DJ Nano: ¡°He hecho bolos en los sitios m¨¢s inauditos, sin ning¨²n tipo de medidas de seguridad¡±
El c¨¦lebre pinchadiscos espa?ol publica sus memorias, ¡®Al otro lado de la cabina¡¯, que van desde aquel Madrid donde bailar era un acto de rebeld¨ªa en lugares peligrosos a la explosi¨®n de la m¨²sica de baile en la ¨²ltima d¨¦cada que convirti¨® en aut¨¦nticas estrellas a los que estaban tras los platos
A mediados de los noventa, cuando en Madrid se asent¨® el PP de Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, la juventud campaba a sus anchas entre afters, clubes y macrodiscotecas. La electr¨®nica comenzaba a ser vista como un fen¨®meno social y juvenil, imposible de parar si no era con una legislaci¨®n restrictiva en la mano. El centro de la capital fue tomado por un concejal llamado Angel Matanzo, autoproclamado ¡°sheriff de Madrid¡± y destituido por sus ansias persecutorias.
Parec¨ªa imposible, pero ese af¨¢n de controlar por parte de las autoridades dio como resultado el que fuera el ¨²ltimo aliento de la fiesta masiva en Madrid. A pesar de cierres, decretos y prohibiciones, el descontrol y las ganas de pasarlo bien se impusieron durante casi una d¨¦cada. ¡°La recuerdo como una de las ¨¦pocas m¨¢s felices de mi vida, tambi¨¦n de las m¨¢s conflictivas¡±, comenta Jose Luis Gara?a de los Cobos, m¨¢s conocido como DJ Nano, que acaba de publicar sus memorias, Al otro lado de la cabina (Libros C¨²pula), escritas a cuatro manos con el periodista Miguel Angel Bargue?o.
No se ha narrado nada parecido sobre aquella ¨¦poca, donde la noche se juntaba con el d¨ªa y el d¨ªa con la noche. Semana tras semana. Miles de adolescentes lo mismo visitaban los bajos de Moncloa o de Azca que se dejaban ver por templos como Ku, Consulado, Attica, Kea, Friends, Radical, Voltereta, Omen, New World, Overdrive o Universal Sur. Son a?os que Nano vivi¨® de primera mano. ¡°Pinchaba de 12 de la noche a 8 de la ma?ana: jueves, viernes, sabado y domingo¡±, apunta sobre su paso por Ku, luego Arena. ¡°Terminaba mis ocho horas y me iba a una discoteca terrible que se llamaba Max, en la calle Aduana, en pleno centro. Era el after de los after. De amplias dimensiones. Ten¨ªa columnas en la pista de baile y muchos recovecos oscuros donde ocurr¨ªan todo tipo de historias. All¨ª se congregaba gente que llevaba de fiesta desde la noche anterior, lo mejor de cada casa¡±. Un espacio, como bien comenta en el libro, donde era habitual ver a las prostitutas de la calle Montera, travestis y ¡°clientela muy pasada¡±.
La memoria de Nano para el detalle y la descripci¨®n m¨¢s precisa resulta prodigiosa. Tambi¨¦n para no dejarse nada de una historia que en muchos casos no es c¨®moda. Por sus primeras p¨¢ginas desfilan peleas, muertes, maltrato y un ambiente conflictivo a m¨¢s no poder. Son a?os en los que el t¨¦rmino malote, junto a una est¨¦tica cercana a lo skin, en la que estaba a la orden del d¨ªa el robo y las palizas, imperan en un Madrid que dejaba de lado lo castizo para abrazar la modernidad. Su manera de contar c¨®mo fue la primera fiesta que llev¨® a cabo en La Cubierta, una plaza de toros instalada en Legan¨¦s, donde se celebrar¨ªa el Techno House Sur Festival, lo dice todo: ¡°Fue un ¨¦xito a pesar de que, para el p¨²blico, acudir al festival era muy peligroso. Habr¨ªa mucha gente en los alrededores atracando, y la probabilidad de que te robasen era muy alta. Era algo que se sab¨ªa, por lo que la gente iba en grupos muy grandes. Se dec¨ªa que si ibas all¨ª no pod¨ªas ir solo con tu colega. Para los ladrones, un festival como el nuestro era como migas para las palomas. Ven¨ªa gente de todas partes a robar¡±.
Unos robos que ten¨ªan como principal denominador los iconos de aquel periodo: plumas Pedro Gomez, gafas Ray-Ban Olympian y Balorama, botas Timberland y Salomon y forros polares Igloo, entre otros. Aquel primer festival congreg¨® a 15.000 chavales. No ser¨ªa el ¨²nico. Se llegaron a celebrar m¨¢s de una veintena. Todos organizados por el colectivo Plastic 6, del que formaba parte Nano.
Mientras se habla con ¨¦l no es dif¨ªcil encontrar en sus palabras un gesto de agradecimiento a la m¨²sica: ¡°Me salv¨® la vida¡±. En un ambiente que no era para nada sencillo, Nano se hizo un hueco y, con una maleta de discos que renovaba semanalmente, posicionarse entre los pinchadiscos m¨¢s solicitados. ¡°A principios de los 2000, cualquier persona pod¨ªa organizar una fiesta de DJ en nuestro pa¨ªs. Y eso me ha llevado a pinchar en el 80% de los pueblos de la geograf¨ªa espa?ola. He hecho bolos en los lugares m¨¢s rec¨®nditos, en garajes, en trasteros¡ En los sitios m¨¢s inauditos, sin ning¨²n tipo de medidas en cuanto a aforo, seguridad¡ donde ahora mismo ser¨ªa imposible hacer una fiesta¡±, contin¨²a narrando.
A una trayectoria de estas dimensiones ayud¨®, evidentemente, el que no consumiera ni drogas ni alcohol. ¡°A mi las drogas no me gustan porque no me han sentado bien. No me atraen por eso¡±, insiste. ¡°La m¨²sica electr¨®nica ha estado demonizada y ah¨ª sigue¡±. No le falta raz¨®n a Nano. Habr¨ªa que mencionar que su perfil, af¨ªn en esos a?os a los sonidos del progressive y el dance masivo, hizo que en algunos casos no se le tuviera en cuenta por parte de la prensa m¨¢s erudita. Sin embargo, su nombre ha estado asociado a todo tipo de espacios, desde las grandes catedrales del sonido makina como fueron Skorpia, Chasis o Pont Aeri hasta salas internacionales como el Ministry Of Sound londinense, para los que firm¨® dos discos.
La tarea de Bargue?o en el libro, puntualizando y anotando de forma hist¨®rica y social muchos de los momentos que Nano va contando, tambi¨¦n es importante. Un ejemplo es su valoraci¨®n tras la edici¨®n de aquellos dos ¨¢lbumes: ¡°Su popularidad a partir de ese momento se desbord¨®. Prescribir un disco (en su caso, dos a?os consecutivos) como Trance Nation aportaba una suerte de credenciales que le abr¨ªan las puertas de todas partes¡±.
El libro est¨¢ plagado de experiencias personales ¡ªsu estrecha relaci¨®n con David Guetta, con el que ha compartido cabina en m¨¢s de una ocasi¨®n; la ¨²ltima vez que vio al malogrado Avicii en Ushuaia; o su particular Resac¨®n en Las Vegas, junto a Carlos Jean y Felix Ru¨ªz, el hombre que se hizo rico al vender Tuenti por 70 millones de euros a Telef¨®nica¡ª, adem¨¢s de momentos que ya forman parte de la historia musical espa?ola: la edici¨®n inaugural de Oro Viejo, en 2002, dentro de la fiesta Splass, en el Paladium de Coslada; las intervenciones radiof¨®nicas, primero en Loca FM, con un programa que se alarg¨® durante una d¨¦cada en el dial, y posteriormente su sonado fichaje por M¨¢xima FM y Los 40; el contrato con Universal, el primero a un artista de electr¨®nica; las giras internacionales, que le han llevado por medio mundo, incluida una muy divertida por clubes peque?os de Jap¨®n; o la residencia en el legendario Radical de Torrijos, dirigido por Alex Conde.
En este ¨²ltimo espacio har¨ªa una de sus sesiones m¨¢s largas: catorce horas. Un sello que va a ser distintivo y que le acompa?ar¨¢ hasta el d¨ªa de hoy. ¡°Soy un DJ de sesiones largas, aunque ultimamente es dificil hacerlas porque si te llaman para un festival, pinchas una hora u hora y media¡ Pero me encanta realizar de vez en cuando sesiones de seis, ocho horas¡, las cuales reservo para mis eventos¡±, explica.
Su imagen, fraguada sesi¨®n a sesi¨®n, ha sido trabajada a lo largo de estas d¨¦cadas. Hoy, se podr¨ªa decir que poca gente no ha bailado con ¨¦l delante, ya sea en alguno de sus innumerables bolos ¡ªhasta 85 ha llegado a sumar durante alg¨²n verano reciente¡ª como durante el confinamiento, con intervenciones a diario desde su casa a partir de las ocho de la tarde. Conexiones a las que se sumaron decenas de miles de personas. Cincuenta d¨ªas, 112 horas. ¡°Se es DJ 24 horas, siete d¨ªas a la semana. No es un trabajo que puedas parar. No te permite parada¡±, aclara.
La sinceridad y modestia con la que habla no parece pose. Lo corrobora uno de los detalles m¨¢s bellos del libro. Al final, en las diez ¨²ltimas p¨¢ginas, Nano nombra a todos aquellos DJ con los que se ha cruzado alguna vez en cabina. Nombres hist¨®ricos y relevantes como Cristian Varela, Oscar Mulero, Paco Osuna o Monika Osmo, junto a personajes que el tiempo ha olvidado. ?Cu¨¢l es el secreto para seguir ah¨ª? ¡°No hay que perder la ilusi¨®n y las ganas de trabajar. Tendr¨¢s mayor o menor ¨¦xito, pero estar¨¢s ah¨ª¡±. Palabra de DJ Nano.
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