¡°Pas¨¦ un mes con ¨¦l y tuve una libertad que nadie ha tenido¡±: cuando Prince recal¨® en Barcelona en su ¨¦poca m¨¢s convulsa
Cinco a?os despu¨¦s de la muerte de Prince recordamos con la retratista Terry Gydesen uno de sus episodios m¨¢s desconocidos: una sesi¨®n de fotos de madrugada frente a la Sagrada Familia y en Montjuic a la vez que publicaba el disco m¨¢s misterioso e inclasificable de su carrera
La muerte de Prince (Minnesota, 1958¨C2016) nos dej¨® sin uno de los artistas m¨¢s prol¨ªficos, poli¨¦dricos y fascinantes que ha conocido el mundo. La carrera de Prince es tan extensa ¨Cse calcula que habr¨ªa podido escribir y grabar m¨¢s de 1000 canciones durante su vida¨C que podemos encontrar en ella una alternancia inaudita en cualquier artista masivo: en su obra hay himnos generacionales que conoce todo el mundo y canciones escondidas entre sus 39 ¨¢lbumes publicados. Por cada Purple Rain, Kiss o When Doves Cry hay decenas de obras menos conocidas por el gran p¨²blico. Hoy nos detenemos en una de ellas, que adem¨¢s trajo a Prince hasta Barcelona en su ¨¦poca de mayor popularidad.
Terry Gydesen, la fot¨®grafa y autora de las mismas, recuerda para ICON desde su casa en Minneapolis que ¡°Prince necesitaba un fot¨®grafo para cubrir su gira europea de 1992 y un amigo m¨ªo me dijo que les enviase mi portfolio. Prince vio mi trabajo y me lo envi¨® de vuelta. En aquellos a?os, las fotos se ten¨ªan que enviar f¨ªsicamente¡±. Durante varias semanas, aquellas instant¨¢neas hicieron el viaje desde el estudio de Terry hasta Paisley Park [el estudio de grabaci¨®n y sala de conciertos donde viv¨ªa Prince], varias veces, como si no acabaran de decidirse. Prince estaba en un momento crucial de su vida: tras el ¨¦xito de Diamonds and Pearls (1992), consigui¨® un contrato de 100 millones de d¨®lares con Warner Bros. Un hito que superaba los de sus coet¨¢neos Madonna o Michael Jackson, de unos 60 millones de d¨®lares cada uno.
El nuevo contrato nombraba a Prince como vicepresidente de la discogr¨¢fica, le conced¨ªa una oficina en la sede de Warner y le compromet¨ªa a publicar seis discos. El artista consigui¨® su titular y que los medios destacaran que era el contrato m¨¢s cuantioso que se hab¨ªa firmado nunca en la industria de la m¨²sica. No obstante, pronto llegaron los problemas.
En el nuevo contrato se especificaba que el artista no pod¨ªa sacar m¨¢s de un ¨¢lbum al a?o y, a la larga, eso se hizo insoportable para ¨¦l, que deseaba publicar cuando su inspiraci¨®n se lo permitiese y sin ning¨²n tipo de control sobre el material. Gary Stiffelman, abogado de Prince entre 1988 y 1994, lo resumi¨® para la revista Billboard: ¡°Quiso editar la m¨²sica de una forma que no cuadraba con el contrato. Cuando ¨¦l quisiera y como quisiera: fuese con un disco de tres canciones o con uno de 70¡±. Adem¨¢s, al haber cedido los masters de las canciones a Warner, Prince hab¨ªa perdido el control sobre sus creaciones, cosa que lo torturaba.
El s¨ªmbolo impronunciable anteriormente conocido como...
Menos de un a?o despu¨¦s de la firma del contrato con Warner, aprovechando su 35 cumplea?os e intentando esquivar as¨ª sus obligaciones contractuales, Prince decidi¨® cambiarse el nombre por el s¨ªmbolo impronunciable O(+>. Come, el disco cuya portada lo muestra frente a la Sagrada Familia en Barcelona, llega en pleno conflicto. Cuando Prince se dio cuenta de que el cambio de nombre no iba a funcionar, solo le qued¨® una opci¨®n para ser libre: intentar sacar todo el material posible cuanto antes y as¨ª librarse de un compromiso que odiaba. Come es el primero de una serie de discos que se producen en un tiempo r¨¦cord, en muchos casos aprovechando material grabado d¨¦cadas antes.
Prince nunca tuvo mucho cari?o al disco. Lo lleg¨® a calificar como ¡°material viejo¡±. En una entrevista con Rosa Montero para EL PA?S SEMANAL en 1994, de Come se habla poco. Se menciona al inicio cuando cuenta que, dado que la portada del mismo mostraba a Prince frente a la Sagrada Familia de Gaud¨ª, Barcelona le hab¨ªa concedido el t¨ªtulo de Amigo de la ciudad y en agradecimiento, el m¨²sico hab¨ªa accedido a dar una entrevista a un medio espa?ol, la primera en muchos a?os. Sobre la g¨¦nesis de aquellas im¨¢genes quedan pocos rastros en internet pero, aqu¨ª en Espa?a, siempre han suscitado un inter¨¦s especial.
¡°Una libertad que ning¨²n fot¨®grafo jam¨¢s obtuvo¡±
¡°Un d¨ªa me llamaron por fin¡±, prosigue Gydesen, ¡°y me dijeron: ¡®Nos gustar¨ªa hacer una sesi¨®n de prueba. ?Puedes pasarte ahora mismo? Me son¨® raro. Adem¨¢s, hab¨ªa escuchado historias de gente que hab¨ªa trabajado con Prince y que se hab¨ªa quedado sin cobrar. As¨ª que les dije que no pod¨ªa. Pens¨¦ que quiz¨¢ mi oportunidad se hab¨ªa esfumado, pero unas tres semanas despu¨¦s volvieron a ponerse en contacto conmigo y acept¨¦ el trabajo. Viaj¨¦ a Europa unos d¨ªas despu¨¦s. Estuvimos negociando el contrato hasta un par de horas antes de despegar. Pas¨¦ un mes entero con ¨¦l y tuve una libertad que ning¨²n fot¨®grafo jam¨¢s obtuvo. Me lo presentaron la primera noche y cuando lo vi pens¨¦: ¡®Dios, ?s¨ª que es bajito!¡¯. Todo fue muy correcto, pero realmente nunca hablamos demasiado. Ambos ¨¦ramos muy t¨ªmidos¡±.
Terry tambi¨¦n recuerda la sesi¨®n de fotos que tuvo lugar en Barcelona: ¡°Me llamaron como a las 10 de la ma?ana para decirme: ¡®Te avisaremos hoy para hacer unas fotos en la Sagrada Familia¡¯. Esper¨¦ todo el d¨ªa y finalmente me avisaron sobre las 4 de la madrugada. Fuimos juntos en la parte de atr¨¢s de su limusina, lo que era muy raro, y durante el viaje [Prince] me pregunt¨® por las lentes que utilizaba. Llegamos a la Sagrada Familia y hab¨ªa una luz muy suave, comenzaba a amanecer y empezaban a verse un poco las torres, ligeramente iluminadas tambi¨¦n por la luz de las farolas. Las condiciones eran complicadas para tomar una buena foto y que al mismo tiempo se apreciase el edificio¡±.
¡°?l iba adoptando diferentes posturas sin que yo le diera pr¨¢cticamente ninguna indicaci¨®n¡±, recuerda Terry. ¡°Hice unas 30 fotos y Prince volvi¨® a meterse en el coche, as¨ª que di por sentado que mi tiempo se hab¨ªa terminado. No hab¨ªa absolutamente nadie m¨¢s en la calle a esas horas. Volvimos directamente al hotel. Yo ten¨ªa p¨¢nico de que no hubiera salido ninguna foto decente, pero por suerte algunas eran incre¨ªbles¡±.
Las im¨¢genes de Gydesen ilustraron tambi¨¦n un libro editado por el m¨²sico en 1994, Prince presents The Sacrifice of Victor. Su foto de portada, en la que tambi¨¦n aparece Barcelona, esconde otra historia que merece la pena recordar: ¡°Hab¨ªa un apag¨®n en el hotel, as¨ª que Prince estaba aburrido y me llamaron para ir a tomar algunas fotos. En esa ocasi¨®n subimos a la monta?a de Montjuic, pero no acab¨¢bamos de encontrar un buen sitio. De repente, mientras descend¨ªamos, encontramos un buen lugar en una curva desde la que se ve¨ªa una preciosa perspectiva de la ciudad. Nos bajamos y Prince empez¨® a posar como hab¨ªa hecho frente a la Sagrada Familia. Dio la casualidad de que al lado hab¨ªa una pareja haciendo un picnic. Estuvimos como un minuto haciendo las fotos y cuando nos ¨ªbamos los mir¨¦ de reojo y ten¨ªan la boca abierta, estaban estupefactos por lo que acababa de pasar. ?Ojal¨¢ pudiera encontrar a aquella pareja!¡±.
?Qui¨¦n era ella?
M¨¢s all¨¢ de la an¨¦cdota de esas fotos en la Sagrada Familia y Montjuic, otro detalle del disco deja material para el anecdotario entre sus seguidores. La ¨²ltima canci¨®n del disco es una curiosa pieza de solo 1:39 minutos llamada Orgasm (todo el sentido en un ¨¢lbum titulado Come, verbo que tiene en ingl¨¦s varios significados y no todos aptos para menores). Seg¨²n cuenta la leyenda, quiz¨¢ difundida por los publicistas de Prince o incluso por ¨¦l mismo, el orgasmo de la grabaci¨®n era real. Se especul¨® con que su protagonista, que aparec¨ªa en los cr¨¦ditos del ¨¢lbum como she knows (¡±ella lo sabe¡±), podr¨ªa ser una de las numerosas amantes y amigas que Prince hab¨ªa tenido durante los ¨²ltimos a?os. En los foros de seguidores Prince se sigue hablando de los rumores que adjudicaban esos gemidos a Madonna (revistas como People dan por posible un brev¨ªsimo romance entre ambos a mediados de los ochenta), Kim Basinger, Carmen Electra o Apollonia.
La realidad, sin embargo, es mucho m¨¢s prosaica: la mujer que gem¨ªa en la canci¨®n era una de sus antiguas parejas y colaboradoras, Vanity. Y aquellos grititos se hab¨ªan producido en el lejano verano de 1983, durante la grabaci¨®n de una canci¨®n que nunca vio la luz y que se llamar¨ªa Vibrator. No hay duda de que los gemidos que se escuchan al final de esta canci¨®n son los mismos. Respecto a la guitarra, era una grabaci¨®n todav¨ªa m¨¢s antigua: Prince reutiliz¨® solos de la canci¨®n Private Joy del disco Controversy de 1981.
El tema final se cre¨® en 1993, uniendo a las grabaciones antiguas la voz de Prince y los sonidos del mar. Por lo tanto y, si nos ce?imos a esta canci¨®n, no podemos dejar de darle la raz¨®n a Prince cuando declaraba a EL PA?S que el disco era ¡°material viejo¡±. No obstante, seg¨²n gran parte de la cr¨ªtica, tanto Orgasm como otras canciones del disco, en especial Solo o Loose!, son ejemplos muy interesantes de todos los caminos retorcidos y complejos, a veces casi propios de David Lynch, que podr¨ªa haber tomado la m¨²sica de Prince y que finalmente no tom¨®. Dado que, seg¨²n sus m¨¢s estrechos colaboradores, hay material in¨¦dito de Prince para muchos discos m¨¢s, es posible que todav¨ªa nos espere un giro en esta historia.
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