Windsor, el refugio de Isabel II en tiempos de incertidumbre
La monarca, que ha pasado all¨ª el fin de semana aunque permanecer¨¢ en Londres por el coronavirus, ha convertido este castillo en su favorito desde que se confin¨® all¨ª de ni?a por la II Guerra Mundial
En un promontorio sobre el r¨ªo T¨¢mesis, imponente y dominando el paisaje como si fuera una representaci¨®n de la monarqu¨ªa brit¨¢nica de la que es sede y fortaleza desde hace un milenio, se alza el castillo de Windsor. Un inmenso complejo de torreones de piedra y verdes parques que se aprecian desde casi cualquier rinc¨®n del coqueto pueblo del mismo nombre, lleno de pubs y de tiendas con las puertas llenas de flores.
Windsor es el lugar favorito de ...
En un promontorio sobre el r¨ªo T¨¢mesis, imponente y dominando el paisaje como si fuera una representaci¨®n de la monarqu¨ªa brit¨¢nica de la que es sede y fortaleza desde hace un milenio, se alza el castillo de Windsor. Un inmenso complejo de torreones de piedra y verdes parques que se aprecian desde casi cualquier rinc¨®n del coqueto pueblo del mismo nombre, lleno de pubs y de tiendas con las puertas llenas de flores.
Windsor es el lugar favorito de Isabel II, la reina de Inglaterra. Es el lugar que m¨¢s siente como su hogar, y por eso acude all¨ª a pasar cada fin de semana que su agenda, todav¨ªa apretada a los 93 a?os, le permite. All¨ª suele instalarse una semana larga mientras duran las carreras de Ascot o en las vacaciones de Pascua. Aunque puede elegir entre dos docenas de casas, palacios y palacetes, la soberana reparte su tiempo entre el suntuoso palacio de Buckingham o las residencias de Balmoral, en Escocia y m¨¢s usual en verano, y de Sandringham, habitual de la Navidad y sita en la campi?a inglesa. Pero nada como Windsor.
Es all¨ª donde la monarca m¨¢s longeva del mundo se confin¨® durante el fin de semana para huir de Londres e, inicialmente, aislarse del coronavirus, una pandemia global que afecta de forma grave a las personas de m¨¢s edad. Y ella cumplir¨¢ los 94 en un mes, mientras que su esposo, Felipe de Edimburgo, se acerca poco a poco a los 99. Seg¨²n anunciaron fuentes de palacio el viernes, la reina ha decidido posponer sus compromisos oficiales y viajes. De ah¨ª que su marcha a Windsor el fin de semana se entendiera como un aislamiento. Pero, por el momento y hasta nueva orden, va a seguir en el palacio de Buckingham, con menos audiencias y recibiendo semanalmente al primer ministro, Boris Johnson. Sin huir de Londres.
La soberana solo tuvo que marcharse obligada de la capital brit¨¢nica una vez, y entonces se refugi¨® en Windsor. Ah¨ª esas torres y parques se convirtieron en su lugar favorito. Fue durante el blitz, el bombardeo de Londres por parte de las fuerzas alemanas en la II Guerra Mundial. A principios de los a?os cuarenta, las entonces princesas Isabel y Margarita se confinaron en el castillo con su ni?era, sus mentores y parte del servicio mientras el rey Jorge VI permanec¨ªa en la ciudad.
All¨ª, en una ¨¦poca excepcional, fue cuando la adolescente Isabel vivi¨® una vida normal. La joven heredera estudiaba, montaba a caballo y jugaba con su hermana menor. Incluso las peque?as organizaron una representaci¨®n teatral del cuento Aladino para la Navidad de 1943. Isabel interpretaba al perspicaz ladr¨®n; Margarita, a la princesa.
Si el lugar fue fundamental como refugio en la II Guerra Mundial, un cuarto de siglo antes, en la Primera, cambi¨® el curso de la monarqu¨ªa: les dio su apellido. El muy germ¨¢nico Saxe Coburgo Gotha no sonaba demasiado bien y la mejor opci¨®n fue tomar el nombre del lugar para darle una sonoridad mucho m¨¢s brit¨¢nica.
Por todo ello Windsor, a apenas una hora de la ciudad, es un lugar clave para la corona. All¨ª se acoge a los m¨¢s altos mandatarios que visitan el Reino Unido, como Donald Trump, Nicolas Sarkozy o Ronald Reagan, que mont¨® a caballo junto a la reina por sus terrenos hace casi cuarenta a?os. Adem¨¢s, el lugar acoge la ceremonia m¨¢s solemne de las que celebra la monarqu¨ªa brit¨¢nica: la imposici¨®n de la Orden de la Jarretera, que el a?o pasado la monarca les entreg¨® con toda esa pompa y boato que saben poner en marcha los brit¨¢nicos en sus momentos grandiosos a Felipe VI y a Guillermo de Holanda. De ah¨ª que, cuando en 1992 ardiera una de sus torres y devastara parte del lugar, el fuego fuera la puntilla para una reina dolorida por los divorcios de sus hijos Carlos y Andr¨¦s. Ese fue el annus horribilis de la familia real brit¨¢nica.
Es tambi¨¦n en el castillo y sus terrenos donde suceden esos actos que marcan la evoluci¨®n de una familia, su crecimiento y su mengua. All¨ª muri¨® de una bronquitis a los 101 a?os la reina madre, a la que enterraron en la capilla de San Jorge, parte del castillo, junto a su esposo, Jorge VI, y las cenizas de su hija Margarita ¡ªprimer miembro de la familia real en ser incinerada¡ª. All¨ª pas¨® por el altar por segunda vez Carlos de Inglaterra, en abril de 2005, con Camilla Parker-Bowles. Y all¨ª se casaron Enrique de Inglaterra y Meghan Markle, en mayo de 2018. Los flamantes duques de Sussex se enamoraron del lugar tanto como para restaurar una de las casas de sus parques, Frogmore House, e instalarse all¨ª, lejos del barullo londinense. Solo les dur¨® unos meses. Ni siquiera la fuerza de Windsor ha sido suficiente para hacer que se queden entre los suyos.