?Por qu¨¦ se come tan mal en las bodas?
A la gente le da mucho por casarse en estas fechas. No s¨¦ si por el buen tiempo, por juntar el permiso por matrimonio a las vacaciones o por la conjunci¨®n de J¨²piter con Mercurio, el frenes¨ª emparejatorio es tal que los al¨¦rgicos a las bodas casi tenemos miedo de abrir el buz¨®n no vaya a ser que alg¨²na invitaci¨®n nos espere all¨ª agazapada. Lo peor es que con los enlaces matrimoniales no s¨®lo llegan las interminables ceremonias, los modelitos, los puros, las corbatas anudadas en la cabeza y las cadenetas bailando I will survive,sino algo a¨²n m¨¢s abominable: los banquetes.
He comido bien en bodas. En pocas. Tan pocas que se podr¨ªan contar con los dedos de una mano que hubiera sufrido un par de amputaciones. Pero la mayor¨ªa de los ¨¢gapes nupciales a los que he asistido han ido de lo mediocre a lo directamente espeluznante. Alguien dijo -me suena que fui yo- que eran era el h¨¢bitat natural de la comida viejuna, y es cierto: en ning¨²n otro lugar se ven tantos platos que puedan ser incluidos en esta categor¨ªa, como los c¨®cteles de gambas, las colas de langostinos a la gabardina, los d¨¢tiles con bacon o el m¨ªtico redondo de ternera con salsa marr¨®n, conocido por muchos como "carne de boda".
He visto cosas que vosotros no creer¨ªais, y no eran precisamente naves en llamas m¨¢s all¨¢ de Ori¨®n. Carros sobre los que se amontonaban solomillos de ternera asados enteros, capaces de volver vegano a un oso polar. Ensaladas templadas reducidas por el paso del tiempo a un amasijo de hojas lacias. Establecimientos que, con todo su c***, serv¨ªan como entrante espaguetis que no colar¨ªan ni en un men¨² infantil. Cremas de primero convertidas por arte de birlibirloque en la salsa del segundo. Merluzas a la romana que llegaban al plato conservando intacto su corazoncito de congelado Findus. Y todo pagado por los contrayentes a precio de chuleta de unicornio, que es lo m¨¢s grave: el coste medio del cubierto en este tipo de acontecimientos oscila entre los 75 y los 100 euros.
Con estos n¨²meros, ?por qu¨¦ es tan dif¨ªcil comer bien en una boda? Siempre tendemos a buscar a los culpables en las cocinas de los restaurantes o locales donde se celebran los banquetes, y en muchos casos seguramente encontraremos all¨ª a m¨¢s de un criminal de plato rancio de entremeses y entrecot recocido. Como cualquier persona que haya cocinado para un grupo grande en casa sabe, servir a montones de personas a la vez y que todo llegue en su punto a la mesa no es tarea sencilla. Es m¨¢s bien un gran marr¨®n.
Roc¨ªo V¨¢zquez, que organiza bodas a trav¨¦s de su empresa Luz Verde, cree que en muchas ocasiones el problema est¨¢ en las propias parejas que se casan. "Para m¨ª es m¨¢s complicado hacer entrar en raz¨®n a la gente que encontrar un espacio en el que se cocine bien. Muchos novios invitan a comer a 200 personas y se empe?an en poner platos que no salen bien para tanta gente, como solomillo a la plancha o arroz meloso. No se dejan aconsejar". Ante la cantidad de solomillos resecos con salsa roquefort, salsa de pimienta verde o, horror de los horrorres, plastorra de foie que he padecido en estas situaciones, no puedo m¨¢s que darle la raz¨®n.
Seg¨²n V¨¢zquez, otro elemento distorsionador de la calidad de los men¨²s son los padres de los futuros esposos, que tienden a exigir cantidades mastod¨®nticas de comida para que nadie se escape sin la andorga bien llena. "En Galicia, por ejemplo, mucha gente mayor piensa que si no te ponen ocho platos de marisco, te salen los percebes por las orejas y comes hasta reventar, la boda ha sido una mierda", asegura la coru?esa. Por fortuna, la costumbre de cebar a los invitados como si acabaran de llegar de una hambruna africana est¨¢ en declive: "La tendencia es reforzar los aperitivos y aligerar los banquetes. Las bodas de ocho o diez platos que te pasas cinco horas sentado van a menos".
La modernidad ha tra¨ªdo consigo el ocaso de los atracones, pero tambi¨¦n otra tendencia de lo m¨¢s temible: los intentos de servir comida "creativa" o "de autor". Algo que puede salir bien si el lugar cuenta con cocineros capacitados, pero que acaba dando risa cuando las pretensiones de refinamiento desembocan en platos cursis y rococ¨®s. Arantxa Ruano, miembro del departamento de Comunicaci¨®n de la productora gastron¨®mica Gsr y autora del blog Curry Curry Que Te Pillo, me enviaba hace unos d¨ªas esta maravillosa foto de un plato que le sirvieron en una boda.
Sinfon¨ªa de sabores. / CURRYCURRYQUETEPILLO
?Trampantojo de la vendimia? ?Cuadro de Arcimboldo? ?Canto sutil al aparato genital femenino? Ruano cuenta as¨ª el origen de esta obra de arte: "La boda se celebr¨® en un lugar sencillo, con gente sencilla y comida sencilla donde, por lo visto, el chef quiso lucirse con el primer plato. Perlas de mel¨®n con jam¨®n ib¨¦rico y helado, dec¨ªan las minutas, y efectivamente eso era, pero todo-todito colocado estrat¨¦gicamente en el plato para que resultara el mejor bodeg¨®n realizado en su vida. Supongo que se inspir¨® en el tradicional mel¨®n con jam¨®n, y cada cosa por separado estuvo bien (el helado era de gazpacho)".
El autor de la foto que abre esta entrada, Jos¨¦ Mar¨ªa Montenegro, tambi¨¦n detect¨® destellos de vanguardia en una boda a la que asisti¨® en un pueblo de M¨¢laga. "Fue en un sitio de carretera que sirve platos cl¨¢sicos y en cantidad. Hubo croquetas, daditos de queso, d¨¢tiles con bacon y,supongo que en homenaje a cuando se casaron los abuelos de los novios, pi?a rellena. Pero tambi¨¦n inauditas concesiones a la modernidad como pollo al curry, puntillitas de solomillo con crujiente de kikos o sorbete de mojito".
La fusi¨®n comida viejuna / modernuna funcion¨®, porque Montenegro asegura haber comido "realmente bien". Sin embargo, en otras ocasiones las veleidades tecnoemocionales no llegan a ser comprendidas en las bodas. En una boda en un restaurante de renombre, a Arantxa Ruano le sirvieron entre los aperitivos un vaso con caldo de tomate transparente que llevaba colocado encima una tostadita con jam¨®n ib¨¦rico. "De repente empec¨¦ a ver como sobre la mesa se posaban todos los vasitos con aquellas 'aguas' que pocos invitados osaron a catar. Todos creyeron que aquello era para perfumar o algo as¨ª¡ En fin, que la innovaci¨®n a veces no entra por los ojos".
El cl¨¢sico que permanece inalterable frente a las modas es posiblemente el postre m¨¢s hortera de todos los tiempos: la tarta nupcial. Habitualmente incomible, y recientemente reforzada en su mal gusto con la aparici¨®n del fondant, esa capa moldeable de masa azucarada capaz de cargarse cualquier postre. Por desgracia, lo de que los novios la corten con una espada cada vez se ve menos al menos en los c¨ªrculos m¨¢s refinados, pero avanzan otras peculiares costumbres al respecto.
Una consiste en mostrar un pastel gigante junto a los novios, que permanece intacto mientras a los invitados les llegan porciones de tarta salidas de Dios sabe d¨®nde ("?Por qu¨¦ no nos sirven el de verdad? ?Qui¨¦n se come el otro pastel?", se pregunta no sin raz¨®n Ruano). La otra, sin duda mi favorita, es la tarta que baja del techo con bengalas: lo cuenta la seguidora de El Comidista en Facebook Cristina de Lama, y desde que lo he le¨ªdo no paro de suspirar porque me inviten a un bodorrio en el que pase algo as¨ª.
?Has comido asquerosamente mal en alguna boda? ?Y maravillosamente bien? Cu¨¦ntalo en los comentarios.
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