En busca de la semilla perdida
Pep Salsetes lleva 25 a?os buscando y recuperando semillas antiguas de hortalizas. Gracias al trabajo de personas como ¨¦l, hoy podemos comer las mismas jud¨ªas, tomates o coles que com¨ªan nuestros abuelos.
A mediados del siglo XX la llamada Revoluci¨®n Verde cambi¨® la forma de cultivar la tierra a nivel mundial. El uso de plaguicidas, fertilizantes y semillas adaptadas a estos productos, que antes no exist¨ªan o apenas se empleaban, increment¨® de forma espectacular la productividad del campo. Los impulsores de esta revoluci¨®n persegu¨ªan el noble objetivo de combatir el hambre y abaratar los alimentos pero no contaron con algunos efectos secundarios, como la progresiva desaparici¨®n de las semillas tradicionales, de menor rendimiento que las nuevas.
D¨¦cadas despu¨¦s? ¨Cen pa¨ªses como Alemania, Italia e Inglaterra¨C aparecieron grupos dedicados a conservar semillas pr¨¢cticamente dadas por perdidas. Aqu¨ª, uno de los pioneros fue Josep Sabat¨¦s.
M¨¢s conocido como Pep Salsetes ¨C¡°salsitas¡±, en catal¨¢n, en referencia a su anterior profesi¨®n de cocinero¨C, hace 25 a?os empez¨® a recorrer la comarca en la que vive (Vall¨¨s Oriental, Barcelona) en busca de semillas olvidadas. ¡°Empec¨¦ por respeto a nuestros antepasados y a la biodiversidad¡±, recuerda. ¡°Las semillas antiguas son como los cimientos de una casa, sin ellas no se puede hacer nada, ni siquiera semillas transg¨¦nicas¡±.
Hizo una labor de hormiguita, recorriendo los distintos mercados de su territorio para ganarse la confianza de los pocos payeses que resistieron la industrializaci¨®n agr¨ªcola y conservaron las semillas de sus antecesores. ¡°Iba a un mercado, preguntaba y tiraba del hilo¡±: con su paciente investigaci¨®n de campo se han recuperado variedades vinculadas con quien las cultivaba, como el tomate pometa de Lluis Vila, o con la fecha en la que se consum¨ªan, como el br¨®coli azul de Santa Teresa. ¡°Con el agua de su cocci¨®n se hac¨ªan las ¡®sopas escaldadas¡¯ as¨ª que, adem¨¢s de recuperar la planta, tambi¨¦n se recuper¨® una receta¡±, afirma Sabat¨¦s.
Asegura que el suyo ha sido un trabajo emocionante a mucho niveles. ¡°Me regalaron unas semillas encontradas en una casa abandonada. Llevar¨ªan por lo menos 30 a?os guardadas en un botecito y parec¨ªa imposible que germinasen". Sorprendentemente, los sucesivos cambios de clima hicieron el vac¨ªo y las conservaron. "Son unas jud¨ªas normalillas, pero es un milagro que nacieran¡±, sonr¨ªe.
Pep Salsetes forma parte del Banc de Llavors del Vall¨¨s Oriental, un proyecto adscrito a la Xarxa de Graners de Catalunya, organismo que re¨²ne a los distintos grupos de recuperaci¨®n de simiente catalanes. ¡°Somos una cadena de transmisi¨®n ente la gente mayor que nos cont¨® cu¨¢ndo y c¨®mo se com¨ªan estas verduras y los j¨®venes que las cultivan hoy en d¨ªa¡±. Y es que m¨¢s all¨¢ de considerar el retorno a lo aut¨¦ntico una moda pasajera, Salsetes piensa que ¡°la gente se da cuenta de que el futuro pasa por los productos recuperados¡±.
Pero, ?qu¨¦ sentido tiene, m¨¢s all¨¢ del arrebato rom¨¢ntico, recuperar semillas que producen poco alimento? ¡°Hoy en d¨ªa, entre congeladores e invernaderos, el calendario y el origen no tienen ninguna importancia, pero la soberan¨ªa alimentaria es vital: que los consumidores puedan controlar qu¨¦ consumen, de d¨®nde viene, c¨®mo ha sido cultivado o si lleva pesticidas¡±, dice Pep Salsetes. A continuaci¨®n, reflexiona que ¡°cada ¨¦poca tiene sus cosas y se empieza a cocinar en los huertos y en los mercados. La vida de las personas depende de ello¡±.
S¨®lo en el Vall¨¨s Oriental, se han recuperado ya m¨¢s de 120 tipos de hortalizas perdidas. Las jud¨ªas, con 32 variedades, se llevan la palma; les siguen los tomates (19) y las coles (6). Pero esta comarca no es el ¨²nico lugar de la pen¨ªnsula donde se est¨¢ trabajando en este sentido. Madrid, la Comunidad Valenciana, Euskadi y Andaluc¨ªa tambi¨¦n est¨¢n por la labor de recuperar un patrimonio que es de todos y que, hasta hace poco, estuvimos a punto de perder.
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