La tormentosa historia de ¡®Playgirl¡¯, la revista que se atrevi¨® a desnudar a los hombres para disfrute de las mujeres
Fue el reverso de 'Playboy', una publicaci¨®n para que ellas admirasen los cuerpos de ellos. Sin embargo, el camino no fue nada f¨¢cil
Y entonces a alguien se le ocurri¨® una idea ins¨®lita: que las mujeres tambi¨¦n pod¨ªan querer contemplar a hombres desnudos. Ya estaban en el mercado, y con ¨¦xito, revistas para hombres como Playboy y Penthouse. El reverso se llam¨® Playgirl, que se lanz¨® en enero de 1973. En las d¨¦cadas siguientes, esta revista normaliz¨® el desnudo masculino, lo hizo popular, derrib¨® unos cuantos tab¨²es y se enfrent¨® a sus propias contradicciones. Esta es su historia.
Hace 45 a?os la revoluci¨®n sexual bull¨ªa en Estados Unidos gracias a un c¨®ctel de p¨ªldora anticonceptiva, feminismo y crisis de todo lo establecido.
La pregunta era: ?de verdad las mujeres quieren ver a hombres desnudos?
¡°La mejor parte de trabajar en 'Playgirl' fue la posibilidad de enviar un fuerte y singular mensaje feminista: est¨¢ bien ser la due?a de tu sexualidad. Est¨¢ bien excitarse. Est¨¢ bien admitir que tienes necesidades y deseos¡±
Nicole Caldwell. editora de 'Playgirl'
Desde su propio planteamiento, la idea de una revista como Playgirl resultaba conflictiva para muchos. Una cosa era que Playboy hubiese sacado el sexo ¨Csiempre desde una mirada masculina y heterosexual¨C del underground para ponerlo en los quioscos de todo el mundo, haciendo permisible y aceptable de pronto lo que hasta hace nada era considerado pornograf¨ªa; otra, hacer lo mismo pero al rev¨¦s, con modelos hombres destinados a un p¨²blico femenino.
Desde el principio el concepto de ¡°anverso de Playboy¡± estuvo claro, tanto como el nombre de la revista, que no pod¨ªa ser otro; de hecho, Playboy original demand¨® a Playgirl en 1973 por "infracci¨®n de marca registrada", pero el caso se resolvi¨® con un acuerdo extrajudicial. La duda principal aqu¨ª ¨Cuna que en Playboy no hab¨ªan llegado siquiera a plantearse porque la respuesta era obvia¨C era si en realidad exist¨ªan mujeres que quer¨ªan ver hombres desnudos al mismo tiempo que le¨ªan interesantes art¨ªculos de corte pol¨ªtico y cultural.
Cuando a Douglas Lambert, impulsor de Playgirl, su esposa Jenny le propuso la idea, su reacci¨®n fue precavida. Pero si existi¨® un tiempo y un lugar para que tal cosa fuera posible, eran los Estados Unidos de los 70. En 1972, la famosa editora estadounidense Helen Gurley Brown consigui¨® sacar en las p¨¢ginas centrales de Cosmopolitan un desnudo integral de Burt Reynolds ¨Caunque tapando pudorosamente su pene con la mano¨C sobre una piel de oso.
El esc¨¢ndalo y la repercusi¨®n fueron may¨²sculos. Un a?o despu¨¦s, Playgirl sal¨ªa al mercado con un n¨²mero de prueba que mostraba un velludo torso masculino que ocultaba los genitales tras una caja de bombones en forma de coraz¨®n. En el interior, adem¨¢s de la carne que promet¨ªan, hab¨ªa art¨ªculos serios de la escritora Joyce Carol Oates o entrevistas con la abogada y activista Bella Abzug. Desde el principio temas como el aborto, el control de natalidad, el feminismo, la sexualidad y la pol¨ªtica estuvieron presentes. En un par de meses, Playgirl agotaba sus tiradas de 600.000 ejemplares y, todav¨ªa m¨¢s significativo, recib¨ªa toneladas de cartas de quejas porque en sus p¨¢ginas interiores no se ve¨ªan penes. Todav¨ªa.
Hace 45 a?os la revoluci¨®n sexual bull¨ªa en Estados Unidos gracias a un c¨®ctel de p¨ªldora anticonceptiva, feminismo y crisis de todo lo establecido. La pregunta era: ?de verdad las mujeres quieren ver a hombres desnudos?
Los penes no tardaron en hacer su aparici¨®n en las p¨¢ginas centrales de la revista ¨Cal fin y al cabo, ah¨ª estaba su raz¨®n de ser¨C, pero hab¨ªa un tema candente que los propietarios y el equipo editorial de la revista antes o despu¨¦s ten¨ªan que plantearse: ?cu¨¢ndo iban a mostrar una erecci¨®n? Como contaban a Esquire varios modelos masculinos de aquella etapa, hab¨ªa trampas recurrentes, como mostrar erecciones no completas o incluir fotos en piscinas en las que podr¨ªa decirse que aquello no era un pene erecto sino un pene flotando.
Los propios modelos que participaban en las sesiones de fotos oscilaban entre la verg¨¹enza y el deseo de poder mostrar sus erecciones a pleno rendimiento. Las reuniones editoriales tambi¨¦n versaron sobre temas conflictivos en Estados Unidos, como mostrar a modelos no blancos, algo que se normaliz¨® con el paso de las d¨¦cadas.
La discusi¨®n sobre penes s¨ª, penes no, volvi¨® a aparecer en una fecha tan tard¨ªa como 1986, cuando una nueva gesti¨®n de la revista ¨Cque pas¨® de California a la neoyorquina Blue Horizon¨C decidi¨® suprimir los genitales esgrimiendo el motivo de: ¡°No vamos a poner penes porque las mujeres no quieren mirar penes¡±.
El fracaso econ¨®mico les oblig¨® a revocar su decisi¨®n con rapidez, aunque la discusi¨®n se mantuvo de forma recurrente incluso en d¨¦cadas muy recientes. ¡°Lo peor de trabajar en Playgirl era que nos dijesen que las mujeres no somos visuales, que no miramos a los hombres de ese modo y que no somos tan sexuales como los hombres¡±, nos cuenta por Nicole Caldwell, editora de la cabecera entre 2006 y 2009. En esa ¨¦poca, la revista ofrec¨ªa ¡°un pene en cada p¨¢gina¡±, frase que utilizaron como eslogan.
Sobre el papel, la idea de ¡°una Playboy para mujeres¡± puede sonar muy potente y revolucionaria, pero a nadie escapa la realidad de que en la pr¨¢ctica, mostrar desnudos masculinos para las mujeres no es del todo lo mismo que a la inversa. ¡°La revista Playgirl es muy contradictoria y ejemplifica muy bien c¨®mo se ha construido la imagen pornogr¨¢fica en Occidente¡±, explica Nacho Moreno, especialista en representaciones de g¨¦nero e investigador de la Universidad Complutense de Madrid.
¡°Por un lado subvierte el sistema de miradas establecidos ya que es la mujer la que mira y el hombre el objeto pasivo que es mirado. Pero como la idea que tenemos de la masculinidad tradicional hace que el hombre siempre tenga que estar al cargo de la situaci¨®n sexual, los modelos corren el riesgo de ser vistos como m¨¢s femeninos por ocupar esa posici¨®n¡±, se?ala Moreno.
Precisamente ese fue uno de los problemas conceptuales a los que se enfrentaron en los inicios: ¡°Nuestro mayor problema era que los modelos solo conoc¨ªan Playboy, as¨ª que los fot¨®grafos y ellos mismos solo posaban como hab¨ªan visto que se hac¨ªa en Playboy¡±, explicaba a Esquire Ira Ritter, editor de la revista durante los primeros a?os. ¡°Estaban fotografiando a hombres como si fuesen mujeres, tirados l¨¢nguidamente en sof¨¢s¡±, profundiza el editor de Taschen Dian Hanson. ¡°Ah¨ª hay un t¨ªo reposando en un sof¨¢ con la polla fl¨¢cida. Es como, ?a qu¨¦ est¨¢ esperando? Est¨¢ esperando a que le pagues, es lo que entiendo¡±, a?ade.
Con el paso de los a?os las portadas y fotos interiores fueron evolucionando de las im¨¢genes de parejas heterosexuales envueltas en situaciones que vagamente podr¨ªan resultar er¨®ticas a las fotos de grupo de estilo universitario con hombres desnudos y muy musculados que miran a c¨¢mara en poses activas. Si la existencia de la propia revista supuso un avance del feminismo por considerar por fin a las mujeres como seres sexuales capaces de sentir deseo, o si ca¨ªa en las propias contradicciones de la industria del sexo al tratar a los hombres como objetos es un debate que ha durado desde la llegada de la cabecera a los quioscos hasta hoy.
¡°Playgirl mezclaba contenido pornogr¨¢fico y un mensaje feminista sin dificultades¡±, desarrolla Nicole Caldwell, ¡°excepto porque era complicado convencer a la gente de que la revista estaba de verdad dise?ada para mujeres. El sexo consensuado es empoderador para todo el que est¨¢ implicado en ¨¦l, as¨ª que env¨ªa de forma sencilla un mensaje feminista. Nunca representamos violencia en nuestras im¨¢genes o a un hombre sometiendo a una mujer. Todo estaba dirigido a mujeres tomando el mando de su propia sexualidad¡±.
En cuando a la cosificaci¨®n masculina, concluye Nacho Moreno: ¡°El hombre no puede ser cosificado como una mujer porque el modo en el que se le representa er¨®ticamente siempre depende de subrayar su autonom¨ªa y su control, mientras que las representaciones de las mujeres siempre se han basado en subrayar su sumisi¨®n y disponibilidad¡±.
En un ¨¢mbito menos abstracto, conviene recordar que aunque siempre ha habido mujeres en el equipo de Playgirl (en los ¨²ltimos tiempos acompa?adas de ¡°una horda de becarios sin sueldo")? los propietarios, los due?os del dinero que est¨¢ detr¨¢s, siempre han sido hombres.
Un gran tab¨² sobrevolaba la realidad de las ventas de Playgirl: el hecho constatable de que gran parte de sus compradores no eran mujeres sino hombres gays. Esta evidencia era negada por los responsables de la revista en los primeros tiempos, que no quer¨ªan ni o¨ªr hablar de dirigirse de forma expl¨ªcita a este segmento de la poblaci¨®n que todav¨ªa estaba lejos de ser visto como un jugoso consumidor. Estamos en los setenta: la homosexualidad acababa de salir de la lista de enfermedades mentales e implicarse con el p¨²blico gay era visto en el mejor de los casos como un error de marketing.
Por supuesto, esta realidad no era ajena tampoco para los heterosexuales, pero formaba parte de uno de esos secretos a media voz que todos viven m¨¢s c¨®modos ignorando. Cuando Lorenzo Lamas pos¨® para Playgirl, contaba que uno de los principales motivos de enfado de su padre, el actor Fernando Lamas, es que dio por hecho que la revista estaba dirigida a los gays y que aparecer en ella podr¨ªa da?ar su carrera.
Lo cierto es que buena parte de los que consum¨ªan y estaban suscritos a la revista eran hombres gays, cada vez m¨¢s. Frente a las publicaciones pornogr¨¢ficas dirigidas en concreto al sector, Playgirl era tolerable, permisible y ten¨ªa una fachada ¡°respetable¡± que hac¨ªa que acercarse a comprarla ¨C¡°es para mi novia¡±¨C no supusiese un motivo de verg¨¹enza como s¨ª lo era hacerse con alguna de las revistas de supuesto culturismo que publicaba la Athletic Model Guild o incluso en Espa?a la revista Party. ¡°Cuando yo trabajaba all¨ª¡±, nos cuenta Nicole Caldwell sobre su ¨¦poca, la primera d¨¦cada de los 2000, ¡°ten¨ªamos exactamente la proporci¨®n inversa de lectores hombres-mujeres que Playboy. Playgirl era 60 % lectoras femeninas, 40 % lectores hombres¡±.
Como con tantos productos culturales populares, puede trazarse una evoluci¨®n de la sociedad estadounidense a trav¨¦s de los cambios en las portadas e interiores de Playgirl. Y no solo de cambios est¨¦ticos, como desaparici¨®n (y posterior aparici¨®n) del vello masculino o la normalizaci¨®n de los m¨²sculos en todos los hombres, sino tambi¨¦n de transformaciones m¨¢s profundas.
De la revista con im¨¢genes de parejas alegres y festivas y un fuerte contenido pol¨ªtico y feminista ¨Cart¨ªculos sobre la guerra de Vietnam o 'El casting del sof¨¢: el aut¨¦ntico esc¨¢ndalo sexual de Hollywood' aparec¨ªan en fechas tempranas¨C se pas¨® a los fr¨ªvolos a?os 80, en los que el compromiso pol¨ªtico desapareci¨® en pro de temas menos conflictivos y, sobre todo, de una ola de regreso a valores conservadores.
A Playgirl le cost¨® acostumbrarse a los nuevos tiempos y ocupar un puesto de relevancia cultural a trav¨¦s de los a?os 90, aunque nunca dej¨® de manifestar el poder de arrastre de su nombre editando, por ejemplo, varias versiones internacionales de la revista, incluida una ef¨ªmera en espa?ol entre el 92 y el 93. La mujer liberada hija de la revoluci¨®n sexual a la que se dirig¨ªa en el 73 ya no exist¨ªa o estaba leyendo otras cosas.
Tal vez los ¨²ltimos momentos de relevancia de la cabecera fueron en 1997, con la publicaci¨®n de unas fotos de Brad Pitt desnudo durante unas vacaciones en 1995 con su entonces pareja Gwyneth Paltrow, que le valieron la demanda del actor y la retirada del n¨²mero; y en 2002 conseguir sacar a varios exempleados de Enron en pleno esc¨¢ndalo y bancarrota de la compa?¨ªa.
La llegada de Internet como un elefante en una cacharrer¨ªa y la disponibilidad de ¡°un pene en cada p¨¢gina¡± a solo un clic y gratis termin¨® por firmar su sentencia de muerte¡ temporal. La crisis de la misma industria editorial tambi¨¦n termin¨® por manifestarse en Playgirl, que tras una prolongada crisis de lectores dej¨® de publicarse entre 2009 y 2010 para volver en papel de forma intermitente.
Pese a todo, en ese mismo a?o de 2010 lograron marcarse un ¨²ltimo tanto al publicar con cierto revuelo un posado de Levi Johnston, el exyerno de Sarah Palin, en su web. Sobre esta ¨²ltima ¨¦poca de publicaciones peri¨®dicas, resume la editora Nicole Caldwell: ¡°La mejor parte de trabajar en Playgirl fue la posibilidad de enviar un fuerte y singular mensaje feminista: est¨¢ bien ser la due?a de tu sexualidad. Est¨¢ bien excitarse. Est¨¢ bien admitir que tienes necesidades y deseos¡±.
El ¨²ltimo n¨²mero de la revista hasta hoy (no descartan lanzarla de vez en cuando) data del invierno de 2016, con una portada interracial de j¨®venes en ba?ador y un sumario con reportajes fotogr¨¢ficos de estudiantes universitarios y art¨ªculos como ¡°los 10 mejores lugares para tener sexo en p¨²blico¡±. Se dir¨ªa que en la actualidad el sexo sigue vendiendo, pero ya no lo suficiente.
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