Qu¨¦ comer para perjudicar lo menos posible al medio ambiente
Comprar productos locales de proximidad o consumir carne y l¨¢cteos 'eco' no siempre es lo m¨¢s sostenible. Desmontamos algunos mitos y damos pautas para comer m¨¢s ecol¨®gico, pero de verdad.
Hay dos cosas que todo el mundo tiene bien claras a d¨ªa de hoy; y el que no las tenga, puede ir poni¨¦ndose las pilas. La primera es que lo que comemos -o dejamos de comer- afecta de forma importante a nuestro particular pron¨®stico de salud; la segunda, que la actividad humana es un elemento clave en la salud del planeta.
Estas dos realidades dejan encima de la mesa algunos problemillas importantes: por un lado, saber que aquello que hemos decidido comer -y por tanto producir- no tiene porque ser lo m¨¢s saludable para nosotros; de hecho, en t¨¦rminos poblacionales, estamos muy lejos de seguir una dieta adecuada. Por el otro, que la producci¨®n de esos alimentos es especialmente perjudicial en t¨¦rminos de cambio clim¨¢tico; sin olvidar otro h¨¢ndicap demoledor e impepinable: el crecimiento sin parang¨®n de la poblaci¨®n mundial en los ¨²ltimos 250 a?os.
El informe de la EAT-Lancet Commission
Ante este panorama, a principios de 2019 vio la luz lo que se conoce como el informe de la EAT-Lancet Commission, un exhaustivo trabajo en el que se abordaron de forma especialmente razonada y pr¨¢ctica todas estas cuestiones (hay un resumen en espa?ol en este enlace o en 7 idiomas m¨¢s en este otro). Apuntamos que la EAT-Lancet Commission est¨¢ compuesta por 37 cient¨ªficos l¨ªderes mundiales de 16 pa¨ªses de diversas disciplinas cient¨ªficas, y su objetivo es alcanzar un consenso cient¨ªfico en base a un doble objetivo: planificar un patr¨®n diet¨¦tico saludable, compatible con una producci¨®n sostenible de alimentos. Todo ello con los l¨ªmites marcados por la poblaci¨®n mundial de cara a 2050.
Mucha gente, mala alimentaci¨®n
Solo hay que poner en perspectiva que esta poblaci¨®n estaba cuantificada en unos 200 millones de humanos en fechas pr¨®ximas al origen de la era cristiana; y se alcanzaron los 500 millones quince siglos despu¨¦s, en torno al ¡®descubrimiento¡¯ del continente americano. A partir de entonces la poblaci¨®n se duplic¨® en apenas dos siglos; y desde la revoluci¨®n industrial -en especial desde el siglo XX-, la poblaci¨®n mundial se ha venido duplicando cada 30 o 40 a?os.
A d¨ªa de hoy somos cerca de 7.800 millones de habitantes y, aunque afortunadamente el crecimiento se ha ralentizado en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, seguimos creciendo y no poco. Tanto que las estimaciones m¨¢s ajustadas hablan que para el a?o 2050, la poblaci¨®n mundial superar¨¢ los 10.000 millones de personas. Resumiendo: somos muchos, comemos mal, y eso, adem¨¢s de hacernos da?o a nosotros, acelera el cambio clim¨¢tico.
En el patr¨®n diet¨¦tico recomendado, nada nuevo: recomiendan que la mitad de todo aquello que comemos tenga un origen vegetal fresco a base de frutas, verduras y hortalizas, adem¨¢s de frutos secos. La otra mitad deber¨ªan ser cereales integrales y fuente de prote¨ªnas vegetales -principalmente legumbres- con una escasa presencia de carnes, leche y l¨¢cteos, y az¨²cares a?adidos. Algo que se parece mucho al famoso Plato de la Alimentaci¨®n Saludable promovido por la Escuela de Salud P¨²blica de la Universidad de Harvard; de hecho, el director de la EAT-Lancet Commission, es el reconocido Profesor Walter Willet. Las dietas vegetarianas y veganas ser¨ªan dos opciones saludables dentro de este esquema, como parte de las elecciones personales.
?Qu¨¦ hay del planeta?
Si comparamos el patr¨®n diet¨¦tico t¨ªpico actual con las recomendaciones expuestas es f¨¢cil observar que estamos muy lejos del ideal: pero el panorama se pone a¨²n m¨¢s oscuro cuando se estudia el actual esquema de producci¨®n de alimentos y su impacto sobre el cambio clim¨¢tico. Tal como tenemos planteado en la actualidad el sistema de producci¨®n de alimentos, es imposible satisfacer las demandas nutricionales de toda la poblaci¨®n sin da?ar al planeta de forma irreversible. Aqu¨ª van algunos datos a tener en cuenta:
- De toda la actividad humana, la emisi¨®n de gases de efecto invernadero, es el elemento que m¨¢s impacta en el cambio clim¨¢tico, y de todas las emisiones mundiales, m¨¢s de una cuarta parte -en concreto el 26%- est¨¢n ocasionadas por la producci¨®n de alimentos.
- La mitad de la tierra habitable del mundo -que no sean desiertos o est¨¦n cubiertas de hielo- se emplea para la agricultura.
- El 70% de toda el agua dulce movilizada por el ser humano se emplea tambi¨¦n para la producci¨®n de alimentos.
- El 78% de toda la eutrofizaci¨®n -t¨¦rmino que refiere a la principal causa de contaminaci¨®n y deterioro de ecosistemas marinos y de agua dulce- es causa directa, igualmente, de dicha producci¨®n alimentaria.
El problema aqu¨ª no es que los humanos tengamos que producir alimentos para comer -algo inevitable- y que eso da?e al planeta; el problema es que la actual producci¨®n de alimentos es insana, y hay que buscar esquemas productivos m¨¢s beneficiosos para nuestra salud y menos da?inos para el medio ambiente. En palabras del Profesor Johan Rockstr?m: ¡°La producci¨®n mundial de alimentos amenaza la estabilidad clim¨¢tica y la resistencia del ecosistema. Constituye el mayor impulsor de degradaci¨®n ambiental y de transgresi¨®n de los l¨ªmites planetarios. El resultado de la suma de ambas es grave. Es urgente y necesaria una transformaci¨®n radical del sistema alimentario mundial. Si no actuamos, el mundo corre el riesgo de no cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y el Acuerdo de Par¨ªs¡±. El actual patr¨®n productivo de alimentos no es sostenible.
Conc¨¦ntrate en qu¨¦ comes antes que en saber de d¨®nde viene lo que comes
Los alimentos que consumimos obedecen al balance de la oferta y la demanda, y desde una perspectiva poblacional demandamos demasiados alimentos insanos. Son as¨ª, insanos, porque se alejan del patr¨®n nutricional saludable, y porque la producci¨®n de los mismos tiene un impacto especialmente negativo en el medioambiente.
Si eres una persona comprometida a todos los niveles, querr¨¢s saber qu¨¦ puedes hacer para tomar las decisiones adecuadas en tu desayuno, comida y cena. Es posible que lo primero que te toque hacer es cambiar algunos clich¨¦s, entre ellos ese que antepone el comer local a cualquier otra medida. O consumir carne de origen ecol¨®gico antes que consumir menos carne (con cualquier origen).
Comer local est¨¢ bien, pero antes que todo eso y en relaci¨®n al impacto medioambiental es m¨¢s importante centrarse en el "qu¨¦" antes que en el "de d¨®nde". "Comer local" tendr¨ªa un impacto significativo en la emisi¨®n de gases de efecto invernadero si el transporte fuera responsable de una parte significativa de la huella de carbono implicada en la producci¨®n de alimentos. Pero en la mayor parte de los casos no sucede as¨ª. La p¨¢gina Environmental impacts of food production nos ofrece algunos ejemplos: para casi todos los alimentos, y en especial para aquellos con mayor huella de carbono, el 80% de dicha huella procede estrictamente de su producci¨®n -uso de recursos y emisiones de los animales- mientras que solo el 10%, o mucho menos, se asocia a su transporte.
Hay casos en los que, dependiendo de lo que se escoja, ¡®comer local¡¯ supone una mayor emisi¨®n de gases de efecto invernadero. En la mayor parte de pa¨ªses, solo se pueden cultivar y cosechar ciertos alimentos en temporadas concretas. Sin embargo, los consumidores los demandan durante todo el a?o. Para cubrir esta demanda solo existen tres opciones: 1) importarlos de pa¨ªses donde est¨¢n en temporada; 2) utilizar m¨¦todos de producci¨®n intensivos -como invernaderos- para producirlos durante todo el a?o, que requieren una energ¨ªa extra para su producci¨®n; o 3) que se emplee la refrigeraci¨®n y otros m¨¦todos de conservaci¨®n para almacenarlos durante largas temporadas.
La mayor parte de los estudios que observan este dilema muestran que la primera opci¨®n es el m¨¦todo que menor huella de carbono ofrece: este estudio concluye que importar lechugas espa?olas al Reino Unido en invierno genera entre tres y ocho veces menos emisiones que producirlas all¨ª. Este otro observ¨® que los tomates producidos en invernaderos en Suecia usaban 10 veces m¨¢s energ¨ªa que importarlos del sur de Europa. Aunque lo mejor, antes que pretender tener acceso a todo durante todo el a?o, ser¨ªa usar el consumo local; pero con la temporalidad y caracter¨ªsticas de cada localizaci¨®n geogr¨¢fica.
Aunque el impacto relativo del transporte es peque?o en la mayor parte de alimentos, hay una excepci¨®n: los que viajan en avi¨®n. Solo una peque?a parte de los alimentos que recorren grandes distancias lo hacen en avi¨®n, la mayor¨ªa viajan en barco. Los alimentos voladores son casi siempre muy perecederos -de ah¨ª que se utilice el avi¨®n como medio de transporte- y su huella de carbono es muy significativa; por lo que, si est¨¢s sensibilizado con estas cuestiones, el avi¨®n es un elemento a evitar.
Menos carne -y l¨¢cteos- siempre es mejor que carne -o l¨¢cteos- ¡°sostenibles¡±
La producci¨®n de 100 gramos de prote¨ªna animal a partir de carne de vacuno genera 30 veces m¨¢s huella de carbono que la producci¨®n de 100 gramos de prote¨ªna vegetal (por ejemplo, guisantes). A este dato le afecta muy poco el m¨¦todo de producci¨®n de la carne, tenga la etiqueta de ¡®sostenible¡¯, eco o ninguna. En el panorama europeo, la producci¨®n de carne, huevos, leche y l¨¢cteos representa el 83% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero atribuidas a la producci¨®n alimentaria.
No obstante, si abandonar el consumo de productos de origen animal no forma parte de tu ecuaci¨®n, has de saber que en relaci¨®n a la huella de carbono las producciones m¨¢s contaminantes proceden, por este orden, del vacuno, el cordero, las gambas de piscifactor¨ªa y los quesos. Las que menos huella ofrecen, dentro de los alimentos de origen animal, son, de menos a m¨¢s: el pescado de piscifactor¨ªa, los huevos, el pollo y el cerdo. Aqu¨ª tienes los datos, tuyas son las decisiones.
Una ¨²nica salud
Una ¨²nica salud es un t¨¦rmino de nuevo cu?o del que se viene hablando en los ¨²ltimos a?os y que procede del ingl¨¦s ¡®One Health¡¯. Bajo este paraguas se pretende englobar la cuesti¨®n de la salud desde una perspectiva integradora, teniendo en cuenta y al mismo tiempo la salud humana, la del medioambiente y el bienestar animal. Lo que es bueno para uno es bueno para todos. Sin caer en buenismos recalcitrantes ni en esquemas mitol¨®gicos tipo Gaia o Gea -diosa primigenia que representa la Tierra, observado hasta cierto punto en la pel¨ªcula Avatar- lo que el informe de la EAT-Lancet Commission pone de relieve es que, en relaci¨®n a los alimentos, hay un punto de encuentro entre lo que ego¨ªstamente m¨¢s nos puede interesar en un futuro m¨¢s inmediato; como gozar de mejor salud y un futuro como especie a largo plazo, como la sostenibilidad. En ese punto de encuentro coinciden todas las recomendaciones en lo referente al consumo de alimentos y a su producci¨®n. Tanto que, seg¨²n el mencionado informe, seguir las recomendaciones diet¨¦ticas comentadas servir¨ªa para reducir en un 22% las muertes de adultos en el panorama mundial, y reducir al mismo tiempo en un 40% las emisiones de gases de efecto invernadero.
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