La emocionante historia de amor detr¨¢s de las flores gigantes del Palacio de Cristal del Retiro
Petrit Halilaj y ?lvaro Urbano han capturado nuestra necesidad de mensajes de esperanza con las enormes flores, s¨ªmbolo de su historia de amor, que han ¡®plantado¡¯ primero en Madrid y ahora en m¨¢s capitales. Los artistas nos abren su estudio berlin¨¦s
Las flores gigantes de lienzo y acero que desde julio se ven en el Palacio de Cristal de Madrid, e inevitablemente en las cuentas de Instagram de sus innumerables visitantes, son obra de Petrit Halilaj (Kost?rrc, Kosovo, 1986). Ten¨ªan que servir de decoraci¨®n para la gran performance que iba a ser To a raven and the hurricanes that from unknown places bring back smells of human in love: su boda con el tambi¨¦n artista ?lvaro Urbano (Madrid, 1983), su pareja desde hace diez a?os y que adem¨¢s colabor¨® en la fabricaci¨®n de las flores. Ese plan se frustr¨®, como se frustr¨® todo, con el asalto de la covid-19. La exposici¨®n, en la que Halilaj hab¨ªa trabajado durante meses para el Reina Sof¨ªa, se qued¨® sin su pieza central y las flores se convirtieron en toda la historia.
El giro es que esas flores siempre tuvieron un gran valor narrativo. Est¨¢ la Forsythia, la amarilla: recuerda aquellas que Urbano le regal¨® a Halilaj al mes de conocerle en Berl¨ªn, en 2010. ¡°Es de las primeras en salir en la primavera alemana y de las ¨²ltimas en desaparecer, el ¨¢rbol entero se vuelve amarillo, es precioso¡±, explica Halilaj por tel¨¦fono desde su estudio en Berl¨ªn. Y apostilla Urbano desde la misma llamada: ¡°Fue cuando me di cuenta de que estaba enamorado de ¨¦l. Cog¨ª una ramita y se la di¡±. En 2015, Urbano conoci¨® a la madre de Halilaj. ¡°Sabiendo que a ella le encantan los jardines, le regal¨® dos semillas de palmera¡±, recuerda el kosovar.
¡°En aquella ¨¦poca mi madre ten¨ªa dificultades para aceptarnos, pero las plant¨® y ahora son dos ¨¢rboles que crecen en Kosovo¡±. La flor de esos ¨¢rboles es la de mayor tama?o en la exposici¨®n, la que ocupa la capilla principal del Palacio. No muy lejos est¨¢ la amapola, que deb¨ªa simbolizar el final de aquel noviazgo. ¡°Le hab¨ªa dicho a Petrit que si me ped¨ªa que me casara con ¨¦l, lo hiciera bien. En 2018 llen¨® la casa de amapolas. Un mill¨®n de flores que hab¨ªa recogido con un amigo¡±, recuerda Urbano. Halilaj ilustra: ¡°Las puse en el horno, en el retrete, en cualquier lugar imaginable de la casa¡±. Urbano dijo que s¨ª, naturalmente, y empezaron a planificar esa boda que nunca ser¨ªa.
¡°Es interesante hasta qu¨¦ punto la covid ha cambiado el significado de estas flores¡±, razona Urbano. ¡°Ya no simbolizan solo nuestras historias personales, sino tambi¨¦n el acto de dar y recibir, de cuidar. Durante el confinamiento, el Real Jard¨ªn Bot¨¢nico de Madrid estuvo cerrado y los jardineros recogieron todas sus flores y las llevaron a los hospitales de la ciudad. Es ese tipo de gesto: llevarle el jard¨ªn a alguien. Las flores se convierten en sat¨¦lites, te hablan. Tambi¨¦n las vemos como entidades sexuales, algo con su componente er¨®tico: la flor est¨¢ para atraer insectos, con su formas y colores, con sus texturas. Eso tambi¨¦n es importante¡±.
Urbano y Halilaj tienen trayectorias art¨ªsticas independientes el uno del otro. De hecho, no muy lejos de la exposici¨®n de Petrit en el Retiro, est¨¢ la de ?lvaro en La Casa Encendida. Se inaugur¨® en febrero y ambas apenas tendr¨ªan que haber coincidido en el tiempo, pero el segundo giro de guion de esta historia es que, con el par¨®n que ha provocado el coronavirus, van a convivir mucho m¨¢s de lo previsto (hasta febrero de 2021 la de Urbano, hasta marzo la de Halilaj). Son dos de las exposiciones m¨¢s excitantes que se han visto este a?o en Madrid y vienen no solo de la misma galer¨ªa, Traves¨ªa Cuatro, sino de dos artistas que comparten estudio, ambiciones y vida.
En El despertar, Urbano reanima un edificio muerto, el Pabell¨®n de los Hex¨¢gonos de la Casa de Campo. Proyectado por Jos¨¦ Antonio Corrales y Ram¨®n V¨¢zquez Molez¨²n, cuando se present¨® en la Expo de Bruselas de 1958, se consider¨® una pieza clave de la nueva arquitectura espa?ola y se le entreg¨® la Medalla de Oro, por encima incluso del Atomium belga de Andr¨¦ y Jean Polak. Hoy, sin embargo, el pabell¨®n est¨¢ abandonado. Urbano recrea ese abandono en una sala iluminada por farolas en forma de hex¨¢gono, en la que la performance la hace el propio edificio: el espectador lo contempla mutar seg¨²n lo observa de un ¨¢ngulo u otro, como se mira una pel¨ªcula, una de atm¨®sfera kubrickiana. El proyecto tiene incluso banda sonora, del compositor Juan Carlos Blancas, la cual se editar¨¢ en vinilo pr¨®ximamente. La exposici¨®n se trasladar¨¢ al Storefront for Art and Architecture de Nueva York, dirigido por el mexicano Jos¨¦ Esparza, quien ha actuado de comisario desde el principio.
Halilaj, que hoy vive entre Alemania, Kosovo e Italia, parec¨ªa destinado a una carrera art¨ªstica desde joven. A finales de los noventa, un matrimonio italiano lo vio dibujar en un campo de refugiados de la guerra de los Balcanes, y se ofreci¨® a acogerle en su casa, en Bozzolo, Lombard¨ªa, para que pudiese estudiar. A finales de la d¨¦cada pasada, visit¨® Berl¨ªn durante unos d¨ªas. ¡°All¨ª vi que pod¨ªa hacer mi vida, salir del armario como homosexual, y dedicarme a lo que me dedico¡±, recuerda. Urbano tambi¨¦n ha desarrollado su vida en varias ciudades: a los 22 a?os se mud¨® de Madrid, donde estudi¨® arquitectura de interiores en la Universidad Polit¨¦cnica, a Nueva York, donde hizo performances en la calle. All¨ª, se decidi¨® por una carrera art¨ªstica. Se matricul¨® en la Universit?t der K¨¹nste de Berl¨ªn y en esa ciudad conoci¨® a Halilaj. Todav¨ªa viven en ella.
De vez en cuando trabajan juntos. ¡°Lo hacemos una vez al a?o, no m¨¢s: no queremos que acabe siendo problem¨¢tico¡±, bromea Urbano. En 2014 publicaron Kushtetuta, una revista de tem¨¢tica queer, en Kosovo: ¡°La primera revista gay de los Balcanes¡±, seg¨²n el artista. Hace cuatro a?os, durante una residencia en el centro Mak de Los ?ngeles, dise?aron unos trajes de mapache con los que hac¨ªan performances: recuerdan a los animales que se ven hoy en El despertar. Ambos son profesores de la ?cole des Beaux Arts de Par¨ªs.
Han colaborado en otra flor para Berghain, el club musical berlin¨¦s que ahora, cerrado, acoge obras creadas durante el semiconfinamiento de Berl¨ªn. Y una m¨¢s de sus ¨²ltimas creaciones tambi¨¦n se puede considerar conjunta. Para la Biennale Ghard?ina, que comisar¨ªa Adam Budak, del Palacio Kinsky de Praga, Petrit ha creado una caseta para p¨¢jaros. ¡°Pero en cuanto te acercas a ella, la oyes roncar, un ronquido profundo de la noche. Una noche grab¨¦ a ?lvaro en secreto y lo us¨¦¡±, explica Halilaj. La obra sigue los principios rectores de las dem¨¢s: ¡°Es un gesto muy dom¨¦stico de dar y cuidar, que se convierte en otra cosa, como las flores¡±.
Precisamente las flores, otras cuatro nuevas que acaban de crear mano a mano, aparecer¨¢n en su nuevo proyecto, uno para la Quadriennale de Roma que comisar¨ªan Sarah Cosulich y Stefano Collicelli Cagol. ¡°Toda la exposici¨®n va sobre escenas que necesitan su sitio en la sociedad pero no lo tienen necesariamente, como el deseo. En nuestro caso, el deseo queer¡±, explica Petrit. Pero alertan que esa etiqueta, queer, hay que usarla con cuidado. ¡°Como idea de ver las cosas desde un punto de vista abierto y sin fronteras, s¨ª, somos artistas queer. Pero no queremos estar vinculados a una sexualidad¡±, afirma. ¡°Y esa es la gracia del arte. Cuando ?lvaro le dio aquellas semillas a mi madre, muestra de un amor homosexual, ella lo vio como el gesto de un amor no solo homosexual y no solo entre nosotros. Los ¨¢rboles que han salido de ellas no son ¨¢rboles queer. La magia del arte es que cuando te expresas t¨², de alguna manera acabas conectando con m¨¢s gente¡±.
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