Maldiciones, herencias y acusaciones de colonialismo. ?Qu¨¦ pasar¨¢ con las joyas de Isabel II?
La reina de Inglaterra ten¨ªa un joyero personal tasado en 120 millones de euros y otro institucional que pasa por ser el m¨¢s valioso del mundo. Con su muerte, voces de las antiguas colonias se han apresurado a pedir la restituci¨®n de algunas piezas
Cuenta la leyenda que todos los varones que han pose¨ªdo el Koh-i-Noor han ca¨ªdo en desgracia. Un texto hind¨² del siglo XIV dice que ¡°quien posea este diamante dominar¨¢ el mundo, pero tambi¨¦n conocer¨¢ todas sus desgracias. Solo Dios o una mujer pueden llevarlo con impunidad¡±. Nadie se ha atrevido a desafiar la profec¨ªa en los ¨²ltimos siglos, pero las cosas podr¨ªan cambiar, pues es un hombre, Carlos III de Inglaterra, quien acaba de heredarlo. El Koh-i-Noor es uno de los diamantes m¨¢s grandes del mundo. Se han librado guerras en su nombre. Perteneci¨® a monarcas hind¨²es, mongoles, persas y afganos. Y en 1877 pas¨® a manos de la familia real brit¨¢nica, cuando la reina Victoria fue nombrada emperatriz de la India. La joya se engast¨® en el centro de la llamada Corona de la reina Isabel, que ahora ha heredado el nuevo rey. Muchos esperan que no sea ¨¦l quien la luzca y que, siguiendo la tradici¨®n ¡ªo superstici¨®n¡ª familiar, se la ceda a su esposa, la reina consorte Camila. Otros tantos, en la India, esperan otra cosa.
La muerte de Isabel II, el 8 de septiembre, ha galvanizado en los ¨²ltimos d¨ªas una vieja disputa internacional. Las autoridades indias creen que la inclusi¨®n de esta joya nacional en la corona brit¨¢nica es un s¨ªmbolo del yugo colonial. Aseguran que la pieza fue robada por la familia real brit¨¢nica, no regalada. Y las acusaciones se han intensificado en los ¨²ltimos d¨ªas en las redes sociales, donde el nombre de la joya se convirti¨® en trending topic nada m¨¢s anunciarse la muerte de la monarca. La disputa viene de lejos. En 2010, el entonces primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, abord¨® el tema en una entrevista en la televisi¨®n india con unas declaraciones que dieron la vuelta al mundo: ¡°Si accedi¨¦ramos a todas las peticiones, el Museo Brit¨¢nico se quedar¨ªa vac¨ªo¡±.
Esta es una de las muchas historias que han salido del joyero de Isabel II en los ¨²ltimos d¨ªas y representa muy bien por qu¨¦ han despertado el inter¨¦s del pueblo brit¨¢nico (y mundial), pues conjugan el lujo y boato de la corona con su pecado original. Son joyas, pero cuentan historias de maldiciones, intrigas palaciegas y conflictos morales e internacionales.
Son tan famosas que han acabado convirti¨¦ndose en una expresi¨®n: las Joyas de la Corona son una colecci¨®n de alhajas y tesoros que pasa por ser la m¨¢s valiosa del mundo. M¨¢s de dos millones de personas las visitan cada a?o en la Torre de Londres. La Corona de Eduardo el Confesor, la imperial del Estado, la de la India, la Diadema del estado, la Corona peque?a de la reina Victoria, la de la reina Isabel, la de Jorge, pr¨ªncipe de Gales... Todas pertenecen a la instituci¨®n, no a la persona de Isabel II, con lo cual han pasado autom¨¢ticamente al nuevo rey Carlos III, aunque este puede dejarlas a distintos miembros de la familia real, como ya hac¨ªa su madre. Kate Middleton ha lucido tiaras, broches y gargantillas pertenecientes a la familia real con cierta asiduidad. Camila tambi¨¦n. Incluso Meghan Markle, antes de distanciarse de la familia, las us¨® en acontecimientos especiales como en su boda con el pr¨ªncipe Enrique. Normalmente, estas piezas solo se utilizan para la coronaci¨®n de un monarca, en retratos oficiales y en algunas ocasiones ceremoniales.
?Con qu¨¦ joyas ser¨¢ enterrada la reina?
Un funeral de Estado y una coronaci¨®n son dos actos bastante ceremoniales, as¨ª que las especulaciones sobre las joyas que lucir¨¢n los protagonistas se han disparado en los ¨²ltimos d¨ªas. Durante el funeral, el f¨¦retro de Isabel II estar¨¢ decorado con cuatro objetos, como manda la tradici¨®n: el estandarte del monarca brit¨¢nico, el Cetro de la cruz, el Orbe del soberano y la Corona del Estado imperial (que ya se han podido ver en su traslado del palacio de Buckingham al Parlamento). Esta ¨²ltima tiene m¨¢s de 3.000 piedras preciosas incrustadas, pero es una en concreto la que ha llamado la atenci¨®n de la prensa. El diamante Cullinan II, conocido como la Gran Estrella de ?frica, fue encontrado en Sud¨¢frica en 1905. Un general b¨®er compr¨® el pedrusco y se lo regal¨® a Eduardo VII, rey de Inglaterra de la ¨¦poca, como demostraci¨®n de lealtad del pueblo b¨®er, pocos a?os despu¨¦s de la guerra que enfrent¨® a Inglaterra con sus colonias. El gesto fue visto como un acto de servidumbre colonialista incluso en la ¨¦poca y a¨²n hoy muchos sudafricanos piden que se devuelva el diamante.
Estos objetos adornar¨¢n el f¨¦retro de la reina, pero muchos especulan con las joyas con las que ser¨¢ enterrada. Lisa Levinson, jefa de comunicaciones de la asociaci¨®n de joyeros Natural Diamond Council, ha declarado al medio brit¨¢nico Metro que cree que lo ser¨¢ con ¡°su sencillo anillo de bodas de oro gal¨¦s y un par de pendientes de perlas¡±. Levinson asegura que su anillo de compromiso, que perteneci¨® a la madre de Felipe de Edimburgo, la princesa Alicia de Battenberg, ser¨¢ probablemente entregado a la princesa Ana, aunque no hay ninguna informaci¨®n oficial al respecto.
Sobre la ceremonia de coronaci¨®n de Carlos III (lo que se ha producido estos d¨ªas ha sido su proclamaci¨®n, no su coronaci¨®n) hay menos certezas. Ser¨¢ celebrada el pr¨®ximo a?o 2023, y se est¨¢ preparando en una operaci¨®n llamada pomposamente Golden Orb. Varios medios brit¨¢nicos han asegurado que ser¨¢ m¨¢s peque?a, corta y econ¨®mica de aquella que coron¨® a la difunta reina, hace 70 a?os. Aun as¨ª, parece dif¨ªcil que la ceremonia, ligada a la tradici¨®n y el boato de esta instituci¨®n centenaria, se lleve a cabo sin ciertos elementos lit¨²rgicos. Carlos III recibir¨¢ la Corona de San Eduardo, la pieza m¨¢s importante de las Joyas de la Corona brit¨¢nica, de las manos del arzobispo de Canterbury. Es la corona que se emplea para coronar a los monarcas del Reino Unido. Fue elaborada para la coronaci¨®n del rey Carlos II. Por su parte, se espera que Camila luzca la Corona de la reina Isabel, con el Koh-i-Noor. Puede que as¨ª esquiven la maldici¨®n, pero avivar¨¢n seguramente la pol¨¦mica y el enfrentamiento con el pueblo indio.
Queda a¨²n por saber qu¨¦ suceder¨¢ con el joyero personal de Isabel de Inglaterra, las preseas ligadas a su persona y no a la instituci¨®n y que, por tanto, ella podr¨¢ legar libremente. Los tabloides ingleses especulan con el destino de un cofre que atesora m¨¢s de 300 piezas, con un valor superior a los 120 millones de euros. La mayor¨ªa de sus joyas proven¨ªan del legado de dos matriarcas reales: su abuela, la reina Mar¨ªa de Teck, y su tatarabuela, la reina Victoria. Algunos medios apuntan a que se dividir¨¢n entre Camila, Kate Middleton y su hija Carlota.
Lauren Kiehna, autora del libro The Court Jeweler, tiene motivos para pensar que no ser¨¢ as¨ª. En declaraciones al medio Page Six, esta historiadora ha aventurado que la reina legar¨¢ todo a su hijo, por motivos hist¨®ricos y econ¨®micos. ¡°Creo que es muy probable que la reina haya seguido los pasos de su abuela, la reina Mar¨ªa [de Teck], y su madre, la reina madre, y haya legado todas sus joyas directamente al nuevo monarca, el rey Carlos III¡±, manifest¨®. Esto es as¨ª porque la herencia directa entre monarcas, como es el caso, est¨¢ libre del gravamen del 40% que se aplica a cualquier otra herencia en Inglaterra que supere las 325.000 libras (casi 375.000 euros).
En cualquier caso, el p¨²blico nunca lo sabr¨¢. Otra de las particularidades de los testamentos reales en Inglaterra es que son secretos. La pr¨¢ctica de sellarlos empez¨® hace un siglo y se ha arrastrado hasta el testamento del duque de Edimburgo, el m¨¢s reciente antes de Isabel II. Durante este tiempo, la familia ha solicitado a la justicia mantener en secreto 33 testamentos y se ha repartido de espaldas al p¨²blico activos por valor de al menos 187 millones de libras (unos 223 millones de euros) actualizados a precios de hoy, seg¨²n c¨¢lculos de The Guardian. La medida se instaur¨® para acallar un l¨ªo de faldas del pr¨ªncipe Francisco de Teck, t¨ªo abuelo de Isabel II. Este leg¨® en su testamento las joyas m¨¢s valiosas de la familia, las esmeraldas Cambridge, a su amante, una mujer noble y casada. La reina Mar¨ªa de Teck, hermana de Francisco, solicit¨® entonces a la justicia que el testamento de su familiar fuera secreto para ahorrarse un esc¨¢ndalo. Y lo consigui¨®, instaurando un precedente al que se han aferrado los Windsor desde entonces. El testamento era secreto, pero v¨¢lido, as¨ª que la amante hered¨® las joyas por poco tiempo. Mar¨ªa de Teck las compr¨® por unas 10.000 libras de la ¨¦poca y las reintegr¨® en el legado familiar. La reina Isabel II las luci¨® en m¨¢s de una ocasi¨®n. Ahora las repartir¨¢, en secreto y quiz¨¢ libres de impuestos, entre los suyos.
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