Horchata casera para un verano azul

Cuando yo era peque?a y ve¨ªa las reposiciones de Verano azul (la temporada original me pill¨® en la cuna), alucinaba con lo que com¨ªan aquellos ni?os. Primero porque yo odiaba las sardinas mientras que ellos se las zampaban con alegr¨ªa y ansia viva en la cubierta de La Dorada. Y despu¨¦s porque beb¨ªan litros y litros de un l¨ªquido blanco que llamaban horchata. En mi pueblo no hab¨ªa horchater¨ªa y lo m¨¢s ex¨®tico que ten¨ªa el del cami¨®n de las gaseosas era Casera Naranja, as¨ª que pas¨¦ mi ni?ez pensando que horchata era como llamaban en otros sitios a la leche, aunque la bebieran con pajita.

Si vosotros est¨¢is acostumbrados a la horchata industrial, siento deciros que sois tan ignorantes en el tema como yo hace 20 a?os, porque la horchata hecha en casa tiene un sabor mucho m¨¢s complejo y sabroso que la comprada. Seguro que eso tambi¨¦n lo sab¨ªan Tito, Pira?a, Pancho y compa?¨ªa, que se pon¨ªan ciegos a leche de chufas en las terrazas de Nerja.

As¨ª lo atestigua Mercedes Cebri¨¢n, autora de ¡°Verano azul: unas vacaciones en el coraz¨®n de la Transici¨®n¡± (Alpha Decay, 2016), libro en el que analiza la importancia de la serie de Mercero para el imaginario espa?ol a trav¨¦s de una chiripitifl¨¢utica ruta guiada por Nerja. Mercedes, nost¨¢lgica perdida y capaz de recitar di¨¢logos de la serie de memoria, cuenta c¨®mo Verano azul fue la gu¨ªa vital para todos aquellos ni?os de los 80 que se identificaron con el veraneante ocasional ¨¢vido de aventuras. Mientras el pa¨ªs y la sociedad cambiaban radicalmente, la serie de TVE que ahora nos parece tan blanca y mo?as met¨ªa el pie en conflictos modernos e inesperados como la ecolog¨ªa o las madres solteras.

Los temas de Verano azul reflejaban la mezcla de tradici¨®n y rupturismo que se viv¨ªa en Espa?a en 1981, y por supuesto la alimentaci¨®n y las meriendas que se pegaban sus protagonistas as¨ª lo transmit¨ªan. La lecher¨ªa de los t¨ªos de Pancho y la taberna de Frasco conviv¨ªan con los chiringuitos playeros donde los padres se tomaban un cubata a media ma?ana. Las aventuras se festejaban con sardinas asadas, paella y bocadillos de mortadela envueltos en albal, pero tambi¨¦n se ve¨ªan las primeras bolsas de patatas fritas e incipientes helados industriales de corte de sabores.

Como yo sigo odiando las sardinas y la vida no me da para hacer una paella can¨®nica con madera de naranjo, la mejor manera que he encontrado de homenajear a aquellas tardes pasadas en el sof¨¢ de escay frente al televisor ha sido la horchata. Una bebida sana y refrescante que podemos hacer en casa f¨¢cilmente y con un resultado superlativo.

Tan s¨®lo nos hace falta encontrar chufas, a ser posible de Valencia y con denominaci¨®n de origen. B¨¢sicamente porque as¨ª os asegur¨¢is que sean frescas y de calidad, cosa que las chufas resecas vendidas al peso no siempre cumplen. Las valencianas son tan buenas que simplemente hidratadas durante 6 horas se pueden comer a lo loco, con un poder adictivo superior al de las pipas.

La horchata de chufas se puede hacer c¨®modamente con una batidora potente. Lo m¨¢s complicado del proceso es exprimir el licuado para sacar todo su jugo a los peque?os tub¨¦rculos, pero se puede hacer con un pa?o fino, una tela para quesos o una bolsa de germinados y leches vegetales, que encontrar¨¦is por muy poco precio en tiendas de productos ecol¨®gicos o herborister¨ªas y que se pueden reutilizar hasta el infinito.

El ¨²nico problema que plantea la horchata es que a veces, si no se consume de inmediato y se reserva un par de d¨ªas se vuelve espesa y mucilaginosa. Eso ocurre porque las impurezas que hay en la piel rugosa de las chufas hacen que la bebida fermente y adquiera un aspecto cortado. La soluci¨®n: beber la horchata en cuanto se elabora (para que est¨¦ fresca usad agua muy fr¨ªa y hielos) o desinfectar lo mejor posible las chufas antes de triturarlas. As¨ª nos aguantar¨¢ en la nevera unos cuantos d¨ªas sin problema.

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