Luigi Ferrajoli, fil¨®sofo: ¡°Los pa¨ªses de la UE van cada uno por su lado defendiendo una soberan¨ªa insensata¡±
El jurista italiano defiende una Constituci¨®n de la Tierra como la ¨²nica manera realista de afrontar los problemas que, como las pandemias o el cambio clim¨¢tico, desbordan las fronteras
Confinado en su casa de Roma, el fil¨®sofo y jurista italiano Luigi Ferrajoli piensa en la forma que tendr¨¢ el mundo cuando pase la pandemia. El cambio clim¨¢tico, las armas nucleares, el hambre, la falta de medicamentos, el drama de los migrantes y, ahora, la crisis del coronavirus evidencian un desajuste entre la realidad del mundo y la forma jur¨ªdica y pol¨ªtica con la que tratamos de gobernarnos. Los problemas globales no est¨¢n en las agendas nacionales. Pero de su soluci¨®n ¡°depende la supervivencia de la humanidad¡±, afirma Ferrajoli (Florencia, 79 a?os), exmagistrado y uno de los referentes de la Filosof¨ªa del Derecho del ¨²ltimo medio siglo europeo.
El 21 de febrero, v¨ªspera del primer contagio local contabilizado en Italia, el autor de Constitucionalismo m¨¢s all¨¢ del estado (Trotta, 2018) y Manifiesto por la igualdad (Trotta, 2019) defendi¨® en la hist¨®rica biblioteca Vallicelliana de la capital una Constituci¨®n de la Tierra ante unas 200 personas. La pandemia ¨Ccon su ¡°terrible balance diario de muertos¡±¡ª hace a¨²n m¨¢s visible y urgente la carencia de instituciones globales adecuadas, dice en esta entrevista por correo electr¨®nico. Respecto a la Uni¨®n Europea, su optimismo estrat¨¦gico no excluye la cr¨ªtica frontal: ¡°Si la UE se respetara a s¨ª misma podr¨ªa haber hecho mucho m¨¢s¡±, dice. Sus respuestas las ha traducido, como casi toda su obra en espa?ol, el exmagistrado del Tribunal Supremo Perfecto Andr¨¦s Ib¨¢?ez.
PREGUNTA: Usted reclam¨® recientemente un ¡°constitucionalismo planetario¡±. ?En qu¨¦ consiste y c¨®mo se articula?
RESPUESTA. Son problemas globales que no forman parte de la agenda pol¨ªtica de los Gobiernos nacionales y de cuya soluci¨®n, solo posible a escala global, depende la supervivencia de la humanidad: el salvamento del planeta del cambio clim¨¢tico, los peligros de conflictos nucleares, el crecimiento de la pobreza y la muerte de millones de personas cada a?o por la falta de alimentaci¨®n b¨¢sica y de f¨¢rmacos esenciales, el drama de los centenares de miles de migrantes y, ahora, la tragedia de esta pandemia. De esta banal constataci¨®n, naci¨® hace un a?o la idea de dar vida a un movimiento pol¨ªtico ¡ªcuya primera asamblea tuvo lugar en Roma el 21 de febrero¡ª dirigida a promover una Constituci¨®n de la Tierra, que instituya una esfera p¨²blica internacional a la altura de los desaf¨ªos globales y, en particular, funciones e instituciones supranacionales de garant¨ªa de los derechos humanos y de la paz.
P. ?Y por qu¨¦ es oportuno reclamar ese constitucionalismo planetario en una situaci¨®n de emergencia como la del coronavirus?
R. Porque espero que, precisamente, esta emergencia del coronavirus provoque un despertar de la raz¨®n, generando la plena consciencia de nuestra fragilidad y de nuestra interdependencia global. Esta emergencia tiene un rasgo que la diferencia de las dem¨¢s. A causa de su terrible balance diario de muertos en todo el mundo, hace a¨²n m¨¢s visible e intolerable que cualquier otra emergencia la falta de adecuadas instituciones globales de garant¨ªa, que tendr¨ªan que haberse introducido en actuaci¨®n de esa embrionaria constituci¨®n mundial formada por las diversas cartas internacionales de los derechos humanos. Por eso, hace m¨¢s urgente y m¨¢s compartida que cualquier otra cat¨¢strofe la necesidad de un constitucionalismo planetario que colme semejante laguna, mediante la creaci¨®n, no tanto de instituciones de gobierno, que est¨¢ bien que sigan confiadas sobre todo a los Estados, sino de funciones e instituciones globales de garant¨ªa de los derechos humanos.
¡°Una Uni¨®n Europea que se respetase a s¨ª misma podr¨ªa hacer mucho m¨¢s¡±
P. ?Qu¨¦ papel puede jugar Europa, desde el punto de vista jur¨ªdico, en esta crisis?
R. La Uni¨®n Europea deber¨ªa haberse hecho cargo de la crisis desde el principio. El propio Tratado sobre el Funcionamiento de la Uni¨®n lo prev¨¦: su art¨ªculo 168, tras afirmar que ¡°la Uni¨®n garantizar¨¢ un alto nivel de salud humana¡±, establece que ¡°los Estados miembros, en colaboraci¨®n con la Comisi¨®n, coordinar¨¢n entre s¨ª sus pol¨ªticas¡± y que ¡°el Parlamento Europeo y el Consejo podr¨¢n adoptar medidas de fomento destinadas a proteger y mejorar la salud humana y, en particular, a luchar contra las pandemias transfronterizas¡±. El art¨ªculo 222, titulado Cl¨¢usula de solidaridad, establece que ¡°la Uni¨®n y los Estados miembros actuar¨¢n conjuntamente y con esp¨ªritu de solidaridad cuando un Estado miembro sea v¨ªctima de una cat¨¢strofe natural¡±.
P. Y, desde el punto de vista pol¨ªtico, ?estamos asistiendo a un retorno a la soberan¨ªa nacional en Europa?
R. Francamente, espero que no. Como ya he dicho, emergencias globales como la del coronavirus deben afrontarse en la medida de lo posible a escala supranacional, no solo en garant¨ªa de la igualdad en derechos de todos los ciudadanos europeos, sino tambi¨¦n de su eficacia, que depende en buena parte de la coherencia y homogeneidad de las medidas. Pero sucede que los 27 pa¨ªses miembros van cada uno por su lado, con diferentes estrategias, en la demag¨®gica defensa de una insensata soberan¨ªa nacional. El resultado es que bastar¨¢ que uno de ellos adopte en uso de su ¡°soberan¨ªa¡± medidas inadecuadas, para generar el riesgo de contagio en los dem¨¢s.
P. ?Qu¨¦ consecuencias puede tener eso para el futuro de la Uni¨®n Europea?
R. Depende de las respuestas que sean capaces de dar las instituciones europeas. La Comisi¨®n Europea ¡ªque tiene, entre sus componentes, un comisario para la salud, otro para la cohesi¨®n y otro m¨¢s para la gesti¨®n de las crisis¡ª todav¨ªa est¨¢ a tiempo de coordinar las estrategias de los distintos pa¨ªses de la Uni¨®n, en actuaci¨®n de los art¨ªculos del Tratado a los que me he referido. Si no lo hace, dar¨¢ otra prueba de su ineptitud, como instituci¨®n capaz de imponer sacrificios solo en garant¨ªa de la estabilidad presupuestaria, pero no de la salud y la vida de los ciudadanos.
¡°La democracia no admite excepciones¡±
P. Las diferentes versiones del estado de alarma, de emergencia o ¡ªm¨¢s densamente¡ª estado de excepci¨®n, ?en qu¨¦ medida son compatibles con la democracia?
R. La democracia no admite excepciones. Es por lo que considero un m¨¦rito de la Constituci¨®n italiana que no prevea estados de alarma, de emergencia o de excepci¨®n lo que, sin embargo, no le ha impedido disponer igualmente las limitaciones a la libertad de circulaci¨®n y de reuni¨®n necesarias para frenar el contagio. En Europa tenemos disciplinas heterog¨¦neas, compatibles con la democracia si no se cometen abusos. En Espa?a, el art¨ªculo 116 de la Constituci¨®n prev¨¦ ?los estados de alarma, de excepci¨®n y de sitio? bajo el control parlamentario y conforme a la Ley Org¨¢nica 4/1981.
P. ?Y c¨®mo debe o puede responder la UE, pol¨ªticamente, ante este desaf¨ªo?
R. Desempe?ando el papel de coordinaci¨®n y adoptando las medidas homog¨¦neas de las que he hablado. Pero una Uni¨®n Europea que se respetase a s¨ª misma podr¨ªa hacer mucho m¨¢s. Podr¨ªa tomar, a escala global, la iniciativa de proponer la transformaci¨®n de la actual Organizaci¨®n Mundial de la Salud en una efectiva instituci¨®n global de garant¨ªa de esta, dotada de los medios y poderes necesarios para tal fin. No solo para gestionar de manera racional las pandemias, sino tambi¨¦n para llevar a los pa¨ªses pobres los 460 f¨¢rmacos esenciales que, desde la Conferencia de Alma Ata de 1978, ella misma estableci¨® que deber¨ªan ser accesibles a todos, y cuya falta provoca cada a?o ocho millones de muertos. No solo. Junto a este fragmento de constitucionalismo planetario, la Uni¨®n Europea, a partir de la terrible lecci¨®n del coronavirus, podr¨ªa promover la creaci¨®n de otras instituciones globales de garant¨ªa. Por ejemplo, un demanio [dominio p¨²blico] planetario para la tutela de bienes comunes como el agua, el aire, los grandes glaciares y las grandes forestas; la prohibici¨®n de las armas convencionales a cuya difusi¨®n se deben, cada a?o, centenares de miles de homicidios y, m¨¢s a¨²n, de las armas nucleares; el monopolio de la fuerza militar en manos de la ONU; un fisco global capaz de financiar los derechos sociales a la educaci¨®n, la salud y la alimentaci¨®n b¨¢sica, proclamados en tantas cartas internacionales. Parecen hip¨®tesis ut¨®picas. En cambio, son las ¨²nicas respuestas racionales y realistas a los grandes desaf¨ªos de los que depende el futuro de la humanidad.
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