Memoria del 'blitz'
Una estaci¨®n de metro abandonada evoca los bombardeos nazis sobre Londres
En la noche del 6 de septiembre de 1940, la Luftwaffe lanz¨® sus primeras bombas sobre Londres y empez¨® a engendrar una de las p¨¢ginas m¨¢s gloriosas de la historia brit¨¢nica: el blitz de Londres, la estoica resistencia del pueblo brit¨¢nico a los bombardeos nazis.
La capital brit¨¢nica conmemora estos d¨ªas el 70? aniversario de aquella pesadilla con una serie de actos y exposiciones. La vieja estaci¨®n de Aldwych, en el Strand, en desuso desde hace a?os, ha sido reabierta estos d¨ªas para recrear aquellos dram¨¢ticos momentos en los que miles de londinenses se refugiaban en el metro. El ¨¦xito de la idea ha sido absoluto y todas las entradas est¨¢n ya vendidas.
Las bombas empezaron a caer sobre Londres a ¨²ltima hora de la tarde de aquel primer viernes de septiembre y los aviones alemanes no dejaron de escupir fuego hasta 36 horas despu¨¦s, en la ma?ana del domingo 8 de septiembre. Fue el primer acto de una campa?a de 57 d¨ªas consecutivos de bombardeos, todas las noches pero tambi¨¦n a menudo en pleno d¨ªa.
El blitz (literalmente, bombardeo) no se limit¨® a Londres: afect¨® a ciudades como Coventry, Birmingham, Southampton, Liverpool, Bristol, Manchester, Sheffield, Porthsmouth y muchas otras, elegidas por la importancia de su industria. Pero Londres se ha convertido en el icono de aquellos d¨ªas, con im¨¢genes como la catedral de Saint Paul envuelta en humo o las calles en ruinas de los barrios obreros del East End.
O los cascotes del tambi¨¦n bombardeado palacio de Buckingham y la entonces reina Isabel y luego reina madre forjando su leyenda: "Ahora puedo mirar a los ojos a la gente del East End", dijo en aquel momento la esposa del rey Jorge VI. La familia real nunca abandon¨® Londres. "Los ni?os no se ir¨¢n si yo no voy con ellos. Yo no deber¨ªa irme si no lo hace tambi¨¦n el rey. Y el rey no abandonar¨¢ el pa¨ªs pase lo que pase", coment¨® en 1941 la madre de la actual soberana.
Los poco m¨¢s de 3.000 afortunados que han conseguido un pase para visitar la vieja estaci¨®n de Aldwych tendr¨¢n que bajar 160 pelda?os a trav¨¦s de una escalera met¨¢lica de caracol antes de llegar, a 28 metros de profundidad, a la plataforma en la que se refugiaron miles de londinenses. Sin embargo, el metro tard¨® meses en convertirse en refugio: la compa?¨ªa tem¨ªa las avalanchas de civiles durante los bombardeos y el Gobierno cre¨ªa que muchos civiles acabar¨ªan qued¨¢ndose a vivir en el metro y dejar¨ªan de ir al trabajo.
All¨ª abajo el visitante encontrar¨¢ un viejo convoy de metro de 1938, una modernidad en aquellos tiempos y que a¨²n estar¨ªa en servicio en los a?os ochenta. En esos vagones, en las plataformas y antes en las paredes de la estaci¨®n encontrar¨¢n anuncios y carteles de la ¨¦poca. Carteles que ped¨ªan a los londinenses que utilizaran el metro s¨®lo en caso de necesidad. "?Es su viaje realmente necesario?", reza uno. "No viaje para divertirse salvo que su trabajo sea una diversi¨®n", pide otro. No faltan anomal¨ªas, como los enormes carteles de "Prohibido fumar" que acaparan las ventanas de los vagones y que no pueden ser de aquella ¨¦poca: la prohibici¨®n no se introdujo hasta 1985, tras un incendio en la estaci¨®n de Oxford Circus.
Los visitantes se encontrar¨¢n tambi¨¦n con varios actores que interpretan personajes de la ¨¦poca: la resignada ama de casa que mata las horas haciendo punto; la mujer en¨¦rgica que da instrucciones a los refugiados con la autoridad que le da el uniforme del Servicio Voluntario de Mujeres; los dos extraperlistas de traje elegante y bigotillo recortado que ofrecen con c¨ªnica sonrisa "medias de nylon de Nueva York", "cigarrillos de su marca favorita", "el mejor entrecot de ternera" o "entradas para el teatro".
De repente, suenan las sirenas y la plataforma se llena de un estruendo de bombas y el resplandor de los fogonazos de las explosiones que llegan por el t¨²nel. Uno puede imaginarse tambi¨¦n el temblor de las paredes, los platos con comida de lata, las botellas de agua, las mantas para abrigarse, los sollozos de los ni?os, la sonrisa helada de las madres, el silencio de los abuelos...
El ¨²ltimo bombardeo del blitz de Londres ocurri¨® el 15 de mayo de 1941: medio millar de bombas que alcanzar¨ªan, entre muchos otros edificios, el Museo Brit¨¢nico, el Parlamento y el palacio de Saint James. En aquel ataque murieron 1.364 civiles. El blitz en Londres y en otras ciudades y los bombardeos que a¨²n habr¨ªa antes de que acabara la guerra acabar¨ªan provocando la muerte de 60.044 civiles. Reino Unido los venera como a h¨¦roes.
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