El #MeToo de la restituci¨®n del arte expoliado
Las grandes colecciones occidentales deben ajustar cuentas con su pasado colonial y restituir las obras saqueadas
La historia del arte es la historia de un expolio: Lord Elgin levantando a golpe de escoplo en 1802 partes del friso interior del templo de la Acr¨®polis, las tropas napole¨®nicas robando de iglesias y palacios espa?oles zurbaranes, riberas y, sobre todo, murillos, o el Ej¨¦rcito ruso saqueando todo lo que encontraba durante la II Guerra Mundial. Ni Goya se libr¨®. ¡°Bot¨ªn de guerra¡±, justificaron. El Ermitage conserva los dibujos del genio aragon¨¦s de la colecci¨®n berlinesa Gerstenberg. Nunca los prestan porque existe una reclamaci¨®n pendiente.
Espa?a ¡ªun pa¨ªs bastante rapi?ado¡ª tambi¨¦n tiene callejones. Al declararse en rebeld¨ªa Guillermo de Orange contra el rey Felipe II, sus bienes fueron confiscados. En el inventario hab¨ªa una obra maestra: El jard¨ªn de las delicias. El tr¨ªptico del Bosco. El 28 de mayo de 1568 fue expoliado por el duque de Alba. Nadie plantea hoy su devoluci¨®n. No tendr¨ªa precedente legal (jam¨¢s se ha descatalogado una obra considerada bien de inter¨¦s cultural) y s¨ª muchas preguntas. ¡°Si tuvi¨¦ramos que devolver El jard¨ªn, ?a qui¨¦n? ?Al Museo de Bellas Artes de Bruselas, ciudad en la que estaba, o a los duques de Nassau, que ya no existen y eran los propietarios?¡±, cuestiona un referente mundial en Maestros Antiguos. Pero el debate de la restituci¨®n est¨¢ abierto. Un eco del #MeToo y del Black Lives Matter art¨ªstico sacude a una sociedad joven, que exige no poseer lo que no se compr¨® leg¨ªtimamente.
El Senado franc¨¦s aprob¨® en noviembre la restituci¨®n de 27 piezas de arte africano de las colecciones nacionales a Ben¨ªn y Senegal. Es parte del compromiso de Macron de devolver a las naciones africanas el legado apropiado durante la ¨¦poca colonial. Casi todas esas piezas (menores) forman parte de los fondos (70.000 objetos) del Mus¨¦e du Quai Branly-Jacques Chirac de Par¨ªs. Algunos advierten de que es abrir la caja de Pandora. Etiop¨ªa ya ha pedido la restituci¨®n de 3.081 objetos y el Chad exige 10.000. Nigeria construye un museo que anhela recuperar su arte expoliado. Otros, como el activista congol¨¦s Mwazule Diyabanze siente, preguntado por Al Jazeera, ira. ¡°Es insultante. 27 obras es una ¨ªnfima parte de lo que se llevaron. No deber¨ªamos tener que pedir permiso a los ladrones para que devuelvan lo que nos robaron¡±.
Ese es el problema de las restituciones. ¡°Enseguida surge la rabia y la humillaci¨®n: muchas veces justificada¡±, reflexiona Andr¨¦s ?beda, director adjunto de conservaci¨®n e investigaci¨®n del Prado. Imposible obviarla cuando, por ejemplo, ?Hartwig Fischer, responsable del British Museum, califica de ¡°acto creativo¡± el expolio de los m¨¢rmoles griegos. Una sem¨¢ntica de antigua potencia colonial. Esas piezas construyen su identidad. ?C¨®mo ser¨ªa Espa?a con Las meninas troceadas?
¡°Las restituciones se dar¨¢n solo cuando haya pactos de gran calado legal y simb¨®lico entre naciones. Esto va de alta diplomacia¡±, advierte Bartomeu Mar¨ª, director del Museo de Arte de Lima. ¡°El busto de Nefertiti o los frisos hablan de la historia, tanto de los territorios de origen de las obras como de quienes las recibieron, las han estudiado, conservado y exhibido en museos p¨²blicos, y otorgado, en parte, el prestigio del que ahora disfrutan. Debemos valorar las dos cosas¡±, defiende Miguel Zugaza, responsable del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Esta es la ¡°excusa¡± que sostiene ¡ªsin grabadoras¡ª el Bri?tish Museum. Pero ?no deber¨ªa compartir el arte el destino del pueblo donde se cre¨®? ?O es el nuevo expolio del siglo XXI??
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