Ferran Adri¨¤: ¡°Me encantan los ¡®bollycaos¡±
El cocinero que revolucion¨® la cocina mundial presenta ¡®Las huellas de elBulli¡¯, documental que repasa la influencia del ¡®templo¡¯ donde cre¨® su leyenda. ¡°No soy un falso modesto, s¨¦ lo que he hecho¡±, arguye.
Ferran Adri¨¤ est¨¢ vestido de Ferran Adri¨¤ ¡ªchaqueta negra, camiseta negra, vaquero negro, todo muy fluido y muy desesctructurado¡ª sentado en un ultramoderno div¨¢n en el chafl¨¢n del edificio de Telef¨®nica en la Gran V¨ªa de Madrid. Un edificio cl¨¢sico con un interior primorosamente remodelado hasta parecer de la era minimalista, pero con kil¨®metros de cables ocultos bajo la superficie para que todo funcione a la perfecci¨®n sin que se note. No parece mal escenario para hablar con el alma de elBulli. Antes, los anfitriones ofrecen un refrigerio de bollos y emparedados saludables y brillantes mandarinas ecol¨®gicas que da gusto verlas. Acaba de salir un colega de entrevistar al chef y, tras la pausa del almuerzo, vendr¨¢n otros. Mentir¨ªa si dijera que no estoy tensa. As¨ª que suelto lastre.
No s¨¦ qu¨¦ preguntarle que no le hayan preguntado antes.
Prueba. He estado 25 a?os con una media de 400 entrevistas al a?o. Hay algunas en las que me he dormido y en otras me han hecho pensar. Y luego hay quien llega y pregunta: ¡°?Usted cu¨¢ndo empez¨®?¡± y entonces me niego y digo: ¡®Vete a internet, por favor¡¯.
?Qu¨¦ va a comer hoy?
Hoy vamos a La Tasquita de Enfrente, aqu¨ª al lado, y seguro que comemos estupendamente.
?Ve la cara de p¨¢nico del cocinero al entrar a un restaurante?
Soy un cliente muy agradecido porque s¨¦ lo duro que es ser cocinero. Ahora elijo restaurante viendo las fotos de los platos en internet, los comentarios ni los miro, y acierto el 99% de las veces.
?Le hace la autopsia a los platos de la competencia?
S¨ª, los miro y digo: esto s¨ª, esto no. Yo es que me dedico a cocinar y entonces una fritura, por muy bonita que sea la foto, si le ponen dos hojas de lechuga al lado, digo: qu¨¦ pu?etas hace eso ah¨ª, malo.
?Cuando tanto disc¨ªpulo le llama Dios llega uno a cre¨¦rselo?
Ni mucho menos, me considero un t¨ªo normalito, sabiendo que lo que hemos hecho es importante. No soy un falso modesto.
?Qu¨¦ hizo, exactamente?
Yo no quer¨ªa ser cocinero pero no puedo tener el cerebro quieto. Cuando empec¨¦ en elBulli, mi idea era hacer una carta peque?ita, pero del 94 al 98 fue una locura. Mi hermano Albert, Oriol Castro y yo lo cambiamos todo. ?ramos unos locos, unos gamberros. Hicimos cosas que no exist¨ªan. No ¨¦ramos ni mejores ni peores, pero fuimos pioneros y ser pionero es lo m¨¢s dif¨ªcil que se puede ser. Habr¨¢ otras revoluciones, pero aquello no volver¨¢ a pasar.
?Por qu¨¦ cree que su ¡®locura¡¯ conect¨® con el resto del mundo?
No s¨¦, tampoco me considero una persona inteligent¨ªsima pero mi cerebro no para. Ahora estoy contigo y mi subconsciente est¨¢ en tres sitios. Quiz¨¢ fue porque comer, comemos todos. La comida es la red social m¨¢s importante, m¨¢s que Facebook, que Instagram, que Twitter, que todo. ?Por qu¨¦ hay millones de recetas en el mundo si con 20 estar¨ªamos perfectamente alimentados?
Porque comer es m¨¢s que llenar el buche.
Exacto. Lo que nosotros hicimos es cocina creativa, pero somos tan cachondos que no le pusimos nombre. T¨² me est¨¢s entrevistando hoy por algo que hicimos hace 20 a?os y no lo bautizamos. El New York Times lo llam¨® ¡°la nueva Nouvelle Cuisine¡±, hay quien la ha llamado cocina emocional, pero nadie lo usa y, si no se usa, no vale. Yo creo que, si la Nouvelle Cuisine fue la vanguardia, lo nuestro fue la Segunda Vanguardia. Eso para los que digan que somos unos pretenciosos.
?Le duele que se lo digan?
Me lo dicen porque hablo de arte, o de filosof¨ªa, o de dise?o. No me duele, porque quien dice eso no ha hecho el esfuerzo de ver un documental o de leer un libro m¨ªo. Yo no me siento artista, me siento un creativo. Si digo que elBulli ha ganado el premio Lucky Strike de dise?o, soy pretencioso. Esto es un gran error de los latinos. Nos da verg¨¹enza decir, por ejemplo, que tengo cuatro doctorados honoris causa. Si fui a Harvard fue porque me llamaron para ficharme e hicimos el curso de ciencia en la cocina. Pero si lo decimos somos pretenciosos. No soy yo quien lo va diciendo. Por no tener, no tengo ni agente de prensa, pero ah¨ª est¨¢n.
Parece que algo s¨ª le molesta.
Yo me escucho y es normal que, si hay 47 millones de espa?oles, igual a un 20% no le caigo bien. Y eso son 10 millones. Por eso no leo los comentarios de Twitter. A nadie le gusta que le llamen tonto. Lo fuerte es que, aun as¨ª, siguen. Se?ores, elBulli est¨¢ cerrado desde hace 10 a?os, d¨¦jenme tranquilo.
?C¨®mo se sobrevive al ¨¦xito?
Hay muchos niveles de ¨¦xito. El m¨ªo es bonito, mi ¨¦xito no es para tanto. A un ¨¦xito de esos de locos, de fans y tal, yo creo que el 95% de la gente la vuelve loca.
?Conoce el estr¨¦s del cocinero de ¨¦lite?
S¨ª, pero lo llevaba recordando siempre que vengo de una familia trabajadora y que soy un t¨ªo normal.
?D¨®nde est¨¢ todo el pastizal que ha ganado en estos a?os?
La mayor parte, en elBullifoundation. Si me retir¨¦ a los 50 fue porque ten¨ªa recursos para hacerlo. Pero no tengo coche ni yate ni cosas caras. Mi mujer y yo vivimos como una pareja que trabajan los dos y ganan un buen sueldo. Mi c¨ªrculo es peque?o. Igual, el hecho de haber decidido no tener hijos nos ha hecho de otra manera, ni peor ni mejor.
?Se arrepiente de no haberlos tenido?
No, tal y como veo que tratan los hijos de hoy a los padres. Veo a adolescentes, hijos de amigos, que son de espanto, quieren a los 12 la libertad de los 18. A cambio, he tenido 2.500 hijos, los bullinianos, los cocineros que hemos formado en elBulli. Uno de ellos, querid¨ªsimo, Jos¨¦ Andr¨¦s, es premio Princesa de Asturias. ?l, con su proyecto solidario, tambi¨¦n es un pionero. Si haces cosas diferentes hablan de ti.
Si no un yate ni un cochazo, ?qu¨¦ es el lujo?
Hacer lo que te viene en gana en cada momento. El lujo puede ser un kilo de caviar o una sardina.
Confiese un placer culpable.
Las angulas con tartufo, las angulas con trufa blanca son m¨¢gicas.
Me refer¨ªa a algo que le d¨¦ verg¨¹enza admitir que le guste.
Me encantan los bollycaos, pero de verg¨¹enza nada, estoy orgulloso. Los como desde los 10 a?os.
Pero si eso es veneno...
Por eso no los como cada d¨ªa.
?Qu¨¦ cenar¨ªa si supiera que esa iba a ser su ¨²ltima cena?
Quita, quita. Yo no me quiero morir. Y si me muero, ni cenar ni pu?etas: adi¨®s y rapidito.
MEMORIAS DE ELBULLI
A Ferran Adri¨¤ (Barcelona, 59 a?os) ni le gustaba comer ¡ª"mi hermano Albert y yo ¨¦ramos unos tiquismiquis", recuerda¡ª ni mucho menos cocinar. Estudiar, tampoco demasiado. As¨ª que, hijo de una familia humilde, empez¨® a trabajar de lavaplatos en un restaurante antes de irse a la mili en Cartagena, donde ya era lo suficientemente bueno para que le destinaran a cocinero del capit¨¢n. Al licenciarse, recal¨® en los fogones de elBulli, un buen restaurante de Cala Montjoi (Girona). El resto ¡ªportada de 'The New York Times', cuatro doctorados 'honoris causa', ponencias en Harvard¡ª est¨¢ en Wikipedia. Y en la Bullipedia, la obra propia en la que, desde que cerr¨® hace ya 10 a?os el restaurante, ha recogido los conceptos, platos y t¨¦cnicas con los que puso patas arriba la cocina mundial. Ahora, 2.500 disc¨ªpulos y 1.846 platos despu¨¦s, presenta 'Las huellas de elBulli', (Movistar), una especie de memorias en vida. "No es un testamento. Es una pausa para contar de d¨®nde venimos y d¨®nde estamos, pero esto no se ha acabado", avisa.
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