Letizia la impuso, Jill Biden cay¨® rendida, Bego?a G¨®mez le regal¨® un par a la primera dama estadounidense, que las calz¨® de inmediato. ?Qu¨¦ tiene este zapato que seduce tanto?
Las revistas han sabido capitalizar la cumbre de la OTAN. Por un lado, celebran a la reina Letizia como nueva l¨ªder mon¨¢rquica para un Occidente unido. Pero hay un elemento cumbre que aglutina, une, eleva y desplaza, y es, nada m¨¢s y nada menos, que la alpargata. Letizia la impuso, Jill Biden cay¨® rendida, Bego?a G¨®mez ¡ªaunque intent¨® camuflarla como zapatilla¡ª le regal¨® un par a la primera dama estadounidense, que las calz¨® de inmediato.
?Qu¨¦ tiene la alpargata que seduce tanto? Puede ser su rollo at¨¢vico y mediterr¨¢neo y al mismo tiempo sexy, terrenal y profundo. Cuesta arriba o cuesta abajo, tan chic como sencilla, tan para soportar una inflaci¨®n galopante como para seguir sinti¨¦ndose elegante y europea. Lo tiene todo. Fascin¨® a Yves Saint Laurent, que cambi¨® para siempre su destino y el de la casa Casta?er. Salvador Dal¨ª las vest¨ªa con orgullo reivindicativo y hasta uno mismo, cuando deja las zapatillas por un par de ellas en verano, se siente como una mezcla de primera dama y artista en vacaciones, bien calzado, consciente de que no llevas chanclas. Es tan espa?ola como la chaquetilla torera o la mantilla, pero menos pol¨ªtica y m¨¢s sostenible. Mucho m¨¢s c¨®moda.
Eso s¨ª, la alpargata seria, la buena, la glamurosa, tiene que vestir el tal¨®n y atar el tobillo. As¨ª s¨ª que es digna de reina. Con tal¨®n protegido, la alpargata sostiene atada a Europa con Norteam¨¦rica y es ya un emblema de Occidente.
Sigo sin saber si Mar¨ªa del Monte vestir¨¢ alpargatas este s¨¢bado por la tarde cuando retransmitamos el Orgullo 2022, despu¨¦s de dos a?os sin celebrarse. En las reuniones telem¨¢ticas insisto en lanzarle gui?os sobre mi vestuario, que me gustar¨ªa cambiarme varias veces, en plan Ana Obreg¨®n en ?Qu¨¦ apostamos? Y Mar¨ªa solo suelta que lo dejar¨¢ para el ¨²ltimo momento. Alguien, en un pasillo, susurr¨® que llevar¨ªa algo torero.
?C¨®mo es Mar¨ªa! Desde que se anunci¨® nuestra dupla como presentadores orgullosos, a veces me siento alpargata y otras, mocas¨ªn. Del Monte siempre me ha impuesto mucho. Cuando la conoc¨ª hace a?os en una entrevista en Cr¨®nicas marcianas me admir¨® su temple ante nuestras continuas insinuaciones sobre su amistad con Isabel Pantoja. M¨¢s que atrevidos, aunque muy ingeniosos, ¨¦ramos impertinentes. Mar¨ªa del Monte, en mi recuerdo, se plantaba, defend¨ªa su m¨²sica y a su amiga y no entraba al trapo. Tampoco se pon¨ªa reivindicativa. He insistido en que todo esto deber¨ªamos hablarlo entre carroza y carroza.
Tambi¨¦n sigo pensando que sus declaraciones en el preg¨®n del Orgullo en Sevilla le han cambiado la vida, coloc¨¢ndola en una nueva lanzadera. Ella insiste en que nunca ha estado en el armario, pero tampoco fuera, y con esas insistencias aprendo a respetar un poco m¨¢s a las personas que s¨ª lo han estado o est¨¢n. Porque el armario no es un refugio. Es una c¨¢rcel a la que te obligan a entrar sin opci¨®n a juicio, sin permitir ni aceptar explicaciones. Esa es la verdadera herida e injusticia del armario. Cada Orgullo, retransmitido o no, en la carroza o caminando delante de ella, celebro haber evadido el armario, llenarlo de ropa, alpargatas y sombreros en vez de aspiraciones pisoteadas y deseos insatisfechos.
Otra cosa es la repercusi¨®n de la retransmisi¨®n. Tradicionalmente, la cubr¨ªa Telemadrid, al ser el Orgullo para la capital algo parecido a la alpargata a la OTAN o los sanfermines para Pamplona. Su primera, emblem¨¢tica, declaraci¨®n de libertad. Este a?o la cadena auton¨®mica cambia, se libera del Orgullo LGTBIQ+ por un concurso de nuevos valores taurinos.
Del Monte, con chaquetilla en TVE y en el Orgullo, ser¨ªa despertar fantasmas inquietos que siempre nos devolver¨¢n a Pantoja, esa duda en el aire que la convirti¨® en noticia hace casi 30 a?os. ?Ser¨¦ capaz de dec¨ªrselo en la tele?
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