C¨®mo convertir el aturdimiento que genera la noche en arte
Diferentes proyectos del museo CA2M de M¨®stoles, como las muestras ¡®Reflector de mir¨ªadas¡¯ o ¡®Retrato de un movimiento¡¯, se han propuesto reproducir de d¨ªa las pr¨¢cticas que suelen llevarse a cabo en la penumbra
La bola de discoteca es un objeto de una gran generosidad funcional: no solo resulta eficaz en su prop¨®sito de generar ambiente transformando el espacio con lo m¨ªnimo, sino que su mera presencia invoca una disposici¨®n hedonista, sexy y retozona. Encarna la noche o, m¨¢s bien, una determinada concepci¨®n de la noche. Este artefacto giratorio de espejos suele asociarse a los a?os setenta y ochenta, su edad dorada, pero en realidad ya se utilizaba para dar tono a los saraos del ¨²ltimo cuarto del XIX. Su primera patente, sin embargo, fue registrada en 1917 por Louis Bernard Woeste, empresario de Newport (Kentucky), bajo el evocador nombre Myriad Reflector. Precisamente su traducci¨®n literal, reflector de mir¨ªadas, da t¨ªtulo a una exposici¨®n que podr¨¢ verse hasta el 21 de agosto en el museo CA2M de M¨®stoles (Madrid).
Las comisarias de la muestra, Julia Morandeira y Julie Boukobza, comenzaron a trabajar en Reflector de mir¨ªadas en 2018, pero debido al confinamiento cambiaron su manera de abordar la exposici¨®n. ¡°La pandemia impuso una especie de abolici¨®n de la noche. Eso nos movi¨® a variar el planteamiento incidiendo en la parte m¨¢s sensorial, que pod¨ªamos reconocer. Este trabajo nos ha servido a nosotras mismas como ejercicio para reconectar con esos fen¨®menos y texturas de la nocturnidad¡±, explican. M¨¢s que de una exposici¨®n al uso, se trata de una instalaci¨®n escenogr¨¢fica o, como lo define Morandeira, ¡°una estructura en la que pasan cosas¡±. Cosas relacionadas con lo que hacemos en la penumbra. Para ello, las comisarias han trabajado junto a cuatro creadores, el arquitecto Pol Esteve Castell¨® y los artistas multidisciplinares Anthea Hamilton, Alex Baczynski-Jenkins y Matt Copson.
Al espectador de Reflector de mir¨ªadas se le invita, m¨¢s que a contemplarla, a adentrarse en ella. El suelo est¨¢ cubierto por una moqueta blanca, y en las paredes se alternan los tonos claros y oscuros. El espacio est¨¢ desarmado por muros, pilares y paramentos recubiertos de sustancias untuosas ¨Ccrema hidratante, parafina, laca de u?as o carm¨ªn¨C, como se extiende el maquillaje sobre un rostro. ¡°Se ha trabajado con l¨®gicas de distorsi¨®n y multiplicaci¨®n al crear este bosque de columnas y muros a los que se les ha aplicado un contouring¡±, explica Morandeira. Constantemente se escucha una pieza sonora que re¨²ne m¨²sica, voces y ruidos diversos (¡°un enjambre sonoro¡±, en palabras de las comisarias), en el aire flota un perfume a flores nocturnas donde pueden distinguirse las notas de jazm¨ªn, y la iluminaci¨®n est¨¢ programada para ir variando a lo largo de las horas, con paradas tan reconocibles como un resplandor blanco que recuerda al momento en que en la discoteca se encienden las luces y puede percibirse lo que antes estaba velado por la oscuridad.
¡°Quer¨ªamos huir de la idea de la discoteca como cubo negro que se implant¨® a partir de los noventa y acercarnos al aturdimiento que genera la noche, a sus ritmos, a c¨®mo deambulamos y nos relacionamos en ella¡±, explican las comisarias. Sin excluir los aspectos m¨¢s inquietantes: por el suelo salen al paso varias fotograf¨ªas de gran formato de un hombre desnudo en la cama, captado en distintas fases del sue?o, desde la total placidez hasta una angustia que, seg¨²n Julie Boukobza, evoca la par¨¢lisis del sue?o, trastorno que experimentan quienes aprecian c¨®mo su mente ha despertado pero parece incapaz de controlar un cuerpo a¨²n dormido.
Los cuatro artistas de la exposici¨®n han colaborado para poner en escena estos elementos, aunque en algunos casos se han producido especializaciones. Por ejemplo, el dise?o arquitect¨®nico corresponde principalmente a Esteve, el sonoro a Baczynski-Jenkins, y Hamilton es la autora de las fotograf¨ªas. Asimismo, Anthea Hamilton y Matt Copson realizan dos de las performances que se han programado en el espacio expositivo.
La exposici¨®n coincide con otra que estar¨¢ en el CA2M hasta el 9 de octubre, llamada Retrato de un movimiento. En ella, el d¨²o de artistas residentes en Berl¨ªn Pauline Boudry y Renate Lorenz recurren a otros elementos formales para tratar cuestiones que tambi¨¦n tienen que ver con lo nocturno, desde una perspectiva disidente y queer. ¡°Aunque lo que en nuestro caso es una evocaci¨®n m¨¢s abstracta, en Retrato de un movimiento resulta m¨¢s literal¡±, valora Morandeira.
Boudry y Lorenz (que representaron a Suiza en la Bienal de Venecia de 2019 y que en octubre inaugurar¨¢n en el Palacio de Cristal del Retiro otra exposici¨®n individual organizada por el museo Reina Sof¨ªa) recrean esta vez el momento lleno de anticipaci¨®n y electricidad previo a la salida a un escenario. Para ello han ideado, junto a la comisaria ?v¨¹l ?. Durmusoglu, unas salas con suelo vin¨ªlico negro brillante, a la manera de las discotecas, donde se muestran dos v¨ªdeos, varios dibujos y fotograf¨ªas, y tambi¨¦n instalaciones relacionadas con la noche y su escena. Entre ellas, destacan unos micr¨®fonos de pie cubiertos con cadenas met¨¢licas, un conjunto de pelucas fijadas a la pared o la barra de un bar a la que el espectador accede como si fuera empujado a adoptar la perspectiva de quien sirve las copas.
Los v¨ªdeos muestran coreograf¨ªas de danza cuyos protagonistas bailan al ralent¨ª o hacia atr¨¢s sin que est¨¦ claro si se debe a su propio movimiento o a efectos de posproducci¨®n. ¡°Lo de moverse hacia atr¨¢s se inspira en una estrategia de la guerrilla kurda para que no pudieran seguirlos por sus huellas, y coincide con ciertas coreograf¨ªas para relacionarse en los clubs de la escena queer alternativa¡±, explica Durmusoglu. Hay tambi¨¦n cortinas de lentejuelas, puertas deslizantes, persianas proyectadas o pelucas e hileras de cadenas cubriendo los rostros. Todo forma parte de un ritual de la duplicaci¨®n y el escamoteo, de estar al mismo tiempo expuesto y oculto, vinculado a la experiencia de la noche pero tambi¨¦n a las complejidades de la identidad y su exhibici¨®n como gesto pol¨ªtico.
Por otro lado, entre el 19 y el 21 de mayo se celebrar¨¢n en el CA2M las XXVII Jornadas de Estudio de la Imagen, ciclo anual de conferencias sobre culturas visuales centrado esta vez en la cultura del club, alrededor de la figura del comisario y cr¨ªtico Manel Clot, fallecido en 2016. Estas actividades y exposiciones relacionadas con la noche tienen lugar tras el hiato (tambi¨¦n marcado por la pandemia) que sucedi¨® a otra muestra del CA2M, Querer parecer noche, que en 2019 ya reun¨ªa varios artistas contempor¨¢neos en torno a la idea de la oscuridad nocturna.
Son proyectos distintos surgidos de un mismo germen: la consideraci¨®n de la noche como un espacio fecundo y colmado de potencial. Un marco en el que el CA2M ha encontrado ciertas se?as de identidad. Como explica Manuel Segade, director del museo: ¡°Todo surgi¨® de la idea de que en Madrid la noche multiplica la productividad cultural. En ella se desarrollan las relaciones y tienen lugar muchas de las grandes conversaciones que sirven para hacer realidad los mejores proyectos culturales. Podemos llamarla ¡®la noche de las ideas¡¯. Por eso queremos reproducir de d¨ªa, en un museo, esas pr¨¢cticas nocturnas. As¨ª es como encajan las pol¨ªticas del club y las del museo, las pr¨¢cticas del deseo y las de la democracia. Representamos todos los cuerpos posibles, para que puedan bailar y moverse como quieran¡±.
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