M¨¢s all¨¢ de la corbata: ?deber¨ªan los hombres prescindir del traje para ahorrar en energ¨ªa?
El presidente del Gobierno ha pedido a sus ministros y al sector privado que eviten el uso de este complemento para gastar menos en aire acondicionado, una medida que ha generado pol¨¦mica y que, seg¨²n una voz experta, resulta insuficiente
Pedro S¨¢nchez sorprendi¨® el pasado 29 de julio durante su tradicional balance del curso pol¨ªtico al proponer una curiosa medida para el ahorro energ¨¦tico: quitarse la corbata. El presidente del Gobierno explic¨® que prescindir de esta prenda podr¨ªa ayudar a disminuir el uso del aire acondicionado: ¡°Y antes de terminar, s¨ª me gustar¨ªa que vieran que no llevo corbata; eso significa que podemos todos tambi¨¦n ahorrar desde el punto de vista energ¨¦tico y he pedido a los ministros, a todos los responsables p¨²blicos y al sector privado, si a¨²n no lo ha hecho, que, cuando no sea necesario, que no utilicen la corbata, porque as¨ª tambi¨¦n estaremos haciendo frente al ahorro energ¨¦tico que tan necesario es en nuestro pa¨ªs¡±.
Las cr¨ªticas no han tardado en llegar: desde el Partido Popular no solo han rechazado la medida, sino que han criticado la incongruencia del presidente al desplazarse en helic¨®ptero a la base de Torrej¨®n de Ardoz (Madrid) para tomar el avi¨®n con el que iba a empezar una gira por los Balcanes: ¡°El trayecto se ha iniciado a las 14.02 (50 minutos despu¨¦s de terminar su intervenci¨®n p¨²blica) y le ha ahorrado al presidente del Gobierno apenas 10 minutos respecto a ese mismo traslado realizado por carretera. Por tanto, ten¨ªa tiempo de sobra para desplazarse en coche gastando unos cinco litros de gas¨®leo y no los alrededores de 180 kilos de queroseno quemados en el S¨²per puma del Ej¨¦rcito del Aire¡±, dec¨ªa el texto divulgado por fuentes del PP. Santiago Abascal, l¨ªder de VOX, tuite¨® unos minutos m¨¢s tarde de la intervenci¨®n de S¨¢nchez: ¡°No es que no tenga corbata. Es que no tiene verg¨¹enza quien trata de ocultar la inflaci¨®n que arruina a los espa?oles con debates est¨²pidos¡±. En redes sociales, la pol¨¦mica ha abierto dos frentes: por un lado, aquellos que, en oposici¨®n a la sugerencia de S¨¢nchez, proponen como forma de protesta llevar corbata incluso en la playa. Por otro, aquellos como el que apunta la usuaria @vonlichtenkraut en una opini¨®n bastante extendida entre el sector femenino: ¡°Tengo amigas que tienen que ir al trabajo con rebeca en verano porque hay se?oros con traje y corbata que necesitan tener el aire a 18¡ã¡±.
? Pedro S¨¢nchez: "No llevo corbata y he pedido a todos los ministros, al sector p¨²blico y privado que, cuando no sea necesario, no la utilicen porque as¨ª tambi¨¦n estaremos haciendo frente al ahorro energ¨¦tico que tan necesario es"https://t.co/FWEhwjObxm pic.twitter.com/cwM9qrX9vq
— Cadena SER (@La_SER) July 29, 2022
Prescindir de la corbata ya no es un gesto disruptivo al tratarse de una prenda que cada d¨ªa est¨¢ m¨¢s en desuso. Tal y como apuntaba el periodista y escritor argentino Mart¨ªn Caparr¨®s en un art¨ªculo publicado en este mismo medio titulado, precisamente, ?Adi¨®s, corbata!: ¡°S¨ªmbolo de pertenencia de clase y de poder desde principios del siglo XX, el anta?o inevitable trozo de tela va perdiendo presencia¡±. La corbata, que antes serv¨ªa a quien la llevaba para marcar una pertenencia a un determinado sector social o, m¨¢s bien, para desmarcarse del resto (del obrero, del campesino, del desempleado o de la mujer) poco a poco fue perdiendo esa funci¨®n, para convertirse en un mero ornamento: ¡°Sabr¨ªan que result¨® decisiva la conducta de ciertos jefes de los entonces Estados Unidos, Francia, Espa?a, Italia¡±, escrib¨ªa Caparr¨®s, ¡°si hasta ese momento era impensable que aparecieran en cualquier ceremonia oficial sin el trozo, en esos a?os lo impensable empez¨® a suceder y cre¨® escuela, tanto que, poco despu¨¦s, la corbata era un gesto retro que muy pocos chistosos afectaban¡±.
Para Patrycia Centeno, periodista, experta en el estudio del lenguaje no verbal como herramienta de comunicaci¨®n pol¨ªtica y corporativa y autora del ensayo Pol¨ªtica y moda: la imagen del poder (Editorial Pen¨ªnsula, 2012), el debate no es, como menciona Abascal, est¨²pido, pero s¨ª insuficiente: ¡°La medida no sirve de nada: el hecho de que un hombre se quite la corbata no conlleva un mayor ahorro de energ¨ªa. Este gesto tendr¨ªa que venir acompa?ado de otros gestos indumentarios y hubiese sido mejor intentar formar en un tema que es b¨¢sico, que es que existen tejidos de temporada¡±. Centeno alude a la p¨¦rdida de conocimientos estil¨ªsticos que s¨ª conoc¨ªan nuestros abuelos y bisabuelos, como son el conocimiento de determinados tejidos org¨¢nicos y naturales, como el lino, el algod¨®n fino o la seda, para sobrevivir a temporadas m¨¢s calurosas y lograr refrescarse. Prendas y tejidos que, como apunta la periodista, son id¨®neas para mantener la temperatura corporal al tiempo que favorecen que la temperatura exterior no penetre. En Espa?a, ninguna instituci¨®n p¨²blica obliga por ley o norma a ning¨²n representante p¨²blico a llevar corbata, como bien recuerda Centeno: ¡°Es un acuerdo t¨¢cito porque existe un uniforme diplom¨¢tico occidental desde hace dos siglos y los cambios en este uniforme han sido ¨ªnfimos¡±. Al final, quien ostenta el poder, no necesita modificarlo.
En 2005, el Gobierno nip¨®n dio ejemplo al prescindir de la indumentaria tradicional en ¨¦poca estival buscando un ahorro energ¨¦tico con vistas a cumplir el Protocolo de Kioto. En aquel momento fue chocante para una sociedad conservadora acostumbrada al traje oscuro y la corbata para los negocios. Desde su Ejecutivo confiaron en que una vestimenta m¨¢s ligera durante el h¨²medo y pegajoso verano nip¨®n evitar¨ªa el uso desmesurado de los aparatos de aire acondicionado en los edificios, tanto de la Administraci¨®n p¨²blica como del sector privado. El primero en dar ejemplo con la nueva medida fue el entonces jefe del Ejecutivo, Junichiro Koizumi, quien apareci¨® vestido con un pantal¨®n blanco y una amplia camisa azul de manga larga, con los faldones por fuera y exclamando ¡°?Qu¨¦ c¨®modo es vestir sin corbata!¡±, nada m¨¢s llegar a su despacho. ¡°Este gesto fue mucho m¨¢s all¨¢ de la corbata¡±, explica Centeno, ¡°fue una cuesti¨®n de educaci¨®n sobre indumentaria: se retir¨® la corbata, se retir¨® la pesada americana, las prendas que utilizaban eran de un algod¨®n fin¨ªsimo, adem¨¢s empezaron a vestir con prendas mucho m¨¢s amplias para que el aire circulase¡±.
La corbata deber¨ªa ser, por tanto, tan solo el comienzo de un largo proceso que podr¨ªa suponer una revoluci¨®n estil¨ªstica masculina, como ha sucedido con la indumentaria femenina. Ese traje masculino impuesto hace dos siglos por la burgues¨ªa no ha variado apenas, mientras que las mujeres han ido haciendo revoluciones indumentarias al tiempo que hac¨ªan revoluciones sociales, a menudo, incluso apropi¨¢ndose del armario masculino a?adiendo elementos como los pantalones o el traje. Los hombres, por el contrario, no han hecho ninguna revoluci¨®n y, si se ha hecho, tan solo se encuentra en los m¨¢rgenes. ¡°Los hombres tambi¨¦n deber¨ªan dar pasos en ese sentido. Si nos ponemos a pensarlo, una falda es la prenda adecuada para el verano... pero ning¨²n hombre se atrever¨ªa a llevarla, much¨ªsimo menos al Congreso, ?por qu¨¦? Porque todo lo que conlleve feminizar el atuendo masculino es bajar un escal¨®n jer¨¢rquico, mientras que cuando nosotras nos masculinizamos a trav¨¦s de un traje, subimos ese escal¨®n¡±, apunta Patrycia Centeno, que recuerda que, precisamente, el estudio de la falda la sit¨²a como una prenda masculina y viril, que tiene su origen en el imperio romano, ¡°pero, claro, hemos asociado un determinado g¨¦nero a determinadas prendas, cuando las prendas nacen sin g¨¦nero¡±. Volviendo a la corbata, la periodista apunta que Pedro S¨¢nchez podr¨ªa haber propuesto llevar abanico, pero a ning¨²n hombre en el Congreso se le pasar¨ªa por la cabeza abanicarse, porque se trata de un complemento con un fuerte componente de g¨¦nero.
?Se pueden romper las estrictas normas de la indumentaria masculina? ?Es posible librarse del traje? Solo si este s¨ªmbolo de poder se sustituye por otro, como una sudadera gris. En este contexto, el traje s¨ª ha iniciado un camino descendente si nos fijamos en c¨®mo visten los poseedores de las grandes fortunas del mundo tecnol¨®gico, quienes han impuesto la sudadera y la informalidad sobre el encorsetado traje en un aparente desinter¨¦s por la moda, y tambi¨¦n como forma de diferenciarse de los habituales trabajadores de cuello blanco que antes amasaban sus fortunas en Wall Street. ¡°En Silicon Valley no darle importancia a c¨®mo vistes es un m¨¦rito, un signo de que tienes cosas m¨¢s importantes que hacer que preocuparte por lo que llevas puesto¡±, explica la soci¨®loga Carrie Yodanis en su ensayo Vestirse (Alianza Editorial, 2021), en el que analiza las pautas que determinan c¨®mo y por qu¨¦ vestimos de una forma u otra. ¡°Sin embargo, la capacidad de hacer como que tu imagen no te importa es privilegio exclusivo de aquellas personas cuya posici¨®n social es lo suficientemente elevada como para fingir que no les importa¡±, a?ade.
En comunicaci¨®n pol¨ªtica s¨ª importa la indumentaria. O el gesto, regresando a la corbata. Pero algunos gestos pueden resultar transformadores. Adem¨¢s del caso de Jap¨®n, desde 2010, en Cuba el traje diplom¨¢tico oficial es la guayabera, una camisa de algod¨®n o lino y de uso informal que presenta cuatro bolsillos frontales decorados con jaretas y largos faldones que se llevan sueltos sobre el pantal¨®n y que, pese a tener un origen campesino, se ha convertido en el uniforme transversal que lucen tanto mandatarios como celebridades. ¡°En el mundo cada vez va a hacer m¨¢s calor¡±, apunta Patrycia Centeno, ¡°y es natural acudir a prendas que nos permiten resistir los embistes del clima¡±. Quiz¨¢s, al final una revoluci¨®n en la indumentaria no venga por una toma de conciencia, sino por una cuesti¨®n de necesidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.