To?as de anta?o: del Malib¨² con pi?a al Licor 43 con cola
Cuba-libres, destornilladores, 'leches de pantera'¡ los copazos de antes eran bombas de destrucci¨®n masiva que mezclaban alcohol y az¨²car con gran inconsciencia. Viaja con nosotros a la edad prehipster de las tajadas.
Del cubalibre de Ron Negrita y Coca-Cola hemos pasado a un gin tonic con ginebra finlandesa, t¨®nica Premium edici¨®n limitada, lim¨®n ecol¨®gico y un bolsa de t¨¦ flotando en el vaso. ?Cu¨¢ndo nos volvimos unos pijos del pimple? La sofisticaci¨®n instagrammer, la histeria foodie, la mixolog¨ªa 2.0 y otros Jinetes del Postureo Et¨ªlico han dinamitado la cultura ancestral del cubata y sustituido algo tan espa?ol como el combinado de supervivencia por un nuevo paradigma basado en equilibrios, f¨®rmulas, mediciones milim¨¦tricas y todas las milongas que uno pueda imaginar para que esa copa futurista que llega a tu mesa cueste m¨¢s que un entrecot.
C¨®mo explicarle a un hipster abonado al mocktail ecol¨®gico o a un moderno que solo bebe pisco sour que, hace escasos 30 a?os, en Espa?a los h¨ªgados se regaban a chorro con la ayuda de unos combinados de destrucci¨®n masiva que tumbar¨ªan a Hulk Hogan. Tus padres engull¨ªan aquel queroseno cada fin de semana, y si rondas los cuarenta seguramente alimentaste tus primeras noches de parrandeo con tan dulces y letales mamotretos.
Los cubatas de anta?o han dejado una muesca indeleble en la memoria de quienes los consumimos. Una mezcla imposible de ternura y terror, pues te remiten a unos tiempos de inocencia y diversi¨®n sin red, que ojal¨¢ volvieran, pero te hacen recordar tambi¨¦n unos despertares tan ag¨®nicos que hasta la ni?a de El Exorcista necesitar¨ªa paladas de Paracetamol para superarlos. Ninguna psique sale indemne de una adolescencia empapada de Licor 43 con Cointreau. Ninguna.
En la actualidad, el cubata de guerrilla sigue vivo, por supuesto, pero se ci?e a un espectro muy b¨¢sico de mezclas en el que ya no hay lugar para las mutaciones tutti colori del pasado. Ahora, entre la mocedad de la crisis, se impone esa combinaci¨®n explosiva y taquic¨¢rdica de bebidas energ¨¦ticas con destilados baratos que tanto cunde en los botellones. El vodka, el ron y el whisky siguen mandando y fundi¨¦ndose con refrescos en las discotecas, pero ya nadie se acuerda de los entra?ables Licor 43, Cointreau o Ponche Caballero. Eso s¨ª, por encima de todos, el amigo que nunca te falla, uno de los mayores logros de la industria bilba¨ªna de la melopea de los ¨²ltimos 50 a?os: en sus infinitas manifestaciones, el kalimotxo sigue siendo m¨¢s popular que Bel¨¦n Esteban.
Saca el g¨¹isqui, cheli¡
Con la ayuda de la periodista de gastronom¨ªa y colaboradora de esta casa, Ana Vega, hago un viaje en el tiempo, copazo en mano. "En los a?os setenta surgen por primera vez las bebidas para j¨®venes, dulces y un poco estramb¨®ticas, que sirven para iniciarse en los misterios del pimple sin pasar por tragos amargos. Desde entonces las mezclas empalagosas son territorio de la tierna juventud e imagino que ahora ser¨¢n diferentes, pero tambi¨¦n horriblemente dulzonas", comenta Ana.
La d¨¦cada de los ochenta, con la juventud espa?ola en pleno globazo posfranquista, es un Pearl Harbor et¨ªlico, pero en lugar de bombas llueven cubatas psicod¨¦licos que parecen venir de mundos muy lejanos¡ y muy beodos. No hay reglas en el universo cil¨ªndrico del vaso de tubo; cualquier mezcla, por mucho que se acerque al matarratas m¨¢s lesivo, merece ser probada por el respetable. Solo hay tres prerrogativas en la fragua de potingues: que sean de colores psicod¨¦licos, que tengan m¨¢s az¨²car que la f¨¢brica de Willy Wonka y que te proporcionen una curda casi instant¨¢nea.
"En los ochenta se llevan los colores fosforitos y en los noventa las mezclas extra?as", asegura Ana Vega. Y de ese laboratorio aberrante surgen mezclas imposibles que no se han vuelto a repetir. El Licor 43 se convierte en el rey del guateque y se mezcla con todo tipo de l¨ªquidos: vodka, cola, lim¨®n, ?hasta Cointreau! Los l¨¢cteos entran en juego, Dios sabe por qu¨¦, y por las barras reptan horrores como la vaca verde (Pippermint con leche), la leche de pantera (ginebra y leche condensada) o el lumumba (batido de chocolate y brandy).
Por otra parte, alguien se inventa una bomba sucia de glucosa llamada Malib¨² con pi?a y las caries de los fiesteros se disparan. Los m¨¢s pijos piden cubalibres, es decir: ron con cola. Ponche Caballero vive su edad de oro; la combinaci¨®n de este licor con cola y lima recuerda a un famoso caramelo de la ¨¦poca. A un borracho se le cae un chupito de peppermint en la jarra de cerveza y todos aplauden: le llamaremos submarino. Sin embargo, el juego cambia cuando irrumpen en la pista los chupitos radioactivos, armas qu¨ªmicas como el cerebrito (vodka, granadina y Baileys cortado) o la cucaracha (T¨ªa Mar¨ªa con tequila), que te devuelven a casa sin cartera, sin llaves y con un agujero de tres horas en la memoria: el para¨ªso.
Mixolog¨ªa versus cubatas retro
Empapado de Licor 43, refrescos azucarados, ginebra barata y l¨¢cteos, beodo tan solo de escribir este art¨ªculo, decido acudir a Archie Mac¨ªas, un doctor honoris causa en cocteler¨ªa que opera en la prestigiosa barra del bar Dos Billares, en el centro de Barcelona. Queda claro que los cubatas de nuestros padres, responden a un marco temporal y unas necesidades muy concretas. Pero me pregunto si de aquel magma de creatividad pop queda algo, si aquellos cubatas aparentemente venenosos tiene alguna base, si hay coherencia en algunos de esos vasos de cirrosis con hielo.
"Yo era muy fan del Malib¨² con pi?a y en las discotecas ped¨ªa siempre un cubalibre. Ahora, con el tiempo veo que esos tragos pertenecen a otra ¨¦poca. Algunos, como bartender, me horrorizan. Eran producto de la necesidad de emborracharse r¨¢pido, pero tambi¨¦n de probar algo nuevo, ex¨®tico, de ah¨ª toda esa experimentaci¨®n. De todos modos, hab¨ªa cubatas que ten¨ªan una base, por supuesto, y algunos se pueden reproducir hoy en d¨ªa. Mejorados, pero con la misma base", asegura Archie.
Y me lo demuestra. Coge los ingredientes del cl¨¢sico Malib¨² con pi?a, m¨¢s alg¨²n a?adido, y comienza a hacer magia con la coctelera. La obra resultante es un b¨¢lsamo veraniego en copa Martini. Si en lugar de Malib¨² con pi?a, lo llamas Pineapple breeze for your hipster eyes only, te lo pedir¨ªa hasta el apuntador. Gracias a Archie, el viejo Malib¨² con pi?a en vaso de tubo y cubitos de hielo con m¨¢s impurezas que las aguas del Llobregat, se ha transformado en un delicioso trago con pulpa de pi?a natural, ron de calidad y Malib¨².
Ah, y sin resaca incorporada. Con una sola copa bastar¨¢. "Uno de los inconvenientes de los cubatas de los ochenta es la cantidad de az¨²car que llevaban: era excesivo. Eso es mal¨ªsimo para la resaca, la acent¨²a todav¨ªa m¨¢s", comenta Archie sonriendo. Es la cara m¨¢s oscura de la era de los cubatas olvidados: la ma?ana siguiente. De ah¨ª que aquellos brebajes solo estuvieran hechos para est¨®magos adolescentes, para organismos en flor capaces de soportar el peor de los castigos. Resucitar de una tajada de lumumbas y cerebritos debe de ser lo m¨¢s parecido a una pesadilla lovecraftiana. No obstante, Archie me asegura que todav¨ªa hoy alg¨²n nost¨¢lgico le pide un cubalibre o un destornillador. Definitivamente, los cubatas de anta?o seguir¨¢n ah¨ª, record¨¢ndonos que las resacas de ahora nunca ser¨¢n como las de antes.
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