Colas en Madrid, Valencia y Barcelona para comprar un reloj: Swatch vuelve a revolucionar el sector con su colaboraci¨®n con Blancpain
La relojera suiza, famosa por sus dise?os asequibles y creativos, aspira a reeditar el ¨¦xito alcanzado por su c¨¦lebre Moonswatch con una nueva alianza con esta veterana casa ligada al submarinismo
Que un cliente haga cola a la puerta de una tienda la v¨ªspera de un lanzamiento es un fen¨®meno habitual en el sector de la tecnolog¨ªa (Apple), la moda de lujo (Gucci) o de las zapatillas de edici¨®n limitada. Sin embargo, no es tan frecuente en el mundo relojero. O, al menos, no lo era hasta que Swatch, la firma de relojer¨ªa asociada a los modelos de cuarzo democr¨¢ticos y de dise?o, decidi¨® cambiar las normas del juego. El s¨¢bado, cuando los empleados de las tiendas de la marca en Madrid, Barcelona y Valencia levantaron el cierre, a las puertas ya hab¨ªa cientos de personas dispuestas a hacerse con el nuevo lanzamiento de la casa: una colaboraci¨®n con Blancpain, una veteran¨ªsima casa relojera de lujo especializada en buceo. Algunos fans llevaban all¨ª desde el amanecer, como las 350 personas apostadas en la tienda de Madrid; en otras ciudades del mundo, la guardia hab¨ªa comenzado la v¨ªspera.
La colaboraci¨®n Blancpain X Swatch, que se ha puesto a la venta en todo el mundo de forma simult¨¢nea y se anunci¨® pocos d¨ªas antes, se centra en el Fifty Fathoms de Blancpain, el primer reloj de la historia destinado especialmente a los submarinistas, un hito del sector nacido en 1953 y que, por tanto, este a?o cumple su 70? aniversario. El dise?o original, un prodigio retro que ha conservado intacto su encanto sencillo e intuitivo, cumple los tres principales requisitos que se le piden a un reloj de buceo: hermeticidad bajo el agua, esfera legible y un bisel giratorio para calcular con facilidad el tiempo restante hasta quedarse sin ox¨ªgeno. Convertido en un est¨¢ndar del sector, tambi¨¦n es el icono que ha convertido a Blancpain en un nombre esencial de la relojer¨ªa de lujo, que forma parte del grupo Swatch desde 1992 y que lleva a cabo una intensa actividad en el ¨¢mbito de la oceanograf¨ªa.
El Bioceramic Scuba Fifty Fathoms, el resultado de la colaboraci¨®n con Swatch, viene en cinco modelos inspirados en otros tantos oc¨¦anos, y elaborados en el material biocer¨¢mico que se ha convertido en el nuevo estandarte de la firma, anta?o asociada al pl¨¢stico. Sumergible hasta los 91 metros (50 brazas, que dan el nombre en ingl¨¦s al reloj), cuenta con la tecnolog¨ªa de los relojes Scuba de la marca, que lanz¨® su primer reloj de submarinismo en 1990. Es una edici¨®n no limitada, pero su venta s¨ª est¨¢ limitada: solo un reloj por persona, tienda y d¨ªa. De ah¨ª las colas, que no son algo extra?o para la marca: ya el a?o pasado el lanzamiento del Bioceramic Moonswatch, la colaboraci¨®n entre Swatch y Omega, la joya de la corona del grupo relojero, caus¨® furor y una estampa at¨ªpica en el sector. Desde la noche anterior, el p¨²blico hizo cola para hacerse con uno de estos relojes cuyo precio, 260 euros, era superior al nivel medio de Swatch, pero mucho m¨¢s asequible que el Moonwatch de Omega al que alud¨ªa.
En esta ocasi¨®n la propuesta sube el nivel: la colaboraci¨®n con Blancpain se vende a 390 euros, como corresponde a una marca m¨¢s exclusiva (el Fifty Fathoms original ronda los 15.000 euros) y tambi¨¦n a un producto m¨¢s refinado: a diferencia del Moonswatch, que contaba con movimiento de cuarzo, la colaboraci¨®n con Blancpain integra el movimiento autom¨¢tico de Swatch, System51, el ¨²nico producido industrialmente del mercado. De hecho, el fondo transparente de la caja permite contemplar el movimiento en marcha, con un rotor (la pieza que sirve para recargar la cuerda del reloj con el movimiento de la mano) decorado con motivos submarinos.
Una estrategia a prueba de esc¨¦pticos
Cuando, en 2022, Swatch y Omega anunciaron su primera colaboraci¨®n, la noticia recorri¨® el sector relojero con un latigazo de expectaci¨®n y ansiedad. En los corrillos del sector no se hablaba de otra cosa; un periodista de Esquire pregunt¨® por el asunto a 18 consejeros delegados de empresas de la competencia, y 17 de ellos respondieron que les parec¨ªa un error. En un mercado dominado por marcas de factura artesanal, precios que se mueven con holgura en las cuatro y las cinco (e incluso las seis) cifras, la idea de que un emblema de la exclusividad como Omega inscribiera su nombre en un modelo asequible se antojaba un ultraje. Pero, como suele suceder en el mundo del consumo, los expertos eran m¨¢s conservadores que los clientes.
Nada m¨¢s salir a la venta, el Moonswatch gener¨® colas, agot¨® tiradas y cre¨® un fen¨®meno de culto, igual que colaboraciones de la moda de lujo como Gucci y Adidas o las c¨¢psulas de dise?ador de H&M. Del mismo modo, gener¨® beneficios para todos: Swatch inaugur¨® una l¨ªnea de negocio de mucho ¨¦xito, y Omega se volvi¨® m¨¢s conocida y deseable para los clientes m¨¢s j¨®venes, que descubrieron el bagaje de una marca ligada a la exploraci¨®n espacial, al automovilismo y a la tecnolog¨ªa. Solo un dato: con aquel movimiento, las ventas del Omega Speedmaster Moonwatch, el reloj original en el que se inspiraba la colaboraci¨®n, y cuyo precio ronda los 7.000 euros, aument¨® sus ventas un 50%, tal y como confes¨® Nick Hayek, consejero delegado de Swatch Group, en una entrevista en Bloomberg. La euforia se ha visto correspondida por unos datos que demuestran el buen momento que vive el mercado: el Grupo Swatch aument¨® sus beneficios en un 55% en el primer semestre de 2023, unos datos atribuibles a la recuperaci¨®n del negocio en Asia, pero tambi¨¦n a la pujanza de esta colaboraci¨®n.
En todo caso, no es la primera vez que Swatch reinventa el negocio de la relojer¨ªa. En un sector dominado por marcas hist¨®ricas y grandes grupos de lujo, las revoluciones vienen con cuentagotas. Y a nadie se le escapa que Swatch ha estado detr¨¢s de algunas de las m¨¢s rotundas. Cuando en los a?os setenta la llegada de los movimientos de cuarzo ¡ªcon pila, en vez de con movimiento mec¨¢nico¡ª amenaz¨® con acabar con la relojer¨ªa tradicional suiza, Swatch reinvirti¨® la sabidur¨ªa t¨¦cnica de todo un pa¨ªs en una marca de relojes de cuarzo que, a falta de virguer¨ªas t¨¦cnicas de alta mec¨¢nica, celebraba el dise?o, la gran pasi¨®n de su tiempo. En estas cuatro d¨¦cadas ha habido pocos artistas, arquitectos o dise?adores que no hayan dejado su huella en Swatch, que cuenta con colecciones ligadas al arte o la tecnolog¨ªa. Y cuando, en los a?os noventa, la relojer¨ªa mec¨¢nica emprendi¨® su regreso triunfal asociada al lujo de lo exclusivo, Swatch pudo sacar pecho con un pu?ado de marcas emblem¨¢ticas. Algunas formaban parte de su portafolio desde d¨¦cadas atr¨¢s, y otras hab¨ªan sido adquiridas en fechas m¨¢s recientes. La venerable Breguet, la imbatible Omega y Blancpain, las din¨¢micas Longines y Tissot, la vanguardista Rado destacaban en un grupo empresarial que tambi¨¦n ten¨ªa una f¨¢brica de movimientos mec¨¢nicos que surt¨ªa a todas esas marcas externas que quer¨ªan recuperar la relojer¨ªa tradicional, pero a¨²n no hab¨ªan tenido tiempo de desarrollar sus propios calibres. Ahora que el sector vuelve a funcionar a pleno rendimiento y el cielo es el l¨ªmite para las marcas de lujo, los golpes de tim¨®n de Swatch y sus colaboraciones con Omega y Blancpain tienen un objetivo m¨¢s ambicioso que cualquier balance de resultados: hacer que la relojer¨ªa siga siendo relevante para una generaci¨®n que se ha criado sin reloj de mu?eca.
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