Come menos carne: un consejo que sigue siendo v¨¢lido
Una nueva gu¨ªa diet¨¦tica cuestiona los efectos beneficiosos en la salud de la reducci¨®n del consumo de carne roja y procesada, pero su metodolog¨ªa es m¨¢s que cuestionable. ?Un caso de "mala ciencia"?
?Es bueno para la salud comer menos carne roja y procesada? Hasta hace tres d¨ªas, exist¨ªa cierto consenso al respecto, con una respuesta clara: s¨ª. Pero la publicaci¨®n de una nueva gu¨ªa diet¨¦tica en la prestigiosa revista Annals of Internal Medicine ha desatado un peque?o terremoto en el mundo de la nutrici¨®n. Consumo de carne roja y c¨¢rnicos procesados: una gu¨ªa para la recomendaci¨®n diet¨¦tica basada en el consorcio nutriRECS concluye de forma literal: ¡°Se sugiere que la poblaci¨®n adulta contin¨²e con su actual consumo de carne roja; y se sugiere lo mismo con respecto al consumo de c¨¢rnicos procesados. En ambos casos el nivel de la evidencia es bajo y por lo tanto el grado de las dos recomendaciones es d¨¦bil¡±.
Estas conclusiones han ca¨ªdo como una bomba en buena parte de la comunidad cient¨ªfica, que adem¨¢s ha visto como los medios de comunicaci¨®n y las redes sociales ard¨ªan con la noticia. Tanto que un grupo de epidemi¨®logos de especial prestigio en el panorama internacional, que ocupan la mayor parte de su tiempo en establecer relaciones entre los h¨¢bitos diet¨¦ticos y el pron¨®stico de salud, han remitido una carta a la revista solicitando la retirada preventiva del art¨ªculo en cuesti¨®n. La raz¨®n principal: el da?o que sus conclusiones podr¨ªan generar en t¨¦rminos de salud p¨²blica, especialmente si se tiene en cuenta la dificultad que tiene el ciudadano de a pie para interpretar y contextualizar este tipo de trabajos.
?C¨®mo se ha llegado a proponer estas recomendaciones en una gu¨ªa?
La gu¨ªa parte de los resultados de dos revisiones y tres metaan¨¢lisis que se han publicado al mismo tiempo y junto con la propia gu¨ªa (se puede leer todo en este enlace). Dichos an¨¢lisis estudian la incidencia del consumo de carne roja y procesada en el c¨¢ncer, la mortalidad o los riesgos de eventos cardiometab¨®licos. El trabajo consiste en procesar datos ya existentes aplic¨¢ndoles la metodolog¨ªa GRADE, que permite evaluar la calidad de la evidencia y graduar la fuerza de las recomendaciones. Con esa metodolog¨ªa los autores encontraron que la recomendaci¨®n general de disminuir el consumo de carne y procesados c¨¢rnicos que todos conoc¨ªamos reun¨ªa cuatro caracter¨ªsticas:
- Los efectos mort¨ªferos sobre la salud observados en el consumo de carne son de peque?a magnitud.
- La calidad de la evidencia de los trabajos que eval¨²an estas relaciones es muy baja.
- El consumidor medio disfruta del consumo de carne, y los mensajes al respecto de disminuir su uso no reducen ese consumo.
- El impacto ambiental relativo a la producci¨®n de carne se consider¨® "fuera del alcance" de los objetivos de este trabajo.
?Qu¨¦ reacciones ha habido dentro y fuera de Espa?a?
Buena parte de la comunidad cient¨ªfica ha argumentado lo poco acertado de la metodolog¨ªa empleada en esta gu¨ªa y lo mucho que difieren estos consejos que los que hasta la fecha se han obtenido sobre estas cuestiones. Tambi¨¦n hay que ser conscientes del peligro que puede suponer esta informaci¨®n en manos de la opini¨®n p¨²blica, que tiene muy dif¨ªcil interpretar de forma adecuada esta clase de informaci¨®n.
Otro de los argumentos, dejando por un momento a un lado las cuestiones de salud relativas a los consumidores, se ha centrado en la nula consideraci¨®n de las cuestiones medioambientales y de sostenibilidad. Recordemos que, seg¨²n diversos informes, cumplir con el desaf¨ªo de aportar una dieta saludable y sostenible a aproximadamente 10.000 millones de personas en 2050 precisar¨¢ de una reducci¨®n sustancial en el consumo de carne roja y un cambio de paradigma hacia patrones diet¨¦ticos basados principalmente en vegetales.
As¨ª, la True Health Initiative, ha mostrado abiertamente su ¡°respetuoso desacuerdo¡± con la publicaci¨®n de esta gu¨ªa; al igual que la Escuela de Salud de Harvard T. Chan quien del mismo modo ha documentado con profusi¨®n su desacuerdo haciendo constar con claridad que:
- Estas pautas son incompatibles con el principio de ¡°lo primero no da?ar¡±. En la pr¨¢ctica cl¨ªnica y con el conocimiento actual, ser¨ªa toda una irresponsabilidad si un profesional sanitario que conociera que un paciente consume diariamente dos o m¨¢s raciones de carne roja o procesada, no le dijera nada y le animara a perpetuar esa pr¨¢ctica.
- Estas pautas son incompatibles tambi¨¦n con el principio de precauci¨®n en salud p¨²blica. Es decir, resulta irresponsable y poco ¨¦tico emitir pautas diet¨¦ticas que promuevan el consumo de carne, teniendo en cuenta incluso la escasa solidez de la evidencia.
¡°Desgraciadamente, los responsables del art¨ªculo decidieron usar el sistema GRADE, que ofrece un resultado contrario a las recomendaciones actuales sobre la reducci¨®n de la ingesta de carne", ha comentado el doctor John Sievenpiper, coautor de uno de los metaan¨¢lisis. "Me opongo completamente a esta recomendaci¨®n y me preocupa el da?o permanente que se puede ocasionar a la salud p¨²blica y del planeta".
Por su parte Marion Nestle, reconocida especialista en Salud P¨²blica en materia de nutrici¨®n y autora de una infinidad de interesantes obras de divulgaci¨®n, tambi¨¦n se ha pronunciado en su blog sobre estas gu¨ªas, a las que considera un claro ejemplo de nihilismo nutricional: ¡°Como los estudios observacionales utilizan datos autoinformados y estos son, al parecer, necesariamente defectuosos, no podemos obtener conclusiones cient¨ªficas y por lo tanto debemos descartarlas. Y dado que no podemos hacer estudios m¨¢s rigurosos, no debemos dar ning¨²n consejo poblacional sobre qu¨¦ estilos diet¨¦ticos son mejores para la salud o para el medio ambiente¡±.
En Espa?a las reacciones no se han hecho esperar, algunos de los epidemi¨®logos e investigadores, como Miguel ?ngel Mart¨ªnez-Gonz¨¢lez, catedr¨¢tico de Epidemiolog¨ªa y Salud P¨²blica de la Universidad de Navarra, o la tambi¨¦n catedr¨¢tica Maira Bes-Rastrollo, especialista en Salud P¨²blica y Medicina Preventiva, o como Miguel ?ngel Royo Bordonada, investigador y especialista en estas mismas ¨¢reas, han ahondado en los errores del trabajo y los riesgos que se asumen con su mensaje.
Por su parte la Sociedad Espa?ola de Epidemiolog¨ªa ha emitido un comunicado en el que, alineados con sus colegas, reconocen que no hay nuevos datos que cambien lo que ya conoc¨ªamos, tan solo una nueva forma de reinterpretarlos cuajada de errores por culpa de una metodolog¨ªa poco adecuada.?El Instituto de Salud Carlos III, junto al Centro Nacional de Epidemiolog¨ªa (CNE) y el Centro de Investigaci¨®n Biom¨¦dica en Red de Epidemiolog¨ªa y Salud P¨²blica (CIBERESP), tambi¨¦n se han posicionado.?
?Qu¨¦ se le reprocha al art¨ªculo?
Hay m¨²ltiples y variados puntos: uno de los m¨¢s llamativos es que los tres metaanalisis dicen lo contrario que la gu¨ªa general. El primero dice existe una evidencia baja o muy baja que sugiere que los patrones diet¨¦ticos con menos ingesta de carne roja y procesada pueden conducir a reducciones muy peque?as en los resultados adversos cardiometab¨®licos y de c¨¢ncer. El segundo, que los efectos absolutos de la reducci¨®n del consumo de carne roja y procesada en la mortalidad e incidencia del c¨¢ncer son muy peque?os, y la certeza de la evidencia es baja a muy baja. El tercero, que la magnitud de la asociaci¨®n entre el consumo de carne roja y procesada con la mortalidad por todas las causas y con los eventos cardiometab¨®licos adversos es muy peque?a, y la evidencia es baja.
Es decir, si suponemos que hemos hallado una relaci¨®n de influencia entre el consumo de carne y la salud, esta es de sentido negativo antes que positivo. Resumiendo: m¨¢s carne igual a menos salud. Es cierto que la calidad de este conocimiento no es como para tirar cohetes, pero resulta bastante chocante que las recomendaciones de la gu¨ªa animen a seguir comiendo carne como si no hubiera un ma?ana. En resumen y tal como sostiene Miguel ?ngel Mart¨ªnez-Gonz¨¢lez, autor de Salud a ciencia cierta, ¡°una lectura atenta hace ver que las conclusiones de la gu¨ªa est¨¢n en desacuerdo con los datos de los mismos estudios en los que afirman estar basados¡±.
Otra importante pega es que la metodolog¨ªa GRADE es especialmente ¨²til al aplicarse en metaan¨¢lisis de estudios de intervenci¨®n, y no en estudios observacionales como los que nos ocupan. Lo que se ha hecho con este ¡°sistema¡± ha sido algo similar a valorar la calidad de un veh¨ªculo deportivo con los criterios que medir¨ªan la calidad de un tr¨¢iler.
Por ¨²ltimo, y no menos importante, tambi¨¦n se observa una importante omisi¨®n de algunos ensayos en estas supuestas revisiones ¡°sistem¨¢ticas¡±. Estos ensayos ser¨ªan, por ejemplo, el PREDIMED y el Programa de Prevenci¨®n de Diabetes que, de haber sido incluidos, probablemente hubieran aportado un mayor nivel de evidencia a los resultados de los metaan¨¢lisis.
Sea como fuere y a pesar de lo que mucho que a algunos les cuesta interiorizarlo, la ciencia es avance, es cambio, y la nutrici¨®n es ciencia. O por lo menos eso se pretende. Habr¨¢, como ha habido, cambios de paradigma; habr¨¢, como ha habido, cambios en las recomendaciones; habr¨¢ como ha habido, tropezones -a fin de cuentas la ciencia la hacemos los humanos, y somos bastante falibles- pero, aunque a estas alturas estoy de veras abierto a todo que se me argumente de forma adecuada, me costar¨ªa creer que el d¨ªa de ma?ana se consoliden recomendaciones sobre el consumo de carne diferentes a las actuales, que se resumen de manera muy simple: comer menos alimentos de origen animal y procesados con ingredientes animales, y comer m¨¢s alimentos de origen vegetal: legumbres, frutos secos, frutas, verduras, hortalizas y cereales integrales. Siempre que adem¨¢s hagamos buenas elecciones, porque tambi¨¦n se puede liar parda con elecciones 100% veganas, pero completamente insanas.
El origen y la actualidad
Para una gran parte de la opini¨®n p¨²blica el ¡®pecado original¡¯ del actual rifirrafe c¨¢rnico lo aport¨® la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Fue la OMS quien, para muchos y all¨¢ por 2015, abri¨® la caja de los truenos con aquel pol¨¦mico informe que ha propiciado que la industria c¨¢rnica est¨¦ lami¨¦ndose las heridas cuatro a?os m¨¢s tarde. Fue ¡®pol¨¦mico¡¯ principalmente porque buena parte de los medios de comunicaci¨®n no supieron contextualizar de forma adecuada el mensaje y se dio pie a titulares alarmistas y burlescos a partes iguales.
Pero lo cierto es que el asunto ven¨ªa desde bastante tiempo atr¨¢s. Si bien fue en 2015 cuando la OMS pronunci¨® la palabra maldita -c¨¢ncer- asoci¨¢ndolo de alguna manera al consumo de carnes rojas y derivados c¨¢rnicos, esta relaci¨®n se hab¨ªa observado ya tiempo atr¨¢s (2007) por el Fondo Mundial la Investigaci¨®n del C¨¢ncer (siendo ratificada por la misma entidad en 2018) y se hab¨ªa empezado a sospechar all¨¢ por la d¨¦cada de los a?os ¡¯80 del pasado siglo XX.
Salud, ¨¦tica, sostenibilidad, tendencia, ciencia, oportunismo, respeto, ecologismo, moda, animalismo, negocio e incluso fiebre son algunas de las aristas -una m¨¢s amables, otras no tanto- que rodean en la actualidad esa corriente que invita, con diversos argumentos, a comer menos carne. Resumido en 4 palabras: M¨¢s vegetales, menos animales, que no por casualidad, corresponde al t¨ªtulo de una muy recomendable lectura del nutricionista y divulgador Julio Basulto y el Dr Juanjo C¨¢ceres. Hagamos caso de sus consejos; nuestro cuerpo y el planeta lo agradecer¨¢n.
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