?A qu¨¦ tipo de lujo aspira usted, exactamente?
En su carta de octubre, el director de ICON medita sobre lo que es el privilegio en realidad: tal vez tener una vida personal razonablemente feliz que no dependa de relaciones espurias
No s¨¦ si por el algoritmo o por inclinacio?n natural (?acaso no es lo mismo?), me he visto embobado frente a series que consisten, ba?sicamente, en estampas de decadencia vacacional. White Lotus (HBO) retrata a un insoportable elenco de hue?spedes de un hotel de lujo en Hawa?i, y al crispado personal que les atiende. 9 perfect strangers (Amazon Prime Video) lo lleva ma?s lejos: nueve clientes de un misterioso y prohibitivo retiro de wellness, minimalismo y sanacio?n, a las o?rdenes de una guru? de cara indescifrable ¨CNicole Kidman¨C, exorcizan sus demonios a base de... bueno, mejor vean la serie. ¡°Es como ver derrumbarse la cultura occidental¡±, me deci?a un amigo sobre esta receta de ficcio?n que se ha convertido en favorita de cierto tipo de autocri?tica social.
Y no solo en la televisio?n. En la novela Dejar el mundo atra?s, una familia de profesionales de clase media alquila una casa idi?lica para el verano y, al poco, en medio de un apago?n general, recibe la visita inesperada de un anciano matrimonio negro que dice ser duen?o de la casa. Planteamiento que sirve al autor, el estadounidense Rumaam Alam, para desarrollar un thriller donde describe sin piedad las aspiraciones, las ridiculeces y el racismo de una sociedad que, en muchos aspectos, es similar a la nuestra. ¡°La novela trata sobre lo fra?gil que puede resultar la civilizacio?n¡±, dice el autor en la entrevista que publicamos en este nu?mero de la revista (pa?g. 134). Periodista de The New York Times e hijo de inmigrantes bengali?es, Alam conoce tanto las prebendas como los prejuicios de la burguesi?a urbana que retrata.
Todo, claro, suele ser cuestio?n de dinero. Pero ?a que? aspiramos? ?A cocinar nubes con Paris Hilton envuelta en perifollo rosa en su cocina gigante? (Si?, tambie?n he estado viendo ese reality). ?A llevar una vida como la de sus vecinas, las Mujeres ricas de Beverly Hills, y esos maridos que siempre esta?n morenos? El periodista Anderson Cooper, hijo de Gloria Vanderbilt y, por tanto, heredero de uno de los apellidos fundacionales del capitalismo estadounidense, ofrece una visio?n desmitificadora de la riqueza en otro libro, su biografi?a de la saga familiar, a la sazo?n llamada Vanderbilt: el ascenso y cai?da de una dinasti?a norteamericana. No lo he lei?do, pero si? un arti?culo en Air Mail que resume, inclemente, el paso de esa familia por el mundo: ¡°Demasiado dinero y ningu?n propo?sito¡±. Actualizando la famosa frase de Scott Fitzgerald, el autor an?ade que ¡°los muy ricos no son como tu? y como yo. Son ma?s aburridos¡±.
Confieso que a finales de este verano pase? un fin de semana en Venecia y estuve en contacto estrecho con un alti?simo grado de diversio?n y afluencia. Fue durante la presentacio?n de las colecciones Alta Moda de Dolce&Gabbana (el producto de aquella expedicio?n esta? en la pa?gina 110). Aqui?, la riqueza cobraba su cara ma?s familiar: palacios, fiestas, joyas, ropa de fa?bula, la?mparas de cristal de Murano, metales nobles grabados con filigranas imposibles. La imagen era tan potente, y la escala del evento tan monumental, que no teni?a sentido ser mezquino, sentir envidia o anhelar el lugar del otro. No pudo con ello ni la tormenta de granizo que cayo? sobre asistentes y modelos, que acabaron bailando, literalmente, bajo la lluvia.
Por terminar, y corriendo el riesgo de sonar jipi, cursi o irreversiblemente gentrificado mentalmente, creo que el verdadero privilegio tiene mucho ma?s que ver con el derecho a la tranquilidad ¨Cla invisibilidad online que defendio? Michela Coel, creadora de I may destroy you, durante la ceremonia de los Emmy¨C. Con tener una vida personal razonablemente feliz que no dependa de relaciones espurias. O, sencillamente, con poder vivir sin que te exploten, te increpen o te agredan de la forma que sea. Algo, por desgracia, cada vez ma?s escaso.
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