El milagro de los tomates de culo
Es una especie que era com¨²n en los recovecos de los solares en obras, fruto de alguna semilla ingerida en desayunos de pan con tomate y expulsada en alg¨²n apret¨®n humano e imprevisto en estos rincones
El otro d¨ªa baj¨¦ a la ciudad con tiempo y decid¨ª aparcar el coche lejos de mi objetivo, estirar las piernas, vivir la experiencia de deambular por las aceras de Barcelona como un nativo. Atraves¨¦ el barrio de Poblenou, uno de los centros tumorales de la gentrificaci¨®n que carcome la capital y que hoy combina a la par solares desiertos ¡ªen los que antes se han derribado edificios hist¨®ricos, peque?os comercios, bares de toda la vida y viviendas¡ª, con rascacielos de oficinas, hoteles de lujo, centros comerciales y tiendas de cadenas multinacionales de ropa y comida. A pocos pasos de mi destino di con un milagro.
En uno de los recuadros de tierra recortados en el cemento donde crecen los ¨¢rboles urbanos se alzaba, con cerca de un metro de altura, moteada de florecillas amarillas, ya pre?ada de peque?os frutos jugosos, una tomatera espl¨¦ndida. Tijeras de papeler¨ªa en mano, un operario de la brigada municipal de mantenimiento de parques y jardines, empujando su carroza de cubos de basura y herramientas, enfrascado en su tarea de desbroce, se acercaba peligrosamente dispuesto a deshacerse del intruso hort¨ªcola. Le detuve d¨¢ndole un peque?o susto al grito de ¡°?Mire! ?Es una tomatera!¡±
Al instante nos agachamos al un¨ªsono. Pasamos cinco minutos en cuclillas en la acera, ese pobre hombre atribulado y yo, ajenos al tr¨¢nsito peatonal, atufados de orines caninos e hidrocarburos, admirando la planta como dos ni?os chicos que hurgasen un hormiguero con un palo.
El se?or estaba deshecho por el dilema. ¡°?Qu¨¦ voy a hacer, se?orita! ?Qu¨¦ voy a hacer!¡±, se lamentaba. ¡°?Cortarla sin dudar! ?Faltar¨ªa m¨¢s, se?or! Trabajo es trabajo¡±, respond¨ª. Pero ambos acordamos en silencio postergar el desenlace fatal y gozar del momento un ratillo m¨¢s. ¡°Es, sin duda, un magn¨ªfico ejemplar de la variedad tomatera de culo¡±, me arranqu¨¦ a contarle.
As¨ª como es la odisea la que hace al h¨¦roe, tomatera de culo no es una condici¨®n con la que se nace, sino que se consigue por el devenir de las eventualidades de la vida. Es una especie de tomatera que en otros tiempos hab¨ªa sido muy com¨²n en los m¨¢rgenes y recovecos de los solares en obras. Tambi¨¦n aparece sorpresivamente en zonas boscosas donde se puedan coger buenas setas en oto?o, en parques infantiles, entre los bloques de granito de las v¨ªas del tren y en ¨¢reas de descanso de autocaravanas. All¨ª donde alguien que se haya comido un bocadillo de pan con tomate restregado para desayunar haya tenido un apret¨®n imprevisto cabe la posibilidad de que una de esas semillas de tomate especialmente vigorosa, bien blindada por sus paredes impermeables, atraviese intacta el tracto digestivo del hu¨¦sped portador y sea depositada encima de un trozo de tierra debidamente acompa?ada de un regalo calentito y nutritivo que transformar¨¢ el suelo otrora pobre que la acoger¨¢ en el lugar ideal para germinar y echar ra¨ªces. Es muy posible que la variedad de tomatera de culo que nos ocupa fuese de la subespecie canina.
?ltimamente, las tomateras de culo est¨¢n cediendo protagonismo en m¨¢rgenes y parterres urbanos a otra especie que se reproduce sin supervisi¨®n por los mismos mecanismos: la adormidera o amapola real. Sus flores, que se alzan solitarias y terminales sobre tallos herb¨¢ceos que pueden llegar al metro y medio de altura, son preciosas. C¨¢lices de dos o tres s¨¦palos temblorosos y caedizos con cuatro p¨¦talos arrugados de color blanco, rosado, viol¨¢ceo o rojo. Parecen amapolas, pero no lo son. Cuando la flor deja paso al fruto, la planta se convierte en un cetro, un tallo recto coronado por una c¨¢psula rellena de semillas y l¨¢tex pegajoso, un l¨ªquido blanco del que se extraen potentes analg¨¦sicos y narc¨®ticos como la code¨ªna, el opio, la morfina y la hero¨ªna. Por esto todos los sembrados legales de adormidera est¨¢n custodiados por la Guardia Civil.
Estos esp¨ªritus libres urbanos, florecientes insurrectos, no son el resultado de una merienda de pan con tomate o de una comida con gazpacho, sino de la proliferaci¨®n de garitos de bagels y de emparedados de pan de molde de semillas, que se sirven habitualmente rebozados de una fina capa de pepitas min¨²sculas y negras de adormidera, y rellenos de crema de queso, r¨²cula y salm¨®n ahumado. Uno de los lugares de Barcelona en el que se puede observar m¨¢s este fen¨®meno es en la plaza Gaud¨ª, la que se abre justamente delante de la Sagrada Familia.
Cualquier fen¨®meno humano, peque?o o grande, tiene derivadas gastron¨®micas, y todo lo gastron¨®mico afecta al paisaje y al ecosistema, de tal cantidad de formas que controlarlas es tan posible como sostener el agua de un r¨ªo con las manos. All¨ª donde sigan floreciendo tomateras de culo, nuestra gastronom¨ªa seguir¨¢ viva frente a la gentrificaci¨®n. Ellas son el ¨²ltimo basti¨®n. #nonoscortar¨¢n
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