Perfil de la nueva artista de moda: es mujer, no es blanca, y est¨¢ muerta
Algo tienen en com¨²n varias creadoras que se han puesto en alza en los ¨²ltimos a?os: son mujeres de color, est¨¢n muertas o retiradas, y sus obras han sido desenterradas por casualidad
Yvonne Pickering Carter (Carolina del Sur, 83 a?os) pint¨® desde siempre, expuso de vez en cuando y, cumplidos los ochenta, regalaba sus cuadros con frecuencia. Total, tampoco ve¨ªa probable que llegaran a tener ya otra funci¨®n. Ahora, sin embargo, una obra suya alcanza los 12.500 euros en una de las modern¨ªsimas galer¨ªas de Chelsea, Hunter Dunbar: el s¨²bito redescubrimiento de su obra ha otorgado a esta mujer negra, que ha pasado casi toda su vida en Wadmalaw Island, poblaci¨®n 2.611 habitantes, el estatus de artista infravalora...
Yvonne Pickering Carter (Carolina del Sur, 83 a?os) pint¨® desde siempre, expuso de vez en cuando y, cumplidos los ochenta, regalaba sus cuadros con frecuencia. Total, tampoco ve¨ªa probable que llegaran a tener ya otra funci¨®n. Ahora, sin embargo, una obra suya alcanza los 12.500 euros en una de las modern¨ªsimas galer¨ªas de Chelsea, Hunter Dunbar: el s¨²bito redescubrimiento de su obra ha otorgado a esta mujer negra, que ha pasado casi toda su vida en Wadmalaw Island, poblaci¨®n 2.611 habitantes, el estatus de artista infravalorada hist¨®ricamente.
El giro fue puramente fortuito. En 2019, su hija se percat¨® de que Pickering Carter se olvidaba a veces de tomar la medicaci¨®n y resolvi¨® sacarla de la casa donde viv¨ªa sola y traerla a Washington DC para tenerla cerca. Fueron los trabajadores de la mudanza los que detectaron que las obras de aquellas paredes, unas explosiones abstractas de color, ten¨ªan valor est¨¦tico. Uno de ellos avis¨® a Joanna White, una galerista del mismo Estado, el nombre Yvonne Pickering Carter fue ganando peso y, en abril, fue incluida dentro de la exposici¨®n 70 a?os de mujeres y abstracci¨®n.
No por marciana la historia es infrecuente. La cubana Carmen Herrera (1915-2022) empez¨® a pintar en los a?os treinta, tambi¨¦n experimentos abstractos y geom¨¦tricos, sin m¨¢s ingresos que el sueldo de su marido, un profesor de Lengua de instituto con quien se mud¨® a Nueva York. Su trabajo, no muy alejado espiritualmente de Lissitzky y otros maestros abstractos, no sali¨® de aquel piso de Manhattan, lo cual a ella no parec¨ªa importarle mucho. Sigui¨® pintando, con los a?os ya a pesar de la artritis y de necesitar silla de ruedas, hasta que, en 2004, vendi¨® un cuadro. Un amigo pintor se lo hab¨ªa recomendado a un galerista y, a partir de ah¨ª, su descubrimiento, a los 89 a?os, sacudi¨® el mundo del arte neoyorquino (o sea, el estadounidense). El MoMA, el Hirshhorn y la Tate Modern la han incluido en sus cat¨¢logos permanentes. El peri¨®dico The Observer se pregunt¨® entonces: ¡°?C¨®mo hemos podido perdernos estas hermosas composiciones?¡±.
La obra maestra recuperada para los ojos del presente se ha convertido en un fen¨®meno inesperadamente frecuente, un v¨ªnculo repentino entre un pasado dominado por hombres blancos y un presente m¨¢s interesado en mujeres y personas de color. Tambi¨¦n el Reina Sof¨ªa ha destacado, en su nueva colecci¨®n permanente, Un Mundo, lienzo pintado en 1906 por ?ngeles Santos, pintora fallecida en 2013 con 101 a?os (sus padres la someterion a terapia de eletroshock). La violinista Anne Sophie Mutter defiende ¨²ltimamente el repertorio de Joseph Bologne (1745-1799), brillante compositor afroamericano, coet¨¢neo de Mozart, afincado en Par¨ªs. El pianista David Kadouch tambi¨¦n ha incluido a otra compositora, Louise Farrenc (1804 1875), en su repertorio. ¡°Me gusta la forma en que es salvaje, es muy estricta con su obra y a la vez, hay un orgullo descarnado en toda su m¨²sica¡±, aduce el int¨¦rprete.
La mudanza es un elemento frecuente en estas historias. En 2009, una pareja intent¨® remodelar una casa bastante destartalada de St. Anne, un pueblo de Illinois, y dio con una serie de partituras en p¨¦simas condiciones. Su autora era Florence Price (1887-1953), mujer afroamericana que empez¨® a componer tras divorciarse de su marido en 1927. De canciones para ni?os pas¨® a cosas m¨¢s complicadas y sinf¨®nicas, en alg¨²n punto entre Dvorak, Wagner y la m¨²sica espiritual afroamericana. No tuvieron gran repercusi¨®n en el momento. ¡°Tengo dos obst¨¢culos: mi raza y mi sexo¡±, se lamentaba Price en una carta. Hoy ya no. Incluso en el mundo de la m¨²sica culta, donde la gente m¨¢s respetada es hombre y est¨¢ muerta, se ha encontrado hueco para sus sinfon¨ªas y conciertos, que se graban e interpretan por EE UU.
Estas artistas reemergentes plantean ciertas preguntas. ?Se las apreciar¨ªa tanto si no fueran mujeres de color? (Por otro lado, si la historia no estuviera tan marcada por el machismo y el racismo, ?habr¨ªan prosperado tantos hombres blancos?). ?C¨®mo se les busca su hueco en el canon? ?Y qui¨¦n se encarga de busc¨¢rselo? ¡°Existe un riesgo¡±, alerta Manuel Segade, director del Centro de Arte Dos de Mayo. ¡°Cualquier emergencia en el arte es un valor econ¨®mico, representa a lo nuevo, y puede convertirse en una estrategia comercial de ampliaci¨®n del mercado, desactivando su capacidad de transformaci¨®n social.¡±
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