Cr¨®nica de un festival
En el comedor del hotel del FesTVal Vitoria-Gasteiz, la muerte de Mar¨ªa Teresa Campos no pudo despegarse de una atm¨®sfera melodram¨¢tica, sensiblera y con destellos de amarillismo
Despert¨¦ en el Festival de Televisi¨®n de Vitoria (FesTVal Vitoria-Gasteiz) con la noticia del fallecimiento de Mar¨ªa Teresa Campos. A?os atr¨¢s le entregu¨¦ el premio Joan Ram¨®n Mainat ¡ªreconocimiento profesional en cada edici¨®n del festival¡ª en el Teatro Principal y con ese recuerdo agradec¨ª que esa fuera mi manera de asumir su marcha, record¨¢ndola sonriente, vestida con un traje con estampaci¨®n de portadas de peri¨®dicos y mariposas sobreimpresas, que luego alguien identific¨® como un dise?o de John Galliano. Estos d¨ªas muchos la hemos rememorado y honrado. Mar¨ªa Teresa nos hizo participar de la democracia desde el sitio m¨¢s p¨²blico posible: la televisi¨®n. Claramente, su idea de incorporar el debate a nuestra vida diaria se volvi¨® cotidiano, porque escenificaba la discusi¨®n familiar a trav¨¦s de ese otro miembro de cualquier hogar que, entonces, era la televisi¨®n.
Cuando conectaron conmigo en Vitoria, desde el especial que present¨® Anne Igartiburu, no pude evitar emocionarme. Un poquito involuntariamente segu¨ª una de las m¨¢ximas de Mar¨ªa Teresa: ¡°No te olvides de darle al p¨²blico lo que espera de ti¡±. Y mientras firmaba aut¨®grafos, sonre¨ªa para fotos y soportaba ese brazo sobre el hombro que acompa?a al selfi, enumer¨¦ m¨¢s citas: ¡°No todo el mundo tiene la suerte de conocer la amabilidad¡±. Y experiencias. Por ejemplo, cuando descubrimos la telerrealidad a la vez. Porque ella comentaba Gran Hermano desde D¨ªa a D¨ªa y yo lo convert¨ªa en un disfrute alocado en Cr¨®nicas marcianas. Compartimos el entusiasmo por lo nuevo. ¡°Disfrutas porque lo ves como un culebr¨®n¡±, me dijo r¨¢pida, como era. A ella le encantaba mi vocablo ¡°momentazo¡±. Siempre me citaba cuando lo empleaba, que era una muestra de su apoyo.
En el desayuno del martes 5 de septiembre en el comedor del hotel colaborador con el FesTVal, la muerte de Campos no pudo despegarse de una atm¨®sfera melodram¨¢tica, sensiblera y con destellos de amarillismo. ¡°?Qu¨¦ pasar¨¢ con sus hijas?¡±. ¡°?Muri¨® triste sin poder regresar a la televisi¨®n!¡±. ¡°Ahora, todo son palabras dulces, pero en breve, se abrir¨¢ la caja de Pandora¡±, vaticinaban compa?eros de todas las cadenas en la fantasmag¨®rica sala del hotel a las afueras de Vitoria, un sitio detenido en el tiempo, espec¨ªficamente en la ¨²ltima semana de agosto de 1991 cuando desapareci¨® la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
Como en los d¨ªas previos a la perestroika, el transiberiano tren Alvia que cada a?o nos traslada a Vitoria recuerda al de Harry Potter, solo que en vez de llevarte a Hogwarts te deposita en este lugar, donde Gorbachov y Yeltsin son sustituidos por tus antiguos compa?eros de cadena o de programas, con los que r¨¢pidamente estableces una amabilidad formal y envidiosa curiosidad por el estado de sus carreras y carteras.
En mi primera noche, me encontr¨¦ en el pasillo de la tercera planta con Xelo Montesinos, flamante directora de Unicorn Content, la productora destinada a apuntalar la nueva Telecinco. De una puerta contigua, surgi¨® Ana Rosa Quintana, flamante estrella de su tarde televisiva. Pareci¨® algo c¨®smico que ese encuentro sucediera en la ¨²ltima noche de Mar¨ªa Teresa en nuestras vidas. Amables, guapas y ricas, me invitaron a sumarme a la fiesta que esa noche ofrec¨ªa Telecinco para se?alar el regreso de Mediaset al festival despu¨¦s de nueve a?os. Imbuido de esa amabilidad profesional, busqu¨¦ el encaje territorial y me vi obligado a declinar la invitaci¨®n porque deb¨ªa saludar al equipo de la productora Shine Iberia que ha producido la docuserie Bos¨¦ Renacido, para Movistar+, en la que he escrito el guion y conducido las entrevistas que desvelan en su propia voz intimidades desconocidas del astro.
Al d¨ªa siguiente, presentamos la serie y su productora, Macarena Rey, nos reuni¨® en el Tolo?o, uno de los emblem¨¢ticos sitios de pinchos de la ciudad. Croquetas, ensaladilla, huevos con crema de boletus volaban mientras comentaban la fascinaci¨®n que es Miguel Bos¨¦ y tambi¨¦n lo sufrido, odiado y adorado que es nuestro gremio. As¨ª, entre pinchos, cocin¨¦ una nueva m¨¢xima: las personas pasan, la tele permanece.
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