El c¨®leo, la hierba de los mil y un colores
Podr¨ªa recibir sin sonrojo el apelativo de planta arco¨ªris, pues entre sus posibles tonalidades muestra el verde oscuro, el carmes¨ª, el fucsia e incluso unas espigas de flores de un vibrante azul. Adem¨¢s, reproducirlo a trav¨¦s de su semilla no es dif¨ªcil
Si tuvi¨¦ramos que explicar lo que es una variedad en las plantas utilizadas en jardiner¨ªa, el c¨®leo (Coleus scutellarioides) podr¨ªa ser un ejemplo perfecto. Ha tenido tantas hibridaciones como podamos imaginar, y eso se traduce en una multitud de formas y de colores, es decir, en variedades distintas dentro de su misma especie. La lista es extensa, como lo son la grand¨ªsima cantidad de colores que puede tener. Tantos, que el c¨®leo podr¨ªa recibir sin sonrojo el apelativo de planta arco¨ªris. Repasemos las tonalidades que son posibles en sus hojas: del verde oscuro al verde m¨¢s claro, pasando por el verde hierba y el verde pastel; los rojizos y el carmes¨ª, el rosado o el fucsia, el p¨²rpura o los colores bronc¨ªneos. Pero no pod¨ªan faltar tampoco los amarillos y los anaranjados, ni siquiera el blanco. Por si todos estos tonos no fueran suficientes, el c¨®leo se puede ver adornado de unas espigas de flores de un vibrante azul, que contrastan sobremanera con las hojas de colores c¨¢lidos. A sus inflorescencias regresaremos dentro de unas l¨ªneas.
La infinidad de combinaciones de colores se ve aderezada por otra variaci¨®n m¨¢s: los m¨¢rgenes de sus hojas. En general, tienden a ser dentadas, pero incluso llegan a tener el borde aserrado, lobulado o pr¨¢cticamente entero, casi sin muescas de ning¨²n tipo. ?Sorprendente tanta variaci¨®n? ?Todav¨ªa no ha terminado! Del mismo modo, observamos c¨®mo las formas de sus hojas tambi¨¦n son un compendio de patrones: de m¨¢s estrechas a m¨¢s anchas, de acorazonadas a casi lanceoladas. Ya no indagaremos en m¨¢s combinaciones¡ o s¨ª. Solo queda a?adir que las manchas de color se pueden distribuir en la hoja de muchas formas: salpicadas, cual pintor que limpiara su pincel sobre sus hojas, a manchas irregulares o ti?endo casi toda la superficie de la hoja, por poner solo unos ejemplos.
Un aspecto de su clasificaci¨®n bot¨¢nica que resulta sorprendente es que se trata de una planta de la misma familia del romero (Salvia rosmarinus), del tomillo (Thymus vulgaris) o de las hierbabuenas y las mentas (Mentha spp.): la familia de las lami¨¢ceas, caracter¨ªstica por unas flores con un labio muy prominente.
Su origen est¨¢ en el sudeste asi¨¢tico, desde donde se ha ido distribuyendo allende los mares, colonizando muchas regiones c¨¢lidas del planeta y hasta la ¨²ltima casa en el siglo pasado. Tanta popularidad hizo que se convirtiera en una planta muy com¨²n. Ello es debido, en gran parte y obviando su belleza, a la incre¨ªble facilidad para reproducirla. Solo hace falta un trocito de tallo cualquiera: con un corte preciso por debajo de un nudo y quitando las hojas de ese mismo nudo, ya solo queda sumergir el esqueje en un vaso con agua. El milagro de ver aparecer nuevas ra¨ªces no se har¨¢ esperar, y as¨ª la clonaci¨®n se lleva a cabo sin mayor problema. El jardinero Carlos Moreno recuerda con cari?o el origen del c¨®leo que cuida desde hace a?os: ¡°Es de mi abuela. Ella no lo compr¨®, sino que viene del jard¨ªn de su hermana, quien arranc¨® un tallo y lo pinch¨® con dulzura en una de sus muchas macetas. Si soy sincero, es el mejor c¨®leo que he visto en mi vida. Mi abuela lo ten¨ªa siempre en su m¨¢ximo esplendor¡±.
Tambi¨¦n es posible reproducirlo a trav¨¦s de semilla, como hace Maxime Carton en Copenhague (Dinamarca). Este otro jardinero franc¨¦s consigue as¨ª ¡°dar color a las macetas en el verano¡±, dice. ¡°Como compro semillas que vienen mezcladas, no sabes el tipo de c¨®leos que saldr¨¢n¡±, lo que asegura que hace que el proceso se convierta en una sorpresa.
Para obtener un c¨®leo denso y frondoso hay una tarea imprescindible: el pinzado. Cuando veamos que el tallo de la planta se alarga, cortamos justo por encima del ¨²ltimo par de hojas m¨¢s desarrolladas. All¨¢ d¨®nde hayamos podado surgir¨¢n dos tallos, en lugar del ¨²nico que mostraba la planta, y conseguiremos de esta forma un follaje m¨¢s tupido. Si no aplicamos este pinzado es muy probable que tengamos un c¨®leo larguirucho y con pocas ramas. En cuanto los dos nuevos tallos crezcan un poquito m¨¢s, repetimos la operaci¨®n de pinzado en cada uno, para conseguir todav¨ªa m¨¢s ramas en la planta. Si la planta est¨¢ muy envejecida, y solo vemos tallos sin hojas en la parte inferior, podemos recurrir a una poda m¨¢s en¨¦rgica, cortando por encima de un nudo que tenga hojas en la parte m¨¢s baja de la planta.
Si queremos que el c¨®leo luzca unos buenos colores, la luz muy intensa es fundamental. No es imprescindible el sol directo, pero si muy aconsejable. Cuando lo tiene al menos durante un par de horas le sacaremos todos los colores que son capaces de producir sus pigmentos. Entonces, cuando la planta se encuentre a gusto, comenzar¨¢ a florecer. Hay personas que prefieren cortar sus flores, para que concentre su energ¨ªa en producir solamente hojas. Quienes se las dejan disfrutan de unos colores azulados ¨²nicos, que nos recuerdan el ya citado parentesco con el romero y sus flores celestes.
Los c¨®leos pueden vivir todo el a?o al exterior en las localidades m¨¢s c¨¢lidas de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y de las islas. En aquellas regiones m¨¢s fr¨ªas es posible cultivarlos fuera en los meses m¨¢s templados, para meterlos en el interior de las casas cuando bajen las temperaturas. Cuando regresen las semanas de la primavera, se puede volver a sacar a la terraza, previa poda para facilitar un crecimiento renovado. El c¨®leo, no por muy utilizado, ha de dejar de alegrarnos los d¨ªas con sus colores.
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