¡°?Cortadle el micr¨®fono ahora mismo!¡±: cuando Madonna dio la entrevista m¨¢s censurada de la televisi¨®n estadounidense
Hace 30 a?os la cantante finaliz¨® su era provocativa por todo lo alto: en el programa de David Letterman us¨® lenguaje obsceno, mostr¨® su ropa interior, insult¨® al presentador y se neg¨® a levantarse cuando la entrevista hab¨ªa terminado
Entre 1990 y 1993 Madonna tuvo su ¨¦poca m¨¢s provocadora. Justify My Love, el libro SEX, el disco Erotica o aquella olvidable copia de Instinto b¨¢sico, El cuerpo del delito, ocurrieron en esos tres a?os. La versi¨®n oficial es que justo despu¨¦s Madonna se calm¨® para salvar su carrera. Que se volvi¨® formal. Pero no es del todo cierto: el petardazo final de esa era insolente tuvo lugar el 29 de marzo de 1994 en una entrevista con David Letterman de apenas 20 minutos que se convertir¨ªa en el espacio m¨¢s censurado de la historia de la televisi¨®n en Estados Unidos.
Madonna acababa de publicar una balada llamada I¡¯ll remember que la devolvi¨® a las listas de ¨¦xitos gracias a rebajar su imagen hipersexualizada y a aceptar el papel de cantante mel¨®dica y simp¨¢tica (despu¨¦s llegar¨ªa el culmen de la Madonna ase?orada y formal con el musical Evita, en 1996). Pero aquella noche, en lo que se supone que era parte de la promoci¨®n de ese tema, que acab¨® sin ser ni tan siquiera mencionada, la cantante no quer¨ªa ser simp¨¢tica. M¨¢s bien, quer¨ªa venganza.
Como es tradici¨®n en los programas nocturnos de entrevistas, Letterman empezaba el espacio con un mon¨®logo. Y en ¨¦l llevaba a?os nombrando a Madonna y haciendo bromas a su costa. No era personal: las celebridades y sus avatares eran fuente de inspiraci¨®n para estos espacios y Madonna era la mujer m¨¢s c¨¦lebre del mundo. Aquella noche del 29 de marzo de 1994 lo volvi¨® a hacer. La present¨® as¨ª: ¡°Nuestra invitada de esta noche es una de las mayores estrellas del mundo y en los ¨²ltimos diez a?os ha vendido m¨¢s de 80 millones de discos, ha protagonizado incontables pel¨ªculas y se ha acostado con los nombres m¨¢s importantes de la industria del entretenimiento¡±.
Lo que pas¨® en plat¨®
Hay dos entrevistas en esta: una es la que el espectador ve por primera vez; la segunda, la que ve conociendo los antecedentes y lo que sus protagonistas contaron despu¨¦s. Empecemos por la primera. Madonna comienza fuerte: al llegar, entrega unas bragas a Letterman. Este, nada m¨¢s iniciar la entrevista, anima a Madonna a que se acerque a un hombre sentado entre el p¨²blico y le bese. Ella le pregunta: ¡°?Por qu¨¦ est¨¢s tan obsesionado con mi vida sexual?¡±. ?l la sigue animando a que se acerque a ese hombre y le bese. Ella, firme en su decisi¨®n, responde: ¡°Eres un puto enfermo¡±. Esta frase volver¨¢ al final de este art¨ªculo y con otro sentido.
Ese puto, en ingl¨¦s fuck, es uno de los 13 fuck que Madonna pronunci¨® durante la entrevista. Tambi¨¦n hubo alg¨²n shit (mierda). Esas palabras, junto a otras, forman parte del lenguaje considerado obsceno por la Comisi¨®n Federal de Comunicaci¨®n de EE UU. Todav¨ªa hoy. Si alguien lo hace, habitualmente porque se le escapa, desde realizaci¨®n cuentan con un tiempo de reacci¨®n para colocar un pitido que haga que la palabrota no se escuche en las casas, incluso en emisiones en directo. Justo tras ese primer fuck, Madonna fue a por otra: ¡°No s¨¦ por qu¨¦ me lanzas tanta mierda¡±. Letterman le recuerda: ¡°Sabes que este programa est¨¢ emiti¨¦ndose en directo, ?verdad?¡±.
Madonna no responde. En su lugar, pide a Letterman que huela la ropa interior que ha tra¨ªdo y despu¨¦s se presta a juegos sexuales entrelineados que tienen que ver con la longitud de un micr¨®fono y su relaci¨®n con Charles Barkley, jugador de la NBA con el que en su d¨ªa se rumore¨® que manten¨ªa un romance. ¡°Eres una jovencita adorable¡±, remata Letterman.
El toma y daca sigue un rato. Ella le reprocha, en un momento dado, por qu¨¦ ¨¦l puede hablar de su vida sexual en todos los programas y cuando ella misma est¨¢ en el programa no puede hablar de su propia vida sexual. En algunos momentos, Letterman demuestra estar en plena forma de reflejos como humorista. Cuando ella se?ala el pelo de ¨¦l y le pregunta si se ha puesto una alfombra en la cabeza, ¨¦l se?ala el peinado de ella (te?ido de negro y tensamente estirado en una coleta) y responde: ¡°?Y t¨² llevas un gorro de nataci¨®n?¡±.
Tras un corte a publicidad, Madonna aparece fumando un enorme puro y acusa a Letterman de haber cambiado. ¡°Antes eras un tipo guay. El dinero te ha vuelto blando. Ahora le besas el culo a todas las estrellas que vienen aqu¨ª¡±. Despu¨¦s llama al presentador ¡°irritante¡± (por cierto, ocho a?os antes otra cantante exitosa, Cher, le hab¨ªa llamado a la cara y en el mismo programa ¡°gilipollas¡±). Letterman le responde que el sentimiento es mutuo. Madonna repite varias veces, siempre cubierto de un pitido, ¡°siempre me est¨¢s jodiendo en tu programa¡±. ¡°Esto es televisi¨®n estadounidense¡±, le explica ¨¦l. ¡°La gente no quiere o¨ªr cosas as¨ª en su casa a las once y media de la noche¡±. ¡°?La gente no quiere oir la palabra joder?¡±, pregunta Madonna. Letterman pide dejarla sin sonido: ¡°?Cortadle el micr¨®fono ahora mismo, no para!¡±.
Tras otro corte de publicidad y otro intercambio de palabras con sonrisas congeladas (ella se niega a participar en una secci¨®n fija del programa por considerar que el guion ¡°no es divertido¡± y tirar los papeles donde estaba escrito al suelo), Letterman avisa de que el final de la entrevista ha llegado y deben pasar a otro segmento. Pero Madonna no quiere irse. Pregunta a Letterman si no va a ense?ar la ropa interior que ha traido (¡±Tu ropa interior ya la ha visto todo el mundo¡±, responde ¨¦l, y puntualiza Madonna ¡°No, ?me han visto sin ella!¡±) y despu¨¦s ¨¦l la despide: ¡°Me alegro de que hayas venido esta noche a ofendernos a todos¡±.
Pero ella se niega a irse e intenta sacar un nuevo tema de conversaci¨®n: ¡°?Sabes que es bueno hacer pis en la ducha?¡±, pregunta Madonna. ¡°Es antis¨¦ptico¡±. ?l le vuelve a remarcar: ¡°Tenemos que decirte adi¨®s, tenemos otros invitados¡±. Ella vuelve a usar la palabra prohibida: ¡°No me jodas, Dave¡±. ?l sigue intentando terminar la entrevista. ¡°?Alguna vez has fumado endo [un tipo de marihuana]?¡±, le pregunta ella. Comienza a sonar una m¨²sica que, como en las galas de premios cuando alguien se alarga con los agradecimientos, pretende convencer a Madonna de que debe irse. ¡°No me digas que nunca has meado en la ducha¡±, insiste ella. En el p¨²blico, le gritan: ¡°?Fuera!¡±.
Letterman vuelve a intentarlo. ¡°Gracias de coraz¨®n, ha sido un placer tenerte aqu¨ª esta noche¡±. El p¨²blico aplaude. Ella no se levanta y mira a c¨¢mara. ¡°Cuando volvamos, seguir¨¦ aqu¨ª¡±. ?l pasa a publicidad. Cuando vuelven, Madonna ya no est¨¢, pero es demasiado tarde para el que iba a ser el siguiente invitado, el campe¨®n de embolsado de productos de supermercado de aquel 1994. Solo qued¨® tiempo a que Counting Crows cantasen Round Here. Letterman se despidi¨® con: ¡°Lo siento. Buenas noches a todos¡±.
La pesadilla de un novato
Los Angeles Times inform¨® pocos d¨ªas despu¨¦s de que la entrevista de Madonna hab¨ªa dado al programa de David Letterman uno de los 10 mejores datos de audiencia de su historia. Pero la opini¨®n generalizada fue que Madonna hab¨ªa pasado (otra vez) el l¨ªmite. El New York Post public¨®: ¡°Desgraciadamente, esto es lo que esperamos de Madonna. Ha construido una carrera en torno a la blasfemia y la obscenidad. Un hito pat¨¦tico por parte de una mujer carente de talento e ingenio. No tiene nada que vender, excepto esc¨¢ndalo. Como no puede volar como las ¨¢guilas, busca comida como los ratones¡±. Uno de los productores del espacio, Robert Morton, declar¨® a Los Angeles Times: ¡°Si va a repetir el n¨²mero del jueves pasado no creo que volvamos a invitarla. Pero si quiere venir a cantar una canci¨®n, estoy dispuesto a escucharla¡±. Uno de los empleados de Morton en el programa era un veintea?ero llamado David Kellison, que despu¨¦s lleg¨® a ser el productor de importantes programas nocturnos como el de Jimmy Kimmel, pero entonces empezaba su carrera. En una pieza biogr¨¢fica publicada en Grantland, Kellison dio detalles sobre aquella entrevista, que ¨¦l mismo gestion¨® y cerr¨®. Y demostr¨® que los que dec¨ªan que todo estaba planeado ten¨ªan raz¨®n... y a la vez no la ten¨ªan.
Kellison relata que Madonna acept¨® ir al programa con una idea cerrada: mostrar tres de las peores frases que Letterman hab¨ªa dicho de ella en sus mon¨®logos y pedirle explicaciones al respecto. Cuando Kellison fue a saludarla a su camerino para explicarle como ser¨ªa el programa, ella dijo que sus instrucciones eran muy largas como para recordarlas y despu¨¦s le dijo algo que los que hayan visto el programa ya pod¨ªan sospechar: que antes de llegar hab¨ªa estado fumando marihuana. En los controles la situaci¨®n era tensa. Cuando la cantante se negaba a abandonar la entrevista, Morton grit¨® a Kellison: ¡°?Este problema lo has creado t¨²! ?L¨ªbrate de ella!¡±. El joven Kellison entr¨® en plat¨® durante la publicidad, pidi¨® a Madonna (que segu¨ªa en su silla) que saludase al p¨²blico y cuando Madonna alz¨® la mano para saludar, ¨¦l se la tom¨® y, gentilmente, tir¨® de ella para invitarla a levantarse. ¡°Confundida¡±, escribe Kellison, ¡°sigui¨® saludando al p¨²blico mientras yo la guiaba hasta la puerta¡±.
Kellison afirma: ¡°nos fue imposible imaginar lo que iba a suceder¡±. Pero Madonna dio al a?o siguiente una versi¨®n algo diferente de los hechos en una larga entrevista en Spin en 1996 ?Te arrepientes de aquella entrevista?, le pregunt¨® el periodista Bob Guccione Jr. ¡°Me arrepent¨ª en aquel momento, pero con el tiempo me alegro de haberla hecho¡±. Sobre su repetido uso de la palabra prohibida (fuck) dijo: ¡°Una palabra, una palabra, ?es solo una palabra!¡±. Y a?adi¨®: ¡°David Letterman sab¨ªa que iba a hacerlo. Habl¨¦ con los productores del programa y todo el mundo estuvo de acuerdo en que ser¨ªa divertido que dijese joder varias veces y me pusieran un pitido. Pues cuando sal¨ª y lo hice, David empez¨® a ponerse nervioso. El modo en que me presentaron fue ofensivo, as¨ª que pens¨¦: si as¨ª es como quer¨¦is hacerlo, yo s¨¦ hacerlo mucho mejor¡±. En su recreaci¨®n de los hechos en el art¨ªculo de Grantland, Kellison da a entender otra cosa: ¡°Si cree que Letterman estaba contento por toda la publicidad que la entrevista le dio, te equivocas¡±.
Como muchos otros episodios del pasado que son reexaminados con la sensibilidad actual, la entrevista de Madonna con Letterman no solo ha ganado inter¨¦s con los a?os por ser una especie de avanzadilla de una forma m¨¢s gamberra y espont¨¢nea de hacer televisi¨®n, sino que recientemente se le ha dado la vuelta a la historia. Un art¨ªculo de Unilad publicado en 2023 refleja como en diversos resurgimientos del v¨ªdeo de la entrevista en Twitter se ha remarcado ese momento concreto del programa en el que el presentador presiona a Madonna para que bese a un hombre que est¨¢ entre el p¨²blico. Ella se niega, varias veces, y el presentador le dice: ¡°Otra ceder¨ªa a la presi¨®n y le besar¨ªa¡±, a lo que ella responde: ¡°Yo nunca cedo a la presi¨®n¡±. ¡°Por eso te amamos, Madonna¡±, responde ¨¦l. Y ella suelta ah¨ª, justo ah¨ª, su primer taco: ¡°Y por cierto, eres un puto enfermo¡±.
La entrevista, vista hoy, parece adelantada a su tiempo y a su vez una c¨¢psula perfecta de su tiempo. Madonna estaba jugando a ser insolente y borde, pero a la vez haci¨¦ndose valer y dejando algunas lecciones sobre c¨®mo responder a ciertos comportamientos masculinos. Y Letterman se presta a ciertos juegos y actitudes machistas de aquella ¨¦poca que hoy no se aceptar¨ªan, pero a la vez demuestra ser r¨¢pido, divertido y sagaz como domador de una invitada dif¨ªcil y deja, incluso a su pesar, 20 minutos de un tipo de televisi¨®n que se adelantan a espacios de entrevistas libres, corrosivas y r¨¢pidas que triunfan hoy en forma de c¨¢psula en las redes sociales, ya sea Graham Norton en Inglaterra o, s¨ª, David Broncano en Espa?a. Si esta entrevista que tuvo lugar exactamente hace 30 a?os ocurriera hoy ya estar¨ªa dividida en decenas de memes. Y en las redes s¨ª que se puede decir ¡°joder¡±.
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