El tomate y el oso
Cada vez que veo una bandeja de tomates id¨¦nticos, perfectos y rojos como si los hubiera pintado Disney, me hierve la sangre como si fuera un marmitako. Creo que, gastron¨®micamente hablando, no hay alimento m¨¢s espantoso que esos entes salidos de alg¨²n invernadero de Holanda o de Almer¨ªa. No huelen a nada, no saben a nada y su interior es lo m¨¢s parecido a un corcho h¨²medo que ha inventado el hombre. Y digo el hombre porque son producto de las manipulaciones gen¨¦ticas y de la forma de cultivarlos: la naturaleza es incapaz de parir algo tan desabrido.
Por eso me congratulo de que en algunos lugares de la galaxia haya rebeldes que luchan contra el ataque de los clones y promueven el tomate de verdad. Por su valor simb¨®lico, una iniciativa merecedora de todo mi apoyo es el concurso anual de tomates feos de Tudela (Navarra). El certamen, que celebra este mi¨¦rcoles su cuarta edici¨®n, reivindica una variedad del fruto llamada marmande, que se caracteriza por su aspecto no demasiado agraciado.
El feo de Tudela crece un poco como le da la gana, le salen arrugas, protuberancias y cicatrices, y su color casi nunca es homog¨¦neo. Es en su interior donde residen sus encantos. ¡°Tiene una carne firme, dulce, jugosa¡±, asegura uno de los promotores del certamen, el periodista y concejal de la localidad Joaquim Torrents. ¡°Sabe a huerta, a tierra, y es tierno a la par que consistente en boca¡±.
El concurso es un evento humilde, organizado por el concejal y el due?o del restaurante tudelano Remigio. El premio al tomate m¨¢s sabroso es de 300 euros, y el m¨¢s pesado se lleva 200. Pero el galard¨®n que m¨¢s me gusta es el que se otorga al tomate m¨¢s feo, que se lleva un merecido jam¨®n de bellota. ¡°Ha habido algunos casi imposibles de mirar¡±, explica Torrents. ¡°Recuerdo con especial cari?o uno que podr¨ªa haber sido de todo menos un tomate, con cantidad de malformaciones, de picos y de todos los colores¡±.
El concejal asegura que su intenci¨®n al montar el certamen era recordar a la gente m¨¢s joven que ¡°los tomates vienen de la huerta, no del supermercado¡±. ¡°La naturaleza no es perfecta y no podemos desechar verduras por su apariencia¡±, explica.
El triunfo del gusto sobre el look que festeja esta peculiar competici¨®n deber¨ªa servir de ejemplo para todas aquellas personas que, en su ignorancia, creen que la fruta y la verdura m¨¢s perfecta sabe mejor. La experiencia me dice que casi siempre ocurre lo contrario. Cada vez que veo en el mercado tomates, manzanas, calabacines o melocotones irregulares y deformes, me lanzo a por ellos. No s¨®lo suelo alcanzar mejores resultados cuando los cocino, sino que adem¨¢s me ahorro dinero porque la fealdad abarata el precio.
Supongo que fijarse s¨®lo en la apariencia no es s¨®lo una enfermedad que afecta al consumo de comestibles, sino un signo de los tiempos. Imagino que las absurdas normas comunitarias que prohibieron la venta de frutas y verduras amorfas, vigentes hasta 2009, tampoco han ayudado. Y tiemblo al pensar en la cantidad de vegetales que van a la basura cada d¨ªa por ¡°feos¡±, tal como describe el muy recomendable y reci¨¦n publicado libro 'Despilfarro'. Por todo ello proclamo lo que dec¨ªa el refr¨¢n... o casi: el tomate y el oso, cuanto m¨¢s feo, m¨¢s hermoso.
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