La familia real brit¨¢nica baila al ritmo de Lionel Richie y Take That para cerrar los festejos por la coronaci¨®n de Carlos III
Tras la solemnidad del s¨¢bado en la abad¨ªa de Westminster, el domingo el pa¨ªs se ha llenado de p¨ªcnics. La fiesta se ha cerrado con un concierto en Windsor con m¨²sica de Katy Perry y Andrea Bocelli y con la mayor parte de los Windsor presentes, pero sin Enrique
No solo de liturgias religiosas vive una coronaci¨®n. El domingo, tras el milenario ceremonial desplegado el s¨¢bado 6 de mayo en la abad¨ªa de Westminster, la cuesti¨®n se hizo m¨¢s ligera y los c¨¢lices se cambiaron por vasos de cart¨®n. El Reino Unido sigui¨® con las celebraciones en honor a sus reyes, Carlos III y Camila, durante toda la c¨¢lida jornada. Tras un s¨¢bado tremendamente lluvioso ¡ªsobre todo por la ma?ana, durante los fastos¡ª el domingo brill¨® el sol y las temperaturas, que superaron los 20 grados en buena parte del pa¨ªs y que en Londres dejaron un d¨ªa perfecto para disfrutar de sus parques, acompa?aron una fiesta que fue al aire libre. De d¨ªa, parques y plazas, en ciudades y pueblos, se llenaron de familias y grupos de amigos que comieron (y algunos lo alargaron hasta la cena) en numerosos y populares p¨ªcnics. Y de noche lleg¨® el plato fuerte con un gran concierto al que acudieron 20.000 personas (con buena parte de las entradas repartidas en un sorteo gratuito) en el castillo de Windsor.
La fiesta se remat¨® en la que fue la residencia favorita de Isabel II y con la presencia de la familia real, que durante el d¨ªa se reparti¨® por distintos puntos del pa¨ªs para asistir a varios p¨ªcnics y que despu¨¦s demostr¨® su s¨®lida uni¨®n en el concierto. Los reyes, en primera fila, estuvieron flanqueados por el heredero, Guillermo, sus hijos mayores, Jorge y Carlota, y su esposa, Kate, princesa de Gales. Tambi¨¦n estuvo presente el hermano peque?o del rey, Eduardo, con su esposa Sof¨ªa (que se lo pas¨® en grande movi¨¦ndose al ritmo de Lionel Richie) y sus dos hijos, James y Luisa. Sobrinos y primos de distinto grado se situaron unas filas m¨¢s atr¨¢s junto a autoridades como el primer ministro brit¨¢nico, Rishi Sunak. Y tambi¨¦n en un lateral trasero de la grada real estaba Andr¨¦s de Inglaterra, el tercero de los hijos de Isabel II, que en esta ocasi¨®n se sent¨® junto a su exesposa, Sarah Ferguson, con quien guarda una estrecha relaci¨®n. Quienes fueron convidados de piedra en la ceremonia de Westminster lo fueron incluso m¨¢s en el concierto. Porque aunque Andr¨¦s estuvo al fondo, Enrique ya s¨ª que no hizo ni siquiera acto de presencia: el d¨ªa anterior se fue de Londres una hora despu¨¦s de la coronaci¨®n y ya estaba de regreso en California. Nadie le esperaba en esta fiesta.
Antes de empezar a emitirse las actuaciones en la BBC, caras conocidas enviaron mensajes de felicitaci¨®n a sus reci¨¦n coronadas majestades. La actriz Judi Dench, la dise?adora Anya Hindmarch o el primer ministro Sunak (que afirm¨® que ¡°la coronaci¨®n saca lo mejor de nuestro pa¨ªs y de lo que significa ser brit¨¢nico¡±) fueron el aperitivo para ver despu¨¦s v¨ªdeos de Hugh Jackman, Pierce Brosnan, Stella McCartney o la cerdita Peggy en los que alababan las bondades del reci¨¦n coronado rey en el mundo de las artes o su cuidado por el medio ambiente. Hasta Tom Cruise apareci¨® en las pantallas volando un avi¨®n con un mensaje para Carlos: ¡°De piloto a piloto, su majestad, usted puede ser mi copiloto en cualquier momento¡±.
Los mensajes se intercalaron con las actuaciones sobre el escenario de una docena de artistas, en su mayor¨ªa locales y de limitada expansi¨®n internacional, interpretando todos un ¨²nico tema. Los platos fuertes fueron el propio Richie, el pianista Lang Lang, Andrea Bocelli, Katy Perry (con dos de sus ¨¦xitos, agradeciendo al rey su labor y asegurando que estaba encantada de haber ido a la coronaci¨®n porque se hab¨ªa llevado a su madre de EE UU y as¨ª hab¨ªan podido ver Windsor) y, sobre todo, los brit¨¢nicos Take That. La banda ¡ªque desapareci¨® y regres¨® con solo tres de sus cinco miembros, Mark Owen, Gary Barlow y Howard Donald, y tambi¨¦n con la mitad de su ¨¦xito¡ª cant¨® tres canciones para gozo de los asistentes y de todos los que lo ve¨ªan desde sus casas y desde las pantallas gigantes instaladas por medio pa¨ªs. En la m¨¢s destacada de Londres, sita en el parque de Saint James, a escasos metros del palacio de Buckingham y donde el d¨ªa antes se hab¨ªa seguido con solemnidad la coronaci¨®n, los miles de congregados lanzaban gritos de j¨²bilo cuando sal¨ªan los tres cantantes. Solo las aplaudidas apariciones de Jorge y Carlota de Cambridge cada vez que sal¨ªan en pantalla lograban superarlos en decibelios.
Aunque en los ¨²ltimos meses artistas brit¨¢nicos como Adele, las Spice Girls o Harry Styles fueron descartando su participaci¨®n en el concierto y hab¨ªa dudas sobre qui¨¦nes ser¨ªan las cabezas de cartel (presentado por Hugh Bonneville, el duque de Grantham en Downton Abbey, que brome¨® con Carlos y le hizo re¨ªr, al igual que al resto del p¨²blico), finalmente la fiesta tuvo un car¨¢cter local con pinceladas internacionales que pareci¨® convencer a los invitados y a la familia real, que sonre¨ªa y bailaba al son de la m¨²sica. Carlos era, quiz¨¢, el m¨¢s serio de los presentes, sin soltar las riendas institucionales. Los que m¨¢s disfrutaban, y los m¨¢s enfocados por las c¨¢maras, fueron los hijos de los pr¨ªncipes de Gales, que pese a la falta de su siempre travieso hermano menor, Luis, se metieron al p¨²blico en el bolsillo con su inter¨¦s y los meneos de sus banderas.
Pero esa noche era su padre, Guillermo, el m¨¢s esperado, m¨¢s all¨¢ de c¨¦lebres vocalistas. El heredero, que en la coronaci¨®n tuvo un papel peque?o (fue el ¨²nico que jur¨® fidelidad a su padre), esta vez subi¨® al escenario para mandar un mensaje como pr¨ªncipe de Gales y siguiente en el trono, pero sobre todo como hijo. ¡°Como dijo mi abuela cuando fue coronada¡±, arranc¨® su discurso en uno de los muy escasos gui?os que se han hecho a Isabel II en estas jornadas, ¡°las coronaciones son un reflejo de nuestras esperanzas del futuro. Y s¨¦ que estar¨¢ ah¨ª arriba, ech¨¢ndonos un ojo con cari?o. Ser¨ªa una madre muy orgullosa¡±.
En un mensaje breve, con toques de humor y muy afectuoso con su padre (¡°pap¨¢, estamos orgullosos de ti¡±), afirm¨® que la monarqu¨ªa se basa en el servicio, y que eso es lo que el rey Carlos ha hecho y sabe hacer. ¡°Las primeras palabras de mi padre al entrar en la abad¨ªa de Westminster ayer fueron una promesa de servicio. Una promesa para seguir sirviendo. Porque durante los ¨²ltimos 50 a?os, en cada rinc¨®n del Reino Unido, la Commonwealth y el mundo, se ha dedicado a servir a los dem¨¢s, tanto a las generaciones actuales como futuras¡±, dijo Guillermo.
El heredero destac¨® que su padre se ha dedicado a cuidar del planeta y tambi¨¦n habl¨® de la importancia de la fundaci¨®n que cre¨® hace d¨¦cadas, la Prince¡¯s Trust, con la que ha ayudado ¡°a un mill¨®n de j¨®venes, muchos de or¨ªgenes desfavorecidos, a hacer realidad sus metas¡±. ¡°Y, quiz¨¢ lo m¨¢s importante de todo, mi padre siempre ha comprendido que las personas de toda religi¨®n, todo trasfondo y toda comunidad merecen ser celebradas y apoyadas¡±. El pr¨ªncipe de Gales expres¨® su ¡°orgullo y gratitud¡± a los que sirven en ¡°el Ej¨¦rcito, aulas, hospitales y comunidades locales¡±: ¡°Vuestro servicio nos inspira¡±. ?l mismo se comprometi¨® con los dem¨¢s, ¡°a servir a todos¡±, cumpliendo a la perfecci¨®n con su papel de heredero. Pero el suyo fue sobre todo un discurso corto y emotivo, para su padre y para cerrar filas. Para celebrar una espera de 70 a?os. Un ¡°?Dios salve al rey!¡± cerr¨® sus palabras. Son¨® el himno nacional y los brit¨¢nicos, en pie, lo cantaron. Y luego siguieron de fiesta.
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