Los tapices surrealistas de Faig Ahmed, ?homenaje o desaf¨ªo para la tradici¨®n de la alfombra persa?
En las casas tradicionales las alfombras pasan de padres a hijos, mientras este artista de Azerbaiy¨¢n las pixela, distorsiona o desgarra. Sus creaciones protagonizaron el primer pabell¨®n de su pa¨ªs en la Bienal de Venecia en 2007
En una de sus im¨¢genes m¨¢s recientes en Instagram, la plataforma creativa Nowness regalaba a sus seguidores una escena de esas que explican por qu¨¦ pasamos tantas horas con el m¨®vil en la mano sin que podamos decir despu¨¦s a qu¨¦ hemos dedicado el tiempo. Cuatro personas sostienen una alfombra t¨ªpicamente oriental, tama?o XL, que por m¨¢s vueltas que le den no conseguir¨¢n jam¨¢s enderezar: se derrama por el suelo como una taza de caf¨¦. La imagen es a¨²n m¨¢s hipn¨®tica cuando se lee el texto que la acompa?a ¨C¡°las expectativas con respecto a 2020 versus la realidad¡±¨C, que te deja dando vueltas, con los ojos perdidos por las ondas que dibuja el tapiz, a c¨®mo este a?o de n¨²meros redondos nos estaf¨® con una pandemia global. La gracia de la estafa tiene sentido, porque es justamente lo que quiere decir la expresi¨®n rug pull (tirar de la alfombra).
El meme serv¨ªa en realidad para colar el trabajo del artista azerbaiyano Faig Ahmed (Sumgait, 1982), que lleva casi dos d¨¦cadas interpretando las alfombras de lana cl¨¢sicas de su pa¨ªs. Aunque, m¨¢s que como una reedici¨®n, lo hace con ¨¢nimo de hackear sus formas, patrones y estampados, tergiversando y adaptando al siglo XXI la lectura milenaria que gira alrededor de este objeto dom¨¦stico.
De hecho, aparte de derramarse, muchas de sus alfombras vienen pixeladas. Algunas se distorsionan de uno de los costados, exactamente como si a Ahmed se le hubiera ido la mano con el filtro licuar de Photoshop, y otras se deshacen y se arrugan como si fueran un pl¨¢stico al que se le ha prendido fuego con el mechero. Hay un modelo que recrea el logo del reciclaje, otro aparece lleno de manchas de pintura chorreando, e incluso una alfombra luce desgarrada al estilo de una camiseta de algod¨®n low cost despu¨¦s de varios lavados.
La paradoja es que, sin importar el efecto final, y aunque todos los dise?os se hacen con el ordenador, acaban teji¨¦ndose a mano con las mismas t¨¦cnicas artesanales de las alfombras persas m¨¢s tradicionales. Lo cual ha tenido su reconocimiento: con esta obra, todav¨ªa en marcha, el autor firm¨® en 2007 el primer pabell¨®n de Azerbaiy¨¢n en la Bienal de Venecia, y en 2013 fue uno de los nominados al Jameel Prize, un galard¨®n que concede el Victoria and Albert Museum de Londres, en colaboraci¨®n con el Art Jameel de Dub¨¢i, para dar voz al dise?o que celebra las tradiciones isl¨¢micas.
?Es un hackeo un modo de homenaje? En realidad, el trabajo de Ahmed no es tanto el c¨®mo sino el qu¨¦; la cuesti¨®n no radica en la intervenci¨®n sino en el objeto que se trastoca. Las alfombras entraron en las casas de Azerbaiy¨¢n mucho antes de que llegasen a ellas los sof¨¢s, y a¨²n siguen en su sitio, con la misma forma y patrones id¨¦nticos. No solo eso. En un pa¨ªs que ha sido ocupado varias veces, y que ha cambiado de alfabeto otras tantas ¨Cdesde el persa al ¨¢rabe, el cir¨ªlico o el lat¨ªn-, parece que la alfombra es uno de los pocos elementos que han sobrevivido intactos a la historia nacional. Hasta el extremo de que ha ayudado a construir una identidad f¨¦rrea de puertas hacia dentro: muchas alfombras se siguen heredando hoy de padres a hijos. Quiz¨¢s por eso, figura en la lista de la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, la misma que incluy¨® el a?o pasado la cer¨¢mica de Talavera.
Que ahora alguien haya decidido desfigurarlas, sacarlas de su h¨¢bitat natural, resulta cuanto menos halagador. Y por una raz¨®n. Despu¨¦s de todo, solo un s¨ªmbolo as¨ª puede permitirse el lujo de adoptar la forma de una camiseta desgarrada, o de encarnar el sentimiento global de 2020 a trav¨¦s de un meme, y seguir recordando a ese objeto noble que convive en cualquier rinc¨®n de la casa como un miembro m¨¢s de la familia.
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