?Intercambio de ideas o nido de insultos? El problema no resuelto de los comentarios en los medios
Naci¨® como un espacio interactivo para acercar a periodistas, noticias y lectores, pero las secciones de comentarios de los medios ¡®online¡¯ terminaron siendo una guarida de ¡®trolls¡¯. Hoy esos rincones de opini¨®n esta?n bajo sospecha y podri?an tener los di?as contados
El ¨²ltimo en dar el paso ha sido The Philadelphia Inquirer. El pasado 1 de febrero el diario de Pensilvania haci?a pu?blica la decisio?n de cerrar el apartado de comentarios de su edicio?n digital salvo en dos secciones: deportes e Inquirer Live. Lo han hecho porque, segu?n argumentaban en una carta abierta a los lectores, ¡°los comentarios habi?an sido secuestrados por un pequen?o reducto de trolls muy activos que abarrotaban la seccio?n de racismo, misoginia y homofobia¡±.
Es decir, que se trataba de proteger al diario de la faccio?n ma?s activa (y energu?mena) de su propia audiencia. Segu?n la redactora Cathy Rubin, una de las responsables de la decisio?n, ¡°bastaba con unos pocos cientos de participantes muy proli?ficos para que todas las noticias se llenasen de comentarios agresivos, potencialmente injuriosos y de muy dudoso gusto¡±. Era tal el alud de odio que se colaba por esa rendija abierta a la participacio?n de los lectores que, al menos segu?n Rubin, ¡°filtrar y moderar los comentarios se habi?a vuelto una tarea agotadora y, sobre todo, inu?til, porque por cada intervencio?n relevante y constructiva habi?a al menos cuatro o cinco provocaciones, mentiras y exabruptos¡±.
La palabra clave en esta frase tal vez sea ¡°mentiras¡±. En los medios de comunicacio?n estadounidenses preocupa mucho co?mo combatir intoxicaciones interesadas y fake news. Con los comentarios abiertos y la dificultad para moderarlos de manera efectiva en tiempo real, segu?n Rubin, ¡°lo que esta?bamos haciendo era abrirle a los que difunden bulos y versiones alternativas no contrastadas de la realidad un acceso preferente al corazo?n de nuestros contenidos¡±.
La pole?mica tiene cierto recorrido. Ya en 2015, el periodista experto en tecnologi?a Justin Ellis dedicaba un arti?culo a la decisio?n de pa?ginas como Reuters, USA Today, The Week, The Verge y Popular Science de cerrar o restringir los comentarios a sus noticias. Por entonces, la principal razo?n era que jueces de pai?ses como Alemania, Gran Bretan?a o Estados Unidos estaban empezando a considerar a los medios de comunicacio?n responsables de los delitos (injurias, extorsiones, amenazas) que pudiesen cometerse en sus espacios interactivos de participacio?n.
Ante la dificultad pra?ctica que suponi?a moderar los por entonces muy activos foros y las posibles repercusiones legales, diarios y revistas online de todo el mundo empezaron a echar el candado. Jay Rosen, uno de los guru?s del llamado periodismo participativo o ciudadano, lamento? la decisio?n con un par de frases elocuentes y muy citadas: ¡°Hemos tirado la toalla volviendo a la lo?gica del periodismo corporativo cerrado a cal y canto. Quisimos correr al encuentro del lector, pero el lector ha resultado ser como es, no como lo imagina?bamos, asi? que hemos optado por echarle o dejarle entrar solo por la puerta de servicio¡±.
Jeff Jarvis, otro guru? de la comunicacio?n convencido de que el periodismo del futuro ¡°sera? participativo o no sera?¡±, lamentaba ya hace an?os que ¡°los comentarios, casi la u?nica manera de integrar de manera activa a los lectores que se nos habi?a ocurrido hasta ahora, han sido restringidos en cuanto se ha hecho evidente que crean problemas que nos daba pereza resolver¡±. Otra que ha estudiado este feno?meno es Clothilde Gujard, editora de la pa?gina de informaciones corporativas Global Editors Network. Para ella, ¡°la clave es que los medios han descubierto que existen canales mucho ma?s eficaces para interactuar con los lectores: las redes sociales¡±. De alguna manera, Facebook, Twitter o Instagram han permitido a los medios ¡°externalizar¡± su dia?logo imperfecto con sus lectores.
Espan?a llego? ma?s tarde que Estados Unidos a la fiebre de las noticias comentadas, pero estas experimentaron un fuerte auge hasta hace muy pocos an?os. Basta con ver las casi siempre abarrotadas secciones de comentarios de diarios deportivos como AS y Marca. Sin embargo, desde hace ya un tiempo, la tendencia va a la baja en la prensa generalista. EL PAI?S ha optado, segu?n explica su director de comunicacio?n, Pedro Zuazua, por una solucio?n intermedia: ¡°Restringir los comentarios a suscriptores¡±. Zuazua recuerda que la agresividad incontinente de algunos lectores ¡°ha llevado, a lo largo de los an?os, a algunas crisis¡±. Pese a todos los pesares, ¡°se ha intentado mantener los comentarios abiertos controlando los riesgos y, sobre todo, mejorando los sistemas de control de calidad para fomentar una conversacio?n inteligente¡±.
Segu?n Xurxo Marti?nez, jefe de contenidos digitales de El Perio?dico de Catalunya, ¡°en los u?ltimos an?os, hemos sufrido en ocasiones la virulencia de algunos comentaristas, pero la tensio?n nunca ha sido tanta como para que nos plantea?semos el cierre completo¡±. Si? intentan ¡°tener controlados los contenidos ma?s pole?micos¡±, aunque, en la pra?ctica, esos espacios se esta?n autorregulando de manera bastante eficaz: ¡°A pesar de que ha subido el tra?fico, ha bajado el nivel de participacio?n y, con e?l, ha cai?do tambie?n de manera significativa el nivel de crispacio?n¡±.
Es decir, en su caso, los trolls ya no encuentran terreno abonado en la seccio?n de comentarios y esta?n emigrando a aires ma?s ca?lidos. Vicente Ruiz Go?mez, del diario El Mundo, nos cuenta que la u?nica medida que han adoptado ha sido ¡°limitar solo a suscriptores los comentarios en las noticias premium¡±. En el resto de noticias, ¡°la u?nica precaucio?n es el cierre preventivo cuando consideramos que pueden provocar insultos y comentarios inapropiados, o cuando se habla de muertos¡±. Hace ahora dos an?os, The Atlantic, prestigiosa revista estadounidense, dio el paso de bajar la persiana de los comentarios. Eso si?, ofrecio? a sus lectores la oportunidad de despedirse comentando que? les pareci?a la medida. La u?ltima de las opiniones reproducidas, firmada por un lector de Wisconsin, es todo un manifiesto hater en miniatura: ¡°La verdadera razo?n de este cierre es que sois unos cobardes y os aterra que la gente no comulgue con vuestra religio?n. Que os jodan¡±.
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