemas de vigilancia y seguimiento para identificar a ¡°sospechosos¡±. El Gobierno de Pek¨ªn, consultado para esta investigaci¨®n, niega la represi¨®n. Asegura que las protestas separatistas en Xinjiang ¡ªhoy fuertemente contenidas¡ª han convertido a la regi¨®n en ¡°un campo de batalla clave contra el terrorismo y el extremismo religioso¡±.
Entre los archivos obtenidos por el ICIJ, datados en 2017 ¡ªa?o en el que el r¨¦gimen de Xi Jinping recrudeci¨® su ofensiva contra los uigures¡ª, destaca un telegrama confidencial firmado por Zhu Hailun, entonces m¨¢ximo responsable de seguridad en Xinjiang y n¨²mero dos pol¨ªtico en la regi¨®n. Dirigido a todas las prefecturas locales, da indicaciones directas sobre c¨®mo gestionar estos centros que denominan de "educaci¨®n ideol¨®gica" y "entrenamiento". Detalles como el doble cierre de las puertas de los dormitorios de los llamados ¡°estudiantes¡± o la existencia de un sistema de videovigilancia sin ¨¢ngulos muertos ilustran bien la severidad de los protocolos. Los internos permanecen en el centro hasta alcanzar las puntuaciones requeridas en los frecuentes ex¨¢menes y completar su ¡°desradicalizaci¨®n¡±, en la jerga oficial.
Zhu Hailun, el firmante de los documentos, es un hombre clave del partido en Xinjiang. Los expertos lo consideran ejecutor de las directrices de Chen Quanguo, secretario del PCC y m¨¢ximo dirigente pol¨ªtico en la regi¨®n. Chen se hizo con las riendas de la regi¨®n en agosto de 2016, tras la campa?a de represi¨®n lanzada precisamente contra los separatistas en T¨ªbet (su labor ha sido recompensada con un sitio en el Politbur¨® del partido). La campa?a de mano dura que caracteriza el mandato de Xi Jinping se asienta en la estrategia de ¡°seguridad nacional¡± con la que se ha reforzado la lucha contra la disidencia, la prensa, las protestas en Hong Kong o se trata de acallar los brotes de separatismo. Europa ha ido adquiriendo cada vez mayor conciencia de estos excesos. El ¨²ltimo ejemplo ha sido la concesi¨®n del premio Sajarov al catedr¨¢tico de Econom¨ªa Ilham Tohti, una de las v¨ªctimas de esta escalada represiva. La Euroc¨¢mara le otorg¨® el galard¨®n, que reconoce la libertad de conciencia, el pasado mes de octubre.
La filtraci¨®n al ICIJ consta, adem¨¢s, de cuatro boletines de junio de 2017 clasificados como secretos dirigidos a los responsables del PCC en las Comisiones de Asuntos Pol¨ªticos y Legales, m¨¢ximos organismos responsables de cumplir la legislaci¨®n a nivel local. Una nota al margen detalla que hay que entregarlos ¡°con la m¨¢xima celeridad¡± para ¡°organizar las operaciones¡±. A lo largo de varias p¨¢ginas, detallan c¨®mo aprovechar la denominada Plataforma Integrada de Operaci¨®n Conjunta, un sistema de recopilaci¨®n de datos que se utiliza, como demuestran por primera vez estos documentos, para identificar a sospechosos e internarlos en los campos al menos desde comienzos de 2017.
Una brev¨ªsima sentencia judicial completa los materiales filtrados. El texto atestigua la debilidad de un presunto proceso judicial que confina a un ciudadano uigur a un largo periodo de encarcelamiento a partir de cargos sin pruebas que los sustenten. Su delito fue haber arengado a sus colegas de trabajo ¡ªentre otras cosas, contra el porno¡ª, lo que para las autoridades chinas constituye una se?al de extremismo musulm¨¢n.
El ¡°entrenamiento ideol¨®gico¡±
Xinjiang, con 23 millones de habitantes ¡ªla mitad de la poblaci¨®n de Espa?a¡ª, es una de las regiones prioritarias para Pek¨ªn en su campa?a por la ¡°estabilidad¡± y contra el ¡°terrorismo¡±. El Gobierno ha admitido en 2018 la existencia de los campos, defendiendo su utilidad en la lucha contra el extremismo isl¨¢mico. En 2017, a?o en el que se recogen los primeros testimonios de la presencia de campos de internamiento, el n¨²mero de detenidos se multiplic¨® por ocho respecto al a?o anterior. Seg¨²n datos oficiales, los 227.000 presos de la regi¨®n representaban un 21% de los presos de todo el pa¨ªs.
Presionado por las cr¨ªticas exteriores, el Gobierno de Xi habl¨® por primera vez de estos centros en agosto de este a?o, con la publicaci¨®n de un libro blanco. El r¨¦gimen aleg¨® que se trata de un asunto ¡°estrictamente interno¡± derivado de su ¡°lucha contra la violencia, el terrorismo y el separatismo¡±. Pero no ofreci¨® datos sobre cu¨¢ntas personas han pasado por los campos. La ONU da por buenas las estimaciones de que cerca de un mill¨®n de personas (el 9% de la poblaci¨®n uigur de Xinjiang) est¨¢n encerradas all¨ª. Consultada por EL PA?S para este trabajo de investigaci¨®n, la Embajada china en Madrid no ha facilitado detalles ni ha querido explicar si ofrece un trato diferente a los uigures que se acerquen a las dependencias diplom¨¢ticas.
Las instalaciones, seg¨²n los papeles confidenciales, tienen que permanecer secretas: "Tenemos que asegurar que nuestro personal sea consciente de que [esto] se mantenga en secreto, de la seriedad de la disciplina pol¨ªtica y de secretismo¡±. Los centros disponen de videoc¨¢maras cuidadosamente colocadas para grabar en tiempo real ¡°sin que quede ning¨²n ¨¢ngulo ciego¡±. El personal que gestiona el campo no debe quitar ojo de ninguno de los internos. El control se extiende hasta la intimidad de los reclusos, cuyas actividades diarias son ¡°gestionadas de cerca para prevenir huidas durante las clases, las comidas, las pausas para ir al ba?o o para ducharse¡±.
Las descripciones casan con las pocas decenas de relatos existentes de los uigures que han conseguido salir al extranjero tras estar internados. El Congreso Mundial Uigur estima que existe una di¨¢spora de entre 1 y 1,6 millones de uigures diseminados entre Australia, Turqu¨ªa, Europa (principalmente Alemania) y EE UU. En Espa?a, seg¨²n Mario Esteban, experto en China del Real Instituto Elcano, no hay constancia de que exista comunidad de esta minor¨ªa china. Zumrat Dawut, de 37 a?os, residente en Estados Unidos desde abril de este a?o, pas¨® tres meses en un centro en el oeste de la regi¨®n, entre abril y junio de 2018: ¡°No hab¨ªa camas como tal, sino un sitio en el suelo para tumbarnos. No cab¨ªamos todos, as¨ª que por la noche una mitad dorm¨ªa y la otra no. Los ba?os estaban abiertos ante todo el mundo, as¨ª que si alguien los usaba cualquiera pod¨ªa verlo¡±, relata Zumrat a los medios del ICIJ. ¡°Nos llevaban a clase con grilletes en los pies y esposas en las manos. Y hab¨ªa c¨¢maras, pod¨ªan ver cada esquina y a todos los que est¨¢bamos all¨ª¡±, recuerda. Zumrat pudo salir despu¨¦s de que un grupo de hombres uigures entre los que se encontraba su marido, ciudadano paquistan¨ª, denunciara a la embajada de su pa¨ªs y a la prensa internacional en Pek¨ªn la desaparici¨®n de sus respectivas parejas.
Entre los casos emblem¨¢ticos tambi¨¦n figura el de Rebiya Kaader, destacada emprendedora y, para muchos, una suerte de l¨ªder de la comunidad. En 2005 tuvo que salir del pa¨ªs tras cinco a?os en prisi¨®n. Hoy vive en Estados Unidos y gran parte de su familia en Xinjiang se encuentra encerrada en estos campos de internamiento.
El entrenamiento ideol¨®gico fuerza a los uigures, que hablan una lengua t¨²rquica m¨¢s cercana al uzbeko que al chino, a aprender el mandar¨ªn, idioma oficial en el pa¨ªs, hasta introducirlo en su d¨ªa a d¨ªa. El personal de los campos debe ¡°resolver con eficacia las contradicciones ideol¨®gicas de los estudiantes y alejarles de las malas emociones¡±, explica un bolet¨ªn. ¡°Empezando por la vida diaria, la salud, la etiqueta y las buenas maneras, reforzando el control y los h¨¢bitos y cultivando la buena salud de los estudiantes, la civilizaci¨®n, la cortes¨ªa y la obediencia¡±, prosigue. Est¨¢ prohibido, como han demostrado testimonios de periodistas y exinternos recogidos por el ICIJ, utilizar la expresi¨®n ¡°salaam alaikum¡±, un saludo en ¨¢rabe utilizado por la comunidad musulmana.
Adem¨¢s del control, el d¨ªa a d¨ªa del centro sirve para ¡°resolver los problemas ideol¨®gicos¡± de los internos. Los guardias deben vigilar sus ¡°emociones anormales¡± en nombre de la seguridad del lugar y para evitar ¡°muertes anormales¡±. Los posibles fallecimientos en los campos, de los que hay una ¨²nica menci¨®n en los documentos, encuentran ecos en las denuncias de los refugiados uigures en otros pa¨ªses. Algunos testimonios, que citan a polic¨ªas an¨®nimos, han denunciado la muerte de al menos 150 personas en el campo de Aksu, en el norte de la regi¨®n.
Vigilancia exterior
La vigilancia no se limita al territorio chino. Uno de los boletines filtrados, con fecha 16 de junio de 2017, cifra en 1.535 los ciudadanos de Xinjiang que han obtenido una nacionalidad extranjera. De estos, 637 habr¨ªan entrado en el pa¨ªs desde el 1 de junio de 2016, aunque solo 75 habr¨ªan sido localizados e identificados dentro de territorio chino. Zhu Hailun, el m¨¢ximo responsable de seguridad en Xinjiang, pide a las autoridades de la provincia que recurran a las fuerzas de seguridad locales para estudiar caso por caso: aquellos que hayan ¡°cancelado su ciudadan¨ªa¡± y para los que no se puede descartar la sospecha de terrorismo deber¨ªan ser expulsados; los que no la hubieran cancelado deber¨¢n ser llevados a centros de entrenamiento.
Ablimit Tursun, asilado en B¨¦lgica desde el pasado a?o, es uno de los huidos de la represi¨®n china. Ablimit huy¨® a este pa¨ªs durante un viaje de trabajo a Turqu¨ªa al conocer que su hermano hab¨ªa sido detenido y ¨¦l pod¨ªa correr la misma suerte. A finales del pasado mayo, su mujer y cuatro hijos, residentes en Urumqi, la capital de Xinjiang, acudieron a la Embajada belga en Pek¨ªn para obtener visados y unirse a ¨¦l. Los documentos no estaban listos, la familia fue detenida por la polic¨ªa china a la salida de la misi¨®n diplom¨¢tica y trasladada de vuelta a Urumqi. ¡°La polic¨ªa ha ido a visitarles con mucha frecuencia¡±, relata Ablimit en videoconferencia con EL PA?S. ¡°No son todos los d¨ªas, parece que esa vigilancia ha aflojado y ha sido sustituida por otra tecnol¨®gica¡±. Un paradigma que se repite con demasiada frecuencia entre la perseguida minor¨ªa uigur.