La desaparici¨®n de la pasta de estrellitas para la sopa, la vuelta de la Pantera Rosa y la ciencia de la ¡®comfort food¡¯
El anuncio de que una marca dejar¨¢ de fabricar pasta de estrellas ha desatado una ola de quejas en Estados Unidos. La an¨¦cdota sirve para ejemplificar c¨®mo lo que comemos de ni?os adquiere un valor sentimental que trasciende al nutricional
La marca estadounidense Ronzoni anunci¨® la semana pasada que va a dejar de fabricar estrellitas. No se refer¨ªa a cuerpos celestes gigantes, sino a un tipo de pasta muy popular entre la poblaci¨®n italoamericana. La noticia gener¨® un torrente de quejas en forma de tuits y peticiones en la plataforma de activismo online Change.org. Hasta seis se registraron en apenas unos d¨ªas pidiendo a la marca que reconsidere su decisi¨®n. ¡°Este tipo de pasta es famosa internacionalmente como una comfort food vers¨¢til y deliciosa¡±, rezaba una de las peticiones. ¡°Es un alimento b¨¢sico en la infancia de muchas personas. Es el remedio italiano para los resfriados y el dolor de tripa¡±, aseguraba otra. La mayor¨ªa de quejas proven¨ªa de estadounidenses de ascendencia italiana. Es un sentimiento que muchos compatriotas no entendieron, pero con el que los espa?oles pueden empatizar f¨¢cilmente: la pasta de estrellitas es muy popular en Espa?a, donde se usa principalmente en la sopa. De hecho, el grupo Ronzoli era propiedad de la espa?ola Ebro Foods hasta el a?o pasado.
La an¨¦cdota sirve para ilustrar la importancia de la llamada comfort food (comida reconfortante en su traducci¨®n del ingl¨¦s) y la importancia del sesgo cultural en lo que entendemos como tal. El t¨¦rmino lo acu?¨® en los a?os setenta la actriz Liza Minnelli, cuando dijo en una entrevista que la hamburguesa era su comfort food. Pero no fue hasta mediados de los 2000 cuando el concepto empez¨® a ganar popularidad en todo el mundo. ¡°Se utiliza para referirse a la comida que tiene un componente emocional y es capaz de hacernos sentir bien, como en casa¡±, explica por email Laura P¨¦rez, psic¨®loga experta en alimentaci¨®n del Centro de Nutrici¨®n J¨²lia Farr¨¦. ¡°Yo lo relacionar¨ªa con el concepto de condicionamiento, es decir, algo que hemos aprendido por asociaci¨®n. Por ejemplo, las patatas fritas de mi abuela, para m¨ª, son mucho m¨¢s que unas simples patatas: me trasladan a las comidas de verano, cuando nos junt¨¢bamos toda la familia, y me evocan un recuerdo feliz¡±.
El cerebro recompensa al ingerir cualquier tipo de alimento, liberando sustancias qu¨ªmicas que nos hacen sentir bien. Pero, como sabe cualquiera que haya comido una tarta de queso, los dulces pueden hacernos sentir especialmente bien. La ingesta de hidratos de carbono genera dopamina, pero el concepto de comfort food no solo est¨¢ relacionado con la alimentaci¨®n y los nutrientes, tiene un componente emocional. ¡°Si hici¨¦ramos una encuesta, la mayor¨ªa de alimentaci¨®n considerada comfort food ser¨ªan caldos, tartas, sopas¡ comida tradicional¡±, abunda P¨¦rez. ¡°Por eso yo lo considerar¨ªa algo cultural que no tiene relaci¨®n directa con las calor¨ªas¡±.
Puede que la cultura popular tardara en abrazar el concepto de comfort food, pero en el mundo acad¨¦mico lleva siendo tema de debate desde hace d¨¦cadas. En un famoso experimento de 1980 se lleg¨® a la conclusi¨®n de que, cuando un plato se presenta como un premio, el 87% de los ni?os incrementa su preferencia por el mismo, algo que tambi¨¦n sucede cuando se ofrece junto a una interacci¨®n positiva con un adulto. Los intentos de clasificar este tipo de comida en crujiente o blanda, s¨®lida o l¨ªquida, f¨¢cil de comer o dif¨ªcil, han fracasado a la hora de encontrar un patr¨®n. No se sabe c¨®mo es, pero s¨ª cu¨¢ndo nos apetece. Distintos estudios han confirmado que la soledad dispara el consumo de comfort food. Eso explicar¨ªa el extra?o comportamiento de los consumidores espa?oles durante el confinamiento. Seg¨²n un estudio de la empresa Gelt se increment¨® la compra de patatas fritas (+87,13%), chocolate (+79,04%) y helado (+76,19%). El gobierno cifr¨® en un 196% el incremento en el consumo de harina, que en muchos casos se us¨® para hacer reposter¨ªa o atreverse incluso a experimentar con el pan casero, que podr¨ªa considerarse algo as¨ª como el comfort food primigenio.
Aunque este tipo de alimentos suelen tener un componente familiar y casero, el marketing ha conseguido hackearlo, tocando las teclas correctas para que fomente el consumo. ¡°Las marcas son muy conscientes del efecto que tiene la nostalgia en nosotros, especialmente en temas de alimentaci¨®n¡±, explica por tel¨¦fono Ana Isabel Jim¨¦nez Zarco, profesora de Estudios de Econom¨ªa y Empresa de la UOC. ¡°En este caso, siempre pongo el ejemplo de lo que hizo Bimbo con los snacks de La Pantera Rosa y Tigret¨®n¡±. Estos bollos fueron muy populares entre los ni?os de los noventa, pero los cambios en los h¨¢bitos de consumo los retiraron de muchos estantes de supermercados. No dejaron de fabricarse, pero perdieron popularidad. En 2016 la marca lanz¨® una campa?a dirigida no a los ni?os de ahora, sino a quienes lo fueron entonces. Bajo el t¨¦rmino inventado sistalgia hac¨ªa referencia a la nostalgia por productos que s¨ª existen. ¡°Estaban evocando a las generaciones antiguas esos momentos positivos¡±, se?ala Jim¨¦nez Zarco. ¡°Para el consumidor es importante el sabor del alimento, pero tambi¨¦n los recuerdos ligados al mismo. Normalmente, los consum¨ªamos en el recreo, en el cumplea?os de un amigo, en momentos felices¡±. La fabada de bote que en los anuncios cocina una abuela o los productos que se catalogan como caseros o tradicionales tiran de la misma palanca nost¨¢lgica aplicada a la alimentaci¨®n.
Tanto la sopa de estrellas como la boller¨ªa industrial pueden considerarse comfort food, pero ambos alimentos no pueden ser m¨¢s diferentes a nivel nutricional. La buena noticia es que, tomados con moderaci¨®n, ambos pueden tener efectos positivos, si no en nuestra salud f¨ªsica, al menos en la emocional. Un estudio sobre la tercera edad en EE UU revel¨® que engordar un poco comiendo cosas que nos hagan sentir bien era m¨¢s sano que estar demasiado delgado, sobre todo entre los mayores de 65 a?os. Eso no quiere decir que debamos hincharnos a Panteras Rosas. Pero tampoco la magdalena de Proust era la opci¨®n nutricional m¨¢s saludable.
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