Camila se enfrenta al fantasma de lady Di
El ¡®establishment¡¯ brit¨¢nico se vuelca en vindicar a la esposa de Carlos de Inglaterra frente al relato que considera sesgado e injusto de la serie ¡®The Crown¡¯
El fantasma de la princesa Diana ha acabado irrumpiendo a finales de un 2020 que, hasta entonces, pertenec¨ªa a su antigua rival, Camila. La hoy duquesa de Cornualles, cuya ¨²nica pretensi¨®n como segunda esposa del heredero siempre fue la de no suponer un lastre en el camino de Carlos hacia el trono brit¨¢nico, ve¨ªa afianzada su imagen de una compa?era que ha sabido sacar lo mejor del pr¨ªncipe en la edad madura. Tambi¨¦n ha logrado estar integrada al completo en la casa de los Windsor y finalmente aceptada por el grueso de los brit¨¢nicos, entendiendo que el plus de ser adem¨¢s querida nunca entrar¨ªa en la ecuaci¨®n. Bast¨® la nueva emisi¨®n ¨Cen noviembre¨C de la serie The Crown para subrayar la fragilidad de ese relato, aunque Camila cuenta ahora y por primera vez con el apoyo sin fisuras de un establishment que apuesta por verla alg¨²n d¨ªa con la corona de consorte.
Ninguno de los tabloides brit¨¢nicos que desde principios de los a?os noventa hicieron el agosto con sus historias sobre el tri¨¢ngulo amoroso Carlos-Diana-Camila rechist¨® cuando el muy mon¨¢rquico historiador Simon Heffer proclamaba meses atr¨¢s que la duquesa ha acabado convirti¨¦ndose en uno de los grandes haberes de la familia real. Heffer recordaba la intensa actividad de Camila en este a?o de pandemia (y sus constantes mensajes de ¨¢nimo o el apoyo activo a las redes de respaldo a los damnificados), a la hora de concluir: ¡°Se ha ganado el derecho a ser reina¡±. M¨¢s entretenida con otros esc¨¢ndalos reales de nuevo cu?o, como el Megxit protagonizado por Enrique y Meghan o la relaci¨®n del pr¨ªncipe Andr¨¦s con el ped¨®filo Jeffrey Epstein, la prensa popular de las islas viene avalando desde hace ya un tiempo la fotograf¨ªa entra?able de los ya abuelos Carlos y Camila. ?l tiene 72 a?os y ella, uno m¨¢s.
El regreso de Diana de Gales a escena, por mor de una de las series m¨¢s exitosas de la plataforma Netflix, ha conseguido sin embargo retroceder el reloj hasta el momento en el que la apodada princesa del pueblo revelaba a los televidentes brit¨¢nicos: ¡°en nuestro matrimonio ¨¦ramos tres¡±. La tercera en discordia es la Camilla Shand ¨Csu nombre de soltera¨C que convenci¨® a Carlos de haber encontrado a su ¡°alma gemela¡± tras una semana compartida en 1972. Un amor que las hechuras reales hicieron imposible por la v¨ªa matrimonial, pero que acab¨® hallando sus recovecos una vez casados ambos con otros y a costa del drama de Diana. (No lo fue tanto para el entonces marido de Camila, Andrew Parker Bowles, mujeriego empedernido y partidario del laissez faire).
La Camila que centra la cuarta temporada de The Crown es retratada como una mujer fr¨ªa y manipuladora, que tiene rendido a sus pies a un pr¨ªncipe introvertido y traumatizado por la relaci¨®n distante con sus progenitores. En cuanto emergieron los cap¨ªtulos a la luz, una legi¨®n de historiadores y conocedores de la familia real salieron a la palestra para desmentir con sus propios datos esa narrativa adversa. Netflix se cubri¨® las espaldas emitiendo el documental Diana, en primera persona, las confesiones grabadas por la princesa poco tiempo antes del accidente de autom¨®vil en el que pereci¨® junto a su entonces acompa?ante, Dodi Al Fayed (Par¨ªs, 1997)
El se¨ªsmo provocado se ha dejado sentir en el bar¨®metro de popularidad de sus reales protagonistas. Los m¨¢s recientes sondeos confirman que una mayor¨ªa de brit¨¢nicos preferir¨ªan un salto en la l¨ªnea de sucesi¨®n, esto es, que el primog¨¦nito de Carlos, Guillermo, accediera al trono tras la muerte de Isabel II. No se trata tanto del impacto de una serie muy popular entre la audiencia ¡ªsuperior a la recabada por la de la popular boda de Guillermo y Kate Middleton en 2011¡ª como de la confirmaci¨®n de que basta una espoleta para recordar que los brit¨¢nicos nunca han acabado de encajar a Carlos. Y mucho menos a Camila, quien hoy suscita un 34% de opiniones positivas y el mismo porcentaje de negativas, seg¨²n la encuestadora YouGov.
Al margen de la patosa reclamaci¨®n del Gobierno brit¨¢nico de que Netflix clarificara que su serie es solo ficci¨®n (ya para entonces, casi todos los interesados la hab¨ªan visto), el aparato de relaciones p¨²blicas de Carlos ha funcionado tan bien como lo ha venido haciendo desde su boda con Camila, en 2015. En estas disfuncionales fiestas navide?as, la duquesa ha sido uno de los personajes de la realeza m¨¢s prol¨ªficos como adalid del esp¨ªritu de resistencia frente a la covid-19, protagonista de portadas de revistas y part¨ªcipe estelar (como ¡°una miembro m¨¢s del p¨²blico¡±) del concurso m¨¢s popular de la BBC, Strictly Come Dancing.
Incluso la prensa popular, The Sun, Daily Mail o Daily Express (este ¨²ltimo erigido hasta hace muy poco en un nost¨¢lgico de lady Di) persisten en recoger testimonios del entorno de la duquesa que brindan el retrato de una mujer amable, considerada y, en palabras del veterano fot¨®grafo real Arthur Edwards, ¡°v¨ªctima de la publicidad m¨¢s adversa sufrida por cualquier otro miembro de la familia real en tiempos modernos¡±. El establishment brit¨¢nico ha cerrado filas en torno a Camila quien quiz¨¢ este a?o haya perdido una batalla, pero todav¨ªa no la guerra.
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