?Puede una actriz negra encarnar a Ana Bolena?
La pol¨¦mica por la serie de HBO Max en la que Jodie Turner-Smith da vida a la reina consorte de Inglaterra se extiende por las redes y las columnas de opini¨®n: vuelve el viejo debate sobre d¨®nde acaba la diversidad y empieza la falta de rigor hist¨®rico
En una columna de opini¨®n en The Guardian, la escritora Arwa Mahdawi se quejaba de la mala suerte (y la mala prensa) que en su opini¨®n se ha cebado siempre con Ana Bolena. En vida le toc¨® padecer a un marido paranoico, feminicida y con higiene corporal deficiente que acabar¨ªa cort¨¢ndole la cabeza porque no fue capaz de darle un hijo que pudiese heredar el trono de Inglaterra. Despu¨¦s de muerta, ha arrastrado durante siglos ¡°una p¨¦sima reputaci¨®n, al parecer sin mucho fundamento, de bruja, intrigante y seductora, como si los cr¨ªmenes de su consorte psic¨®pata hubiesen sido en realidad culpa suya¡±.
Y la mala racha sigue. Estos d¨ªas se estrena en HBO Max Espa?a la miniserie brit¨¢nica Ana Bolena, cr¨®nica del auge y brusca decadencia de la reina ajusticiada en 1536. Como ya hab¨ªa ocurrido en el Reino Unido cuando la estren¨® all¨ª Channel 5, la serie est¨¢ causando controversia porque quien hace el papel de Bolena es esta vez una actriz negra, Jodie Turner-Smith. De poco ha servido que los m¨¢s eruditos recordasen que la reina Tudor ya fue interpretada (en La vida privada de Enrique VIII, pel¨ªcula de 1933) por Merle Oberon, actriz de origen maor¨ª nacida en Bombay. Porque Oberon, pese a sus antecedentes ¨¦tnicos, era de piel clara y ten¨ªa un exquisito acento Oxbridge que la convert¨ªa en apta para encarnar la esencia de lo brit¨¢nico. Turner-Smith es de origen jamaicano, se cri¨® en Estados Unidos y es negra.
Que le hayan dado el papel es interpretado en las redes sociales como un ¡°ultraje¡±, una ¡°provocaci¨®n¡± o ¡°una apuesta extrema por la cultura de la diversidad y la correcci¨®n pol¨ªtica¡±, cuando no ¡°una estupidez¡± o ¡°un atentado flagrante contra los libros de historia¡±. En Facebook, el ilustrador barcelon¨¦s Jordi Arasa tira de humor y propone a Sidney Poitier para el papel de Pedro S¨¢nchez (¡°aunque es posible que la diferencia de edad sea un obst¨¢culo¡±). Y en Twitter, usuarios an¨®nimos insisten en que ¡°el parecido con el personaje hist¨®rico es asombroso¡± o que ¡°estamos alcanzado cuotas de imbecilidad in¨¦ditas¡±.
Para Mahdawi, se trata, sin m¨¢s, de una decisi¨®n de casting poco frecuente que ha creado pol¨¦mica ¡°porque a¨²n no hemos dejado atr¨¢s los resabios racistas: los que se indignan al ver una Bolena negra no parecen tener el menor problema con un Jesucristo blanco y de ojos azules o con que a Cleopatra, reina egipcia de origen griego y, tal vez, et¨ªope, la hayan llevado siempre a la pantalla actrices anglosajonas y blancas como Elizabeth Taylor¡±. Mahdawi a?ade que ¡°bienvenida sea la pol¨¦mica, en cualquier caso, porque est¨¢ resultando muy instructiva¡±.
Pero, en su opini¨®n, no hay nada ¡°transgresor ni revolucionario¡± en ofrecer el papel de una reina blanca a una mujer negra: ¡°Creo que la diversidad y la inclusi¨®n se defender¨ªan mejor olvid¨¢ndose de contar, una vez m¨¢s, una historia tan blanca y tan trillada como la de Ana Bolena y dedicando una serie de HBO, por ejemplo, a Ranavalona I, reina de Mozambique entre 1828 y 1861, una mujer en¨¦rgica que preserv¨® la independencia de su tierra y sol¨ªa liquidar a sus rivales pol¨ªticos con nueces envenenadas. Yo ver¨ªa una serie as¨ª, aunque le ofreciesen el papel de Ranavalona a una actriz inglesa de piel clara¡±.
Candace Owens, comentarista y bloguera afroamericana de ideas conservadoras, terci¨® en la pol¨¦mica hace unos d¨ªas aportando un argumento de doble filo: ¡°Me parece estupendo que Jodie Turner-Smith haga de Ana Bolena, pero me gustar¨ªa que la izquierda radical aceptase con la misma naturalidad que un actor blanco hiciese de Barack Obama¡±. Para Kylie Cheung, escritora y redactora de la revista Salon, la comparaci¨®n de Owens es absurda: ¡°No se puede equiparar un intento de romper inercias racistas que arrastramos desde hace d¨¦cadas con incidir de nuevo en los errores de siempre y excluir a los afroamericanos incluso de sus propias historias¡±. Cheung a?ade que ¡°si hubiese tantas ficciones sobre personajes hist¨®ricos no blancos como sobre blancos, yo no tendr¨ªa inconveniente en que se intercambiasen los papeles. Pero la realidad ahora mismo es que por cada biopic de un afroamericano hay nueve o diez, si no m¨¢s, de un hombre o una mujer blanca¡±.
La pol¨¦mica no es nueva. En 2011, la directora inglesa Andrea Arnold estren¨® una nueva adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de Cumbres borrascosas, la novela de Emily Bront? en la que el papel de Heathcliff lo interpretaba un actor negro, James Howson. Acusada por un periodista de incurrir en una provocaci¨®n ¡°pueril¡±, al cambiarle el color de la piel a uno de los personajes m¨¢s c¨¦lebres de la literatura inglesa, Arnold se limit¨® a leer en voz alta la descripci¨®n que se hace de Heathcliff cuando aparece por vez primera en la novela. Bront? escribi¨® que el peque?o hu¨¦rfano encontrado en las calles de Liverpool era ¡°negro como el carb¨®n¡±, pero durante a?os esa descripci¨®n no fue tomada al pie de la letra. La mayor¨ªa de los lectores contempor¨¢neos de la novela prefieren imaginarlo con rasgos parecidos a los de Laurence Olivier, que fue Heathcliff en la versi¨®n cinematogr¨¢fica de 1939, dirigida por Wiliam Wyler. Olivier, por cierto, ten¨ªa 32 a?os cuando se puso en la piel de un personaje que empieza la pel¨ªcula siendo a¨²n un adolescente, pero esa licencia no molest¨® en su d¨ªa a nadie.
Tambi¨¦n ha resultado controvertida en el Reino Unido una serie reciente, Britannia, estrenada en Espa?a por HBO. En esta ficci¨®n un tanto lis¨¦rgica, cr¨®nica de la conquista romana de las islas Brit¨¢nicas en el siglo I de nuestra era, abundan los personajes de piel negra. Sobre todo, entre las tropas imperiales a las ¨®rdenes del gran villano de la funci¨®n, el general Aulo Plaucio. Cuando se estren¨® la primera temporada, en 2018, las redes se llenaron de cr¨ªticas a la supuesta falta de rigor hist¨®rico de la serie. De poco sirvi¨® que toda una eminencia, la historiadora Mary Beard, interviniese para puntualizar que, en efecto, el ej¨¦rcito imperial romano destacaba por su alto grado de diversidad ¨¦tnica. En ¨¦l hab¨ªa reclutas procedentes de toda la cuenca mediterr¨¢nea y m¨¢s all¨¢, empezando por un alto n¨²mero de et¨ªopes o n¨²midas de piel negra, lo que convert¨ªa la decisi¨®n de incluir actores de origen africano en la serie en algo perfectamente coherente. No sirvi¨® de mucho. El comentario de Beard fue acogido con hostilidad, escepticismo y rechifla por internautas an¨®nimos que pretend¨ªan contra toda evidencia saber del tema mucho m¨¢s que ella. O que, sencillamente, no estaban dispuestos a renunciar a sus prejuicios.
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