La rocambolesca historia del Tri¨¢ngulo de Hess, el solar edificable m¨¢s peque?o y m¨¢s caro del mundo
Este lugar, cuyo valor es de 68.000 d¨®lares por metro cuadrado, aparece en casi todas las gu¨ªas de Manhattan y hasta el ¡®New Yorker¡¯ le dedic¨® un c¨®mic. Sin embargo, a¨²n pasa bastante desapercibido entre los turistas, quiz¨¢ porque se han olvidado de mirar hacia el suelo
Hay que mirar hacia el suelo, esa es la ¨²nica manera de entender lo que pasa en la acera de la esquina oeste de la calle Christopher con la 7? Avenida de Manhattan, en EE UU. All¨ª hay un tri¨¢ngulo de mosaico de unos setenta cent¨ªmetros de lado que sirve para dar fe de una de las historias m¨¢s rocambolescas de la ciudad. Se llama Tri¨¢ngulo de Hess y no es una se?al en el pavimento ni una atracci¨®n tur¨ªstica, al menos, no una atracci¨®n convencional. Se trata de un solar edificable: el m¨¢s peque?o y m¨¢s caro del mundo. Y tambi¨¦n es un s¨ªmbolo de desobediencia civil (y de capitalismo pataleante).
Cuando pensamos en ¡°desobediencia civil¡± las im¨¢genes que se nos vienen a la mente no son precisamente las de rinconcitos cuquis del Green Village neoyorquino. Manifestaciones, sentadas, antidisturbios dispersando multitudes a base de botes de humo y pelotas de goma... En fin, cosas ¨¦picas y muy peligrosas. Sin embargo, la arquitectura y, especialmente, el urbanismo, est¨¢n llenos de actitudes bien visibles de desobediencia civil, ya sea contra la autoridad estatal o contra el pez gordo y poderoso.
Por ejemplo, en China existe el fen¨®meno de las casas-clavo: propiedades, habitualmente bastante viejas, que se resisten a ser compradas, derribadas y absorbidas por la trama de la ciudad. Estas edificaciones de esp¨ªritu numantino tambi¨¦n son muy frecuentes en Estados Unidos. All¨ª lo llaman holdouts (resistencia) y el caso m¨¢s famoso es el de la casita de Edith Macefield, en Seattle, que se resisti¨® a ser digerida por un centro comercial y, tras colocar unos cuantos globos de colores en el tiro exterior, sirvi¨® de inspiraci¨®n publicitaria para la pel¨ªcula de Disney Up. En Manhattan hay otro ejemplo de holdout tambi¨¦n muy conocido y que s¨ª es una atracci¨®n tur¨ªstica. Es la llamada ¡°esquina del mill¨®n de d¨®lares¡±, un mordisco urbano en el bloque de los almacenes Macy¡¯s en Herald Square, entre la 34 y Broadway. Pero el holdout m¨¢s peculiar de Manhattan (y probablemente del mundo) es el Tri¨¢ngulo de Hess, a un par de kil¨®metros al sur de Macy¡¯s.
La historia del tri¨¢ngulo comienza alrededor de 1910, cuando Nueva York no parec¨ªa la urbe cosmopolita que es ahora, sino un sitio m¨¢s bien insalubre, con calzadas de tierra que se transformaba en barro con la lluvia, calles estrechas y delincuencia semiorganizada. Algo muy parecido a lo que contaba Martin Scorsese en Gangs of New York.
El caso es que, como la traza urbana de Nueva York era, efectivamente, bastante poco saludable y, adem¨¢s, estaban en plena ampliaci¨®n del metro, el Ayuntamiento de la ciudad comenz¨® un proceso arduo y exhaustivo de renovaci¨®n urbana, que se tradujo en el derribo de barrios enteros para dar m¨¢s espacio a las ampliaciones de calles y avenidas. En Greenwich Village les pill¨® la ampliaci¨®n de la 7? Avenida y de su l¨ªnea de metro asociada, lo cual signific¨® la expropiaci¨®n y consecuente demolici¨®n de 253 edificios como 253 soles.
Entre todos esos edificios hab¨ªa uno en particular que se ve¨ªa directamente afectado por la ampliaci¨®n de la 7?: el Voorhis. Un peque?o bloque de apartamentos propiedad de un promotor de Filadelfia llamado David Hess. Cuando las cosas no eran m¨¢s que dibujos sobre el plano de la ciudad, el Ayuntamiento de Nueva York le dijo al se?or Hess que iban a ampliar la avenida y que a ver si les vend¨ªa su edificio baratito, a lo que el se?or Hess dijo que de eso nada, que el edificio era suyo y que de ah¨ª no lo mov¨ªa nadie. Muy probablemente no les dijese esas mismas palabras, pero es casi seguro que emple¨® unos t¨¦rminos parecidos porque se neg¨® en redondo a vender el Voorhis, por mucho que el Consistorio subiese la puja.
Y la subi¨®. La subi¨® much¨ªsimo. Hay cr¨®nicas, probablemente exageradas, que dicen que el Ayuntamiento lleg¨® a ofrecer m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares por el edificio de marras, lo cual equivaldr¨ªa a m¨¢s de 18 millones de d¨®lares de la actualidad (unos 840.000 euros). El problema es que Hess dec¨ªa que ese terreno era suyo y que no lo iba a vender, que le proteg¨ªa la Constituci¨®n y un mont¨®n de enmiendas y que ¨¦l era un ciudadano americano y que la propiedad privada era la esencia de Estados Unidos.
El asunto desemboc¨® en una serie de juicios, pero, para 1913, la familia hab¨ªa agotado todas las v¨ªas legales y la cosa acab¨® como ten¨ªa que acabar: el Ayuntamiento expropi¨® forzosamente el edificio y lo derrib¨®. En 1916, la ampliaci¨®n de la 7? Avenida se dio por finalizada y del edificio Voorhis ya no quedaba nada. O casi nada.
En 1921, tras repasar los planos parcelarios de la zona, los herederos de David Hess descubrieron un peque?¨ªsimo resto del Voorhis que a¨²n permanec¨ªa en las calles de Manhattan. Al parecer, cuando la ciudad tom¨® posesi¨®n del edificio y llev¨® a cabo las mediciones de la obra, pas¨® por alto un tri¨¢ngulo de unos 70 cent¨ªmetros de lado que resultaba de sustraer el trazado de la nueva 7? Avenida a la envolvente en planta del antiguo bloque. Cuando se percataron del resquicio urban¨ªstico, y en vista de que, t¨¦cnicamente, la familia a¨²n dispon¨ªa de un trozo de suelo edificable en pleno Greenwich Village, los sobrinos del t¨ªo David fueron al Ayuntamiento e inscribieron legalmente el tri¨¢ngulo bajo su propiedad.
Hab¨ªan pasado ocho a?os desde la batalla legal con Hess y el Consistorio no estaba para meterse en m¨¢s follones, as¨ª que le pregunt¨® a la familia que qu¨¦ iban a hacer con ese cachito enano de Manhattan, que ah¨ª no cab¨ªa nada y que, para eso, mejor lo donasen a la ciudad. Pero los herederos, haciendo honor a su difunto t¨ªo Dave, dijeron que de eso nada. Y, en lugar de donarlo, lo cubrieron con teselas de mosaico formando la siguiente inscripci¨®n: ¡°Property of the Hess estate which has never been dedicated for public purposes¡± (propiedad de la finca Hess, que nunca se ha dedicado a fines p¨²blicos). La gracia es que, justo enfrente y al poco de la instalaci¨®n del mosaico, abri¨® Village Cigars, una tienda de puros que enseguida cobr¨® fama e hizo dinero. Con ese dinero, en 1938, Village Cigars compr¨® el tri¨¢ngulo de Hess. Pag¨® mil d¨®lares (840 euros) por ¨¦l.
Mil d¨®lares puede parecer poco, pero hay que saber que, con la inflaci¨®n, equivalen a unos 17.000 d¨®lares (14.000 euros) de hoy en d¨ªa. Teniendo en cuenta que el tri¨¢ngulo mide unos 0,25 metros cuadrados, obtenemos que el valor unitario del Tri¨¢ngulo de Hess es de 68.000 d¨®lares (57.000 euros) por metro cuadrado. El solar m¨¢s caro del mundo.
El Tri¨¢ngulo de Hess tambi¨¦n es conocido como ¡°tri¨¢ngulo del despecho¡± por la desafiante inscripci¨®n autoexplicativa, aparece en casi todas las gu¨ªas de Manhattan y hasta el New Yorker le dedic¨® un c¨®mic. Sin embargo, a¨²n pasa bastante desapercibido entre los turistas, quiz¨¢ porque se han olvidado de mirar hacia el suelo.
* Pedro Torrijos es arquitecto y en mayo publicar¨¢ su primer libro, ¡®Territorios Improbables¡¯, donde habla de esta y otras historias curiosas relacionadas con la arquitectura.
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