¡°Nos deber¨ªan pagar por pensar¡±: ?puede la inteligencia artificial acabar con los arquitectos?
Hasta hace poco, las m¨¢quinas facilitaban las tareas m¨¢s tediosas de un estudio de arquitectura ayudando a producir planos y maquetas. Pero no sustitu¨ªan la capacidad de proyectar un edificio con sensibilidad y creatividad. Ahora, la IA se entrena para desarrollar algo parecido a una intuici¨®n creativa y todo es posible
¡°Si le hubiera preguntado a la gente qu¨¦ quer¨ªa, me habr¨ªan pedido caballos m¨¢s r¨¢pidos¡±. Por fortuna o por desgracia, Henry Ford no pregunt¨® nada a nadie, sigui¨® su instinto, y cambi¨® el transporte y los medios de producci¨®n industrial para siempre. Despu¨¦s del Ford T, el mundo no volvi¨® a ser el mismo.
Tambi¨¦n el ordenador personal, internet o el tel¨¦fono m¨®vil desencadenaron inicialmente tormentas de escepticismo. Luego, empresas y gobiernos acordaron ingeniosos planes de democratizaci¨®n tecnol¨®gica y capitalismo a todo color para hacerlas escampar. Del mismo modo, la inteligencia ar...
¡°Si le hubiera preguntado a la gente qu¨¦ quer¨ªa, me habr¨ªan pedido caballos m¨¢s r¨¢pidos¡±. Por fortuna o por desgracia, Henry Ford no pregunt¨® nada a nadie, sigui¨® su instinto, y cambi¨® el transporte y los medios de producci¨®n industrial para siempre. Despu¨¦s del Ford T, el mundo no volvi¨® a ser el mismo.
Tambi¨¦n el ordenador personal, internet o el tel¨¦fono m¨®vil desencadenaron inicialmente tormentas de escepticismo. Luego, empresas y gobiernos acordaron ingeniosos planes de democratizaci¨®n tecnol¨®gica y capitalismo a todo color para hacerlas escampar. Del mismo modo, la inteligencia artificial (IA) se ha colado en nuestras vidas en forma de asistentes personales en el tel¨¦fono, comercio en l¨ªnea, veh¨ªculos aut¨®nomos y traductores en tiempo real. No obstante, es ahora cuando empezamos a ser conscientes de que las m¨¢quinas van a transformar el futuro con aplicaciones y usos que todav¨ªa no somos capaces de imaginar. De hecho, ni siquiera los gobiernos de los pa¨ªses m¨¢s importantes tienen demasiado claro c¨®mo regular un fen¨®meno que ¡°plantea riesgos significativos¡± para la vida humana, tal como se desprende de la Cumbre Mundial sobre Seguridad de la Inteligencia Artificial (IA) celebrada recientemente.
Lo que s¨ª parece seguro es que este nuevo salto tecnol¨®gico traer¨¢ cambios poco halag¨¹e?os para aquellas profesiones cuyo alto grado de automatizaci¨®n las convierte en susceptibles de ser sustituidas por m¨¢quinas. Sin embargo, frente a actitudes neoluditas en pleno siglo XXI ¨Cel ludismo fue un movimiento organizado de artesanos brit¨¢nicos que durante las primeras d¨¦cadas del siglo XIX llev¨® a cabo actos de sabotaje en f¨¢bricas textiles en las que destru¨ªan los telares y m¨¢quinas de hilar que, a su juicio, acabar¨ªan por eliminar sus puestos de trabajo¨C, parece que nuestra supervivencia residir¨ªa, una vez m¨¢s, en el reciclaje. Algunos expertos coinciden en que la obsolescencia de ciertas profesiones se amortiguar¨¢ gracias a que la innovaci¨®n siempre genera nuevos puestos de trabajo. Por lo visto, como sucede con la energ¨ªa, el trabajo ni se crea ni se destruye, s¨®lo se transforma.
El mundo laboral de la arquitectura es un buen ejemplo de este tipo de vaivenes. Las escenas de grandes estudios de arquitectura con mesas de trabajo ocupadas por decenas de delineantes regla y l¨¢piz en mano nos parecen propias de un pasado muy lejano. La popularizaci¨®n del software de dise?o asistido por ordenador ¨CCAD, por sus siglas en ingl¨¦s¨C revolucion¨® por completo la forma de hacer planos, pero tambi¨¦n la de organizar la profesi¨®n. ¡°Ya en los setenta nos dimos cuenta de que el mundo digital pod¨ªa dejar a mucha gente en paro¡±, dec¨ªa Rem Koolhaas hace solo unos meses en una entrevista para ICON Design. En efecto, la tecnolog¨ªa convirti¨® en prescindibles a muchos trabajadores, y hoy las oficinas de arquitectura se organizan con un n¨²mero significativamente m¨¢s reducido de personas.
¡°Por un lado, somos m¨¢s productivos y eficientes; pero por el otro, nos obligamos a hacer cada vez m¨¢s cosas por el mismo dinero, o incluso menos, con lo que hemos diluido esta eficacia. De hecho, a los arquitectos y a las arquitectas se nos deber¨ªa pagar por pensar, no por dibujar o por aprender a mecanizar procesos¡±, sostiene Jos¨¦ Mar¨ªa Echarte, arquitecto y profesor en el Grado en Fundamentos de la Arquitectura de la Universidad Rey Juan Carlos. Experto en los fen¨®menos de precarizaci¨®n vocacional y becarizaci¨®n del trabajo asalariado en el mundo de la arquitectura, tal como analiza en su tesis doctoral Estructura laboral de la arquitectura en Espa?a (1211-2010) : del taller gremial al taller horizontal, Echarte considera que la irrupci¨®n de la IA puede traer m¨¢s precariedad a una profesi¨®n ya de por s¨ª precarizada. ¡°La idea m¨¢s extendida e inocente es que las IA ser¨¢n ayudantes mecanizadas que liberar¨¢n a los empleados, que ahora podr¨¢n dedicarse a investigar. Yo creo que esa perspectiva no se corresponde con el proceder habitual en la estructura profesional espa?ola, donde siempre se ha escuchado eso de ¡®ma?ana tengo aqu¨ª a tres estudiantes haciendo lo mismo que t¨² por la mitad de dinero¡¯. La IA reformula esta situaci¨®n: ya no es ma?ana, es ahora; y no es por la mitad de dinero, sino gratis. Creo que ser¨¢ problem¨¢tico¡±, sentencia.
Entonces, ?puede la tecnolog¨ªa convertir la profesi¨®n de arquitecto en prescindible? Hasta hace bien poco, la respuesta era inequ¨ªvocamente negativa. Las m¨¢quinas pod¨ªan facilitar las tareas m¨¢s tediosas de un estudio de arquitectura y ayudarnos a producir planos y maquetas de una manera m¨¢s r¨¢pida, sencilla y eficiente. Sin embargo, jam¨¢s podr¨ªan sustituir la capacidad de proyectar un edificio con sensibilidad y creatividad.
Ahora, esto ya no est¨¢ tan claro porque, adem¨¢s de para la automatizaci¨®n de tareas pesadas, la IA tambi¨¦n puede entrenarse para desarrollar algo parecido a una intuici¨®n creativa. Pinta cuadros y hace m¨²sica, incluso junto a los Beatles, que han podido terminar una canci¨®n m¨¢s de medio siglo despu¨¦s de su disoluci¨®n. El Chat GPT pronto aprender¨¢ a escribir novelas, si es que no lo est¨¢ haciendo ya: George R. R. Martin, John Grisham y Jonathan Franzen son algunos de los diecisiete escritores que han denunciado a Open AI, la propietaria de Chat GPT, por ¡°robo sistem¨¢tico a escala masiva¡± de sus obras. La IA tambi¨¦n amenaza a los guionistas de cine y televisi¨®n, as¨ª como a actores, que asisten at¨®nitos a c¨®mo las m¨¢quinas pueden crear r¨¦plicas digitales, un c¨®ctel tecnol¨®gico que aviva las reivindicaciones laborales de un sector en pie de guerra en Hollywood.
¡°Estas herramientas quiz¨¢ puedan mermar la creatividad si todos caemos en el mismo uso, pero pienso que ser¨ªa un error negar su gran potencial¡±, sostiene Guillermo Taberner Ll¨¢cer (@estudiotaberner), arquitecto experto en la implementaci¨®n de la IA generativa en el proceso de dise?o. ¡°Llev¨¢bamos tiempo bloqueados con un proyecto en el estudio. He podido generar m¨¢s de veinticinco im¨¢genes en s¨®lo quince minutos con Dall¡¤e3 de OpenAI. Ninguna se adapta espec¨ªficamente a todo lo que le ped¨ªa, pero me permite ampliar el imaginario¡±. Taberner nos desarrolla su entendimiento de la herramienta: ¡°Ya existen programas que analizan un modelado 3D y aportan soluciones para que un edificio resulte energ¨¦ticamente m¨¢s eficiente. No tardaremos mucho tiempo en ver softwares capaces de considerar par¨¢metros b¨¢sicos como las normas urban¨ªsticas vigentes de una parcela, las condiciones climatol¨®gicas de su emplazamiento, las necesidades reales de los usuarios o los precios actualizados para generar un presupuesto, y combinarlos para producir un proyecto con todos los planos de obra necesarios para su ejecuci¨®n¡±.
Mientras tanto, las redes se inundan de im¨¢genes hiperrealistas de arquitecturas generadas por IA. Abundan las f¨¢bulas que representan edificios famosos de la historia de la arquitectura como si hubieran sido concebidos por otros arquitectos diferentes a sus verdaderos autores. ?Se imaginan la ?pera de S¨ªdney proyectada por Zaha Hadid, Antonio Gaud¨ª, Frank Gehry o Le Corbusier? Los resultados oscilan entre la an¨¦cdota desconcertante y el chiste rid¨ªculo y, por supuesto, en ning¨²n caso se acercan a la fuerza y sensibilidad del dise?o original de J?rn Utzon.
De entre todos ellos, merece la pena rescatar el trabajo de Dr. Kohan, que plasma su investigaci¨®n de las aplicaciones de la IA en la arquitectura con fina iron¨ªa. ¡°Arquitectura, Calatrava, memes y todas las combinaciones posibles¡± es su lema, y en su cuenta de Twitter tan pronto ofrece parodias de arquitectura italiana hecha con pasta o iglesias y edificios cl¨¢sicos vistos como juguetes baratos de bazar, como alaba ¡°los beneficios de una educaci¨®n cl¨¢sica¡± en su serie de c¨²pulas y frontones griegos reconvertidos en gorros y mochilas. Tambi¨¦n narra la historia de la arquitectura desde los egipcios hasta la Bauhaus a trav¨¦s de juegos de mesa en su hilo sobre ¡°una familia tradicional disfrutando de un juego un jueves por la noche¡±, en forma de maquetas para montar o en c¨¢ndidos juguetes para regalar con los men¨²s infantiles de McDonald¡¯s.
Kohan se ampara en el sarcasmo para enmascarar una actitud cr¨ªtica hacia la forma en la que se hace arquitectura en el siglo XXI. ¡°Hay varias tecnolog¨ªas que al principio nos fascinaban y que luego hemos olvidado, como la realidad virtual o, m¨¢s recientemente, el Metaverso. Quiz¨¢s con la IA suceda lo mismo¡±, declara para ICON Design. ¡°Veo potencial en herramientas que ¡®traduzcan¡¯ informaci¨®n de un medio a otro, como convertir una bola de papel arrugado en una foto de una maqueta o un boceto en l¨¢piz en una imagen fotorrealista. Eso las IA lo pueden hacer muy bien. Sin embargo, creo que, ante un escenario de saturaci¨®n de im¨¢genes fotorrealistas, el boceto a mano cobrar¨¢ un valor mucho mayor¡±. Y prosigue: ¡°Hay muchos aspectos del trabajo de un arquitecto que son automatizables y aburridos. Pero el dise?o no es uno de ellos. ?Los arquitectos amamos proyectar! Es la fase m¨¢s estimulante de nuestro trabajo, y exige muchas sutilezas: desde el lenguaje que usamos para describir algo hasta la fuerza de los trazos de un l¨¢piz. Esto requiere de una sensibilidad que las IA todav¨ªa no tienen y que tal vez nunca tengan¡±.
En la misma l¨ªnea, Taberner defiende que ¡°el arquitecto es m¨¢s que un simple ¡®ejecutor¡¯. Ahora m¨¢s que nunca debemos recuperar la figura del arquitecto como ¡®humanista¡¯, con un car¨¢cter m¨¢s reflexivo, capaz de aportar una experiencia sensible que las m¨¢quinas a¨²n no pueden producir¡±. Echarte se muestra menos optimista: ¡°Utilizar la IA para proyectar un edificio no deber¨ªa ser un problema siempre que sepamos por lo que pagamos. No es lo mismo hacer arquitectura pulsando una tecla, que con profesionales especializados a los que debes pagar, legalmente. Hay otras industrias que han sido capaces de transmitir esta cuesti¨®n de la calidad del servicio, y por eso un traje hecho a medida no cuesta lo mismo que uno hecho en serie. Lamentablemente, la precariedad en la arquitectura ha hecho que en nuestro sector esta cuesti¨®n no sea escalable¡±.
Volviendo a la ?pera de S¨ªdney: su construcci¨®n comenz¨® cuando ni siquiera los ingenieros de la prestigiosa firma Ove Arup sab¨ªan c¨®mo resolver los cascarones en forma de vela de la cubierta del edificio. Durante a?os se ensayaron m¨¢s de doce soluciones, llevando la obra a un sobrecoste y un retraso inaceptables que acabaron por costarle el puesto a su arquitecto. Utzon no pudo ver su proyecto terminado: abandon¨® Australia y nunca m¨¢s volvi¨®. Ni siquiera figuraba en la lista de los invitados a la inauguraci¨®n. A Frank Gehry podr¨ªa haberle sucedido lo mismo con el Museo Guggenheim de Bilbao, pero el software de la industria aeroespacial CATIA le posibilit¨® hacer realidad las caprichosas formas de un proyecto constructivamente muy adelantado a su tiempo. ?Ay! ?Ojal¨¢ Utzon hubiera tenido a su disposici¨®n una IA para su ¨®pera!