¡°Hay jefes con alma de capataces¡±: ?qu¨¦ queda del teletrabajo cuatro a?os despu¨¦s del encierro?
Seg¨²n algunos augurios, trabajar en remoto tiene los d¨ªas contados. Otros analistas afirman que el presencialismo es para empresas poco innovadoras. Solo hay una certeza: nadie sabe d¨®nde trabajaremos en un a?o
En la portada de EL PA?S del 15 de marzo de 2020, hace justo cuatro a?os, una fotograf¨ªa de la Gran V¨ªa madrile?a pr¨¢cticamente vac¨ªa. Coronando la portada, las palabras ¡°Decreto de alarma por la crisis del coronavirus¡±. Y una noticia: ¡°El virus cambia la forma de trabajar¡±. El teletrabajo lleg¨® entonces, como recurso desesperado para evitar una completa par¨¢lisis de la actividad econ¨®mica. Hoy, algunos expertos auguran que podr¨ªa tener los d¨ªas contados en Espa?a.
Un informe de la asesor¨ªa KPMG le concede apenas dos a?os de recorrido menguante, hasta 2026, antes de que se produzca, seg¨²n pronostican el 78% de los consejeros delegados de las principales compa?¨ªas espa?olas, una completa recuperaci¨®n del modelo de trabajo presencial, una vuelta al redil tras a?os de (relativa) trashumancia atribuible a razones coyunturales.
Se acab¨® lo que se daba. La que se intu¨ªa un arma cargada de futuro parece estarse quedando sin munici¨®n. Los trabajadores, con resignaci¨®n, reticencia o euforia, seg¨²n los casos, est¨¢n volviendo a la oficina, el lugar al que, en opini¨®n de una parte sustancial de sus jefes, nunca debieron dejar de acudir.
?Crecer para seguir menguando?
A corto plazo, pese a todo, los augurios que apuntan a un m¨¢s que probable eclipse del trabajo en remoto contrastan con la realidad: en el cuarto trimestre de 2023, seg¨²n cifras aportadas por la consultora de recursos humanos Adecco en su Monitor de oportunidades y satisfacci¨®n en el empleo, el porcentaje de profesionales que trabajaron en remoto ha vuelto a aumentar en nuestro pa¨ªs hasta alcanzar los 3,06 millones de personas, un incremento del 19,4% comparado con el primer trimestre de 2022. Seguimos lejos de los 3,55 millones que se alcanzaron en el segundo trimestre de 2020, en pleno confinamiento, pero la tendencia no parece apuntar hacia una extinci¨®n inminente de lo que los ingleses han bautizado como home office (la oficina en casa).
?A qu¨¦ se debe semejante discrepancia entre cifras, percepciones y vaticinios? Una lectura atenta del estudio de KPMG sugiere una posible explicaci¨®n: el teletrabajo persiste y sigue siendo una opci¨®n popular entre un alto porcentaje de los empleados, pero las empresas lo aceptan apenas como un mal necesario y se han conjurado para limitar todo lo posible su incidencia. De hecho, ya lo est¨¢n haciendo. As¨ª, los directivos consultados estar¨ªan expresando un deseo que ellos mismos se encargan de convertir en realidad. 2026 es la fecha en que tienen previsto haber completado una reestructuraci¨®n de sus empresas que convertir¨¢ el teletrabajo en un residuo marginal o una reliquia.
En el mundo anglosaj¨®n el panorama es muy similar. Un art¨ªculo reciente de Business Insider acumula indicios de que esa contrarreforma del modelo laboral est¨¢ en marcha y progresa a velocidades de crucero. El 52% de las empresas estadunidenses est¨¢ exigiendo a sus empleados que acudan a la oficina un m¨ªnimo de cuatro d¨ªas semanales. El 88% se han propuesto limitar en 2024 el n¨²mero de horas trabajadas en remoto. En opini¨®n de la periodista econ¨®mica Madison Hoff, los altos directivos esgrimen argumentos como una supuesta ca¨ªda de la productividad laboral que consultoras como Goldman Sachs, e investigadores como Emanuel, Atkin o Gibbs atribuyen al teletrabajo.
Hoff considera que la evidencia no es concluyente (otros analistas tienden a pensar, partiendo de criterios de medida distintos, que la productividad est¨¢ aumentando), pero las empresas ya han llegado a conclusiones definitivas: ¡°La productividad se desploma como consecuencia de la p¨¦rdida de control directo por parte de los empleadores y la respuesta es forzar a los empleados a volver lo antes posible a la oficina¡±.
Qui¨¦n quiere quedarse en casa
Olga M., administrativa de 46 a?os, se ha visto en esa tesitura en los ¨²ltimos meses. Su empresa la contrat¨® en 2022 con el compromiso de que acudiese a la sede corporativa, en el centro de Barcelona, una vez a la semana y completase el resto de sus jornadas desde casa. En octubre le propusieron un nuevo modelo de trabajo ¡°h¨ªbrido¡±: tres d¨ªas en la oficina, dos en casa. Lo plantearon como ¡°una simple sugerencia¡±, pero ella, pese a que vive en Granollers, a m¨¢s de 30 kil¨®metros de la ciudad condal, y no dispone de veh¨ªculo propio, decidi¨® aceptar: ¡°Viendo lo que estaba ocurriendo con la mayor¨ªa de mis compa?eros, di por supuesto que la sugerencia se acabar¨ªa convirtiendo tarde o temprano en una orden, as¨ª que prefer¨ª adaptarme y evitar problemas¡±.
En diciembre, los tres d¨ªas de trabajo presencial se convirtieron en cuatro, tambi¨¦n con su aquiescencia. Hoy, considera que acudir a la oficina ¡°es un engorro¡±, pero tiene ¡°evidentes¡± ventajas: ¡°Yo soy una persona muy sociable, y las largas jornadas de trabajo solitario en mi piso de Granollers me estaban convirtiendo en una especie de ermita?a. Ahora vuelvo a formar parte de un grupo humano que se re¨²ne a diario, tanto para trabajar como para compartir peque?as rutinas sociales. No s¨¦ si eso potencia la productividad o no, pero a m¨ª me parece preferible¡±.
Olga se integra, con reservas, en el bando de los partidarios de la vuelta al redil. Carlos V., 37 a?os, funcionario municipal en un ayuntamiento que prefiere que no se divulgue, se cuenta entre los firmes detractores. En su opini¨®n, ¡°con el impulso digitalizador que supuso la pandemia, se crearon las condiciones para que los funcionarios que no estamos de cara al p¨²blico nos acogi¨¦semos a un modelo de teletrabajo o trabajo h¨ªbrido mucho m¨¢s satisfactorio para nosotros y, adem¨¢s, seg¨²n demuestran los informes internos, incluso m¨¢s productivo que el presencial¡±. Sin embargo, al final se ha acabado imponiendo ¡°la l¨®gica del control pol¨ªtico¡±. Los cargos intermedios llevaban meses presionando para que sus subordinados volviesen al ayuntamiento porque, en opini¨®n de Carlos, ¡°tienen alma de capataces y ni pueden ni saben gestionar equipos en remoto, dan por supuesto que, si estamos en casa, sin estar sometidos a su r¨¦gimen de vigilancia paranoica y reuniones continuas y absurdas, vamos a estar holgazaneando [¨¦l utiliza una expresi¨®n bastante m¨¢s gr¨¢fica, pero nos pide que la suavicemos], como har¨ªan ellos¡±.
Apocal¨ªpticos e integrados
Para Carlos, ¡°el extraordinario progreso en la realizaci¨®n de tareas enquistadas que se registr¨® durante la pandemia se ha quedado en nada en cuanto los jefecillos mediocres, auxiliados por cuatro pelotas y por los representantes de los trabajadores, han impuesto su voluntad¡±. A ¨¦l le protegen disposiciones legales como la Ley 10/21 de trabajo a distancia, que, entre otras cosas, garantiza ¡°la seguridad en el empleo¡± de los que trabajan total o parcialmente en su domicilio y no quieren dejar de hacerlo. Pero Carlos lo considera ¡°una guerra perdida¡±, pese a su car¨¢cter de funcionario: ¡°El empleo p¨²blico te protege contra despidos arbitrarios, claro que s¨ª, pero no contra las agresiones silenciosas de jefes intermedios que, si se lo proponen, pueden hacerte la vida imposible¡±. As¨ª que ha optado por transigir, aunque el modelo presencial de la administraci¨®n, tal y como est¨¢ organizado en la actualidad, le parece ¡°una monumental p¨¦rdida de tiempo¡±.
Anna M. pertenece a ese reducto de profesionales que cuenta con seguir teletrabajando m¨¢s all¨¢ de 2026 y, ¡°con suerte¡±, hasta que se jubile. Esta traductora y gestora de proyectos de 31 a?os trabaja para una empresa de manuales de software con sedes en Alemania y el Reino Unido. ¡°Me ofrecieron en plena pandemia una modalidad de contrato flexible, algo parecido a los de obra y servicio que existen en Espa?a, pero con mayor protecci¨®n para el empleado. En los tres a?os que llevo con ellos, solo he viajado a Londres en dos ocasiones, y fueron viajes de cortes¨ªa, para conocer a mis supervisores en persona y participar en actividades grupales, lo que ellos llaman team building y en realidad viene a ser irte de fiesta con tus compa?eros¡±.
Su relaci¨®n a distancia con la empresa que le da trabajo no ha sido obst¨¢culo para que, en 2023, fuese ascendida e incluso cobrase un plus de productividad y una participaci¨®n en los beneficios corporativos: ¡°Es la primera vez que tengo la sensaci¨®n de estar involucrada en una relaci¨®n laboral en la que se me trata como a una adulta, confiando plenamente en mi capacidad, mi honradez y mi criterio. Despu¨¦s de todo, trabajamos por objetivos y mi rendimiento y mi grado de compromiso est¨¢n a la vista. Pero en los trabajos presenciales, seg¨²n mi experiencia, pesan factores como la docilidad, el compadreo, la tendencia a dejarse explotar, manipular o incluso humillar¡±.
Anna insiste en que su relaci¨®n con sus compa?eros ¡°virtuales¡± es ¡°cordial y cercana¡±. Alguno incluso ha acudido a visitarla durante sus vacaciones, pero eso, seg¨²n bromea, se debe a que vive en Barcelona, ¡°la ciudad que entusiasma a todo el mundo, menos a sus residentes¡±.
?La era de los modelos h¨ªbridos?
Jos¨¦ Mar¨ªa Peir¨®, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Social de la Universitat de Val¨¨ncia y director del instituto de investigaci¨®n IDOCAL, considera que el de la muerte a corto plazo del teletrabajo es un augurio ¡°apresurado¡± y sin apenas fundamento. ¡°La mayor¨ªa de los que est¨¢n volviendo a la oficina en los ¨²ltimos meses son los que solo estaban trabajando en remoto como consecuencia de la pandemia y de otras circunstancias coyunturales¡±, argumenta Peir¨®, ¡°pero tanto el teletrabajo como los modelos h¨ªbridos, es decir, los que combinan trabajo presencial y a distancia, se est¨¢n consolidando y van a seguir creciendo¡±.
Para Peir¨®, ¡°las nuevas generaciones que se est¨¢n incorporando al mercado laboral piden flexibilidad dentro de un orden y de unos criterios racionales de organizaci¨®n de las tareas. Las empresas m¨¢s competitivas, las que de verdad se comprometen con la captaci¨®n y retenci¨®n de talento, se est¨¢n adaptando a esa demanda¡±. Tras las convulsiones de la pandemia, el mercado est¨¢ ¡°en fase de ebullici¨®n, buscando un modelo h¨ªbrido que resulte satisfactorio para todos los implicados¡±. Y las empresas capaces de encontrarlo se est¨¢n garantizando ¡°una importante ventaja competitiva de cara al futuro¡±.
Las cifras son claras. Antes de la llegada de la pandemia, el porcentaje de espa?oles que trabajaban a distancia era de apenas un 5%. Durante los confinamientos se alcanz¨® un pico de alrededor del 35% debido, en palabras de Peir¨®, a que ¡°se hizo de la necesidad virtud¡±, pero resultaba previsible que un alto porcentaje de esos teletrabajadores sobrevenidos acabasen volviendo al modelo presencial en cuanto las condiciones sanitarias lo permitiesen.
En la actualidad, alrededor de uno de cada siete ocupados (un 13,6%) en Espa?a trabaja a distancia, dato algo inferior, pero similar, al que Peir¨® y su equipo manejan para la Comunitat Valenciana. Espa?a sigue siendo una de las grandes econom¨ªas en que la incidencia del teletrabajo es menor, muy por detr¨¢s del 36,4% de Francia, el 25,9% de Alemania o el 24,1% de la media comunitaria.
Peir¨® atribuye esos n¨²meros a que la nuestra es una econom¨ªa ¡°menos flexible y con un grado de digitalizaci¨®n inferior¡±. Pero precisamente por ello considera previsible que se siga flexibilizando y digitalizando en los ¨²ltimos a?os y se vaya alineando, aunque sea ligeramente, con los pa¨ªses de nuestro entorno. Para Peir¨®, las empresas que est¨¢n forzando un retorno indiscriminado a la oficina son, en general, ¡°las menos innovadoras, ya que intentan aplicar soluciones simples a una realidad compleja, y ese tipo de aproximaci¨®n a la complejidad muy rara vez da resultado¡±.
El acad¨¦mico asume que en algunos segmentos de mercado puede haberse producido un descenso de la productividad, causado ¡°entre otros muchos factores que exigir¨ªan un an¨¢lisis, por una mala aplicaci¨®n del teletrabajo¡±. Como ant¨ªdoto, ¨¦l sugiere ¡°entrenar a los supervisores¡±. Es decir, instruir a los mandos intermedios en la gesti¨®n h¨ªbrida de equipos ¡°en el marco de un modelo que se centre en los resultados y abandone, de una vez por todas, la l¨®gica simplista y empobrecedora de que es el ojo del amo el que engorda al caballo¡±.
Recientes estudios sobre el grado de satisfacci¨®n de los empleados ante el teletrabajo (o la ausencia de este) arrojan conclusiones contradictorias. Algunos creen haber reconocido un sesgo de edad. Mientras una encuesta de Deloitte de 2023 apuntaba a que el 84% de los pertenecientes a la generaci¨®n zeta se plantear¨ªan dejar su trabajo si les exigiesen acudir todos los d¨ªas a la oficina, otra, realizada por Steelcase Iberia, afirma todo lo contrario: ser¨ªan precisamente los nacidos a partir de 1994 los m¨¢s partidarios del trabajo presencial. Peir¨® concluye que, para valorar estos datos tan dispares, ¡°habr¨ªa que analizar las muestras y la metodolog¨ªa aplicada¡±.
En su opini¨®n, para no enturbiar el debate, hay que recurrir a an¨¢lisis cualitativos que tengan en cuenta, por ejemplo ¡°los riesgos psicosociales que los trabajadores perciben tanto en la oficina como en el teletrabajo y en qu¨¦ medida les afectan¡±. Si cruzamos esos datos con ¡°la l¨®gica de cada segmento laboral concreto y las necesidades de cada empresa, se puede llegar a un diagn¨®stico adecuado sobre qu¨¦ modelo espec¨ªfico conviene aplicar en cada caso¡±. No es sencillo. Pero resulta ineludible.
En ¨²ltima instancia, seg¨²n resume Peir¨®, ¡°la receta a aplicar va por barrios, pero el modelo h¨ªbrido va a ir adquiriendo prevalencia. Encontrar su encaje ¨®ptimo es el gran reto a medio plazo para los departamentos de recursos humanos¡±. Por ese dif¨ªcil proceso pasa el fututo (boyante o funesto, est¨¢ por ver) del teletrabajo.
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