La revisi¨®n del pasado esclavista llega a los palacios de la familia real brit¨¢nica
La fundaci¨®n que gestiona las residencias hist¨®ricas responde a la llamada del movimiento Black Lives Matter y se fija especialmente en Kensington, residencia de los duques de Cambridge
A veces el ajuste de cuentas con el pasado no consiste simplemente en derribar estatuas. Es necesario desempolvar viejos archivos y averiguar si el lujo y esplendor hist¨®ricos fueron financiados con dinero sucio. La historiadora Lucy Worsley, famosa por sus libros amenos y por los documentales de la BBC en los que lo mismo se disfraza de Ana Bolena que de Isabel I para contar la historia del Reino Unido, es adem¨¢s la conservadora jefa de los palacios reales hist¨®ricos, la fundaci¨®n independiente que gestiona y preserva residencias hist¨®ricas como los palacios de Kensington, Kew, Hampton Court, Banqueting Hall, la Torre de Londres o el castillo de Hillsborough. Worsley se ha propuesto seguir el precedente de la National Trust, la fundaci¨®n al cargo de la gran mayor¨ªa del patrimonio hist¨®rico y art¨ªstico de una gran parte del Reino Unido (con la excepci¨®n de Escocia), que el pasado septiembre public¨® un esclarecedor informe sobre los v¨ªnculos con el colonialismo y el esclavismo m¨¢s de noventa de los monumentos que gestiona.
El palacio de Kensington, remodelado por Guillermo III y otros miembros de la dinast¨ªa de los Estuardos, es un icono para todos los fetichistas de la realeza brit¨¢nica. Era la residencia favorita de la reina Ana, de la princesa Margarita, de lady Di, o, m¨¢s recientemente, el domicilio oficial de los duques de Cambridge, Guillermo y Kate. ¡°Todo aquello que est¨¦ relacionado con los Estuardos va a tener en su interior alg¨²n elemento pecuniario derivado del comercio de esclavos¡±, asegura Worsley en una entrevista al diario The Times. ¡°El personaje de la reina Ana es realmente interesante, porque la visi¨®n que tenemos de ella es que fue quien uni¨® a este pa¨ªs tal y como lo conocemos ahora [a trav¨¦s del tratado que junt¨® el destino de Escocia e Inglaterra] y lo condujo a la prosperidad. Pero hay otra visi¨®n que concluye que fue ella quien hizo de esta naci¨®n la m¨¢s pr¨®spera en el mundo gracias al comercio de esclavos, y que esa uni¨®n de los pueblos solo favorec¨ªa si eras blanco y estabas bien posicionado econ¨®micamente¡±.
?D¨®nde est¨¢n los vestigios del esclavismo? ?C¨®mo se se?alan? Y, sobre todo, ?qu¨¦ se hace con ellos? La propia Worsley rechaza que un edificio como el palacio de Kensington sirva hoy en d¨ªa para contar el relato de la esclavitud, pero es necesario utilizar los detalles en su interior que recuerden a esa parte oscura del pasado para explicarla y resaltarla. En la sala de estar del palacio todav¨ªa cuelga la pintura, de dimensiones notables, del artista holand¨¦s del siglo XVII, Aelbert Cuyp, en la que se ve a un ni?o negro que sujeta por sus riendas a dos caballos. El t¨ªtulo original de la obra era Un paje con dos caballos, pero la pieza art¨ªstica se conoce desde siempre como The negro page (El paje negro). A¨²n se recuerda el embarazo que supuso para el personal del palacio de Kensington, en 2016, descubrir en el ¨²ltimo minuto que el t¨ªtulo de marras aparec¨ªa resaltado en la placa de lat¨®n del marco. Justo cuando los duques de Cambridge se dispon¨ªan a recibir en esa sala al matrimonio Obama, de visita en el Reino Unido. Improvisada y chapuceramente se camufl¨® la palabra ¡°negro¡±, aunque muchos comentaristas se preguntaron entonces si, de las m¨¢s de 700 obras pict¨®ricas que alberga el palacio, ten¨ªa que ser esa precisamente la que vieran el presidente estadounidense y la primera dama. No es el ¨²nico rastro inc¨®modo del pasado. Tambi¨¦n est¨¢ el sirviente negro que se dedica a tocar el clar¨ªn en el gran mural que decora la Gran escalera del rey, pintado por William Kent.
La dinast¨ªa de los Estuardos fue clave en la prosperidad del comercio esclavista. Carlos II concedi¨® el monopolio a la Royal African Company (Compa?¨ªa real africana), en cuyo consejo se sentaba su propio hermano, que ser¨ªa en el futuro el rey Jaime II.
Guillermo de Orange (venerado por los unionistas norirlandeses), rey de Inglaterra como Guillermo III y de Escocia como Guillermo II, y su esposa Mar¨ªa II, lleg¨® a tener acciones de la compa?¨ªa esclavista que le regal¨® Edward Colston, el fundador de la infame empresa. La estatua de este ¨²ltimo, en la localidad de Bristol, fue la primera en ser derribada en las revueltas del pasado junio impulsadas por el movimiento Black Lives Matter. Gran parte del dinero obtenido del esclavismo lo destin¨® el rey a comprar el edificio de Nottingham House y remodelarlo a su gusto para convertirlo en el palacio de Kensington.
La revisi¨®n de la historia impulsada por el National Trust y ahora por Historical Royal Palace no ha estado libre de pol¨¦mica. ¡°Lo que la gente espera del National Trust es que se centre en su prop¨®sito, que es el de preservar nuestros lugares hist¨®ricos, sin desviarse en su objetivo. Cuando hacen revisiones como estas, no deber¨ªan sorprenderse de que surjan cr¨ªticas e interrogantes entre la gente que les apoya¡±, advirti¨® recientemente Tina Wendy, la baronesa Stowell, que preside la Charity Commission, el organismo que supervisa la labor de fundaciones y organizaciones filantr¨®picas en el Reino Unido.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.