Despedidas y procesiones
Todos deber¨ªamos aspirar a un funeral similar al de Mar¨ªa Jim¨¦nez por las calles del barrio de Triana, dise?ar nuestras vidas para conseguirlo
Asist¨ª como espectador a las inusuales ceremonias de despedida a Mar¨ªa Jim¨¦nez en Sevilla, concretamente en el idiosincr¨¢tico barrio de Triana, con una mezcla cristiana de asombro, tristeza y exaltaci¨®n. Todos deber¨ªamos aspirar a un funeral similar, dise?ar nuestras vidas para conseguirlo. Nacho Gay, director de Vanitatis, inform¨® en Por fin no es lunes que la ceremonia f¨²nebre fue dise?ada por la propia Mar¨ªa Jim¨¦nez y su hijo, Alejandro Sancho. Llegaron a inspirarse en las exequias de Isabel de Inglaterra. Me pareci¨® justo y hasta normal. Construyes una carrera, una vida y, cuando ves a la muerte acercarse, planificas tu funeral, inspir¨¢ndote en uno de Estado, puede ser. O en uno cinematogr¨¢fico, tambi¨¦n. Algunos momentos, sobre todo los de la procesi¨®n del f¨¦retro por las calles abarrotadas de fans, fervorosos, curiosos, me recordaron escenas de Imitaci¨®n a la vida, una de las pel¨ªculas de Douglas Sirk m¨¢s conocidas.
Mar¨ªa Jim¨¦nez fue ¨²nica. Recuerdo coincidir con ella en Bilbao durante una visita del programa La Ventana (que cumplir¨¢ 30 a?os y organiza una reuni¨®n de sus voces y directores en el Teatro Victoria de Barcelona el pr¨®ximo 22 de septiembre), durante la promoci¨®n de su renacer junto a la Cabra Mec¨¢nica y Joaqu¨ªn Sabina. El equipo del programa no disimulaba sus nervios de que, al juntarnos, desapareci¨¦ramos en la noche bilba¨ªna. Fue un poco as¨ª, pero realmente preferimos conocernos en una conversaci¨®n tan intensa como larga. Ella me cont¨® su viaje a Lisboa, como madrina del desembarco de El Corte Ingl¨¦s en el pa¨ªs vecino. La primera incursi¨®n internacional de nuestro gigante comercial. La interrump¨ª para exclamar que la ve¨ªa como si Isabel la Cat¨®lica hubiera acompa?ado a Col¨®n al tercer viaje, donde descubrieron mi pa¨ªs, Venezuela. Jim¨¦nez sigui¨® contando c¨®mo inaugur¨® un departamento textil. ¡°Primero te reciben los hules (manteles de pl¨¢stico que se emplean en el sur de Espa?a). Mezclados con esas maravillosas toallas, que hasta entonces comprabas en mercadillos en Extremadura¡°, detallaba con ese detalle sobre lo cotidiano. ¡°Segu¨ª, alentada por una intuici¨®n fort¨ªsima¡±, insisti¨®, ¡°me encontr¨¦ con unas telas flipantes, un ojo de perdiz dentro de la pluma de un pavo real, como si las dise?aran con tripi. Me envolv¨ª en ellas. Me las regalaron. Estuvieron a?os guardadas hasta que grab¨¦ con La Cabra y dije: ¡®Me las pongo¡±.
Repetimos encuentro en su programa Bienaventurados en Canal Sur, donde, a menudo, entrevistaba vestida con una mortaja y dentro de un ata¨²d. Antes hab¨ªa asistido, sin participar, a la entrevista desoladora e inc¨®moda que ofreci¨® en Cr¨®nicas Marcianas acerca de los maltratos sufridos en su matrimonio con Pepe Sancho. Personas y medios afearon las declaraciones de la cantante. La acusaron de frivolizar un ¡°c¨¢ncer de la sociedad espa?ola¡±. Nadie habl¨® de mala educaci¨®n machista ni de su valent¨ªa para se?alarla.
Sin embargo, su gran hit Se acab¨® ha evolucionado a etiqueta para determinar un amplio avance de los derechos femeninos en nuestra sociedad. Unos d¨ªas despu¨¦s de despedir a Mar¨ªa Jim¨¦nez, una reportera sufri¨® que le agarraran el culo durante el ejercicio de su trabajo. Estaba cubriendo la exposici¨®n-desfile de Eduardo Navarrete durante la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid cuando supe la noticia. Precisamente de la boca de una compa?era, Mar¨ªa Lamela, mientras entrevist¨¢bamos a Carla Antonelli. La senadora lo castig¨® duramente. ¡°Impunidad machista¡±, sentenci¨®, en una sala del Palacio de Santo?a rodeada de dise?adores como Elena Benarroch y divas como Alaska, Rosa Valenty, Valeria Vegas, Topacio Fresh y La Terremoto de Alcorc¨®n, reunidas entre las creaciones de Navarrete. Todas entre lo sostenible y lo insostenible.
Al salir, una procesi¨®n de monjas, con h¨¢bitos de azul y crema, desfilaron de manera muy felliniana ante nuestros at¨®nitos ojos. Quiz¨¢s sal¨ªan de su claustro hacia otro. Respetuosos, preferimos dejarlas pasar entre los coches y ¨¢rboles de la calle de las Huertas, al atardecer de Madrid en septiembre. Una se?al tan espiritual como mortal.
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