Lorenzo Caprile: ¡°La moda es una industria mezquina, jugamos con la vanidad y las inseguridades del ser humano¡±
Primero fue el modista de cabecera de la alta sociedad y de la Casa Real. Despu¨¦s, uno de los descubrimientos de la televisi¨®n gracias a ¡®Maestros de la costura¡¯. Mientras la cuarta edici¨®n del programa llega a su fin, hablamos con ¨¦l de moda, censura, pol¨ªtica y dinero
Lorenzo Caprile (Madrid, 1967) fue medi¨¢tico antes de ser famoso. Sus creaciones para la infanta Elena, la infanta Cristina o la reina Letizia fueron diseccionadas durante a?os en la prensa de moda y del coraz¨®n, y como entrevistado o invitado a tertulias siempre fue uno de los conversadores m¨¢s generosos con los medios. Pero hace tres a?os lo descubri¨® la televisi¨®n. Ten¨ªa que ocurrir: con su voz personal¨ªsima, su discurso tan culto como imprevisible y un aspecto perfecto para que le surgieran imitadores (sucedi¨® en Leit Motiv), Maestros de la costura lo hizo conocido para el gran p¨²blico. El formato, llamado a hacer por la m¨¢quina de coser lo que Masterchef hizo por los fogones, lleva ya cuatro ediciones con una audiencia que no es masiva, pero s¨ª fiel y apasionada (supera el 11% de cuota de pantalla aun enfrentado a culebrones turcos y programas de telerrealidad ultrahormonados).
¡°No quiero pecar de urbanita ni de petardo, pero en Madrid la gente est¨¢ m¨¢s acostumbrada a cruzarse con rostros conocidos y te dejan m¨¢s tranquilo. La fama la noto m¨¢s cuando voy fuera¡±. Lo cuenta en una de las terrazas del hotel del centro de la capital en el que vive, desde la que se divisa el extenso jard¨ªn con palmeras y fuentes de un convento y un edificio oficial en el que, comenta Caprile con sorna, ¡°hacen cosas muy raras por la noche¡±. De su vida en el hotel ha hablado a menudo y no hay en ella demasiada ¨¦pica (¡±se me ca¨ªa la casa encima¡±, resume), pero m¨¢s interesante es lo que ocurri¨® cuando la pandemia los cerr¨® todos en Espa?a: ¡°En el hotel viven tambi¨¦n los due?os del edificio, as¨ª que me dejaron quedarme. Tengo los mejores caseros de Madrid¡±.
Maestros de la costura ha roto muchos mitos para los espectadores sobre el mundo de la moda: esta temporada hemos visto a un exboxeador entre los concursantes. ?Ha roto alguno para usted desde dentro? Quiero hacer un matiz: el programa se llama Maestros de la costura, no Maestros de la moda. Lo que est¨¢ logrando el programa, y me alegro much¨ªsimo, es romper muchos mitos sobre el mundo de la costura. Es injusto, y tambi¨¦n machista, que no nos d¨¦ miedo ir al Leroy Merl¨ªn y montar una estanter¨ªa en casa, pero para subir el bajo a un pantal¨®n, que es una gilipollez, tengas que ir a una Retoucherie [nombre de una cadena de arreglos textiles]. Estamos logrando que la gente pierda el miedo a ponerse delante de una m¨¢quina de coser y arreglar una camisa que le queda grande. Y no hablo solo de hombres: coser, hist¨®ricamente, ha sido cosa de hombres y mujeres. Es m¨¢s, en los inicios de nuestro oficio, en los que Espa?a fue pionera, las mujeres ten¨ªan prohibido por los estatutos ser costureras.
Usted siempre reivindica el t¨¦rmino ¡°modista¡± frente a ¡°dise?ador¡±. Es que es completamente incorrecto (el segundo), una mala traducci¨®n de fashion designer. Yo digo modista, es la palabra que est¨¢ en el diccionario. Un modista dise?a, pero hacemos muchas m¨¢s cosas, no solo el dibujito. Creo que eso queda patente en el programa todos los lunes, que el dibujito es lo de menos. Cuando voy a dar conferencias y clases siempre digo: ¡°Si lo que de verdad os gusta es dibujar, haceros ilustradores¡±. ?Ya quisiera yo tener la cuenta corriente de Jordi Labanda!
?Ha a conocido a muchos dise?adores que no hayan cosido nunca un bot¨®n? Desgraciadamente, s¨ª. Con el marketing y rodeados de un buen equipo¡
Aqu¨ª Caprile se enroca y vuelve sobre sus pasos para pensar en m¨¢s t¨¦rminos que no le gustan de su propia industria. ¡°Cuando dicen atelier en vez de taller, me pongo de los nervios. ?Se creen que diciendo lo mismo en ingl¨¦s o franc¨¦s sube de categor¨ªa! Recuerdo una charla en la Fundeu en la que alguien estaba hablando del steamer [el artefacto de vapor para planchar prendas colgadas] y yo grit¨¦: ¡®?Pero si es una puta plancha!¡±. Cuando le recuerdo que en su propio programa se escucha a menudo la palabra upcycling, se enroca de nuevo: ¡°?Y yo siempre me enfado con Mar¨ªa [Escot¨¦] y con [Alejandro] Palomo! ?Eso es el reciclaje de toda la vida! Me lo vas a decir a m¨ª, que soy el peque?o de siete hermanos. Hasta que me compraron ropa nueva, imag¨ªnate. Y ah¨ª s¨ª que fui pionero con lo de los g¨¦neros, o los sexos, o lo que se diga ahora. Yo heredaba indistintamente de mis hermanos o de mis hermanas. ?Me quedaba bien? Pues pa¡¯lante¡±.
?Qu¨¦ opina del t¨¦rmino influencer, el gran neologismo de su industria? Intento utilizarlo lo menos posible. Iconos y modelos los ha habido siempre, desde Mar¨ªa Antonieta, Isabel Preysler, Marisol, Lady Di, Grace Kelly, Marilyn Monroe, Jane Birkin, ?que hasta tiene un bolso con su nombre! Dentro de ese mundo infinito hay gente muy buena, gente mediocre y gente muy mala, como en todas partes. Lo que ocurre es que antes eso se produc¨ªa de una forma espont¨¢nea y ahora, gracias a las redes, o a pesar de ellas, se han profesionalizado. Y se ha perdido parte de esa frescura. Siempre te entra la duda: ?esta persona me est¨¢ recomendando esto porque realmente lo piensa o porque detr¨¢s hay un cheque?
Volviendo a lo de los g¨¦neros: su compa?ero Palomo ha llevado esa idea al horario de m¨¢xima audiencia. En realidad est¨¢ resucitando prendas que formaban parte del vestuario masculino y se hab¨ªan olvidado por culpa de la famosa gran renuncia del siglo XIX. El hombre, con su moda, ha competido con la mujer desde el principio de los tiempos. Lo de bajar el volumen en nuestro aspecto es una cosa muy reciente, de la primera Revoluci¨®n Industrial. No s¨¦ si aqu¨ª las feministas se enfadar¨¢n conmigo, pero en el mundo animal es el macho el que tiene el plumaje y el aspecto m¨¢s impresionante. Las hembras suelen ser muy fe¨²cas todas. ?Mira la gallina y el gallo! El hombre, en un momento dado, dio un paso atr¨¢s y todo ese privilegio se lo cedi¨® a las mujeres a cambio de recortar completamente sus libertades y sus derechos. ¡°Os dejamos que os entreteng¨¢is con esto, pero nada m¨¢s¡±. Gracias a Dios, eso est¨¢ empezando a cambiar.
?ltimamente se nota que las figuras p¨²blicas se cortan a la hora de hablar de ciertos temas o con cierto tono en las entrevistas por si dicen algo que se malinterprete y se critique en las redes sociales. ?Le ocurre a usted? Me da miedo despu¨¦s, pero en el momento, no. Luego pienso: ¡°Ay, he metido la pata, me van a poner verde¡±. Pero si lo has dicho, lo has dicho. Antes las cr¨ªticas llegaban de una manera m¨¢s directa. Internet naci¨® con dos pecados capitales, dos lacras irreversibles: el anonimato y el gratis total. Que se lo digan a los m¨²sicos y escritores. Si para emitir una opini¨®n pidieran un registro y una identificaci¨®n, las redes ser¨ªan un espacio de debate civilizado y constructivo para todos, y no la jungla. Yo en Twitter es que ni me meto.
?Siempre quiso dedicarse a esto o de peque?o ten¨ªa otros planes? S¨ª, me arrepiento todos los d¨ªas, pero s¨ª.
?Por qu¨¦? Porque es una industria muy dura. De las m¨¢s mezquinas que existen. Jugamos con materiales muy sensibles y siniestros: la vanidad del ser humano, sus inseguridades, su deseo de pertenencia a un grupo, sus aspiraciones¡ Si reflexionas en profundidad sobre todo eso, a veces es escalofriante.
?Y no tiene soluci¨®n? No. La moda siempre ha sido cruel. Al final te vistes para marcar tu territorio, para establecer una diferencia entre t¨² y el otro. Su fundamento es ese.
?Ahora est¨¢ hablando de dinero? No creo que sea una cuesti¨®n de riqueza o de pobreza. Ahora tienen m¨¢s importancia otros mensajes: ¡°Yo soy de esta tribu y t¨², no¡±, ¡°yo pienso as¨ª y t¨², no¡±, ¡°yo soy poderoso y t¨², no¡±. Eso es m¨¢s relevante que saber si tienes m¨¢s o menos dinero. El poder no tiene nada que ver con el dinero, ?eh? ?Ojo! Ese es uno de los grandes mitos de la cultura contempor¨¢nea.
Pero usted naci¨® en una familia acomodada. ?Le hubieran dejado sus padres dedicarse a esto si hubiese nacido en una humilde? S¨ª. El que rompi¨® la baraja con las profesiones raras fue mi hermano Pasquale, el fot¨®grafo, y ¨¦l s¨ª que lo pas¨® mal porque mi padre le dijo que ni hablar y fue mi madre la que intercedi¨®. Cuando yo llegu¨¦, diez a?os despu¨¦s, diciendo que quer¨ªa ser modista, mi padre tir¨® la toalla.
Hablando con usted tan relajadamente me sorprende su fama de borde. ?A qu¨¦ se debe? En mi mundo de novias s¨ª que tengo fama de borde. No me importa reconocerlo. El momento de escoger un traje de novia es muy especial, la susceptibilidad est¨¢ a flor de piel. Casi todas las mujeres que deciden casarse viven el momento novia durante unos meses: parece que las ¨²nicas que se casan son ellas y todo es un melodrama de Douglas Sirk. Y cuando llegan al taller y de repente les digo que eso que me piden no tiene ni pies ni cabeza, que ese d¨ªa es para estar guap¨ªsimas y no para llevarse likes en Instagram, el castillo de naipes se les cae y se van muy enfadadas. Unas no lo entienden, pero otras se dan cuenta de que les estoy haciendo un favor. Tal vez por eso llevamos 30 a?os. Me pongo la medalla de considerar que mis trajes de de novia envejecen todos muy bien. Mira el de do?a Cristina [de Borb¨®n], que lo vemos hasta la sopa, 25 a?os despu¨¦s. Hasta muchos medios se hicieron eco de que el de Meghan Markle era pr¨¢cticamente el mismo vestido que el de Cristina.
Usted que est¨¢ cerca de este mundo, ?qu¨¦ opina de lo que est¨¢ pasando con Meghan y Harry? Me parecen los dos unos ni?os malcriados. Y habr¨ªa que ver si es verdad lo que dicen: si me ponen cinco millones de d¨®lares libres de impuestos sobre la mesa, digo la barbaridad que haga falta. Todos tenemos un precio. Pero, sinceramente, tampoco me interesan mucho.
?Hay mucha pol¨ªtica en la moda? Ah¨ª te cito unas palabras de Marx: ¡°La moda es la hija favorita del capitalismo¡±. El que diga lo contrario, o es tonto o miente. Hay un texto fundamental para todos los que nos dedicamos a esto que se llama Manual anticapitalista de la moda, de una editorial que era tan roja, tan roja que ya no existe. Y el que no encuentre ese que se lea Fashionopolis, que es de una editorial que est¨¢n sacando unos libros de moda maravillosos.
Tengo la sensaci¨®n de que usted es muy conservador para los de izquierdas y demasiado moderno para los de derechas. S¨ª, es as¨ª. Seg¨²n donde est¨¦, a veces soy superfacha y otras, el rojo de la pandilla. Pero yo, como Unamuno: ¡°No¡±. Para empezar, ¡°no¡±. A este buenismo y a este pensamiento ¨²nico, a esta ausencia de autocr¨ªtica y reflexi¨®n, me voy a oponer siempre. Yo, Unamuno forever. Que mira c¨®mo termin¨®, pobrecillo: solo y desclasado.
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