Hombres con falda, ?y qu¨¦?
La moda es vista como alienante pero muchas veces es liberadora e instrumento de avance social. El color es visto a¨²n como transgresor en el vestir y en la piel
Leo en el reportaje de apertura de la revista O Globo que los j¨®venes brasile?os est¨¢n empezando a vestirse y salir a la calle con faldas al tiempo que se preguntan por qu¨¦ la mujer puede vestirse de hombre y ellos no pueden vestirse de mujer. Y no se trata de gais. La tendencia parece general.
Luiz Wachelke, coordenador de moda del Instituto Europeo de Dise?o (IED), destaca que detr¨¢s de esa nueva actitud del var¨®n de hoy de usar faldas, ¡°existe una fuerza de libertad de expresi¨®n en la forma de explorar el cuerpo¡±.
El problema de fondo de la nueva moda de las faldas para varones es, sobre todo, seg¨²n los expertos, ¡°el fin de la distinci¨®n de g¨¦neros en el vestir¡±. Que cada uno, dicen los seguidores de la nueva moda, tenga la libertad de vestirse, si le place, en una tienda para hombre o para mujer.
En mis tiempos j¨®venes, en la Andaluc¨ªa profunda y pobre, mientras arreciaba la caverna franquista, mis t¨ªas, suspirando con el rosario y el abanico en la mano, se empe?aban en decir que lo que acababa con Espa?a era la moda que llegaba del extranjero.
No sab¨ªan que era al rev¨¦s, que las nuevas modas que se filtraban a trav¨¦s del turismo internacional eran lo que estaba desasnando al pa¨ªs sumido en el oscurantismo de una de las m¨¢s largas dictaduras de Europa.
La moda, especialmente en el vestir, tuvo siempre furiosos detractores dentro del mundo conservador. ¡°Pero qu¨¦ barbaridad!¡±, exclamaron a coro aquellas t¨ªas m¨ªas la primera vez que desembarqu¨¦ de Italia con una camisa de color.
Los hombres a los que el franquismo tildaba de ¡°verdaderos¡±, vest¨ªan s¨®lo de traje negro o gris y camisa blanca. Los colores en los vestidos eran ¡°cosa de mariquitas¡±.
Esa nueva revoluci¨®n incipiente en el vestir masculino, sin distinci¨®n de g¨¦nero, coloca sobre la mesa la pol¨¦mica sobre si la moda es un elemento alienante o rompedor y libertador.
En mi obra Proyecto Esperanza (Ed.Aguilar, 2008) defend¨ª que la moda ¡°ha sido uno de los mayores factores de liberaci¨®n de costumbres y fue capaz de quebrar tab¨²s petrificados en la historia¡±.
La moda, contra la idea que de ella ten¨ªan los conservadores y moralistas, fue un elemento de transgresi¨®n en las costumbres que acab¨® influenciando otros campos de la existencia.
La moda fue una revoluci¨®n pac¨ªfica, no s¨®lo en el vestir, sino tambi¨¦n en la arquitectura, en el arte o en el dise?o. Visti¨® la vida de color. Hace s¨®lo unos a?os, en una habitaci¨®n de la casa, una pared pintada de un color diferente del resto, era una aberraci¨®n. Hoy, lo que choca, si acaso, es la uniformidad del color. Forma parte de la revoluci¨®n que crea la moda.
Vivimos a¨²n en un mundo que aunque llamamos moderno sigue permeado por la intransigencia con los diferentes, con quienes quiebran tab¨²s. Nos hiere lo nuevo, lo extra?o, lo que pone en peligro nuestra seguridad. La tradici¨®n tranquiliza.
Una mujer vestida de negro inspira a¨²n no s¨®lo elegancia sino tambi¨¦n seriedad. El color es a¨²n visto como transgresor. En el vestir y en la piel.
Quiz¨¢s esa nueva moda de quebrar la distancia en el vestir entre hombre y mujer pueda entra?ar, incluso subliminalmente, el deseo de acabar con la guerra de los sexos hoy a¨²n tan agudizada y conflictiva.
En los textos sagrados del cristianismo se escrib¨ªa hace ya m¨¢s de dos mil a?os que no existen mujer y var¨®n, y s¨ª, s¨®lo, ¡°hijos de Dios¡±.
?Por qu¨¦, entonces todo ese esc¨¢ndalo cuando esos hijos de Dios se visten de falda o de pantal¨®n?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.