Der Guerrita, la taberna sanluque?a con m¨¢s de 12.000 botellas que atrae a en¨®logos de todo el mundo
Abierta desde 1978 ha conseguido poner en el mapa los vinos del Marco de Jerez
Armando Guerra (Sanl¨²car de Barrameda, 1975) se pasea de un lado a otro de la taberna. Coge una comanda, sonr¨ªe y recomienda unas manzanillas a un grupo de guiris que llevan unas vistosas camisetas de los Rolling Stones. En cuanto uno se descuida ha desaparecido. Luego vuelve, raudo y veloz, con esa mirada que solo puede irradiar un sanluque?o nacido en el barrio bajo, y comienza a contar su historia: ¡°He crecido aqu¨ª. Mi padre a¨²n vive en la casa familiar, que est¨¢ sobre el bar¡±.
Guerra cuenta c¨®mo de chiquit¨ªn ya se mov¨ªa como una lagartija entre las mesas. ¡°Con doce a?os uno ya aprende a servir a la clientela y a contar unos chistes¡±, dice. Su padre, Manuel Guerra Rodr¨ªguez, abri¨® en 1978 Der Guerrita (Rubi?os, 43, Sanl¨²car de Barrameda, C¨¢diz). ¡°Trabajaba por las ma?anas en una de las bodegas de Sanl¨²car, en Delgado Zuleta, y por las tardes mont¨® esto para estar m¨¢s ocupado y sacarse un dinerillo extra. La verdad, siempre se le ha dado bien el trato con el p¨²blico, le gustaba la barra¡±.
Durante aquellos a?os, Der Guerrita era una de tantas tascas humildes sanluque?as. Un lugar popular, donde abundaba la guasa y el jolgorio, y que adem¨¢s cumpl¨ªa su labor social: hacer barrio y dar bien de beber y comer. ¡°Mi madre [Mercedes Monge] se fue involucrando poco a poco en la cocina. Cocinaba lo mismo que cocinaba en casa. Algo sencillo. Hab¨ªa ri?ones al jerez, pulpitos ali?ados, garbanzos con choco, huevas, costillas a la plancha¡ Algunos de estos platos siguen y otros se han sofisticado¡±, describe Armando de aquel proceso. Su madre muri¨®, pero su padre, con 72 a?os y jubilado, se deja ver a diario por Der Guerrita.
El bar sigue igual que hace 45 a?os, con esa sutil sencillez que tienen los sitios m¨¢s aut¨¦nticos. Aunque con un leve a?adido, algo que lo hace diferente a todas las tabernas del Marco de Jerez. ¡°En 2008 decid¨ª montar una tienda y una sala de cata en una de las habitaciones que hab¨ªa al lado de la taberna. No toqu¨¦ nada del espacio de mi padre¡±, recuerda. Era su particular homenaje al vino del Marco. ¡°Los primeros a?os, la gente lo ve¨ªa como una curiosidad. No estaba acostumbrada¡±. Ahora cuenta con 300 referencias y un fondo de 12.000 botellas.
¡°Gast¨¦ todos mis ahorros. Hoy es un negocio que complementa a la taberna, pero en los inicios aquello fue ruinoso¡±, comenta Armando, que tambi¨¦n recuerda c¨®mo al principio hab¨ªa algunas bodegas jerezanas que se sent¨ªan extra?adas cuando las llamaba para pedirles vino. La vieja e hist¨®rica rivalidad entre las dos ciudades segu¨ªa siendo visible. ¡°Empec¨¦ con 120 referencias, compr¨¦ de muchas bodegas que luego desaparecieron. Me gustaba mucho Quo Vadis, de Delgado Dulzeta, tambi¨¦n las reliquias de Barbadillo, vinos que no se ve¨ªan de Gonz¨¢lez-Byass, o directamente inencontrables, como la manzanilla de Pedro Romero¡±. Aquello, comenta con la perspectiva que dan los a?os, fue tremendamente aventurado.
Sin embargo, el espacio pronto comenz¨® a sonar entre las voces m¨¢s autorizadas del vino, empezando a ser respetado por chefs y en¨®logos de todo el planeta. ¡°Por aqu¨ª ha pasado mucha gente. Algunos nombres recientes son los de Anselme Selosse, Dirk Niepoort, Ale Vigil, Sebas Zuccardi, Marcelo Retamal, Peter Liem, Ruben Sanz, Paz Levinson¡ A todos ellos los podemos considerar amigos de la casa¡±, apunta alrededor de esas visitas ilustres, que se complementan con Innoble, el festival que celebra de forma bianual en Sanl¨²car, y Contubernio, el club de vinos centrado en dar a conocer todo el universo que recorre las diferentes ¨¢reas y formatos de los vinos oxidativos, con sus afluentes dentro de Jerez, Sanl¨²car, Montilla y Chiclana.
La sala de catas de esta taberna es un lugar que puede acoger hasta 12 personas, aboga por la improvisaci¨®n y permite men¨²s maridados a 60 euros. Son cinco pasos, con platos de la taberna (aperitivo, ali?os, pesca¨ªto, guiso y quesos), a los que hay que sumar los vinos. ¡°Si te gusta jugar pide que te los sirvan a ciegas¡±, dicen.
Por si todo esto no fuera poco, Armando divide su trabajo entre una bodega y el bar, como hizo su padre. ¡°Soy director de Alta Gama de Barbadillo, donde entr¨¦ hace siete a?os. Es un trabajo que me motiva, estamos hablando de una bodega hist¨®rica, que acaba de cumplir 200 a?os¡±, destaca de una labor que le permite profundizar en los archivos y la memoria del gigante sanluque?o, cuyos cascos atraviesan las calles de la ciudad.
Armando retoma la conversaci¨®n, gira la cabeza y se?ala los muros de la taberna tradicional, repleta de carteles de toros, estampitas, un escudo del Betis enmarcado, alg¨²n cuadro en el que se observa como faenan unos pescadores y muchas botellas peque?itas de manzanilla y otros vinos. Tambi¨¦n, detr¨¢s de la barra, hay botas con los apellidos de sus padres, Guerra y Monge, donde se puede leer: Manzanilla Fina, Amontillado Los 80, Manzanilla Extra Barbiana, Manzanilla Pasada Toneles Gordos. Una selecci¨®n de vino a granel envidiable. ¡°Ahora tambi¨¦n contamos con vi?edos, lo que nos permite cerrar el c¨ªrculo y ofrecer un producto con criterio¡±, reivindica Guerra de unos vinos que poco a poco ya generan un discurso propio. ¡°Vinos m¨¢gicos¡±, como le gusta decir.