El poder de Eurovisi¨®n
¡®SlowMo¡¯ ser¨ªa un triunfo asegurado si la hubieran presentado hace tres o cuatro a?os. Pero ahora Rigoberta y Tanxugueiras ver¨¢n como sus canciones sobreviven y pasan del ¡®ready¡¯ al ¡®monetary¡¯ con el apoyo popular
Estamos entusiasmados con el momento Chanel Terrero. Fascinados con que su canci¨®n ganadora contenga, seg¨²n estudio publicado en este peri¨®dico, el 61,4 % de palabras en espa?ol, el 28,7% en ingl¨¦s y un 9,9% de onomatopeyas, boom boom y cosas as¨ª. Nos chiflan su coreograf¨ªa y ese post de Cristina Pedroche ejercit¨¢ndose con su rutina matinal al ritmo de SlowMo, la pol¨¦mica canci¨®n (bueno, no es que la canci¨®n sea pol¨¦mica, lo pol¨¦mico es la decisi¨®n del jurado). ?Qu¨¦ r¨¢pida es Pedroche! Con su gesto puede revelarnos que cambiar¨ªa a Chicote por Chanel como compa?era en la Puerta del Sol para protagonizar las campanadas m¨¢s ready y monetary de fin de a?o.
Y gusta que solo haya protagonistas femeninas en todo este revuelo eurovisivo. Tampoco tengo nada en contra de rebautizarte Chanel, Armani o Balenciaga. Hace a?os present¨¦ junto a Ana Garc¨ªa Si?eriz un programa que se llamaba Channel n? 4. Conozco una pareja de caballeros que llaman a sus perritos Coco, el var¨®n, y Chanel, la peque?a. Como dir¨ªa Pablo Urdangarin: son cosas que pasan.
Y hoy puedo confesar que s¨¦ lo que siente un ¡°jurado profesional¡± cuando debe elegir entre Chanel, Rigoberta o Tanxugueiras. Sabemos que lo nuevo nunca gusta y no resulta f¨¢cil escoger la canci¨®n que represente a TVE en Eurovisi¨®n. Hablo no sin cierta experiencia: fui jurado profesional. En el 2008, acompa?ando a Raffaella Carr¨¤ y Loles Le¨®n en la presentaci¨®n de las galas seleccionadoras. Carr¨¤, que amaba Espa?a, estaba preocupada porque Chikilicuatre ganara y nos representara en el certamen, lo que al final s¨ª sucedi¨®. A las puertas del concurso, igual que Rigoberta y Tanxugueiras, se qued¨® La Casa Azul con su canci¨®n La revoluci¨®n sexual, que hoy es casi un himno. ¡°?Si gana Chikilicuatre, qu¨¦ hacemos?¡±, pregunt¨® la Carr¨¤. No supimos qu¨¦ responder, no est¨¢bamos ready. Chikilicuatre era una idea surgida en el programa de Andreu Buenafuente para ventilar la antipat¨ªa que algunos sienten hacia Eurovisi¨®n. No lo disfrutan, lo ven como un esperpento, en vez de asimilarlo como una Uni¨®n Europea que integra lo pop con lo ready y el boom boom con el flow en un concurso de naciones, plumas y verbos.
Chikilicuatre pas¨®, fue un mal chiste. El voto popular que lo eligi¨® se fortaleci¨®, pero hizo necesaria una criba que evitara futuros desbarres. Ese es el origen preventivo del jurado profesional. Despu¨¦s ocurre que se escogen canciones para Eurovisi¨®n aferr¨¢ndose a unas m¨²sicas y gustos que evolucionan a ritmo supers¨®nico. Por ejemplo, SlowMo ser¨ªa un triunfo asegurado si la hubieran presentado hace tres o cuatro a?os. Pero ahora Rigoberta y Tanxugueiras ver¨¢n como sus canciones sobreviven y pasan del ready al monetary con el apoyo popular. Como sucedi¨® con La revoluci¨®n sexual de La casa Azul.
Eurovisi¨®n domina. Deconstruye. Mueve. Hasta el triunfo de Rafael Nadal ha quedado afectado a nivel informativo. Opacada tambi¨¦n la agenda de Pedro S¨¢nchez, peregrino en Dub¨¢i, cerqu¨ªsima de la actual residencia tax free del rey em¨¦rito, al que no fue necesario visitar (pero que s¨ª obliga a hacer declaraciones confusas, poco ready). Fue como llegar a Santiago de Compostela y no abrazar al Ap¨®stol ni a las Tanxugueiras. Todo parece indicar que Juan Carlos estaba tan busy con las votaciones del jurado popular, ¨¦l mismo vot¨® por Chanel, que no pudo reunirse con el Presidente, quien por su parte ten¨ªa todo el rato en la cabeza la canci¨®n Ay Mam¨¢, de Rigoberta Bandini.
En Telecinco las declaraciones, un tanto pandereteras, de B¨¢rbara Rey asegurando que Bigote Arrocet la enga?¨®, tampoco resistieron el empuje del Benidorm Fest. Lo mismo ocurri¨® con la inesperada revelaci¨®n de Nicole Coste, madre negra del hijo extramatrimonial de Alberto de M¨®naco, afirmando que en el Principado la quieren m¨¢s a ella que a la rubia princesa Charlene. ?Cu¨¢ntas evidencias m¨¢s necesitamos para reconocer el poder de Eurovisi¨®n?
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