Memorias de Beckham
Lo memorable de la docuserie de David Beckham es, probablemente, la presencia de su esposa. En solitario, Victoria Beckham promueve emociones encontradas. Unida a su marido, el reconocimiento es un¨¢nime
Lo memorable de la docuserie de David Beckham es, probablemente, la presencia de Victoria Adams, su esposa. Durante el primer episodio, la ex Spice Girl Pija acapara la atenci¨®n en un di¨¢logo con su marido en el que ella intenta recordar a sus padres como miembros de clase trabajadora. Beckham la interrumpe para pedirle que reconozca en qu¨¦ veh¨ªculo la llevaba su padre al instituto. Victoria tarda en conceder la respuesta, y finalmente revela que el coche era un viejo Rolls Royce. ?l expulsa un gracioso ¡°Gracias¡± antes de retirarse, y en casa no puedes evitar la risa ante este momento de comicidad entre una de las parejas m¨¢s representativas del power couple.
El estreno de esta docuserie coincide con el vig¨¦simo aniversario del aterrizaje de la pareja en Espa?a. David Beckham ven¨ªa a cumplir su contrato como jugador gal¨¢ctico en el Real Madrid. Victoria no ha dejado escapar la oportunidad y ha declarado: ¡°Atravesamos nuestra peor crisis all¨ª¡±, en referencia a la supuesta infidelidad cometida por el astro con la ayudante que hab¨ªan contratado, Rebecca Loos, quien rompi¨® todo contrato de confidencialidad y respeto, declarando a medios brit¨¢nicos y espa?oles que Beckham la despert¨® con fresas y rosas y ella se sinti¨®: ¡°?Como un mill¨®n de d¨®lares!¡±.
Victoria, ya instalada en Madrid (en la casa solariega que alquilaron a Ana Garc¨ªa-Si?eriz, mi compa?era en el programa de televisi¨®n Channel 4), manifest¨® que todo ol¨ªa a ajos en nuestra gastronom¨ªa. Despu¨¦s pas¨® a?os intentando desmentir esa supuesta declaraci¨®n. Tambi¨¦n ahora. Pero no hubo amnist¨ªa ni clemencia para ella. Se convirti¨® en una persona non grata, un adelanto a Puigdemont. Y como el residente en Waterloo, aunque inc¨®modamente, se mantiene el inter¨¦s hacia su persona. Coincide con el expresident en que es un poco pija rara, toca pelotas, dura consigo misma y con los dem¨¢s, pero ella tiene golpes de humor por los que le perdonas casi todo. En solitario, la cantante y dise?adora promueve emociones encontradas. Unida a su marido, el reconocimiento es un¨¢nime. De alguna manera podr¨ªa colarse en una inusitada lista de figuras feministas de este siglo.
Me gustar¨ªa recordar el momento que estuve cerca de ellos en Madrid. Unos amigos de Miami se alojaban casualmente en el hotel Santo Mauro, donde acababan de aterrizar los Beckham (y donde se sospecha que sucedieron los encuentros con Rebecca Loos). Como los de Miami atravesaban una etapa vigor¨¦xica, loos visit¨¦ en el gimnasio del hotel, donde nos alarmaron sonidos comprometedores y sudorosos: respiraci¨®n fuerte, jadeos y exclamaciones onomatop¨¦yicas. ¡°Ohh aahh ummm¡±. Atemorizados y curiosos fuimos hacia donde proven¨ªa el jaleo. Me encontr¨¦ con Ana Obreg¨®n, con muchas pulsaciones y machac¨¢ndose duramente. Siempre profesional, aunque hiperventilada, aclar¨® que estaba de obras en su casa de La Moraleja y que el propietario del hotel le hab¨ªa ofrecido alojamiento. En los d¨ªas posteriores, esta asombrosa estancia de Obreg¨®n en el mismo hotel de los Beckham cre¨® una ola de exitosos rumores que alcanzaron su cenit cuando se dijo que Victoria Beckham tambi¨¦n habr¨ªa interrumpido el entrenamiento de nuestra emblem¨¢tica actriz para espetarle un inequ¨ªvoco: ¡°Al¨¦jate de mi marido, Barbie Geri¨¢trica¡±.
Este intercambio jam¨¢s ha podido ser verificado. Muchos se?alan que Obreg¨®n lo cocin¨® por inter¨¦s, pero, igual que con el comentario sobre los ajos, puede tratarse de una mala digesti¨®n. Ahora se interpreta a las Spice Girls como instigadoras del feminismo pop. Ves sus v¨ªdeos, escuchas sus canciones y descubres una cierta rebeld¨ªa calculada, una osad¨ªa rentable. Atrevidas y pel¨ªn alocadas, se sal¨ªan siempre con la suya. Desnudaban a cualquier s¨ªmbolo masculino, desde al entonces pr¨ªncipe Carlos al propio David Beckham, con su artiller¨ªa de desplantes, coqueter¨ªas, pantalones cortos y tops ce?idos. No s¨¦ si aquello era nuevo feminismo. En realidad, estaban haciendo algo tan arcaico como revolucionario: ganar dinero, abrir paso a, en palabras de Victoria, ¡°las de la clase trabajadora¡±. Aunque su padre la llevara al instituto en un destartalado Rolls Royce.
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