Arrugas, sastrer¨ªa, hedonismo y jers¨¦is de cuello vuelto: c¨®mo Sean Connery se transform¨® en un icono de estilo
El actor brit¨¢nico, que ha fallecido a los 90 a?os, reflej¨® los cambios en la apariencia masculina durante cuatro d¨¦cadas
La imagen del actor brit¨¢nico Sean Connery, que ha fallecido este 31 de octubre a los 90 a?os, quedar¨¢ siempre asociada a la de James Bond, el agente secreto al que interpret¨® durante siete pel¨ªculas y m¨¢s de dos d¨¦cadas, y a la de los papeles que le convirtieron en una presencia habitual en pantallas grandes y peque?as. Fue un int¨¦rprete con una trayectoria longeva de la que le gustaba presumir, y tambi¨¦n un personaje dif¨ªcil de resumir; a partir de los a?os noventa, las pol¨¦micas machistas y de otros tipos le convirtieron en uno de esos iconos del siglo XX que, como afirmaba un perfil publicado en este mismo peri¨®dico, dif¨ªcilmente hubiera tenido cabida en el XXI.
Sin embargo, durante tres d¨¦cadas ¨Clos sesenta, los setenta y los ochenta¨C Connery fue uno de los hombres m¨¢s observados e imitados del mundo, especialmente en el plano del estilo. Parte de esa influencia procede de la complicad¨ªsima coreograf¨ªa est¨¦tica de su James Bond, que hoy sigue proyectando su sombra sobre los 007 que le han sucedido, pero tambi¨¦n de la propia actitud de Connery ante la moda en unos a?os que transformaron la apariencia masculina de forma radical. Estas fueron algunas claves de esa influencia.
Un traje para todo
En una ¨¦poca dominada por los referentes estadounidenses, James Bond era un h¨¦roe de acci¨®n puramente brit¨¢nico. Un militar de ¨¦lite que, sin embargo, no llevaba uniforme, sino trajes cl¨¢sicos que representaban la pulcritud y la aparente sencillez de la sastrer¨ªa inglesa, que en aquellos a?os estaba viviendo su apogeo. Los sesenta son una de las d¨¦cadas doradas de Savile Row, la callecita londinense que concentra los talleres de moda masculina m¨¢s reputados, y fue uno de aquellos sastres, Anthony Sinclair, el responsable de definir los trajes que Connery llev¨® en sus primeras pel¨ªculas de la saga. Cortes rectos, tejidos ligeros, detalles discretos y un enga?oso glamour de banquero: con aquellos trajes Bond no hac¨ªa balances de gastos, sino piruetas y misiones imposibles.
La pulcritud est¨¢ sobrevalorada
Lo interesante del modo en que Bond llevaba aquellos trajes era, precisamente, su manera de maltratarlos. Connery pod¨ªa ser fotog¨¦nico y elegante, pero no era atildado ni aristocr¨¢tico. En los a?os sesenta las primeras subculturas embrionarias ¨Clos teddy boys, los mods posteriormente¨C hablaban de la elegancia de la clase obrera, que no era m¨¢s que un modo, m¨¢s relajado y vivido, de llevar las sofisticadas prendas habitualmente reservadas a la ¨¦lite. Si los chavales de Londres llevaban trajes de raya diplom¨¢tica con botas, parcas y un cigarrillo en la comisura de los labios, Connery se aflojaba la corbata tiraba de naturalidad.
El estilo no solo es ropa
No se sabe qu¨¦ llama m¨¢s la atenci¨®n en esta imagen de Goldfinger, si el traje marr¨®n de Connery o el Aston Martin DB5 que hay detr¨¢s de ¨¦l. En el universo Bond, los objetos, la tecnolog¨ªa e incluso la decoraci¨®n son una extensi¨®n del estilo del protagonista. Hoy, buena parte de los productos dirigidos al hombre, desde las plumas estilogr¨¢ficas hasta los coches deportivos o, por supuesto, los relojes de lujo, aspiran a evocar en los clientes el recuerdo de la fascinaci¨®n que produjo en esos mismos hombres ver, de ni?os, a James Bond convirtiendo su bol¨ªgrafo en un arma de precisi¨®n.
La anatom¨ªa antes del ¡®render¡¯
Antes de que Hollywood llenara de m¨²sculos el cine de acci¨®n y aventuras, los h¨¦roes ten¨ªan el aspecto de Connery. Tambi¨¦n los de la belleza: hay que recordar que el actor obtuvo un tercer puesto en un concurso de M¨ªster Universo. Hoy, como mucho, habr¨ªa optado en la categor¨ªa de fofisano. Atl¨¦tico, fornido e hirsuto, Connery recuerda c¨®mo era el mundo antes del six-pack y podr¨ªa ejercer como santo patr¨®n de esos dioses imperfectos que hoy reivindica Instagram, y que acaso representaban a m¨¢s hombres que los de ahora.
Sin miedo al color, ni al blanco, ni al terciopelo
Connery fue un escoc¨¦s que nunca disimul¨® su acento ni olvid¨® sus or¨ªgenes humildes, pero tambi¨¦n supo encarnar el estilo y la dolce vita de la jet set de los a?os setenta y ochenta. Y eso inclu¨ªa, por ejemplo, vestir de blanco con botines de punta y corbata rosa y posar, como en la imagen que abre este art¨ªculo, durante un rodaje de 1971, sobre la butaca Up de Gaetano Pesce, un icono del dise?o italiano de vanguardia. El pie de foto de esta otra imagen es una lecci¨®n de historia en s¨ª misma: Sean Connery en un curso de golf en La Manga del Mar Menor (Murcia) en 1973. Connery vivi¨® en Marbella, frecuent¨® la Costa del Sol y tampoco le hizo ascos a este polo aterciopelado que podr¨ªa estar a punto de volver a estar de moda.
La felicidad y las arrugas
Como cuenta Rafa de Miguel en el obituario que ha publicado este medio, en su madurez Connery abraz¨® la calvicie y el destino le sonri¨® con una pirueta inesperada: fue declarado el hombre m¨¢s sexi del mundo por la revista People en 1999 y, durante esos a?os, tir¨® de atractivo, canas y arrugas en algunos de sus papeles m¨¢s recordados. Connery ense?¨® a los hombres que no hab¨ªa una sola forma de cumplir a?os ni un modo un¨ªvoco de enfrentarse a ello. La suya, un explosivo c¨®ctel de genes y naturalidad, le convirti¨® en el primer actor maduro que no era un gal¨¢n ni un dandi.
La sabidur¨ªa del jersey
Como buen hijo est¨¦tico de los a?os sesenta y setenta, Connery fue un entusiasta usuario de prendas de punto. Su archivo abunda en im¨¢genes en que le vemos llevando polos, camisetas y su¨¦ters de todo tipo, pero un dise?o destaca sobre los dem¨¢s: el jersey de cuello vuelo, un legado de la moda futurista de los sesenta que Connery supo convertir en un dign¨ªsimo sustituto de la camisa, incluso para llevar con traje o con esmoquin. Si el inicio de su carrera le hab¨ªa convertido en un ¨ªdolo inalcanzable, el final de su trayectoria le transform¨® en el referente est¨¦tico para miles de hombres que buscaban madurar sin echar de menos la juventud.
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