Tan inquietante como en la ficci¨®n: as¨ª es el pueblo real de ¡®Eduardo Manostijeras¡¯, en el que Tim Burton volc¨® los traumas de su infancia
La pel¨ªcula cumple este fin de semana 30 a?os y nos preguntamos si Lutz (Florida), la ciudad residencial que sirvi¨® de escenario, ha envejecido igual de bien que este filme convertido en un cl¨¢sico de la Navidad
Pocas historias han sabido encarnar el romanticismo y la fantas¨ªa de forma tan conmovedora como Eduardo Manostijeras (1990). Considerada por la audiencia de la p¨¢gina web Rotten Tomatoes como la mejor pel¨ªcula del cineasta estadounidense hasta la fecha, esta joya de la factor¨ªa de Tim Burton sigue encandilando con cada reposici¨®n navide?a y tiene un visionado obligatorio cuando caen los primeros copos de nieve.
A pesar del inevitable paso del tiempo (este fin de semana se celebra el 30 aniversario de su estreno en EE UU) que suele hacer mella en las pel¨ªculas con cierto envoltorio de ciencia ficci¨®n, la cinta ha sabido envejecer con dignidad y sin grandes sobresaltos en su metraje. Esta f¨¢bula sobre el mito moderno de crear vida artificial, que trataron obras como el Frankenstein de Mary Shelly, tiene mucho de fantas¨ªa pero tambi¨¦n de cruda realidad. Y no solo por la dureza de su trama ¨Ctras el personaje de ficci¨®n se esconde un testimonio sobre el rechazo y los convencionalismos en la sociedad¨C, sino por toda la escenograf¨ªa que rodea a la pel¨ªcula. A excepci¨®n de los interiores de la mansi¨®n donde un extravagante inventor (Vincent Price) crea al joven Edward (Johnny Depp), que fueron grabados en el estudio de sonido de la 20th Century Fox, en Los ?ngeles, el resto de los decorados son m¨¢s tangibles de lo que parecen.
A pesar de los colores caramelo y la alineaci¨®n matem¨¢tica de sus casas de una sola planta, el vecindario en el que viven Peg Boggs (la mujer que saca del olvido a Edward, interpretada por Diane Wiest) y su familia existe de verdad. Se trata de un suburbio de Lutz, en el estado de Florida, donde reside una comunidad privada cuya vida se vio trastocada durante unos meses con el rodaje de la pel¨ªcula. Hablamos del mismo escenario que fue testigo de la chispa que salt¨® entre sus protagonistas, Johnny Depp y Winona Ryder, tanto dentro como fuera de la pantalla. Un romance que cristaliz¨® con el famoso tatuaje de Winona forever en el brazo derecho de Depp, que el actor modificar¨ªa tres a?os despu¨¦s de la ruptura.
L¨ªos amorosos aparte, cuando se rodaba Eduardo Manostijeras en el verano de 1990 Tim Burton a¨²n arrastraba la resaca del estreno de Batman (1989), la pel¨ªcula m¨¢s taquillera de la historia de Hollywood hasta ese momento. El ¨¦xito comercial de la cinta que el director californiano dirigi¨® con tan solo 31 a?os no pudo acallar la experiencia traum¨¢tica que vivi¨® durante su rodaje, fruto de las numerosas discusiones que tuvo con la productora Warner Bros (la elecci¨®n de Michael Keaton como protagonista, una apuesta del director, fue una de ellas). La idea de poner en marcha un proyecto m¨¢s ¨ªntimo, basado en un gui¨®n original y sin una major detr¨¢s, resultaba mucho m¨¢s estimulante.
El argumento de esta nueva cinta surgi¨® de un encuentro con la escritora Caroline Thompson, a la que hab¨ªa conocido durante la preproducci¨®n de Beetlejuice (1988) y que ser¨ªa tambi¨¦n la coautora de Pesadilla antes de Navidad (1993). Burton mostr¨® a Thompson unos dibujos que hab¨ªa hecho de adolescente y, a partir de ah¨ª, la historia del personaje de Eduardo Manostijeras empez¨® a fluir por s¨ª sola. ¡°Nunca hab¨ªa tenido la oportunidad de expresar c¨®mo me sent¨ªa realmente ni hacer lo que siempre hab¨ªa querido hasta ese momento. Esta pel¨ªcula es una imagen con la que me identifico¡±, fueron las palabras del cineasta a The New York Times tras finalizar el rodaje.
La producci¨®n sac¨® a la luz algunos detalles autobiogr¨¢ficos. El personaje que Tim Burton hab¨ªa trazado en papel era un reflejo de s¨ª mismo cuando era joven, una ¨¦poca en la que le cost¨® mucho entablar relaciones con su entorno. ¡°Tengo la sensaci¨®n de que la gente a mi alrededor quer¨ªa dejarme solo, por alguna raz¨®n que nunca llegu¨¦ a saber exactamente cu¨¢l es¡±, declar¨® al mismo diario. Aquello fue en Burbank, California, la ciudad residencial donde el cineasta creci¨® y que baraj¨® como primera localizaci¨®n para el rodaje de Eduardo Manostijeras. Sin embargo, su antiguo vecindario hab¨ªa cambiado considerablemente desde entonces y distaba mucho del que conservaba en sus recuerdos, por lo que decidi¨® descartarlo.
Un residencial de ¡®cookie-cutter houses¡¯
Joe Frank, periodista del diario local Tampa Bay Times, se?ala en un art¨ªculo que fueron los cielos despejados de la bah¨ªa de Tampa lo que hizo que Tim Burton y su equipo se decidieran por esta zona del pa¨ªs. Carpenters Run, un barrio residencial a tan solo 20 minutos de Lutz (Florida), con un entramado milim¨¦trico de calles por el que los ni?os pod¨ªan pasear solos en bicicleta y los coches de sus padres llegaban como sincronizados a la hora de cenar. Ser¨ªa un fiel reflejo, no solo de la infancia de Burton, sino de la de millones de norteamericanos a comienzos de los a?os sesenta.
Esta comunidad privada es un ejemplo del fen¨®meno arquitect¨®nico conocido como cookie-cutter houses (la versi¨®n anglosajona de nuestras casas prefabricadas) que se extendi¨® por EE UU y Canad¨¢ despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial. Con el babyboom y la llegada del programa de construcci¨®n de autopistas del presidente Dwight D. Eisenhower se multiplicaron este tipo de barrios uniformes y alejados de las grandes urbes. Las viviendas compart¨ªan una estructura igualitaria de una sola planta, que apenas pod¨ªa variar su dise?o salvo por algunos detalles de la fachada. Esto permit¨ªa que los ni?os del vecindario supieran d¨®nde encontrar el ba?o o la cocina al instante cuando visitaban por primera vez la casa de un vecino, ya que la disposici¨®n era exactamente igual que la de la suya.
En este art¨ªculo del peri¨®dico financiero Business Insider se muestra desde un plano a¨¦reo la planta id¨¦ntica que comparten todas las casas de Levittown (Pennsylvania), el primer ejemplo de este tipo de suburbio en suelo norteamericano, que data de 1947. El diario analiza esta homogeneidad arquitect¨®nica como respuesta a la necesidad del momento de construir r¨¢pido y de forma asequible, y por la que el dise?o unipersonal se tuvo que sacrificar a cambio de una construcci¨®n masiva in situ.
Un lavado de cara en tonos pastel
Para Bo Welch, el dise?ador de producci¨®n que ya hab¨ªa trabajado con Tim Burton a cargo de los escenarios surrealistas de Beetle Juice, a este cl¨¢sico vecindario de la middle class americana le faltaba algo. Y ese algo era color. ¡°Nos encontramos con una especie de suburbio gen¨¦rico y simple al que intentamos aportar cierto car¨¢cter pintando sus casas en colores desva¨ªdos para que pareciera un poco m¨¢s paranoico¡±, declar¨® el dise?ador a The New York Times. Durante las 12 semanas que dur¨® el rodaje (con temperaturas de m¨¢s de 40 grados cent¨ªgrados) el equipo de Welch sigui¨® las ¨®rdenes de pintar alrededor de 40 casas bajo una estricta paleta de tonos pastel. Los tonos elegidos fueron (literalmente) verde agua, maquillaje, amarillo mantequilla y azul sucio. Tambi¨¦n realizaron peque?os cambios estructurales en algunas viviendas, como reducir el tama?o de las ventanas para intensificar ese ambiente un poco demente que Welch buscaba.
Una cuantiosa inyecci¨®n en la econom¨ªa local motiv¨® al barrio a poner sus casas patas arriba. Seg¨²n relat¨® Jay Sedrish (el contable de la producci¨®n) a un diario local, entre gastos, dietas, suministros de construcci¨®n e imprevistos, la pel¨ªcula inyect¨® cuatro millones de d¨®lares a la bah¨ªa de Tampa. Una cifra razonable si lo comparamos con los m¨¢s de 86 millones de d¨®lares que la pel¨ªcula recaud¨® con su estreno. En el presupuesto se incluy¨® una compensaci¨®n econ¨®mica para cada residente por las molestias generadas durante el rodaje. Una cantidad, por cierto, que nunca fue revelada. Por su parte, el equipo de Danny Ondrejko, paisajista de la pel¨ªcula, asumi¨® una gran partida del presupuesto para recrear el fantasmag¨®rico jard¨ªn de la mansi¨®n y las plantas de arte topiario que el protagonista esculpe con sus manostijeras durante el filme.
Poco despu¨¦s de finalizar el rodaje, desaparecieron de sus patios esos arbustos extra?os con forma de bailarina, animales y jugadores de bolos, se plantaron m¨¢s ¨¢rboles (como se observa en los montajes fotogr¨¢ficos que realiz¨® el fot¨®grafo local Andrew Cremeans 25 a?os despu¨¦s) y las casas de Carpenters Run recuperaron su color original, en tonos marrones y crema. Kathy Lockwood, una de las residentes de Lutz que hizo de extra en la pel¨ªcula de Burton, afirma que el barrio luce ahora una cara mucho m¨¢s real. ¡°Antes parec¨ªa un decorado porque todo era muy nuevo¡±.
Este residencial de Florida no es el ¨²nico caso en el que el cine ha trastocado la est¨¦tica de un lugar a su antojo. El m¨¢s cercano nos lleva a J¨²zcar, el pueblo malague?o que en 2011 dej¨® su fachada n¨ªvea, t¨ªpica de la regi¨®n, para te?irse de azul pitufo. El motivo no fue otro que transformarse en el ¡°primer pueblo pitufo del mundo¡± para albergar la presentaci¨®n mundial de la pel¨ªcula Los pitufos 3D, algo que se tradujo en importantes beneficios para el municipio y mucha controversia.
Cinco mil interesados en comprar la casa de la familia Boggs
Hasta hace bien poco la casa m¨¢s famosa del vecindario buscaba propietario. El portal inmobiliario Zillow puso a la venta este verano la vivienda que sirvi¨® de residencia para la familia Boggs en la ficci¨®n coincidiendo con el 30 aniversario del estreno de la pel¨ªcula. Dur¨® poco en el mercado: fue vendida el mes pasado por 230.000 d¨®lares (unos 194.000 euros) tras recibir ofertas de m¨¢s de 5.000 compradores.
Esta vivienda de 1989 mantiene su estructura original de una sola planta pero ha sufrido varias reformas en su interior. Con 134 metros cuadros de superficie cuenta con dos ba?os, tres habitaciones (una de ellas pudo albergar la cama de agua que fue testigo del primer encuentro entre Edward y Kim Boggs, los personajes de Jonny Depp y Winona Ryder), y un dormitorio principal que ha sido remodelado por completo.
El verde menta de las paredes que muestran algunas escenas de la pel¨ªcula dio paso al rojo intenso y al amarillo lim¨®n, mientras que una mejora en el aislamiento de la vivienda hizo desaparecer la moqueta blanca donde la familia Boggs ve¨ªa la televisi¨®n que fue sustituida por un suelo cer¨¢mico. La cocina, en cambio, mantiene la p¨¢tina kitsch de la ¨¦poca, con los muebles a medida y la encimera original, tal y como fue captada en la escena donde Edward corta lechuga a toda velocidad.
El azul beb¨¦ de la fachada que aplic¨® Bo Welch fue remplazado por un tono marr¨®n p¨¢lido y la esquina de la casa en la que Edward esculpi¨® una gran figura de hielo para su amada Kim est¨¢ ahora custodiada por un ¨¢rbol grande y longevo. El patio trasero, que fue testigo de la concurrida barbacoa de la familia y la limonada rosa que exprimi¨® la seductora Joyce Munroe, sigue en pie pero con una imagen mucho m¨¢s solitaria que la cinematogr¨¢fica. ¡°Aqu¨ª [en el patio] se grabaron muchas escenas de la pel¨ªcula. Se hicieron los cortes de pelo, la poda de ¨¢rboles y, por supuesto, el famoso baile de hielo de Wynona¡±, declar¨® su antigua propietaria al canal local de noticias este verano.
Southgate: un icono pop al norte de Florida
Tras desaparecer la cobertura pastel de las casas y reducirse a cenizas el castillo de Price que Welch construy¨® a las afueras (y que se agreg¨® al vecindario por efectos especiales) solo queda en pie un lugar tal cual lo mostr¨® Tim Burton en la pel¨ªcula. El centro comercial Southgate, construido en 1957 en la ciudad de Lakeland (Florida), responde al cl¨¢sico mall americano que el cineasta buscaba para albergar el resto de las localizaciones. Con su fachada retro y su arco de 23 metros de altura, ser¨ªa el lugar id¨®neo donde ambientar la peluquer¨ªa y el diner en el que se re¨²ne la familia Boggs a cenar. Ambos locales fueron decorados por Welch para la ocasi¨®n, y no existen como tal en la realidad.
Tras el estreno de la pel¨ªcula, Southgate se convirti¨® en un icono pop de la ciudad que atrae a turistas y numerosos fans de Tim Burton. Faye Doppelheuer, due?a de un negocio en el centro comercial, lo relata con una escena com¨²n de su d¨ªa a d¨ªa: ¡°Casi todas las semanas tenemos a alguien que entra a la tienda y nos pregunta lo mismo: ¡®?D¨®nde se film¨® la pel¨ªcula?¡¯. ¡®?D¨®nde estaba el sal¨®n de belleza?¡±. En 2018, Southgate sirvi¨® de nuevo como escenario de ficci¨®n, esta vez para la pel¨ªcula para Disney El magn¨ªfico Iv¨¢n, estrenada en cines el pasado mes de agosto. Un nuevo motivo para asegurar el turismo toda vez que la pandemia lo permita.
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