¡®Modus operandi¡¯
Melania Trump, la primera dama m¨¢s ins¨ªpida de la historia, aprovech¨® la convenci¨®n republicana para hablar y no decir nada
Esta semana la expresi¨®n de moda, aparte de vuelta al cole, ha sido burofax. Messi comunic¨® su despedida del Bar?a mediante un burofax. Como a los milenials todo esto les suena a nuevo, el t¨¦rmino se convirti¨® ipso facto en lo segundo m¨¢s buscado en Google despu¨¦s de Messi. Yo algo s¨¦ de burofaxes porque es la t¨ªpica amenaza que emplean los representantes de artistas cuando se ponen farrucos. Que Messi haya enviado uno para decir adi¨®s a su club no me sorprende tanto. Adem¨¢s, no es un regate suyo, sino de su representante, que es su padre.
Todo queda en casa. Retrocedamos a la semana pasada, que tambi¨¦n tuvo su frase de moda. Aderezada por ese tono m¨¢gico y tecn¨®crata que usa Corinna Larsen al pronunciar las palabras modus operandi. En la entrevista que concedi¨® a BBC Four, con mullido acento centroeuropeo y voz grave de John Wayne femenino, la examante (ya se puede decir as¨ª) del rey em¨¦rito, explic¨® que la familia de su examante ¡°lleva 40 a?os ejerciendo un modus operandi como empresa familiar que ahora pone el foco en una sola persona que soy yo¡±. Esa es la inquietante frase, lo perturbador es la manera de pronunciar modus operandi. Corinna no lo susurra en su forma latina, que cre¨ªamos universal, sino a la manera de Wall Street que lo transforma en modus operandai.
Para muchos, esto ha sido un antes y despu¨¦s. Yo conoc¨ª un bar en mi Caracas natal que se llamaba Modus Operandi. Era de ambiente hetero y fue el primero en instalar luces estrobosc¨®picas que avivaban la fluorescencia de maquillajes y vestuarios coloridos. Tuvo m¨¢s ¨¦xito cuando el p¨²blico gay le tom¨® el gusto a lo del fl¨²or e instalaron espejos en las paredes para que los clientes pudi¨¦ramos bailar pendientes de nuestro reflejo. Fue todo un modus operandai, narcisista quiz¨¢, pero muy de mi generaci¨®n. Corinna, que es de mi quinta, la del 65, como la infanta Cristina, mi querido Jes¨²s V¨¢zquez o Linda Evangelista, se ha criado en ese modus vivendi aunque despu¨¦s haya madurado en para¨ªsos financieros que te ense?an lat¨ªn moderno.
Pero en su voz, firme como la de un vaquero de un western de esos que pasan en televisi¨®n, escuchar eso de operandai, ?ay?, es casi una delicia en estos d¨ªas inciertos, con Fernando Sim¨®n confirmando cosas tremendas sobre la pandemia, Messi con sus justificadas ganas de irse, Iker y Sara trajinando sus propiedades inmobiliarias y asust¨¢ndonos con un posible divorcio. Cuando escuchas a Corinna decir operandai, sonr¨ªes, te relajas. Carpe diem.
Cada vez que escribo sobre Corinna, prometo no volver a hacerlo. ?Hab¨¦is visto las fotos de su mansi¨®n en la campi?a inglesa? Un amigo, cr¨ªtico como solo un decorador puede serlo, intent¨® descalificarla sentenciando que est¨¢ decorada como un Bed and breakfast caro. Afe¨¦ el comentario: ?Hemos visto la decoraci¨®n de Marivent alguna vez? La comparaci¨®n explicar¨ªa in situ por qu¨¦ el em¨¦rito se cans¨® del modus vivendi en ambientes avinagrados y opt¨® por un estilo Regencia m¨¢s apropiado para su estatus.
Como yo aspiro tambi¨¦n a llevar una vida privilegiada, empezar¨¦ a decir operandai sin complejos. Otra que tiene su peculiar modus operandi es Melania Trump, la primera dama m¨¢s ins¨ªpida de la historia. Ha modificado el jard¨ªn de rosas ideado por Jacqueline Kennedy, eliminando los cerezos y macizos de flores multicolor sustituy¨¦ndolos por un prado de yerba m¨¢s propio de un cuartel que de la Casa Blanca. Lo estren¨®, in pectore, en su aparici¨®n en la convenci¨®n republicana, vestida de soldado raso. Recordaba mucho al general MacArthur. Y aprovech¨® para hablar y no decir nada.
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