Luis Antonio de Villena: ¡°Llamar ¡®tercera edad¡¯ a la vejez es un blanqueo bastante tonto¡±
El poemario ¡®Miserable vejez¡¯ demuestra que se puede mantener el halo de ¡®enfant terrible¡¯ con 73 a?os al romper el gran tab¨² que rodea a la vejez: llamarla por su nombre
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Escribir poes¨ªa es un acto que se presta m¨¢s f¨¢cilmente a los arrebatos juveniles. Pero no es el caso de todos. La trayectoria de Luis Antonio de Villena (Madrid, 73 a?os) comprende novelas, ensayos, relatos, traducciones, y destacados libros de poemas que le han valido diversos y notorios reconocimientos. Miserable vejez (Visor) supone una sorpresa por la concreci¨®n y sinceridad con la que aborda un tiempo cada d¨ªa m¨¢s ajeno a su personalidad literaria: la limitaci¨®n de la vejez, la dificultad de aceptar que el ¨²nico argumento era envejecer, despu¨¦s morir. Sin pretextos, Villena entrega en estas p¨¢ginas una serie de poemas que subrayan el tono sombr¨ªo, caedizo, pero no evitan el gozo de un placer transformado, uno que detiene el presente y el futuro sin desviarse de la senda marcada.
De Villena admite que le cost¨® trabajo encontrar el t¨ªtulo. ¡°Ten¨ªa un t¨ªtulo que me parec¨ªa perfecto, sacado de las coplas de Jorge Manrique, que era Arrabal de senectud. Pero me dio la sensaci¨®n de ser demasiado cl¨¢sico, no porque viniera de Manrique, que es estupendo, sino por esperable, por muy literario. Miserable vejez fue primero Maldita vejez, pero lo descart¨¦ por el tono de exabrupto. En mi libro hay una lectura de la vejez contraria a su visi¨®n positiva: eso de que ser viejo es muy bueno, que da sabidur¨ªa, que uno ve la vida desde lo alto, que sabe aconsejar¡ Esa lectura, no siendo equivocada, es una manita de pintura blanca que adecenta lo que en s¨ª es feo, lleno de limitaciones, dolores, molestias. Yo estoy relativamente mejor, pero hay gente que no. Sin comer esto y aquello, sin moverse, sin sexualidad, por ejemplo. Por tanto, la lectura de la vejez tiene que ser mala a pesar de la tendencia que la elude, como la pr¨¢ctica de llamarla tercera edad, ese blanqueo bastante tonto".
?La escritura tambi¨¦n se ve afectada por la decadencia de la mente y del cuerpo? En mi caso, por el momento no. Miserable vejez est¨¢ escrito con pasi¨®n. Tiene muchos retales de vida y muchos otros tantos de cultura. Lo que complementa el libro es que habla igualmente de la juventud; la pone no como algo opuesto a la vejez, que lo es, sino como una confluencia. Puede ser positiva para ambos lados. Alguien me dijo: bueno, tendr¨¢s que poner en la cubierta la imagen de un viejo. No, todo lo contrario. La que lleva [el lienzo Remeros, de Ludwig von Hofmann] evoca a una suerte de uni¨®n que puede considerarse pol¨ªticamente incorrecta, con la visi¨®n de un joven negro atleta desayunando junto a un anciano. Esto sucedi¨® en un hotel de Valencia. Una ma?ana, durante el desayuno, vi en otra mesa a un chico de unos 25 a?os. Le mir¨¦, me correspondi¨®, hubo un punto de simpat¨ªa. Luego apareci¨® un se?or, bien parecido, con bigote, y el chico se levant¨®, le dio un beso, se sentaron, y yo fui consciente de estar viendo una historia. Posiblemente una de ayuda, quiz¨¢ el se?or pagando sus estudios y el otro cuid¨¢ndole. Esas mezclas son las que, me refiero, son muy creativas, pero en general la sociedad tiende a verlas mal por todo eso de considerarlas historias de viejos verdes y esas excusas tan absurdas.
Usted empez¨® apenas con 30 a?os a elaborar libros de corte autobiogr¨¢fico, como Ante el espejo (1982) o Amor pasi¨®n (1983). ?Por qu¨¦ le atrajeron tan pronto los libros de memorias? Me ha gustado siempre leer biograf¨ªas. Esas primero y despu¨¦s, en consecuencia, los libros de memorias o autobiogr¨¢ficos. Ese gusto enseguida se escurri¨® dentro de m¨ª, sobre todo en mi tarea narrativa, y muy pronto saqu¨¦ ese libro que menciona, Ante el espejo, que ya figuraba con el marbete de memorias. Tiene un fondo autobiogr¨¢fico muy fuerte, pero tambi¨¦n es ficci¨®n. Hoy d¨ªa, lo veo como una novela. Dado que a?os despu¨¦s publiqu¨¦ tres tomos de memorias [editados en Pre-Textos, en 2015, 2017 y 2019, respectivamente], del primero, El fin de los palacios de invierno, ser¨ªa interesante hacer una comparativa con Ante el espejo, ya que ambos relatan los mismos periodo vital y ¨¦poca, por ver cu¨¢nta realidad y ficci¨®n sustenta a cada uno.
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?Le interesa ese pacto de ficci¨®n y memoria? Hombre, cuando tratamos la memoria siempre a?adimos algo de ficci¨®n, una que sale natural porque no te acuerdas de un nombre, cambias escenas, etc¨¦tera. En las memorias debe ser poca la cantidad. Sin embargo, hay libros de ficci¨®n con un potente trasfondo autobiogr¨¢fico. He hecho muchos de esos. Creo que debo ser, y no lo digo como cumplido ni como descumplido, uno de los escritores m¨¢s autobiogr¨¢ficos que hay, pero a su vez con muchos cambios. Esto puede ser porque no debo tener demasiada inventiva. Si no hay un sustrato real, si no tengo esa m¨ªnima base de la realidad, despego mal. Pero gracias a ella s¨¦ gestionar la ficci¨®n, imbric¨¢ndola con lo vivido.
?Por qu¨¦ Miserable vejez ha resultado tan breve? Libros de 500 p¨¢ginas nunca he hecho. ?ste, en comparaci¨®n con los dos ¨²ltimos de poemas, es algo m¨¢s breve, s¨ª, pero por su af¨¢n de concentraci¨®n. El anterior, Lujurias y apocalipsis, tocaba m¨¢s temas, m¨¢s extendidos, con poemas m¨¢s largos. Este se centra en la vejez y el choque vejez-juventud. El poema dedicado a la figura de Gil de Biedma, Jaime, aparte de ser alguien que conoc¨ª y trat¨¦ bastante, es porque fui testigo del drama de su vejez, una muy adelantada, porque ¨¦l muri¨® de SIDA con sesenta a?os reci¨¦n cumplidos. Gil de Biedma, desde los 50, ya se consideraba viejo. A esa edad escribi¨® uno de sus ¨²ltimos poemas, De senectute, pero no utilizando en su contenido la alusi¨®n al libro de S¨¦neca del que tom¨® el t¨ªtulo, no, sino reforzando su idea de que la vida, tras la juventud, se termina. El poema no es de los m¨¢s brillantes suyos, pero el verso final es deslumbrador. Como dec¨ªa [Vicente] Aleixandre, los poemas tienen que terminar en alto. A ese poema de Biedma, que es normal, su verso final lo eleva: ¡°De la vida me acuerdo, pero d¨®nde est¨¢¡±. ?Qu¨¦ se hace, pues? Sobrevivir. Que lo diga yo, que tengo 73 a?os, tiene sentido, pero con 50 es duro. ?l ten¨ªa esa apreciaci¨®n, que me recuerda a la frase de [Louis-Ferdinand] C¨¦line, la vejez es lo que sobra de la vida. Y en ese fondo, si se mira bien, con sensatez, desprejuiciadamente, hay una cierta verdad. En la vejez no encaja el ser y el sentirse plet¨®rico, no de la misma manera que cuando se es joven.
Otro poeta amigo suyo y recordado es Julio Aumente. Parec¨ªa m¨¢s viejo de lo que era. Hab¨ªa tenido unos padres muy longevos. Eso le horrorizaba. Las torpezas de la vejez del padre le tra¨ªan de cabeza. Su padre, que lleg¨® a vivir cien a?os, le escrib¨ªa cartas en las que relataba ampliamente sus quehaceres diarios. ¡°Querido hijo: hoy hemos gastado tres pesetas en jab¨®n¡±, en fin, ese tipo de cosas. ?l no quer¨ªa, bajo ning¨²n concepto, llegar a esos t¨¦rminos. Esa vejez menesterosa, tonta, la del sinsentido y lamentable, aunque el pobre viejo no tenga culpa de ello. ?l se castigaba el cuerpo para que cuando llegara su final no resistiera. Nada de sillas de ruedas. Aumente era, como dec¨ªa Robert Louis Stevenson, advocatus iuventutis, abogado de la juventud. Le gustaban sus valores. Lo positivo, no lo gamberro. Curiosamente, esa es una idea de vejez, porque no se puede abogar por ella cuando se tiene 20 a?os; m¨¢s bien, cuando se tiene de 50 para arriba. De nuevo, como dec¨ªamos antes, he ah¨ª la uni¨®n de esas apariencias contrarias.
¡°El verano es salvaje o no es en absoluto¡±. ?Le interesaba en el libro, en sus poemas, ser tajante respecto a las posturas vitales, en contraposici¨®n con las actitudes tibias de cierta poes¨ªa actual? El verano da m¨¢s plenitud, aumenta la vitalidad. Su est¨ªmulo es salvaje, en su sentido apasionado, lujurioso. Yo un¨ªa verano y lujuria, as¨ª lo recuerdo. Mi libro puede ser m¨¢s duro si se pone en equivalencia con otros, no sigue las convenciones actuales, de las cuales muchas me parecen malas. La correcci¨®n pol¨ªtica es algo que nos vendieron desde los Estados Unidos, y como en tantas cosas, se equivocaron. Tiene mucho de t¨®pico miserable. En el, digamos, listado de la correcci¨®n pol¨ªtica entr¨® de casualidad la homosexualidad. La homosexualidad en general. Ahora, con [Donald] Trump, lo m¨¢s seguro es que acabe perseguida o muy restringida. La libertad, con Trump, va hacia atr¨¢s. Lleva tiempo as¨ª. ?l no representa a la derecha, ni siquiera a la ultraderecha: ¨¦l es el imperialismo yanqui de finales del siglo XIX. Una cosa disparatada.
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?Cree que un determinado uso de las redes sociales ha trastocado irremediablemente la escritura po¨¦tica? A los que comenzamos antes de las redes sociales no nos ha cambiado nada. No s¨¦ c¨®mo ser¨¢ el efecto en el que ha vivido desde su inicio con redes sociales. Para la escritura no tienen mucho que ver. Uno escribe bas¨¢ndose en los c¨¢nones de la escritura. Todo aquello de la poes¨ªa de Internet era una cosa muy mala. El 95% era p¨¦sima, y si la siguen haciendo, seguir¨¢ siendo horrible. Lo que le¨ªa me parec¨ªa como anotaciones de diario, bosquejos. ¡°Hoy me he levantado, veo la luz, pero me apetece tomarme una birrita¡±. Eso no s¨¦ lo que es. Poes¨ªa no, desde luego. Lo bueno y lo malo de Internet y las redes es que han dado voz a todo el mundo pero entra todo el mundo a hablar. La cantidad de inanidad, de bober¨ªa, de estulticia, y sobre todo de mala calidad de escritores, sube, claro, sube enormemente. Se creen haciendo algo positivo, y eso multiplica la sandez, la elogian. Toda conversaci¨®n actual se finiquita en el mismo punto: los niveles culturales, educacionales y de tipo de p¨²blico son baj¨ªsimos, algo que los hace manejables por los pol¨ªticos, hombres o mujeres, que las mujeres han demostrado ser igual de necias que los hombres, todos en igualdad de necedad, y ah¨ª, ?s¨¢lvese quien pueda! ?Qu¨¦ se puede hacer cuando se es, no digo sabio, pero s¨ª un poco menos necio que la norma general? Uno se siente como agarrado al pico de una monta?a para que no se te lleve la galerna. Es muy triste.
Esa visi¨®n de algunos de sus poemas a?orando el invierno de la Edad Media frente a la Edad Media digital de nuestro presente, que suele criticar en sus art¨ªculos de prensa, ?c¨®mo cree que puede ser recibida? Ese invierno, aparte del meteorol¨®gico, era el de la moral. Cuando publiqu¨¦ Huir del invierno (Hiperi¨®n, 1981) yo entend¨ªa que la moral puritana era una invernal frente a la veraniega que se mostraba libre, exultante, sexual; en contra de las prohibiciones y a la b¨²squeda de la naturalidad. Lo que para el hombre deb¨ªa ser natural, dejando de lado las moralinas de la iglesia, del Opus Dei, de los que se contaminaban de todo eso. Yo creo que el gran defecto de la derecha espa?ola es que siempre ha metido a la iglesia cat¨®lica como un referente para su credo. Es un error, porque uno puede ser de derechas y no creer en Dios. Hay much¨ªsimos ateos que votan a la derecha. Pero los partidos se empe?an en ser m¨¢s papistas que el Papa. Toda la vida me he considerado de izquierdas. Hoy, que la izquierda y la derecha no son nada, que todo es un totum revolutum, con montones de imb¨¦ciles a un lado y a otro, puedo decir que la izquierda que gobierna no es la izquierda en la que creo. Pedro S¨¢nchez, Irene Montero, lo que me han parecido siempre son dos cretinos. De izquierdas, nada. Uno un eg¨®latra y la otra una gritona.
Entonces la elegancia o el fervor por el hedonismo ?le parecen cosas del pasado? La elegancia ha bajado mucho porque se ha impuesto la comodidad. La elegancia es un deseo, uno natural, uno que irrumpe. Que todos vayan en zapatillas de deporte, con ch¨¢ndal, con camiseta, es meterse en el mal gusto, la vulgaridad. Todo eso es destructivo para con la elegancia. El todo vale general es terrible. No soy puritano, pero hablar mal tambi¨¦n me parece una falta. Soltar palabrotas de vez en cuando est¨¢ bien, pero no de continuo. Es la nefasta influencia del ingl¨¦s, contagiados del mal uso del fuck. No hace falta.
Este 2025 se cumplen 30 a?os de la publicaci¨®n de una de sus novelas m¨¢s reconocidas, El burdel de Lord Byron. Fue de mis novelas con m¨¢s ¨¦xito de ventas, que no cr¨ªtico. La novela es muy real. Sigue la vida de Lord Byron a trav¨¦s de una rara premisa: a finales del siglo XIX, un inspector de polic¨ªa debe hacer un recuento de los burdeles londinenses, y en uno se topa con una vieja mujer que conoci¨® y tuvo relaci¨®n con Byron y guarda las cartas que le escribi¨®. Mediante las cartas, por supuesto inventadas, hechas al estilo de su epistolario, se va desgranando su vida. Una cosa que dije en su d¨ªa nada m¨¢s salir la novela es que una de las cartas era una traducci¨®n literal, pero nadie ha sabido distinguir cu¨¢l es, todav¨ªa no. Tampoco es f¨¢cil. Byron hizo absolutamente de todo, por eso se autoexili¨® de Inglaterra. Muchachos, muchachas, todo. Le consideraban un degenerado. Esto lo contaba yo en 1995. Ahora hay mucha menos libertad. Si uno quisiera publicar una obra tipo Lolita tendr¨ªa que dar cuenta de ello, una especie de confesi¨®n, como hac¨ªa en Espa?a en los a?os veinte ?lvaro Retana, cuando publicaba Las locas de post¨ªn o Mi novia y mi novio, que pod¨ªa sacarlas pero a?adiendo un escrito en el que se liberaba de cargos en lo referido a lo narrado. Ese puntito de autocensura es pura falta de libertad.
Retomando Miserable vejez, ?cree que la ¡°luz declinante¡± de la tercera edad permite entusiasmos? ?El derrumbe digno es compatible con la rabia? El derrumbe digno es, simplemente, saber caer. El control de la vejez dentro de su medida. ?Y entusiasmos? Bueno, distintos a los que se tienen cuando a los 30, a los 40 a?os. La sexualidad pasa a sensualidad, y eso es un buen cambio. Se transforma la pasi¨®n desmedida en placeres gratos. Hay que seguir cultivando la sexualidad. Es un gran asidero. Ayuda mucho. Entretiene.
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